Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 69—Materiales para un libro de texto
Percibo como nunca hubiera podido esperar que la bondadosa mano del Señor está conmigo. ¡Ah sido tan maravillosamente evidente al proporcionar este bello hogar en este lugar apartado! El ángel del Señor me visitó en el barco y recibí instrucción sobre la que no me atrevo a hablar. En algún momento daré el relato completo de mi experiencia en el barco. Es un asunto tan solemne, tan sagrado que no estoy en disposición de hablar de él; pero una cosa sí sé, de la que puedo hablar, y es que estaba en el plan de Dios que volviera a Estados Unidos precisamente en este momento. Era contrario a mis deseos, porque mi deseo era quedarme en Australia. Quería a la gente y me encantaba mi trabajo. No he perdido mi amor por Australia, ni mi interés en los obreros de allí.— Carta 158, 1900, p. 7 (a la hermana Wilson, 12 de noviembre de 1900). MI1 281.1
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Solicitado por T. H. Jemison para el libro de texto universitario A Prophet Among You [Un profeta entre vosotros] sobre el Espíritu de Profecía.
Me han sido mostradas las faltas y los errores de individuos que ex-presaban completa confianza en las visiones pero encontraban fallas en el instrumento. Los sentimientos naturales de su corazón afloran en rebelión contra las visiones que habían dejado al descubierto sus errores y su maldad. En lugar de reconocer humildemente que habían errado, encontraron fallas en las manera en la que se comunicó la visión. Adoptaron la postura de que parte de ella era correcta y parte de ella era un error, que me habían relatado circunstancias y que pensaba que el Señor me las había mostrado en visión. MI1 282.1
¿Ha efectuado Dios su labor de una manera tan descuidada que el hombre pudiera amoldarla a conveniencia de sus propias inclinaciones, recibiendo lo que le resulte agradable y rechazando una parte? ¿Daría Dios visiones para corregir a su pueblo de sus errores y confiaría después al juicio del que yerra la recepción o el rechazo de la porción de las mismas que le apeteciese? ¿De qué servirían las visiones en la iglesia si se las considerase de ese modo, o si se permitiera que los individuos que yerran en sus tinieblas hiciesen la aplicación de las mismas que les pareciera? Dios no actúa así. Si Dios reprueba a su pueblo a través de un individuo, no deja al criterio del corregido intentar adivinar cosas y que el mensaje se desvirtúe al llegar a la persona para cuya corrección está pensado. Dios da el mensaje y luego tiene especial cuidado de que no se desvitúe. MI1 282.2
Las visiones son de Dios o del diablo. No hay término medio a que acogerse en esto. Dios no colabora con Satanás. Los que adoptan esta posición no pueden mantenerla mucho tiempo. Dan un paso más y consideran al instrumento que Dios ha usado una engañadora y una Jezabel. Si, después de que hubieron dado el primer paso, se les hubiera dicho qué posición tendrían pronto con respecto a las visiones, se habrían ofendido por considerarlo algo imposible. Pero luego Satanás los seduce con un engaño perfecto en cuanto al verdadero estado de sus sentimientos hasta que los entrampa.— Carta 8, 1860, pp. 16, 17 (al hermano John Andrews, 11 de junio de 1860). MI1 282.3
Anoche desde la ventana de mi habitación podía ver el bosque en llamas. Durante toda la noche hubo hombres combatiendo el fuego, que solo quedó controlado poco antes del amanecer. Hoy, en esta temporada, por primera vez llueve bastante. Estamos muy agradecidos por esta lluvia. MI1 282.4
Ahora hemos de buscar a Dios con gran fervor. El Señor me ha indicado que vendrán sobre el mundo calamidades de todo tipo. El fin de todas las cosas está próximo, y sucederá todo lo que me ha sido mostrado. Satanás tiene poder para ejecutar sus planes. Algunos despiertan a la conciencia de lo que sucederá en el futuro.— Carta 98, 1910, p. 1 (al pastor A. G. Daniells, 10 de octubre de 1910). MI1 282.5
Acabo de volver a leer lo que usted escribió en cuanto a su experiencia en el congreso campestre celebrado en Battle Creek. Le estoy muy agradecida por ese informe. Estoy impresionada ya de por sí de que tales reuniones se celebren en lugares destacados como Battle Creek. A menudo se me ha asegurado que, en consecuencia, se creará una impresión favorable en muchas personas que no son de nuestra fe. [...] MI1 283.1
Durante la noche he recibido instrucción en el sentido de que muchos se han confundido por la experiencia de algunos que se han apartado de la fe y que han dado a la trompeta un sonido incierto. En beneficio de aquellos que han sido así confundidos, ahora ha de presentarse el mensaje con gran poder. Han de reiterarse las pruebas de la verdad para que la gente pueda ver que seguimos firmes y seguros, dando a la trompeta un sonido certero. MI1 283.2
Se me dijeron estas palabras: «Di a mi pueblo que el tiempo es corto. Ahora ha de realizarse el máximo esfuerzo por exaltar la verdad».— Carta 88, 1910, pp. 1, 2 (al pastor A. G. Daniells, 30 de septiembre de 1910). MI1 283.3
El Señor lleva varios meses indicándome que tiene que producirse un gran cambio de ahora en adelante en el avance de nuestra obra. MI1 283.4
Me ha llegado del Señor un mensaje tras otro en cuanto a los peligros que los rodean a usted y al pastor Prescott.— Carta 70, 1910, p. 1 (al pastor A. G. Daniells, 11 de agosto de 1910). MI1 283.5
Tengo un mensaje para ustedes. Es preciso que los que sirven a la causa de Dios sean hombres de oración, hombres que atiendan la instrucción que el Señor da en cuanto al avance de su obra. MI1 283.6
Me ha sido encomendado un mensaje para ustedes dos en el sentido de que necesitan humillar su corazón ante Dios. [...] He de decirles que ninguno de ustedes está preparado para discernir con clara visión lo que ahora se necesita.— Carta 58, 1910, pp. 1, 2 (a los pastores A. G. Daniells y W. W. Prescott, 15 de junio de 1910). MI1 283.7
Deseo expresarle algunas ideas que deberían presentarse a los obreros de los sanatorios. Los convertirá en un poder para el bien el conocimiento de que el gran Médico Misionero los ha escogido para este trabajo, que él es su Instructor jefe y que es siempre su deber reconocerlo como su Maestro [...]. MI1 283.8
Durante la noche del 26 de abril se abrieron ante mí muchas cosas. Se me mostró que ahora, como pueblo, hemos de ser guiados por la instrucción divina en un sentido especial.— Carta 61, 1910, p. 1 (al pastor J. A. Burden, 27 de abril de 1910). MI1 284.1
A menudo me encuentro situada en una coyuntura en la que no me atrevo ni a asentir ni a disentir de propuestas que me presentan; porque existe el peligro de que cualquier cosa que yo pueda decir sea citada como algo que el Señor me ha dado. No siempre es prudente que exprese mi propio parecer; porque, a veces, cuando alguien desea llevar adelante su propio propósito, considerará cualquier palabra favorable que yo pueda pronunciar como luz especial procedente del Señor.— Carta 162, 1907, p. 2 (al pastor W. C. White, 8 de mayo de 1907). MI1 284.2
El gran Dios ha erigido sus imponentes estructuras en las rocas de granito, en las altas montañas, en las grietas, en los barrancos, en los desfiladeros y en las rocas almenadas y en las cuevas de la tierra. Y con todo eso —obra del poder de Dios—, ¡qué ingrato el corazón que necesita imágenes humanas para adorarlas! Los salvajes que adoran la naturaleza, obra de la mano divina, son idólatras. Sin embargo, ¿no parece a los sentidos su culto más sensato que la adoración de imágenes que llevan el molde y la impronta del ser humano finito? Todo lo que nos rodea nos enseña diariamente lecciones del amor de nuestro Padre y de su poder, de sus leyes que rigen la naturaleza y se encuentran en los cimientos de todo gobierno en el cielo y en la tierra. Si estas ricas muestras del inigualable poder de Dios no ponen de manifiesto el ingenio del Creador del cielo y de la tierra, si no despiertan la gratitud en esos corazones sordos e ingratos, ¿lo harán las imágenes y los santuarios de difuntos? Contemplamos la naturaleza. Vemos los campos revestidos con alfombras de verde vivo. Vemos la variedad de las obras del Señor. En este hogar que Dios ha construido para la humanidad, en cada uno de sus rincones, por diverso que pueda ser de otro, encontramos muestras inconfundibles de la obra del gran Arquitecto. Hay belleza en los valles, imponente grandeza en los solemnes macizos de rocas hendidas, majestad en las imponentes cumbres que parece como si tocaran los cielos. Está el alto árbol, con sus hojas formadas con delicadeza, las briznas de hierba, el capullo que se abre y las plantas en flor, los árboles del bosque y todo nos evoca al Dios grande y vivo.— Ms 62, 1886, pp. 28, 29 («Second Visit to Italy” [Segunda visita a Italia], 15-29 de abril de 1886). MI1 284.3
Patrimonio White, Washington, D. C., 26 de enero de 1955