Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 70—El pacto del Sinaí y su vigencia: Oposición a 1888
«Así ha dicho Jehová: “Guardad el derecho y practicad la justicia, porque cerca de venir está mi salvación y de manifestarse mi justicia”. Bienaventurado el hombre que hace esto, el hijo del hombre que lo abraza: que guarda el sábado para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer lo malo. MI1 285.1
»Que el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: “Me apartará totalmente Jehová de su pueblo”, ni diga el eu-nuco: “He aquí, yo soy un árbol seco”. Porque así dijo Jehová: “A los eunucos que guarden mis sábados, que escojan lo que yo quiero y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y un nombre mejor que el de hijos e hijas. Les daré un nombre permanente, que nunca será olvidado. Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el sábado para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán MI1 285.2
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Solicitado para su uso en el Seminario. aceptados sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”. Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: “Aún reuniré en él a otros, junto con los ya reunidos”» (Isa. 56: 1-8).
«Y abracen mi pacto”. En estas palabras hay bastante más de lo que muchos captan en la primera lectura. Cuando el Señor dio su ley a los hijos de Israel acampados al pie del monte Sinaí, el pueblo, unánime, prometió: «Obedeceremos y haremos todas las cosas que Jehová ha dicho” (Éxo. 24: 7). A cambio de su lealtad, el Señor prometió llevarlos a salvo a la tierra prometida y darles prosperidad por encima de todas las naciones. Declaró: «Yo envío mi ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado. [...] Si en verdad oyes su voz y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y afligiré a los que te aflijan. [...] Pero serviréis a Jehová, vuestro Dios, y él bendecirá tu pan y tus aguas. Yo apartaré de ti toda enfermedad» (Éxo. 23: 20-25). MI1 286.1
Durante los cuarenta años de peregrinación por el desierto, el Señor fue fiel al pacto que había hecho con su pueblo. Los que le fueron obedientes recibieron las bendiciones prometidas. Y ese pacto sigue en vigor. A través de la obediencia podemos recibir las más ricas bendiciones del cielo. MI1 286.2
Los que reivindican ser seguidores de Cristo se comprometen a la obediencia en el momento de su bautismo. Cuando descienden al agua, se comprometen en presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo a que, desde entonces en adelante habrán muerto al mundo y sus tentaciones, y se levantarán de la tumba líquida para andar en novedad de vida, a una vida de obediencia a los requisitos de Dios. El apóstol Pablo, en su Epístola a los Colosenses, les recordó su compromiso bautismal y escribió: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra, porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col. 3: 1-3). ¡Cuánto mejor es buscar las cosas de arriba que buscar las cosas de este mundo y que formar nuestros caracteres a semejanza del mundo! MI1 286.3
Pienso muy a menudo en las ricas promesas que se nos dan en la Palabra relativas al poder de Dios para protegernos. Somos guardados por su poder. ¡Cuán razonable es, entonces, que cuidemos de andar tras las huellas de Jesús! Dice: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8: 12). De los que andan en esta luz declara: «Vosotros sois la luz del mundo. [...] «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mat. 5: 14-16). MI1 286.4
Cuando nos mezclamos con el mundo y cedemos a la atracción de sus placeres y sus deleites, pensamos mucho menos en Dios de lo que lo haríamos si estuviéramos siguiendo a Jesús en la senda de la abnegación que ha acotado para nosotros. Mantengamos nuestro pensamiento en la debida relación con las promesas de Dios. Entonces él nos protegerá, y veremos su salvación.— Ms 80, 1903, pp. 1-3 («Whoso Offereth Praise Glorifieth God” [«El que me ofrece alabanzas, me honra” {Sal. 50: 23, RVC}], 1º de agosto de 1903). MI1 287.1
La oposición después de 1888. Las primeras dificultades con el hermano se suscitaron por la confusión que se introdujo en Battle Creek de resultas del Congreso de Minneápolis [de 1888]. Hubo dos años de oposición, y en dos congresos generales prevaleció entre algunos de nuestros dirigentes un espíritu no infundido por Dios.— Carta 183, 1899, p. 1 (al hermano Hyatt, 9 de noviembre de 1899). MI1 287.2
Patrimonio White, Washington, D. C., 26 de enero de 1955
El número 71 se usó en el material suplementario del tomo 5 del Comentario bíblico adventista.
El número 72 se usó en Hijos de hijas de Dios.