Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 94 —Consejos a los estudiantes (estudios, entretenimiento, deportes, música). La fabricación de alimentos. Los salarios de los obreros
Adónde ir a pasar el verano. Tras volver de Paris [Maine], creimos que era momento de decidir dónde ir a pasar el verano. Tuvimos muchas dudas y vacilaciones para decidirlo. Estábamos esperando que Dios nos diera alguna indicación, de forma que no pudiéramos confundir el deber; pero quedamos decepcionados y, dado que no recibimos luz para ir a otro lugar, decidimos ir a Nueva York. Jaime les escribió cuándo debían acudir a buscamos a Utica. Firmó la carta y yo puse mi firma junto la suya. MI1 355.1
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Solicitado por T. H. Jemison para Facing Life (Afrontando la vida), libro de texto de enseñanza secundaria.
Pronto empecé a sentirme angustiada y agobiada. Parecía que me iba a ver abocada a la enajenación. Encontré alivio llorando. Cuando Jaime, en mi aflicción, temió que incluso fuera a morir, arrojó la carta en el fogón, según me contó después; luego se arrodilló a la cabecera de mi cama y oró para que Dios redujera la carga. Entonces me sentí aliviada. A la mañana siguiente desperté completamente liberada y lúcida. Toda mi angustia había desaparecido y me sentí segura de que Dios abriría el camino delante de nosotros. MI1 356.1
Jaime fue a la oficina y trajo una carta del hermano Belden, de Rocky Hill, Connecticut, en la que nos hacía una insistente invitación a ir allí y alojamos con ellos; decía que considerarían un privilegio atender nuestras necesidades. Nos enviaron medios con los que acudir.— Carta 5, 1849, p. 2 (al hermano Hastings y su esposa, 24-30 de marzo de 1849). MI1 356.2
Las actuaciones musicales. Los espectáculos musicales que, si se realizan debidamente, no hacen ningún daño, son a menudo una fuente de mal. En el presente estado de la sociedad, con la baja moral no solo de los jóvenes, sino de las personas de edad y experiencia, hay gran peligro de volvemos descuidados y de dar especial atención a favoritos, creando así envidia, celos y maledicencias. Demasiado a menudo, el talento musical fomenta el orgullo y la ambición, y los cantantes piensan muy poco en la adoración de Dios. En vez de llevar a las mentes a acordarse de Dios, a menudo hace que se olviden de él.— Carta 6a, 1890, pp. 11, 12 (a «los administradores de la institución médica de Crystal Springs, Santa Helena, California”, abril de 1890). MI1 356.3
Los deportes. No ha de descartarse el entretenimiento que sirve de ejercicio y recreo; no obstante, debe mantenerse estrictamente acotado; si no, lleva al amor del entretenimiento en sí y alimenta el deseo de la gratificación egoísta. [...] MI1 356.4
El entrenamiento y la disciplina a los que ustedes se someten para tener éxito en los juegos deportivos no los preparan para llegar a ser soldados fieles de Jesucristo, a fin de librar sus batallas y lograr victorias espirituales. El dinero gastado en vestuario para hacer un espectáculo agradable en los partidos es tanto que podría haberse usado para el avance de la causa de Dios en nuevos lugares, llevando la palabra de la verdad a almas que están en las tinieblas del error. ¡Ojalá el Señor los hiciera a todos ustedes conscientes de lo que significa ser cristiano! Es ser semejante a Cristo, que no vivió para complacerse a sí mismo.— Carta 47, 1893, p. 7 (al profesor W. W. Prescott, 25 de octubre de 1893). MI1 356.5
El control de las emociones. La Palabra debe iluminar el pensamiento en cuanto al verdadero carácter de las emociones, porque a menudo son cambiantes y muy poco fiables. Mientras un sentimiento no tome en modo alguno las líneas de control ni interfiera en la vida sana del agente humano en la experiencia religiosa, no hay ningún peligro. Las emociones no siempre son engañosas; sin embargo, tan pronto toman el control del alma, del cuerpo y del espíritu, deben ser analizadas y controladas con sensatez. Los sentimientos no son ninguna guía; siempre han de mantenerse bajo el control de un principio firme e inteligente, en conformidad con la voluntad divina. Es preciso que se mantenga el equilibrio mental.— Carta 38, 1894, pp. 2, 3 (nombre del destinatario borrado; asunto: «Avoid Self-Exaltation” [Evitar la exaltación propia], 14 de abril de 1849). MI1 357.1
Equilibrio en la elección de las clases. En la formación de los estudiantes han de confluir todas las disciplinas. Incluso en la escuela de Avondale, los alumnos escogen demasiadas materias. No debería permitirse que los jóvenes se matriculen en todas las clases que escojan, porque se sentirán inclinados a escoger más de lo que puedan sobrellevar; si lo hacen, es imposible que salgan de la escuela con un conocimiento cabal de cada materia. Debería haber menos estudio en los libros y realizarse un mayor esfuerzo concienzudo por obtener ese conocimiento que es esencial para la vida práctica. Los jóvenes han de aprender a trabajar con interés e inteligencia para que, dondequiera que estén, puedan ser respetados porque tienen conocimiento de aquellas disciplinas que son las esenciales para la vida práctica. En lugar de ser jornaleros bajo un capataz, han de esforzarse por ser maestros de su oficio para situarse donde puedan exigir una paga como buenos carpinteros, impresores o como capataces agrícolas.— Ms 105, 1898, pp. 2, 3 («The Education Our School Should Give» [La formación que debería dar nuestra escuela], 26 de agosto de 1898). MI1 357.2
Todas nuestras facultades son para usarlas. No han de ser desperdi-ciadas, sino educadas para gloria de Dios. Hemos de servirlo. En cada ocasión de culto, hemos de cultivar la voz, superando toda aspereza y todo deje extraño. Aconsejamos a todos los alumnos de nuestra escuela que tengan oído para la música, que aprovechen su oportunidad de aprender a mejorar la voz. El Señor espera que todos den lo máximo de sí mismos.— Ms 68 1899, p. 3 («Diario», 25 de abril de 1899). MI1 357.3
La conciencia como guía. No basta con que alguien se crea seguro al seguir los dictados de su conciencia. [...] Lo que hay que dilucidar es: «¿Está la conciencia en armonía con la Palabra de Dios?». Si no, no puede ser seguida con garantía, porque engañará. La conciencia debe ser iluminada por Dios. Debe dedicarse tiempo al estudio de las Escrituras y a la oración. Así la mente queda establecida, fortalecida y asentada.— Carta 21, 1901, p. 16 (al pastor E. E. Franke, 5 de octubre de 1900). MI1 358.1
Trabaje humildemente en el temor de Dios. Estudie la instrucción que ha dado en su Palabra. Estudie los consejos que ha dado en los Testimonios. Permita que el criterio de su marido la ayude y haga usted cuanto esté en su mano.— Carta 72, 1911, p. 2 (a la Sra. Mabel Workman, 18 de septiembre de 1911). MI1 358.2
La fabricación de alimentos, obra misionera trascendental. Mi querido joven hermano, tengo que decirle algo. El Señor ha abierto un lugar para usted en la fábrica de alimentos. Lo ha bendecido y le ha dado tacto y entendimiento para el trabajo. Mientras no tenga claras evidencias de que es su deber cambiar de puesto, siga donde está. Usted está siendo bendecido por encima de muchos jóvenes, pues cuenta con la presencia de su madre, mientras que muchos se ven obligados a separarse de las influencias del hogar. MI1 358.3
El Señor me ha recalcado que le diga, mi joven hermano, que alguien debe hacer el trabajo que usted está haciendo. En el puesto que ocupa, usted viene obteniendo la mejor experiencia que un joven puede tener. El Señor desea tener, en relación con esta institución, hombres que lo amen y lo teman. Los ocupados en el trabajo de preparar alimentos saludables están tan al servicio de Dios como si estuviesen en la rama de la odontología o en el trabajo médico misionero. Mientras usted ayuda a preparar alimentos saludables, presta un servicio a Dios [...]. MI1 358.4
Una vez haya dominado su actual oficio, podrá prestar un buen servicio enseñando a la gente a preparar comida sana. Esta línea de trabajo es tan esencial como cualquier otra labor que pudiera acometer. Es una formación importantísima para los jóvenes, ya sean hombres o mujeres; porque, en el futuro, esta clase de trabajo encontrará aceptación donde muchos otros tipos de trabajo no serán aceptables. MI1 358.5
Quiero decirle que a usted se le necesita precisamente donde ahora está. No se inquiete ni incomode. Mejore constantemente en cuanto acometa. Haga el trabajo que alguien debe hacer, y la bendición de Dios reposará sobre usted. [...] Mejore sus oportunidades. Aprenda cuanto pueda en el trabajo del que se ocupa. El Señor sabe qué necesita su pueblo, y manifiesta su benevolencia hacia los hombres a través de sus agentes escogidos; porque siempre obra para la felicidad de aquellos que los aman y lo sirven. [...] Dios desea que averigüemos cómo podemos serle de utilidad real. Debemos seguir recurriendo a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. La ley que nos ha dado para que la obedezcamos es la mejor expresión de su amor. Sus mandamientos, perfectamente obedecidos, permitirían que las familias aquí en la tierra fueran símbolos de la familia en el mundo celestial. [...] MI1 359.1
Que el Señor lo ayude a comprender su voluntad y, después, a hacerla con gusto. El le dará paz y contentamiento si usted es fiel donde está.— Carta 151, 1900, pp. 1, 3, 4 (a H. Larson, 20 de noviembre de 1900). MI1 359.2
Gastos superfluos y ostentosos. Estudie economía en la dotación del Sanatorio. Recibí su carta en relación con la adquisición de un automóvil para llevar a los pacientes a la estación y traerlos de la misma. Hermano mío, no lo compre. En el supuesto caso de que usted comprase un automóvil, hacer lo mismo sería una tentación para otros. Deje a un lado la inclinación a gastar dinero innecesariamente.— Carta 158, 1902, p. 5 (al hermano Burden y su esposa, 8 de octubre de 1902). MI1 359.3
Llegamos aquí el lunes por la noche, procedentes de Los Angeles. Nos esperaba un automóvil para traernos al sanatorio desde la estación. El hermano Johnson, propietario de ese vehículo, sale al encuentro de todos los trenes y trae pasajeros al sanatorio. Un día nos subió para llevarnos a San Diego, y cruzamos la bahía en el transbordador a Coronado. Ayer me monté de nuevo para visitar a su hermana, D. Johnson. Disfruto mucho montando en el automóvil. Había pensado en viajar sesenta kilómetros la semana que viene para celebrar reuniones en Escondido, pero Willie me insta a volver a casa, y estamos planeando regresar el martes que viene.— Carta 263, 1905, p. 4 (a J. Edson White, 15 de septiembre de 1905). MI1 359.4
Los salarios de los obreros. Mi esposo y yo nos consagramos a Dios para ser guiados por su Santo Espíritu en relación con la oficina. Se me aseguró que si perdíamos nuestro primer amor, Jesús no nos bendeciría —no podría hacerlo— con su consejo; que si asumíamos responsabilidades contando con nuestra propia fuerza, y ejercíamos nuestro propio criterio, seríamos dejados a nuestra propia sabiduría, que es insensatez. Habíamos de trabajar en Dios; mantener vivas todas nuestras facultades espirituales; mantenemos bajo los rayos constantes y estimulantes del Sol de justicia; porque Cristo dijo: «Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15: 5). MI1 359.5
Y Dios estuvo con nosotros. A medida que la prosperidad acompañó a la obra de publicaciones, los salarios aumentaron, como debía ser. Mientras estaba en Suiza, me llegaron noticias de Battle Creek diciendo que se había fraguado un plan según el cual nadie que trabajara en la oficina debía recibir más de doce dólares por semana. Dije: «Esto no funcionará; pues será necesario que algunos reciban pagas mayores”. Pero nadie en la oficina debería ser remunerado con el doble de esta cantidad; porque si algunos detraen tanto de la tesorería, no puede hacerse justicia a todos. Que se permitan salarios elevados para algunos, mientras que otros con exactamente los mismos méritos reciban mucho menos es el plan del mundo. Eso no es justicia. MI1 360.1
El Señor contará con hombres fieles que lo amen y lo teman relacionados con cada escuela, cada editorial, cada institución de salud y cada imprenta. Su salario no debería ser establecido según las normas del mundo. En la medida de lo posible, debería ejercerse un criterio de excelencia para mantener, no una aristocracia, sino una igualdad, que es la ley del cielo: «Todos vosotros sois hermanos» (Mat. 23: 8). Algunos no deberían exigir grandes salarios, y no deberían ofrecerse tales salarios como aliciente para garantizar su productividad ni su eficiencia. Esto supone hacer las cosas siguiendo un principio mundanal. El aumento de paga trae consigo un correspondiente aumento de egoísmo, orgullo, ostentación, gratificación del yo y derroche innecesario que no tienen quienes hacen lo imposible por entregar sus diezmos y presentar sus ofrendas a Dios. A su alrededor se ve pobreza por todas partes. El Señor ama a los unos tanto como a los otros, con la excepción de que las almas humildes y contritas que se sacrifican, que aman a Dios y se esfuerzan por servirlo, siempre son guardadas más cerca del gran corazón de amor infinito que el hombre que se siente con derecho a tener todas las cosas buenas de esta vida.— Ms 25a, 1891, pp. 5, 6 (manuscrito sin título, 3 de junio de 1896). MI1 360.2
Patrimonio White, Washington, D. C., 24 de octubre de 1957
El número 95 se usó en material adicional de los tomos 1 y 2 de Mensajes selectos.
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