La Gran Esperanza
4—Vida para siempre
Satanás, que incitó la rebelión en el cielo , procura que los habitantes de la Tierra se unan en su guerra contra Dios. Adán y Eva habían sido perfectamente felices obedeciendo la Ley de Dios; y esto era un constante testimonio contra la declaración que Satanás había hecho en el cielo de que la Ley de Dios era opresiva. Lucifer determinó ocasionar la caída de la pareja edénica, con el fin de poder poseer la Tierra y en ella establecer su reino en oposición al Altísimo. GE 29.1
Adán y Eva habían sido advertidos contra este adversario peligroso, pero él actuó de manera tenebrosa, ocultando sus propósitos. Empleando como su médium a la serpiente, la cual era de un aspecto fascinante, se dirigió a Eva con estas palabras: ¿Conque Dios os ha dicho: ‘No comáis de ningún árbol del huerto’?’’ Eva se atrevió a dialogar con él y cayó víctima de sus trampas. “La mujer respondió a la serpiente: ‘Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis” ‘. Entonces la serpiente dijo a la mujer: ‘No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, cono-cedores del bien y el mal’ ” (Génesis 3:1-5). GE 29.2
Eva cedió y, debido a su influencia, Adán fue inducido a pecar. Ellos aceptaron las palabras de la serpiente; desconfiaron de su Creador y se imaginaron que este les estaba restringiendo la libertad. GE 30.1
Pero, finalmente, ¿cómo comprendió Adán el significado de las palabras: “El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:17)? ¿Fue elevado a un grado más alto de existencia? Adán se dio cuenta de que no era este el significado de la sentencia divina. Dios declaró que, como penalidad por su pecado, el hombre volvería a ser tierra: “ Polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3:19). Las palabras de Satanás: “ Serán abiertos vuestros ojos”, resultaron ser verdad solo en el sentido de que sus ojos fueron abiertos para discernir su locura. Conocieron el mal y probaron los amargos frutos de la transgresión. GE 30.2
El árbol de la vida tenía el poder de perpetuar la existencia. Si Adán hubiera continuado gozando de libre acceso a ese árbol, habría vivido para siempre; pero cuando pecó fue privado de llegar a él, y quedó sujeto a la muerte. La inmortalidad se perdió por causa de la transgresión. Y no habría habido ninguna esperanza para la raza caída si Dios, mediante el sacrificio de su propio Hijo, no hubiese puesto la inmortalidad a su alcance. Aunque “la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, Cristo “sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”. Solo por medio de Cristo puede obtenerse la inmortalidad. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida” (Romanos 5:12; 2 Timoteo 1:10; S. Juan 3:36). GE 30.3
La primera mentira - El que prometió vida en la desobediencia era el gran engañador. Y la declaración de la serpiente en el Edén -“No moriréis”fue el primer sermón que se predicó sobre la inmortalidad del alma. Sin embargo, esta declaración, aunque descansa únicamente en la autoridad de Satanás, resuena desde los púlpitos y es recibida por la mayoría del género humano con tanta prontitud como lo hicieron nuestros primeros padres. A la divina sentencia: “El alma que peque, esa morirá” (Ezequiel 18:20), se le da el siguiente sentido: “El alma que peque no morirá, sino que vivirá eternamente”. Si al hombre, después de su caída, se le hubiese permitido libre acceso al árbol de la vida, el pecado se habría inmortalizado. Pero ni un solo miembro de la familia de Adán tuvo permiso para participar del fruto vitalizador. Por tanto, no hay ningún pecador inmortal. GE 30.4
Después de la caída, Satanás pidió a sus ángeles que inculcaran la creencia en la inmortalidad natural del hombre. Y habiendo inducido a la gente a recibir este error, debían hacerle concluir que el pecador vivirá en una eterna miseria. A continuación el príncipe de las tinieblas representa a Dios como un tirano vengador que arroja en el infierno a todos los que no le agradan, y que, mientras ellos se queman en las llamas eternas, el Creador mira con satisfacción lo que les pasa. Así el archiengañador viste con sus atributos al Benefactor de la humanidad. La crueldad es satánica. GE 31.1
Dios es amor. Satanás es el enemigo que tienta al hombre a pecar y luego, si puede, lo destruye. ¡Cuán repugnante es para el amor, la misericordia y la justicia, la doctrina de que los pecadores muertos son atormentados en un infierno que arde eternamente, y de que por los pecados de una breve vida terrenal ellos sufren tortura por todo el tiempo que Dios viva! GE 31.2
¿Dónde, en la Palabra de Dios, se encuentra tal enseñanza? ¿Han de ser los sentimientos humanitarios reemplazados por la crueldad del salvaje? No, tal no es la enseñanza del Libro de Dios. “Vivo yo, dice Jehová, el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que viva. ¡Volveos, volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de morir?” (Ezequiel 33:11). GE 31.3
¿Se deleita Dios en presenciar torturas incesantes? ¿Se alegra él con los gemidos y los gritos de las criaturas que sufren, y a las cuales mantiene en las llamas? ¿Pueden estos horrendos sonidos ser música en los oídos del Amor infinito? ¡Oh, horrorosa blasfemia! La gloria de Dios no es exaltada en la perpetuación del pecado por los siglos sin fin. GE 31.4
La herejía del tormento eterno - La herejía del tormento eterno ha producido un gran mal. La religión de la Biblia, llena de amor y bondad, resulta oscurecida por la superstición y vestida de terror. Satanás ha pintado el carácter de Dios con colores falsos. Nuestro Creador misericordioso es recelado, temido y aun odiado. Los conceptos aterradores acerca de Dios, que se han esparcido por el mundo a partir de las enseñanzas impartidas desde el púlpito, han hecho millones de escépticos e incrédulos. GE 31.5
El tormento eterno es una de las falsas doctrinas, el vino de las abominaciones que Babilonia da de beber a todas las naciones (ver Apocalipsis 14:8; 17:2). Ministros de Cristo aceptaron esta herejía de Roma así como recibieron la enseñanza de un falso día de reposo. * Si nos apartamos de la Palabra de Dios y aceptamos falsas doctrinas porque nuestros padres las enseñaron, caemos bajo la condenación pronunciada sobre Babilonia; estamos bebiendo del vino de sus abominaciones. GE 32.1
Una numerosa clase de personas es inducida al error opuesto. Ellas ven que las Escrituras presentan a Dios como el ser de amor y compasión, y no pueden creer que él reducirá a sus criaturas a un infierno que arde y quema eternamente. Al creer que el alma es naturalmente inmortal, llegan a la conclusión de que todo el género humano será salvo. Así, el pecador puede vivir en sus placeres egoístas, desoyendo los requerimientos del Creador y, sin embargo, ser recibido en el favor de Dios. Tal doctrina, debido a que implica pensar presuntuosamente de la misericordia de Dios e ignorar su justicia, agrada al corazón carnal. GE 32.2
¿Todos se salvarán? - Los que creen en la salvación universal per-vierten las Escrituras. El profeso ministro de Cristo reitera la falsedad pronunciada por la serpiente en el Edén: “No moriréis... El día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios”. Él declara que los más viles pecadores -el asesino, el ladrón, el adúlteroentrarán después de la muerte en un estado de bendita inmortalidad. ¡Una fábula agradable, por cierto, adecuada para satisfacer al corazón carnal! GE 32.3
Si fuera verdad que todos los hombres pasan directamente al cielo a la hora del fallecimiento, bien podríamos desear la muerte en lugar de la vida. Muchos han sido inducidos, por esta creencia, a poner fin a su existencia. Abrumados con dificultades y chascos, parece fácil quebrar el hilo de la vida y remontarse a la bendición del mundo inmortal. GE 32.4
Dios ha dado en su Palabra evidencias contundentes de que castigará a los transgresores de su Ley. ¿Es demasiado misericordioso como para ejecutar justicia con el pecador? Contemplen la cruz del Calvario. La muerte GE 32.5
del Hijo de Dios testifica que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), que toda violación de la Ley de Dios debe recibir retribución. Cristo, el Ser impecable, se hizo pecado por el hombre. Llevó la culpa de la transgresión y soportó el ocultamiento del rostro de su Padre hasta que su corazón fue quebrantado y su vida depuesta; y todo esto para que los pecadores pudieran ser redimidos. Por tanto, toda alma que rehúsa participar de la expiación provista a un precio semejante debe llevar sobre su propia persona la culpa y el castigo de la transgresión. GE 33.1
La condición está especificada - “Al que tiene sed, le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida”. Esta promesa se hace solamente a los que tienen sed. “El vencedor heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:6, 7). Se especifica la condición para heredar todas las cosas: tenemos que vencer el pecado. GE 33.2
“No le irá bien al malvado” (Eclesiastés 8:13). El pecador está acumulando sobre sí “ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”: “tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo” (Romanos 2:5, 6, 9). GE 33.3
“Ningún fornicario o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios”. “Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad. Pero los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras y aquel que ama y practica la mentira” (Efesios 5:5; Hebreos 12:14; Apocalipsis 22:14, 15). GE 33.4
Dios ha transmitido a los hombres declaraciones acerca de su modo de proceder con el pecado. “Destruirá a todos los impíos”. “Los transgresores serán todos a una destruidos; la posteridad de los impíos será extinguida” (Salmo 145:20; 37:38). La autoridad del gobierno divino terminará la rebelión; sin embargo, la justicia retributiva será acorde con el carácter de Dios como Ser misericordioso y benévolo. GE 33.5
Dios no fuerza la voluntad. Él no se complace en una obediencia servil. Desea que las criaturas de sus manos lo amen porque él es digno de amor. Quiere que le obedezcan porque tienen un aprecio inteligente de su sabiduría, justicia y benevolencia. GE 34.1
Los principios del gobierno divino están en armonía con el precepto del Salvador: “ Amad a vuestros enemigos” (S. Mateo 5:44). Dios ejecuta justicia sobre el malvado por el bien del universo y aun por el bien de aquellos que son motivo de sus juicios. Él quiere hacerlos felices, si puede. Los rodea de las manifestaciones de su amor y continúa sus ofertas de misericordia; pero ellos desprecian su amor, rechazan su ley y no aceptan su misericordia. Constantemente reciben sus dones, pero deshonran al Dador. El Señor tiene larga paciencia con la perversidad; pero a estos rebeldes, ¿los aprisionará con cadenas a su lado y los obligará a hacer su voluntad? GE 34.2
No preparados para ir al cielo - Los que eligieron a Satanás como su líder no están preparados para estar en la presencia de Dios. El orgullo, el engaño, el libertinaje y la crueldad se han fijado en sus caracteres. ¿Pueden entrar al cielo para morar para siempre con aquellos a quienes odiaban en la Tierra? La verdad jamás será agradable para un mentiroso; la mansedumbre no satisfará al engreído; la pureza no será aceptable para el corrupto; el amor desinteresado no resultará atractivo para el egoísta. ¿Qué gozo puede ofrecer el cielo para los absortos en sus intereses egoístas? GE 34.3
¿Podrían aquellos cuyo corazón está lleno de odio hacia Dios, un Dios de verdad y santidad, mezclarse con la multitud del cielo y unir sus cantos de alabanza con ella? Se les concedieron años de prueba y de gracia, pero ellos nunca educaron la mente para amar la pureza. Nunca aprendieron el lenguaje del cielo. Ahora es demasiado tarde. GE 34.4
Una vida de rebelión contra Dios los ha descalificado para el cielo. Su pureza y paz serían una tortura para ellos; la gloria de Dios sería un fuego consumidor. Anhelarían huir de ese lugar sagrado y darían la bienvenida a la destrucción, para esconderse del rostro del que murió para redimirlos. El destino de los malos es fijado por su propia elección. Su exclusión del cielo es voluntaria y ha sido elegida por ellos mismos, y a la vez es un acto justo y misericordioso por parte de Dios. Como las aguas del diluvio, los fuegos del día final declararán el veredicto divino de que los que persistieron en la maldad son incurables. Su voluntad ha sido ejercitada en la rebelión. Cuando termine la vida, será demasiado tarde para volver sus pensamientos de la transgresión a la obediencia, del odio al amor. GE 34.5
Dos destinos - “La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro”. Mientras la vida es la herencia de los justos, la muerte es la recompensa de los pecadores. En la Biblia se presenta “la muerte segunda” en contraste con la vida eterna (Romanos 6:23; Apocalipsis 20:14). GE 35.1
Como consecuencia del pecado de Adán, la muerte pasó a toda la raza humana. Todos van a la tumba de la misma manera. Y, por medio del plan de salvación, todos habrán de ser rescatados de la tumba: “Ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos”, porque “así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Pero se establece una distinción entre las dos clases de personas que serán resucitadas: “Todos los que están en los sepulcros oirán su voz [la del Hijo del Hombre]; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Hechos 24:15; 1 Corintios 15:22; S. Juan 5:28, 29). GE 35.2
El fin del sufrimiento - Los que han sido “tenidos por dignos” de resucitar para la vida eterna son llamados dichosos y santos. “La segunda muerte no tiene poder sobre estos” (S. Lucas 20:35; Apocalipsis 20:6). Pero los que no hayan obtenido el perdón por medio del arrepentimiento y la fe deben recibir “la paga del pecado”, el castigo “según sus obras” y terminar en “la muerte segunda”. GE 35.3
Siendo que es imposible para Dios salvar al pecador en sus pecados, él lo priva de la existencia a la cual ha perdido el derecho y de la cual se ha manifestado indigno. “Dentro de poco no existirá el malo; observarás su lugar, y ya no estará allí”. “Serán como si no hubieran existido” (Salmo 37:10; Abdías 16). Se hundirán indefectiblemente en un olvido eterno e irreparable. GE 35.4
Y así se pondrá fin al pecado. “Destruiste al malo, borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre. Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre” (Salmo 9:5, 6). San Juan, el autor del Apocalipsis, escuchó una antífona universal de alabanza no interrumpida por ninguna disonancia. Ni un alma perdida blasfemará a Dios mientras se quema en un tormento que nunca termina. Ningún ser desdichado en el infierno mezclará sus clamores con los cantos de los salvados. GE 36.1
Sobre el error de la inmortalidad natural descansa la doctrina de que los muertos son conscientes. Pero, a semejanza del tormento eterno, esta se opone a las Escrituras, a la razón y a nuestros sentimientos de humanidad. GE 36.2
De acuerdo con la creencia popular, los redimidos en el cielo están al tanto de todo lo que ocurre en la Tierra. Pero ¿cómo podrá haber felicidad para los muertos si están al tanto de todas las tribulaciones de los vivos, si los ven soportando dolores, sufrimientos, chascos y angustias en la vida? ¡Y cuán desconsoladora es la creencia de que tan pronto como se acaba el aliento de vida del cuerpo, el alma del impenitente es enviada a las llamas del infierno! GE 36.3
¿Qué dicen las Escrituras? Que el hombre no está consciente en la muerte: “Sale su aliento y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”. “Los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben... También perecen su amor y su odio y su envidia; y ya nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol”. “El Seol [la tumba] no te exaltará, ni te alabará la Muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán en tu verdad. El que vive, el que vive, este te dará alabanza, como yo hoy”. “En la muerte no hay memoria de ti; en el Seol [la tumba], ¿quién te alabará?” (Salmo 146:4; Eclesiastés 9:5, 6; Isaías 38:18, 19; Salmo 6:5). GE 36.4
San Pedro, en el Día de Pentecostés, declaró: “David... murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy”. “David no subió a los cielos” (Hechos 2:29, 34). Que David permanezca en la tumba hasta la resurrección prueba que los justos no van al cielo en ocasión de la muerte. GE 36.5
Resurrección a la vida eterna - Cuando estaba por dejar a sus discípulos, Jesús no les dijo que ellos irían pronto a reunírsele: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo” (S. Juan 14:2, 3). El apóstol Pablo nos dice además que “el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. Y añade: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18). A la venida del Señor, las cadenas de la tumba serán quebrantadas y los “muertos en Cristo” serán resucitados para vida eterna. GE 36.6
Todos han de ser juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los libros y recompensados según sus obras. Este juicio no ocurre en ocasión de la muerte. “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia”. “¡He aquí que viene el Señor, con las huestes innumerables de sus santos ángeles, para ejecutar juicio sobre todos!” (Hechos 17:31; S. Judas 14, 15, VM). GE 37.1
Pero si los muertos ya están gozando de la bienaventuranza del cielo o están retorciéndose en las llamas del infierno ¿qué necesidad hay de un juicio futuro? La Palabra de Dios puede ser entendida por las mentes comunes, pero ¿qué espíritu imparcial puede encontrar sabiduría o justicia en la teoría corriente? ¿Recibirán acaso los justos el elogio: “Bien, buen siervo y fiel... Entra en el gozo de tu Señor”, cuando han estado morando en la presencia de Dios por largos siglos? ¿Se sacará a los malos del lugar de tormento para hacerles oír la siguiente sentencia del Juez de toda la Tierra: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno” (S. Mateo 25:21, 41)? GE 37.2
La teoría de la inmortalidad del alma fue una de esas falsas doctrinas que Roma extrajo del paganismo. Martín Lutero la clasificó entre las “fábulas monstruosas que forman parte del estercolero romano de las decretales”. 1 La Biblia enseña que los muertos duermen hasta la resurrección. GE 37.3
Inmortalidad cuando Cristo vuelva - ¡Bendito reposo para los justos cansados! El tiempo, sea largo o corto, es solamente un momento para ellos. Duermen; son despertados por la trompeta de Dios a una gloriosa inmortalidad: “Porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles... Cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ‘Sorbida es la muerte en victoria’ ” (1 Corintios 15:52-54). GE 38.1
Llamados de su sueño, reanudarán el curso de sus pensamientos en el preciso lugar donde estos fueron interrumpidos por la muerte. La última sensación que sintieron fue la angustia de la muerte; el último pensamiento era que estaban cayendo bajo el poder de la tumba. Cuando se levanten del sepulcro, sus primeros pensamientos de regocijo hallarán expresión en el clamor triunfal: “¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15:55). GE 38.2