Historia del Sábado
18 – El sábado en el registro de los primeros padres
Las primeras razones para descuidar el sábado son ahora mayormente obsoletas – Una porción de los padres tempranos enseñó la perpetuidad del decálogo, y lo hicieron la norma del carácter moral – Lo que dicen con respecto al origen del sábado en la Creación – Su testimonio con respecto a la perpetuidad del antiguo sábado, y respecto a su observancia – Enumeración de las cosas que causaron la supresión del sábado y la elevación del domingo
Las razones ofrecidas por los primeros padres para descuidar la observancia del sábado muestran en forma concluyente que no tenían luz especial sobre el tema por razón de vivir en los primeros siglos, nosotros, en esta época posterior, no poseemos. El hecho es, tantas de las razones ofrecidas por ellos son manifiestamente falsas y absurdas que aquellos que en estos días descartan el sábado, también descartan la mayor parte de las razones ofrecidas por esos padres para este mismo camino. También hemos aprendido de algunos de los padres tempranos que mencionan la observancia del primer día, la naturaleza exacta del festival del domingo, y todas las razones que en los primeros siglos se ofrecieron en apoyo de él. Muy pocas, de hecho, de estas razones las ofrecen los escritores modernos del primer día. HSPDS 197.1
Pero algunos de los padres dan un testimonio enfático de la perpetuidad de los diez mandamientos, y hacen de su observancia la condición para la vida eterna. Algunos de ellos también aseveran claramente el origen del sábado en la Creación. Varios de ellos, además, dan testimonio de la existencia de observadores del sábado, o dan un testimonio decisivo de la perpetuidad y obligación del sábado, o definen la naturaleza de la observancia apropiada del sábado, o conectan la observancia del sábado y del primer día juntas. Oigamos ahora el testimonio de aquellos que afirman la autoridad de los diez mandamientos. Ireneo asevera su perpetuidad, y los hace una prueba del carácter cristiano. Él dice: HSPDS 197.2
“Pues Dios al principio, de hecho, advirtiéndoles [a los judíos] por medio de preceptos naturales, que desde el principio él había implantado en la humanidad, es decir, por medio del DECÁLOGO, (que, si alguno no lo observa, no tiene salvación), entonces no demandaba nada más de ellos”.1 HSPDS 197.3
Esta es una declaración muy fuerte. Él hace de los diez mandamientos la ley de la naturaleza implantada en el ser humano al principio; y así fue heredada por toda la humanidad. Esto sin duda es cierto. Es la presencia de la mente carnal o la ley del pecado y la muerte, implantada en el hombre por la caída que ha borrado parcialmente esta ley, y ha hecho que la obra del nuevo pacto sea una necesidad.2 Él otra vez asevera la perpetuidad y la autoridad de los diez mandamientos: HSPDS 197.4
“Preparando al hombre para esta vida, el Señor mismo habló en su propia persona a todos por igual las palabras del Decálogo: y por lo tanto, de la misma manera, permanecen ellos en forma permanente con nosotros, recibiendo, por medio de su venida en la carne, extensión y aumento, pero no abrogación”.3 HSPDS 198.1
Por la “extensión” del decálogo, Ireneo sin duda quiere decir la exposición que el Salvador dio del significado de los mandamientos en su sermón del monte.4 Teófilo habla de igual manera con respecto al decálogo: HSPDS 198.2
“Porque Dios nos ha dado una ley y mandamientos santos, y cada uno que guarda éstos puede ser salvo, y obteniendo la resurrección, puede heredar la incorrupción”.5 HSPDS 198.3
“Hemos conocido una ley santa; pero tenemos como dador de la ley a quien es realmente Dios, quien nos enseña a actuar con rectitud, y a ser piadosos, y a hacer el bien”.6 HSPDS 198.4
“De esta grande y maravillosa ley que tiende a todo lo que es justo, las DIEZ CABEZAS son como las hemos ya repasado”.7 HSPDS 198.5
Tertuliano llama a los diez mandamientos “las reglas de nuestra vida regenerada”, es decir, las reglas que gobiernan la vida de un hombre convertido: HSPDS 198.6
“Aquellos que teorizan con respecto a los números, honran el número diez como el padre de todos los otros, y como que imparten perfección a la natividad humana. Por mi parte, yo prefiero mirar esta medida de tiempo con referencia a Dios, como implicando que los diez meses en vez iniciaron al hombre en los diez mandamientos; de modo que el cálculo numérico del tiempo necesario para consumar nuestro nacimiento natural se correspondiera con la clasificación de las reglas de nuestra vida regenerada”.8 HSPDS 198.7
Al mostrar la profunda culpa involucrada en la violación de los siete mandamientos, Tertuliano habla del carácter sagrado de los mandamientos que los preceden, nombrando varios de ellos en especial, y entre ellos, el cuarto, y luego dice del precepto contra el adulterio que se encuentra HSPDS 198.8
“en el mismo frente de la ley más santa, entre los primeros elementos del edicto celestial”.9 HSPDS 198.9
Clemente de Roma, o más bien el autor cuyas obras han sido atribuidas a este padre, habla así del decálogo como una prueba: HSPDS 199.1
“Por causa de aquellos, por lo tanto, que descuidan su propia salvación, agradan al maligno, y aquellos que, por estudiar sus propias ganancias, procuran agradar al Bueno, diez cosas han sido prescritas como una prueba en la edad presente, de acuerdo con el número de las plagas que cayeron sobre Egipto”.10 HSPDS 199.2
Novaciano, quien escribió alrededor del año 250, es contado como el fundador de la secta llamada los Cátaros o Puritanos. Él escribió un tratado sobre el sábado, que no nos ha llegado. No hay referencia al domingo en ninguno de sus escritos. Él hace las siguientes observaciones notables con respecto a la ley moral: HSPDS 199.3
“La ley fue dada a los hijos de Israel con este propósito, que ellos fueran beneficiados por ella, y VOLVER a aquellas maneras virtuosas que, aunque las habían recibido de sus padres, las habían corrompido en Egipto por razón de sus relaciones con un pueblo bárbaro. Finalmente, también, aquellos diez mandamientos sobre las tablas no enseñan nada nuevo, sino les recuerdan lo que se había borrado: esa rectitud en ellos, que había sido puesta a dormir, pudiera revivirse otra vez como si fuera por la inspiración de la ley, según la manera de un fuego [casi extinguido]”.11 HSPDS 199.4
Es evidente que a juicio de Novaciano, los diez mandamientos no ordenaban lo que no era sagradamente considerado por los patriarcas antes que Jacob fuera a Egipto. Se sigue, por lo tanto, que, en su opinión, el sábado fue hecho, no en la caída del maná, sino cuando Dios santificó el séptimo día, y que los santos hombres desde las épocas más tempranas lo observaron. HSPDS 199.5
Las Constituciones Apostólicas, escritas por el tercer siglo, nos dan una comprensión de lo que se consideraba ampliamente en el siglo tercero como doctrina apostólica. Ellas hablan así de los diez mandamientos. HSPDS 199.6
“Mantén delante de tus ojos el temor de Dios, y siempre recuerda que los diez mandamientos de Dios, amar al uno y único Señor Dios con todas tus fuerzas; no prestar atención a los ídolos, o a cualquier otro ser, como siendo dioses sin vida, o seres irracionales o demonios”.12 HSPDS 199.7
“Él dio una ley clara para ayudar a la ley de la naturaleza, la que es pura, salvadora, y santa, en la cual está inscrito su propio nombre, perfecta, que nunca ha de fallar, siento completa en diez mandatos, sin mancha, que convierten las almas”.13 HSPDS 199.8
Este escritor, como Ireneo, creía en la identidad del decálogo con la ley de la naturaleza. Estos testimonios muestran que en los escritos de los padres tempranos hay algunas de las expresiones más fuertes en favor de la perpetuidad y autoridad de los diez mandamientos. Ahora oigamos lo que ellos dicen con respecto al origen del sábado en la creación. La epístola atribuida a Bernabé, dice: HSPDS 199.9
“Y él dice en otro lugar: ‘Si mis hijos guardan el sábado, entonces yo haré que mi misericordia descanse sobre ellos’. El sábado es mencionado al comienzo de la creación [así]: ‘Y Dios hizo en seis días las obras de sus manos, y puso el fin en el séptimo día, y descansó en él, y lo santificó’”.14 HSPDS 200.1
Ireneo parece claramente conectar el origen del sábado con la santificación del séptimo día: HSPDS 200.2
“Estas [cosas prometidas ocurrirán] en los tiempos del reino, es decir, en el séptimo día, que ha sido santificado, en el que Dios descansó de todas sus obras que había creado, que es el verdadero sábado, en el que ellos no deben ocuparse de ninguna tarea terrenal”.15 HSPDS 200.3
Tertuliano, del mismo modo se refiere al origen del sábado por “la bendición del Padre”: HSPDS 200.4
“Pero puesto que como el nacimiento se completa con el séptimo mes, reconozco más fácilmente en este número que en el octavo el honor del acuerdo numérico con el período sabático; de modo que el mes en el que la imagen de Dios se produce en un nacimiento humano, en su número concuerda con el día en el cual la creación de Dios se completó y santificó”.16 HSPDS 200.5
“Porque aun en el caso delante de nosotros él [Cristo] cumplió la ley mientras interpretaba su condición; [por otra parte] él exhibe en una clara luz las diferentes clases de trabajo, mientras hacer lo que la ley exime de la santidad del sábado, [y] mientras imparte el día sábado mismo el que desde el principio ha sido consagrado por la bendición del Padre, una santidad adicional por su propia acción benefactoria”.17 HSPDS 200.6
Orígenes, quien, como hemos visto, creía en un sábado místico, sin embargo fijó su origen en la santificación del séptimo día: HSPDS 200.7
“Porque él [Celsio] no sabe nada del día del sábado y el descanso de Dios, que sigue a la conclusión de la creación del mundo, y que perdura durante la duración del mundo, y en el cual todos aquellos guardarán el festival con Dios quienes hicieron todas sus obras en sus seis días”.18 HSPDS 200.8
El testimonio de Novaciano que ha sido dado en relación con la santidad y la autoridad del decálogo, claramente implica la existencia del sábado en la era patriarcal, y su observación por aquellos santos hombres de la antigüedad. Fue dado a Israel para que pudieran “RETORNAR a aquellas costumbres virtuosas que, aunque las habían recibido de sus padres, ellos habían corrompido en Egipto”. Y él añade, “Aquellos diez mandamientos sobre las tablas no enseñan nada nuevo, sino recordarles de lo que había sido borrado”.19 Por lo tanto, él no creía que el sábado se había originado con la caída del maná, sino lo contaba como una de aquellas cosas que fueron practicadas por sus padres antes de que Jacob bajara a Egipto. HSPDS 200.9
Lactancio ubica el origen del sábado en la creación: HSPDS 201.1
“Dios completó el mundo y su admirable obra de la naturaleza en el espacio de seis días (como se encuentra en los secretos de la santa Escritura) y CONSAGRÓ el séptimo día en el cual él había repasado de sus obras. Pero este es el día sábado, que, en el lenguaje de los hebreos, recibió su nombre del número, de donde el séptimo es el número legítimo y completo”.20 HSPDS 201.2
En un poema sobre el Génesis escrito por el tiempo de Lactancio, pero por un autor desconocido, tenemos un testimonio explícito de la designación divina del séptimo día para un uso santo mientras el hombre todavía estaba en Edén, el jardín de Dios”: HSPDS 201.3
“El séptimo vino, cuando Dios al fin de sus obras reposó, DECRETÁNDOLO SAGRADO PARA LOS GOZOS DE LAS EDADES VENIDERAS”.21 HSPDS 201.4
Las Constituciones Apostólicas, mientras enseñan la obligación presente del sábado, claramente indican que su origen ha sido en la creación: HSPDS 201.5
“Oh Señor Todopoderoso, tú has creado el mundo por Cristo, y has designado el sábado en memoria de ello, porque en ese día tú hiciste un reposo de tus obras, para la meditación en tus leyes”.22 HSPDS 201.6
Tales son los testimonios de los padres tempranos acerca del origen primitivo del sábado, y de la obligación sagrada y perpetua de los diez mandamientos. Ahora llamamos la atención a lo que dicen con respecto a la perpetuidad del sábado, y a su observancia en los siglos durante los cuales ellos vivieron. Tertuliano define la relación de Cristo con el sábado: HSPDS 201.7
“Él fue llamado ‘Señor del sábado’ porque sostenía que el sábado era su propia institución”.23 HSPDS 201.8
Él afirma que Cristo no abolió el sábado: HSPDS 201.9
“Cristo de ningún modo rescindió el sábado: él guardó la ley de él, y tanto en el primer caso hizo una obra que era beneficiosa para la vida de sus discípulos (porque él los complació con alivio de alimentos cuando tuvieron hambre), y en el caso presente, curó la mano seca: en cada caso sugiriendo con los hechos, ‘Vine no para destruir la ley, sino para cumplirla’”.24 HSPDS 201.10
Tampoco se puede decir que mientras Tertuliano negaba que Cristo abolió el sábado, creía que él había transferido su santidad del séptimo día de la semana al primero, porque él continúa así: HSPDS 202.1
“Él [Cristo] exhibe en una luz clara las diferentes clases de trabajo, mientras hace lo que la ley excluye de la santidad del sábado, [y] mientras imparte al día sábado mismo, que desde el principio había sido consagrado por la bendición del Padre, una santidad adicional por su propia acción benéfica. Porque él proveyó a este día SALVAGUARDAS DIVINAS, un curso que su adversario habría seguido para algún otro día, para evitar honrar el sábado del Creador, y restaurar al sábado las obras que son adecuadas para él”.25 HSPDS 202.2
Esta es una declaración muy notable. La doctrina moderna del cambio del sábado era desconocida en el tiempo de Tertuliano. Si hubiera estado en existencia, no habría dudas de que en las palabras recién citadas él estaba apuntando a ese cambio para darle un golpe fuerte; porque exactamente lo que asevera el adversario de Cristo, Satanás, le habría hecho hacer, para que los escritores modernos del primer día aseveraran que él consagró otro día en lugar de añadir a la santidad del sábado de su Padre. HSPDS 202.3
Arquelao de Cascar en Mesopotamia, enfáticamente niega la abolición del sábado: HSPDS 202.4
“Otra vez, en cuanto a la aseveración de que el sábado ha sido abolido, negamos claramente que haya sido abolido; porque él mismo era también Señor del Sábado”.26 HSPDS 202.5
Justino Mártir, como hemos visto, fue un oponente franco de la observancia sabática, y de la autoridad de la ley de Dios. De ninguna manera era siempre ingenuo en lo que dijo. Él tuvo ocasión de referirse a aquellos que observaban el séptimo día, y lo hace con desprecio. Así, él dice: HSPDS 202.6
“Pero si algunos, por debilidad mental, desean observar tales instituciones como fueron dadas por Moisés (de las cuales esperan alguna virtud, pero que creemos que fueron designadas por razón de la dureza del corazón de la gente), junto con su esperanza en este Cristo, y [desean realizar] los actos eternos y naturales de justicia y piedad, no obstante eligen vivir con los cristianos y los fieles, como dije antes, no induciéndolos ni a circuncidarse como ellos mismos, o a guardar el sábado u observar alguna otra de tales ceremonias, entonces sostengo que debiéramos unirnos a los tales y asociarnos con ellos en todas las cosas como familiares y hermanos”.27 HSPDS 202.7
Estas palabras fueron dichas de los cristianos observadores del sábado. Algunos de ellos que eran de descendencia judía sin duda retenían, en general, la circuncisión. Pero había muchos cristianos gentiles que observaban el sábado, como veremos, y no es cierto que ellos observaban la circuncisión. Justino habla de esta clase como actuando por “debilidad mental”, no obstante él alude sin darse cuenta a la observancia de los mandamientos como la realización de “actos eternos y naturales de justicia”, una designación muy apropiada realmente. Justino estaba dispuesto a tener compañerismo con aquellos que actuaban de ese modo, siempre que ellos lo acompañaran en el curso contrario. Pero aunque Justino, con esa condición podía tener compañerismo con esos hermanos “débiles de mente”, dice que hay aquellos que “no se aventuran a tener ninguna interacción con tales personas, ni extenderles hospitalidad; pero yo no estoy de acuerdo con ellos”.28 Esto muestra el espíritu amargo que prevalecía en ciertas regiones hacia el sábado, ya en tiempos tan tempranos como los de Justino. Justino no tuvo palabras de condenación para estos profesos intolerantes; él solo se interesa en que aquellas personas que realizan “los eternos y naturales actos de justicia y piedad” no condenaran a aquellos que no los hacían. HSPDS 202.8
Clemente de Alejandría, aunque un escritor místico, da un testimonio importante en favor de la perpetuidad del antiguo sábado, y de la necesidad actual que tiene el hombre de él. Él comenta de este modo sobre el cuarto mandamiento: HSPDS 203.1
“Y la cuarta palabra es que la que da a conocer que el mundo fue creado por Dios, y que él nos dio el séptimo día como un reposo, por causa de las dificultades que hay en la vida. Porque Dios es incapaz de cansancio, y sufrimiento, y necesidades. Pero nosotros que portamos la carne necesitamos reposo. Por lo tanto, el séptimo día es proclamado un reposo –preocupados por los males– preparándonos para el día final, nuestro verdadero reposo”.29 HSPDS 203.2
Clemente reconocía la autoridad de la ley moral; porque él trata los diez mandamientos, uno por uno, y muestra lo que cada uno ordena. Claramente enseña que el sábado fue hecho para el hombre, y que él ahora lo necesita como un día de descanso, y su lenguaje implica que fue hecho en la creación. Pero en el siguiente párrafo, hace algunas sugerencias curiosas, que merecen notarse: HSPDS 203.3
“Habiendo alcanzado este punto, debemos mencionar estas cosas de paso; ya que el discurso ha girado sobre el séptimo y el octavo. Porque el octavo puede posiblemente resultar ser realmente el séptimo, y el séptimo manifiestamente el sexto, y el último realmente el sábado, y el séptimo un día de trabajo. Porque la creación del mundo fue concluida en seis días”.30 HSPDS 203.4
Este lenguaje ha sido usado para mostrar que Clemente llamaba al octavo día, o domingo, el sábado. Pero los escritores del primer día en general no se han atrevido a comprometerse con esta interpretación, y algunos de ellos la han descartado expresamente. Notemos esta declaración con particular atención. Él habla de los ordinales séptimo y octavo en abstracto, pero probablemente con referencia a los días de la semana. Observen, entonces, HSPDS 203.5
1) Que él no sugiere que los octavos días han llegado a ser el sábado en lugar del séptimo que una vez fue eso, sino que dice que el octavo día podría tal vez resultar apropiadamente el séptimo. HSPDS 203.6
2) Que en el tiempo de Clemente, año 194 d. C., no había ninguna confusión en las mentes de los hombres acerca de qué día era el antiguo sábado, y cuál era el primer día de la semana, o el octavo día, como a menudo se lo llamaba, ni sugiere que la hubo. HSPDS 204.1
3) Pero Clemente, por alguna causa, dice que posiblemente el octavo día debía ser contado como el séptimo, y el séptimo como el sexto. Ahora, si esto se hiciera, cambiaría la numeración de los días, no solo hacia atrás a la resurrección de Cristo, sino todo el tiempo hacia atrás hasta la creación. HSPDS 204.2
4) Por lo tanto, si en este lugar, designado para enseñar que el domingo es el sábado, él también debe hacer sostenido que siempre había sido así. HSPDS 204.3
5) Pero observe que, mientras cambia la numeración de los días de la semana, él no cambia el sábado de un día a otro. Él dice que el octavo puede ser posiblemente el séptimo, y el séptimo, realmente el sexto, y este último, o este [último mencionado] [griego, ἡ μὲν κυρίως εἶναι σάββατον], precisamente el sábado, y el séptimo un día de trabajo. HSPDS 204.4
6) Por el último debe entenderse el día mencionado por último, que él dice que debería llamarse, no el séptimo, sino el sexto, y para él séptimo él ciertamente tenía la intención que ese día que él dice que no es el octavo, sino el séptimo, es decir, el domingo. HSPDS 204.5
Queda una dificultad que resolver, y es por qué él sugeriría que cambiando la numeración de los días de la semana quitando uno de la cuenta de cada día, haciendo así que el sábado fuera el sexto día en la cuenta en lugar del séptimo; y haciendo que el domingo el séptimo día en la cuenta en lugar del octavo. La respuesta parece haber eludido la observación de los escritores del primer día y anti sabatarios que procuraron captarlo. Pero hay un hecho que resuelve la dificultad. El comentario de Clemente sobre el cuarto mandamiento, del cual se tomaron estas citas, está compuesto principalmente por observaciones curiosas sobre “el perfecto número seis”, “el número siete sin madre y sin niños”, y el número ocho, que es “un cubo”, y cosas similares, y se toma con algunos cambios de disposición casi palabra por palabra de Filón el Judío, un maestro que floreció en Alejandría como un siglo antes de Clemente. Quien se tome el trabajo de comparar estos dos escritores, encontrará en Filón casi todas las ideas e ilustraciones que Clemente usó, y el mismo lenguaje también en el que él las expresó.31 Filón fue un maestro místico a quien Clemente consideraba un maestro. Una declaración que encontramos en Filón en conexión inmediata con varias ideas curiosas, que Clemente cita de él, da la clave, más allá de toda duda, para la sugerencia de Clemente de que posiblemente el octavo día debiera llamarse el séptimo, y el séptimo llamarse el sexto. Filón dijo que, de acuerdo con el propósito de Dios, el primer día del tiempo no había de numerarse con los otros días de la semana de la creación. Así él dice: HSPDS 204.6
“Y él designó cada uno de los seis días a una de las porciones del todo, sacando el primer día que él ni siquiera llama el primer día; para que no sea numerado con los otros, sino titulándolo UNO, él lo llama correctamente, percibiendo en ello, y atribuyéndole, la naturaleza y la apelación del límite”.32 HSPDS 204.7
Esto implicaría cambiar la numeración de los días, como los contaba Filón, y después, adoptado parcialmente por Clemente, y haciéndolo el sábado, no el séptimo día sino el sexto, y el domingo, no el octavo día, sino el séptimo; pero esto todavía dejaría el día sábado y el domingo los días idénticos días que antes. Sin embargo, le daría al sábado el nombre del sexto día, porque el primero de los seis días de la creación no se contaba; y causaría que el octavo día, así llamado en la iglesia temprana, por causa de que llegaba inmediatamente después del sábado, que se llamara el séptimo día. Así el sábado sería el sexto día, y el séptimo día de trabajo, y sin embargo el sábado sería el día idéntico que siempre había sido, y el domingo, aunque fuera llamado el séptimo día, seguiría, como siempre antes, siendo un día el cual el trabajo ordinario era legal. Por supuesto la idea de Filón de que el primer día del tiempo no debía ser contado, es totalmente falsa; porque no hay un solo hecho en la Biblia para apoyarlo, pero muchos que expresamente lo contradicen, y aun Clemente, con toda su deferencia a Filón, sólo lo sugiere tímidamente. Pero cuando se abre el asunto, muestra que Clemente no tenía la idea de llamar domingo al sábado, y que él confirma expresamente lo que hemos demostrado plenamente de los otros padres, que el domingo era un día en el cual, en su opinión, el trabajo no era pecaminoso. HSPDS 205.1
Tertuliano, en diferentes períodos de su vida, sostuvo diferentes ideas con respecto al sábado, y las puso todas por escrito. Lo último que citamos de él es un testimonio decisivo en favor de la perpetuidad del sábado, unido con un testimonio igualmente decisivo en contra de la santificación del primer día de la semana. En otra obra, de la cual ya hemos citado su declaración de que los cristianos no deberían arrodillarse en domingo, encontramos otra declaración de que “algunos pocos” se abstenían de arrodillarse en el sábado. Esto probablemente es una referencia a Cartago, donde vivía Tertuliano. Él habla de esta manera: HSPDS 205.2
“En el asunto de arrodillarse también, la oración está sujeta a una diversidad de observancias, por medio del acto de algunos pocos que se abstienen de arrodillarse en el sábado; y siendo que esta disensión es particularmente en su prueba ante las iglesias, el Señor dará su gracia que estos disidentes puedan ya sea ceder, o bien mantener su opinión sin ofender a otros”.33 HSPDS 205.3
El acto de estar de pie en la oración era uno de los principales honores conferidos sobre el domingo. Aquellos que se abstenían de arrodillarse en el séptimo día, sin duda lo hacían porque deseaban honrar ese día. Este acto específico no tiene consecuencias; porque fue adoptado en imitación de aquellos que, por tradición y costumbre, así honraban al domingo; pero tenemos en esto una indudable referencia a cristianos observadores del sábado. Tertuliano habla de ellos, sin embargo, de una manera bastante diferente que Justino en su referencia hacia los observadores de los mandamientos de su tiempo. HSPDS 205.4
Orígenes, como muchos otros de los padres, estuvo lejos de ser consistente consigo mismo. Aunque había hablado contra la observancia sabática, y honrado el así llamado día del Señor como algo mejor que el antiguo sábado, sin embargo dio un discurso expresamente designado para enseñar a los cristianos el método apropiado de observar el sábado. Aquí hay una porción de este sermón: HSPDS 206.1
“Pero ¿qué es la fiesta del sábado excepto aquella de la que habla el apóstol, ‘Por tanto, queda un reposo’, es decir, la observancia del sábado por el pueblo de Dios? Dejando las observancias judías del sábado, vemos cómo un cristiano debería observar el sábado. En el día sábado todas las labores mundanas deberían abstenerse. Si, por lo tanto, usted deja de todos los trabajos seculares, y no ejecuta nada mundano, sino se entregan a ejercicios espirituales, concurriendo a la iglesia, asistiendo a la lectura sagrada y la instrucción, pensando en cosas celestiales, anhelando el futuro, poniendo el Juicio que vendrá delante de sus ojos, no mirando las cosas presentes y visibles, sino las que son futuras e invisibles, esto es la observancia del sábado cristiano”.34 HSPDS 206.2
De ninguna manera esto es una mala representación de la observancia apropiada del sábado. Tal discurso dirigido a cristianos es una evidencia sólida de que muchos en ese entonces santificaban el sábado. Algunos, en realidad, han pretendido que estas palabras fueron expresadas con respecto al domingo. Ellas pretenden que él contrasta la observancia del primer día con la del séptimo. Pero el contraste no es entre diferentes métodos de guardar ambos días, sino entre dos métodos de observar un día. Los judíos del tiempo de Orígenes pasaban el día principalmente en mera abstinencia del trabajo, y a menudo añadían sensualidad al ocio. Pero los cristianos habían de observarlo en adoración divina, así como en reposo sagrado. Qué día quería decir no puede ser dudoso. Es el DIES SABBATI, un término que solo puede significar el séptimo día. Aquí está el primer caso del término sábado cristiano, Sabbati Christiani, y se aplica expresamente al séptimo día observado por los cristianos. HSPDS 206.3
La forma larga de la supuesta epístola de Ignacio a los Magnesios no fue escrita hasta después del tiempo de Orígenes, pero, aunque no fue escrita por Ignacio, es valiosa por la luz que arroja sobre el estado existente de las cosas en el tiempo de su composición, y por señalar el progreso que la apostasía había hecho con respecto al sábado. Aquí está su referencia al sábado del primer día: HSPDS 206.4
“Por tanto, no guardemos más el sábado según la manera judaica, y regocíjense en días de ocio; porque ‘el que no trabaja, que no coma’- Porque dice el [santo] oráculo, ‘En el sudor de tu rostro comerás tu pan’. Pero cada uno de ustedes guarde el sábado de una manera espiritual, regocijándose en meditar sobre la ley, no en relajamiento del cuerpo, admirando las obras de Dios, y no comiendo cosas preparadas el día anterior, no usando bebidas tibias, y caminando dentro de la distancia prescrita, no encontrando delicia en bailar y alabar que no tienen sentido en ellas. Y después de la observancia del sábado, que cada amigo de Cristo guarde el día del Señor como un festival, el día de la resurrección, la reina y el principal de todos los días [de la semana]. Esperando esto, declaró el profeta, ‘Al fin, al octavo día’, en el cual nuestra vida surgió de nuevo, y la victoria sobre la muerte fue obtenida en Cristo”.35 HSPDS 206.5
Este escritor especifica las cosas diferentes que constituían la observancia judaica del sábado. Pueden resumirse bajo dos encabezamiento. 1. Abstinencia estricta del trabajo. 2. Bailar y jaranear. Ahora, a la luz de lo que dijo Orígenes, podemos entender el contraste que estos escritores obtienen entre la observancia judaica y la cristiana del sábado. El error de los judíos en la primera parte de esto era que ellos se contentaban meramente en la relajación corporal, sin elevar sus pensamientos a Dios, el Creador, y esta ociosidad pronto daba lugar a la locura sensual. HSPDS 207.1
El cristiano, según el contraste que establece Orígenes, se abstiene del trabajo en el sábado para poder elevar su corazón en adoración agradecida. O como este escritor lo sostiene, el cristiano guarda el sábado de una manera espiritual, regocijándose en la meditación sobre la ley; pero para hacer esto, debe santificarlo de la manera en que la ley lo ordena, es decir, en la observancia de un reposo sagrado que conmemora el descanso del Creador. El escritor evidentemente cree en la observancia del sábado como un acto de obediencia a la ley sobre la cual debe meditar en ese día. Y la naturaleza de la epístola indica que se lo observaba, en todo caso, en el país donde fue escrita. Pero noten la obra de la apostasía. El así llamado día del Señor por el cual el escritor no podía ofrecer ningún argumento mejor que el obtenido del título del salmo seis (ver la lectura del margen) ¡es exaltado por sobre el santo día del Señor, y hecho la reina de todos los días! HSPDS 207.2
Las Constituciones Apostólicas, aunque no fueron escritas en tiempos apostólicos, existían ya en el siglo tercero, y en ese entonces se consideraba que expresaban la doctrina de los apóstoles. Por lo tanto proveen un testimonio histórico importante de la práctica de la iglesia en esa época, y también indican el gran progreso que había hecho la apostasía. Guericke habla así de ellas: HSPDS 207.3
“Esta es una colección de estatutos eclesiásticos que pretenden ser la obra de la era apostólica, pero en realidad, se formaron gradualmente en los siglos segundo, tercero y cuarto, y son de mucho valor con referencia a la historia de las reglas, y en general de la arqueología cristiana”.36 HSPDS 207.4
Mosheim dice de ellas: HSPDS 207.5
“El material de esta obra es incuestionablemente antiguo; ya que las costumbres y la disciplina que exhiben son las que prevalecían entere los cristianos de los siglos segundo y tercero, especialmente aquellos residentes en Grecia y las regiones orientales”.37 HSPDS 207.6
Estas Constituciones indican que el sábado era extensamente observado en el siglo tercero. También muestran la situación del festival del domingo en ese siglo. Después de prescribir solemnemente la sagrada observancia de los diez mandamientos, ordenan así el sábado: HSPDS 208.1
“Consideren la múltiple obra de Dios, que recibió su comienzo por medio de Cristo. Observarás el sábado, a causa de Aquel que cesó de su obra de creación, pero no cesó de su obra de providencia; es un descanso para meditar en la ley, no para la ociosidad de las manos”.38 HSPDS 208.2
Esta es una doctrina sabataria sólida. Para mostrar cuán claramente estas Constituciones reconocen el decálogo como el fundamento de la autoridad sabática, citamos las palabras que preceden inmediatamente a las citadas arriba, aunque las hemos citado ya en otra ocasión. HSPDS 208.3
“Pon delante de tus ojos el temor de Dios, y recuerda siempre los diez mandamientos de Dios, –amar al único Señor Dios con todas tus fuerzas; y no prestar atención a ídolos, o cualquier otro ser, ya que son dioses sin vida, o seres irracionales o demonios”.39 HSPDS 208.4
Pero aunque estas Constituciones reconocen así la autoridad del decálogo y de la obligación sagrada del séptimo día, elevan el festival del domingo en algunos respectos como más elevado que el sábado, aunque no presentan para ello ningún precepto de las Escrituras. Ellas dicen: HSPDS 208.5
“Pero guardad el sábado, y el festival del día del Señor; porque el primero es el memorial de la creación, y el último, de la resurrección”.40 HSPDS 208.6
“Porque el sábado es la cesación de la creación, la terminación del mundo, la consulta de las leyes, y la agradecida alabanza a Dios por las bendiciones que ha otorgado a los hombres. Todo lo cual el día del Señor supera, y muestra al Mediador mismo, el Proveedor, el Legislador, la Causa de la resurrección, el Primogénito de toda la creación”.41 HSPDS 208.7
“Así que el día del Señor nos manda ofrecer ante ti, Oh Señor, gratitud por todo. Para esto tú otorgas la gracia, la que, por causa de su grandeza, ha oscurecido a todas las otras bendiciones”.42 HSPDS 208.8
Probadas por sus propios principios, el escritor de estas Constituciones estaba muy avanzado en la apostasía; porque él sostenía que un festival, para el cual él no reclamaba autoridad divina, era más honorable que uno que él reconocía que era ordenado por Dios. Había solo un paso más en este camino, y ese sería poner a un lado el mandamiento de Dios a cambio de la ordenanza humana, y ese paso fue realmente dado no mucho después. Otro punto debería notarse. Se dijo: HSPDS 208.9
“Que los esclavos trabajen cinco días; pero en el día sábado y en el día del Señor, que tengan libre para ir a la iglesia para ser instruidos en la piedad”.43 HSPDS 209.1
El tema de la pecaminosidad del trabajo en cualquiera de esos días no se toma aquí en cuenta; porque la razón asignada es que los esclavos puedan tener tiempo libre para asistir a la adoración pública. Pero mientras estas Constituciones en otra parte prohíben el trabajo en el sábado en base a la autoridad del decálogo, no lo prohíben en el primer día de la semana. Tomen lo siguiente como un ejemplo: HSPDS 209.2
“Oh Señor Todopoderoso, tú creaste el mundo por medio de Cristo, y has señalado el sábado en memoria de ello, porque en ese día tú nos hiciste descansar de nuestro trabajo, para la meditación en tus leyes”.44 HSPDS 209.3
Las Constituciones apostólicas son valiosas para nosotros, no como autoridad con respecto a la enseñanza de los apóstoles, sino por darnos un conocimiento de los conceptos y las prácticas que prevalecían en el siglo tercero. Como extensamente se consideraban estas Constituciones como encarnando la doctrina de los apóstoles, ellas ofrecen evidencias concluyentes de que, en el tiempo en que se las escribió, los diez mandamientos eran generalmente reverenciados como una regla inmutable del bien, y que muchos observaban el sábado del Señor como un acto de obediencia al cuarto mandamiento, y como el monumento divino de la creación. Ellas también muestran que el festival del primer día había alcanzado, en el tercer siglo, tal fuerza e influencia como para indicar claramente que antes de mucho tomaría todo el espacio. Pero observen que el sábado y el así llamado día del Señor eran entonces considerados como instituciones diferentes, y que no se da ni un solo indicio del cambio del sábado del séptimo día al primero. HSPDS 209.4
Hasta aquí lo obtenido de los padres con respecto a la autoridad del decálogo, y con respecto a la perpetuidad y observancia del antiguo sábado. La supresión del sábado de la Biblia, y la elevación del domingo en su lugar, se ha mostrado que no fue en ningún sentido obra del Salvador. Pero una obra tan grande requirió la acción unida de causas poderosas, y estas causas las enumeraremos ahora. HSPDS 209.5
1) Odio hacia los judíos. Este pueblo, que retuvo el antiguo sábado, había asesinado a Cristo. Era fácil para los hombres olvidarse que Cristo, como Señor del sábado, lo había reclamado como su propia institución, y llamar al sábado una institución judía que los cristianos no debieran considerar.45 HSPDS 209.6
2) El odio de la iglesia de Roma hacia el sábado, y su determinación de alzar el domingo al lugar más elevado. Esta iglesia, como la cabeza de la obra de apostasía, tomó la delantera en los primeros esfuerzos para suprimir el sábado transformándolo en día de ayuno. Y el primer acto de la agresión papal fue un edicto en favor del domingo. De allí en adelante, de toda forma posible, esta iglesia siguió la tarea hasta que el papa anunció que él había recibido un mandato divino para la observancia del domingo [exactamente lo que faltaba] en un rollo caído del Cielo. HSPDS 209.7
3) La observancia voluntaria de días memorables .En la iglesia cristiana, casi desde el principio, los hombres voluntariamente honraron el cuarto, el sexto, y el primer días de la semana, y también el aniversario de la Pascua y del Pentecostés, para conmemorar la traición, la muerte, y la resurrección, de Cristo, y el descenso del Espíritu Santo, actos que en sí mismos no podían ser contados como pecaminosos. HSPDS 210.1
4) Hacer que la tradición tuviera igual autoridad que la Escritura. Este fue el gran error de la iglesia temprana, y al que esa iglesia estuvo especialmente expuesto, como teniendo en sí aquellos que habían visto a los apóstoles, o que habían visto a quienes los habían visto a ellos. Esto era lo que hacía que la observancia voluntaria de días memorables fuera una cosa peligrosa. Porque lo que comenzó como una observancia voluntaria llegó a ser, después del paso de unos pocos años, una costumbre normal, establecida por tradición, que debía ser obedecida porque venía de los que habían visto a los apóstoles, o de los que habían visto a otros que los habían visto. Este es el origen de varios errores de la gran apostasía. HSPDS 210.2
5) La entrada de la herejía no-ley. Esto se ve en Justino Mártir, el testigo más temprano del festival del domingo, y en la iglesia de Roma de la que era miembro. HSPDS 210.3
6) La extendida observancia del domingo como un festival pagano. El primer día de la semana correspondía al ampliamente observado festival pagano del sol. Por lo tanto era fácil unir el honrar a Cristo observando el día de su resurrección, con la conveniencia y la ventaja mundanal de que su pueblo tenía el festival el mismo día que sus vecinos paganos, y hacer de él un acto especial de piedad en el que la conversión de los paganos así era facilitada, mientras el descuido del antiguo sábado se justificaba al estigmatizar ese memorial divino como una institución judía, con la que los cristianos no deberían preocuparse. HSPDS 210.4