El Gran Movimiento Adventista
Ayudado por el don de profecía
No solo hemos visto que la providencia del Señor abrió el camino para la difusión de la verdad, y su bendición especial acompañó los esfuerzos hechos para avanzar en los caminos de su providencia, sino en el surgimiento y progreso del mensaje del tercer ángel que él ha comunicado a su pueblo por medio del don de profecía. Esto no ha sido en la forma de una nueva revelación para ocupar el lugar de la Biblia, no en una manera de pervertir las enseñanzas de las Escrituras, sino para mostrar dónde, en este tiempo, hay peligro de apartarse de la sencillez del evangelio de Cristo, dónde el pueblo esté en peligro de caer bajo la tendencia de la época, quedando satisfecho con una forma de piedad sin su poder. GMA 387.4
Mirando este tema desde el ejemplo11 de los antiguos profetas, que Dios nos ha dado como una de las reglas por las cuales debemos probar tales manifestaciones, se encuentran las mismas razones por las cuales tales manifestaciones son necesarias ahora como entonces; es decir, la posibilidad de ser desviados de la línea de la verdad por las doctrinas y prácticas generalizadas y peculiares de la época. El apóstol Pablo, hablando de la manifestación de los dones que el Señor ha puesto en la iglesia, dice que son para “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en todo en aquel que es la cabeza, esto es Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.12 GMA 388.1
Las mismas objeciones que se plantean contra las manifestaciones del don de profecía en el tiempo actual, pueden haber sido impulsadas con la misma fuerza en tiempos antiguos; es decir, tenemos las Escrituras, y por lo tanto no necesitamos tales dones. Estas mismas Escrituras nos dicen, sin embargo, que Cristo ha puesto estos dones en la iglesia para hacer la obra hasta que venga lo que es perfecto, y que “nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”.13 GMA 388.2