Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)

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Manuscrito 64—La alimentación en las instituciones adventistas y el uso de carne, té y café

Acatar las normas divinas (1888). De lo que se trata es de que nuestras instituciones tengan éxito. ¿Cómo hacer una buena labor en ellas que soporte la prueba del día del juicio? Día a día, Dios está examinando y probando a su pueblo. La Palabra inspirada declara claramente que decidimos nuestro destino eterno con nuestros actos. MI1 257.1

Es evidente que el mundo se está volviendo tan malvado como lo fue antes del diluvio. Cristo dijo que así sería. Se percibe la influencia de la maldad imperante incluso en nuestras instituciones de salud. Incluso en ellas la iniquidad que se ha albergado en los corazones humanos contrarresta MI1 257.2

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Solicitados para el estudio de la cuestión de facilitar té, café y alimentos cárnicos a los clientes habituales de instituciones médicas adventistas del mundo entero. la obra de Dios de restauración de su imagen moral en el hombre; y, dado que la iniquidad abunda, se enfría el amor de muchos (por Dios y la justicia).

En nuestras instituciones de salud debería mantenerse un principio firme y decidido, no difusas creencias. Las bendiciones que Dios ha previsto para los que se mantengan firmes a los principios como una roca merecen todos los esfuerzos y el sacrificio que se nos puede llamar a hacer. Hemos de insistir en nuestra senda ascendente hacia el cielo, a pesar de toda la influencia corruptora y mundanal que se opondrá a cada paso de reforma, restauración y purificación que Dios requiere. La norma del mundo nunca puede ser la norma del Health Retreat [Refugio de la Salud]. Aquellos a los que se confían principios sagrados y santos deberían orar mucho, con fe, en busca de sabiduría procedente de Dios. Si meditan y conversan con Dios, como es su privilegio, serán capacitados para obedecer la Palabra de Dios; comerán de ese pan de vida que desciende del cielo. MI1 258.1

Una postura firme. A pesar de todo se ha abrigado el egoísmo. Creerse superior no hace más fuerte, sino más débil. Controlen el apetito, actúen con inteligencia, adopten una postura firme en armonía con la luz que Dios ha dado, y mantengan su posición. Por la perversidad del corazón humano, se han practicado muchas cosas que deshonran a Dios. Cuantos tienen un papel que desempeñar en consejería, o en la educación, deberían mostrar en primer lugar que ellos mismos han adquirido la verdadera clase de educación; la que conducirá a resultados prácticos en la elección y la preparación de la comida. MI1 258.2

¿Se convertirá la carne en el alimento básico porque los que ocupan puestos de responsabilidad se han educado para disfrutar de una dieta cárnica? ¿Tendrán libertad los médicos de satisfacer sus propios hábitos, de gratificar su apetito según elijan y moldear así los criterios de la institución? ¿Su forma de actuar y sus criterios van a contrarrestar los esfuerzos de quienes han recibido una gran luz y que buscan andar en ella y reflejarla? MI1 258.3

Conducir por sendas seguras. Testifico en nombre del Señor que los que abogan por la gratificación del apetito en el consumo de carne son precisamente los que más necesitan reformarse y acatar las normas. Entonces darán menos instrucciones para que los pacientes coman la carne de animales muertos porque su propio apetito tiene antojos de carne. Cuando los hábitos y los gustos sean puestos en consonancia con los principios correctos, se verá que la luz y la verdad guían a aquellos que actúan como guías de las almas pobres, débiles, autocomplacientes e in-temperantes. MI1 258.4

Los médicos deberían educar a los pacientes para apartarlos del uso de cosas dañinas, y deberían señalar sendas seguras para que los pies transiten por ellas. Si se deja la mente de los pacientes a su libre arbitrio, muchos elegirán como alimento, por supuesto, la dañina dieta a base de carne en lugar de los frutos de la tierra y de los árboles. No se honra a Dios cuando los que actúan como médicos se alejan de los principios de la salud. Con independencia de cuál pueda ser la instrucción religiosa cuando así se actúa es que hay «una mosca muerta» que «echa a perder el perfume” (Ecl. 10: 1). [...] MI1 259.1

La razón de ser de las instituciones de salud. Nuestras instituciones de salud están establecidas para presentar los vitales principios de una alimentación natural, sencilla y saludable. Debe impartirse el conocimiento relativo a la abnegación y el dominio propio. Ha de ensalzarse a Jesús, quien creó al hombre y lo redimió, ante cuantos acudan a nuestras instituciones. El conocimiento de la senda de la vida, la paz, la salud debe ser dado línea tras línea, mandamiento tras mandamiento, para que todos puedan ver la necesidad de la reforma. Deben ser llevados a renunciar a las costumbres y las prácticas degradantes que existían en Sodoma y en el mundo antediluviano, a los que Dios destruyó por su iniquidad. Cristo dijo: «Pero como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre, pues como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre» (Mat. 24: 37-39). MI1 259.2

Ha de educarse a cuantos visiten nuestras instituciones de salud. El plan de la redención debería ser puesto ante todos, encumbrados y humildes, ricos y pobres. Ha de impartirse instrucción cuidadosamente preparada para que pueda verse en la gratificación de la extendida intemperancia en comer y beber la causa de la enfermedad y el sufrimiento y de las malas prácticas que siguen en consecuencia. MI1 259.3

¿Se seguirá actuando así, dejando de informar y de advertir a las víc-timas? ¿Han de seguir los jóvenes las huellas de los amadores de los placeres más que de los amadores de Dios? ¿Se mostrará a todos la fuente de la pureza? ¿Se dará al mundo el último mensaje de misericordia? ¿No ha de haber fieles centinelas que trabajen con todos los talentos que Dios les dio para reformar a los que están degradados y restaurar la imagen moral de Dios en el hombre?.— Ms 1, 1888, pp. 1, 2, 5, 6 («Our Health Institutions» [Nuestras instituciones de salud], lº de febrero de 1888). MI1 259.4

El Señor exige una reforma. Dios desea que los que tienen luz en cuanto a las enseñanzas de su Palabra se pongan en marcha y proclamen los principios de la verdadera reforma. Tendrán que combatir y enfrentarse con teorías sin base que la gente admite, y avanzar. «¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?» (Jer. 23: 28). Ha de darse prominencia a las grandes verdades de la Palabra de Dios. Ha de mantenerse a la vista la gloria del Señor. Han de promoverse sus criterios sublimes y salvíficos. MI1 260.1

El Señor desea que los que participan en su obra sean hombres de comprensión espiritual, hombres sensatos que sigan las sendas divinas y den a conocer la voluntad de Dios, para que sus voces sean oídas en medio de la estridencia y la confusión de la falta de consagración. Los de la sinagoga de Satanás profesarán estar convertidos y, a no ser que los siervos de Dios tengan una visión esclarecida, no discernirán el poder de «las obras de las tinieblas” (Rom. 13: 2). MI1 260.2

El mensaje a la iglesia de Laodicea se aplica, sin el menor género de dudas, a aquellos cuya experiencia religiosa es anodina, que no dan un testimonio decidido a favor de la verdad. El Señor exige una reforma en sus instituciones, porque han quedado imbuidas del espíritu del mundo. Emplaza a todos para que den un testimonio decidido a favor de la reforma prosalud. No debería servirse carne a los pacientes de nuestros sanatorios. MI1 260.3

Muchos han perdido el poder del mensaje del tercer ángel. ¿No requiere un despertar entre los adventistas del séptimo día el cumpli miento de los juicios pronunciados hace tanto tiempo? Con serenidad y confianza, cada creyente debería levantarse en su heredad y en su lugar, firme en la fuerza del Todopoderoso.— Carta 98, 1901, pp. 3-5 (al Dr. D. H. Kress y su esposa, 19 de julio de 1901). MI1 260.4

Entrevista sobre la eliminación de la carne en los sanatorios Hermana White: Deberíamos familiarizarnos más con el elemento externo y dar formación y presentar los principios de la salud a la gente, para que sepa qué esperar cuando llegue aquí. Me sentí muy deseosa de que los que entraban aquí vieran la reforma sin obstáculos, y creo que quedarían convencidos. Creo que cuando la clientela es mínima, es el mejor momento de efectuar un cambio en la cuestión de servir carne a los pacientes en las mesas del comedor; y, no obstante, no puedo decir que nunca debería servirse carne alguna. No puedo decir eso. Pero no debería servirse carne en el comedor. En Australia, se pidió al Dr. y al Dr. que aceptaran mi consejo en cuanto a si deberían permitir que se sirviera carne en las mesas del comedor de las instituciones médicas. Dije: «En las mesas no ha de servirse ni un trocito de carne”. Quisiera que lo entendieran. Pues bien, han tenido el éxito más maravilloso en la recuperación de los enfermos que he visto en nin-guna institución en toda mi vida. Pero no se sirve ni una partícula de carne en el comedor. MI1 260.5

Dr. Sanderson : ¿Qué cree usted que debería hacerse aquí? MI1 261.1

Hermana White: Creo que la carne debería ser excluida del comedor. Pero no aconsejo ninguna medida imprudente o desconsiderada. No estoy en disposición de decir exactamente cómo debería realizarse la reforma. Pero sé que la carne debería mantenerse alejada de la mesa. ¿Cómo? ¿Tienen los empleados carne en su mesa? MI1 261.2

Dr. Sanderson: No. MI1 261.3

Hermana White: Bueno, creo que debería retirarse de las mesas de los pacientes tan pronto como sea posible hacerlo, y a no tardar mucho. Habrá ocasiones en que no haya tanta gente aquí, ¿no? MI1 261.4

Dr. Sanderson: El pasado invierno estuvo más o menos igual de lleno todo el invierno como lo había estado en otoño. MI1 261.5

Hermana White: ¿Ah, sí? Espero que vuelva a estarlo. Pero hay que educar, y al educar debe hacerse mayor hincapié en el asunto de la alimentación saludable. Creo que en las mesas del Sanatorio de Battle Creek no se permite la carne. MI1 261.6

Dr. Sanderson: Pues sí que la permiten. La permitían cuando estuve allí la pasada primavera. MI1 261.7

Hermana White : ¿Ah, sí? Pero no la usan tanto como antes. MI1 261.8

Dr. Sanderson : Aquí ya no la usamos tanto como antes. MI1 261.9

Hermana White : Supongo que los pacientes la piden. ¿O se sirve en las mesas? MI1 261.10

Dr. Sanderson: Se sirve únicamente por petición expresa de los propios pacientes. MI1 261.11

Hermana White : El Señor quedará sumamente complacido cuando todos nuestros sanatorios desechen la carne. Ahora tenemos razones como nunca antes para prescindir de la carne, porque los animales están enfermos. El asunto puede ser presentado desde este punto de vista, y será muy efectivo.— Ms 82, 1902, pp. 42-45 («Report of Interview of Dr. and Mrs. Sanderson with Ellen G. White” [Informe de la entrevista del Dr. A. J. Sanderson y esposa con Elena G. de White], 25 de agosto de 1901). MI1 262.1

La lealtad a los principios . Me he sentido constreñida a escribir algo sobre el Sanatorio de Santa Helena. Esta institución fue establecida bajo la dirección del Señor, y no ha de dejar de resultar útil. Ha de ser una institución poderosa, a través de la cual ha de esparcirse la luz de la verdad. El mismo Dios que obra en otros lugares en los que está establecida nuestra obra médica está presto para obrar en el Sanatorio de Santa Helena. En esta institución ha de revelarse gran parte del poder del Señor. Ha de crecer hasta la plena estatura de lo que Dios desea que sea. [...] MI1 262.2

¿No nos pondremos de pie, como vigilantes atalayas, animando a los pacientes a que obedezcan las palabras del Espíritu Santo a través del apóstol Pablo? «Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom. 12: 1, 2). MI1 262.3

El Señor desea que su pueblo tenga unidad de acción y se esfuerce con todo fervor, con fe y amor e introduzca en su vida la plenitud de Cristo, la eficiencia otorgada gratuitamente a todos los que cumplan las condiciones establecidas en la Palabra de Dios. MI1 262.4

Han de darse pasos adelante. En aras de conseguir más usuarios [del Sanatorio], no hemos de contratar médicos o enfermeras que no estén dispuestos a andar en la luz plena de la reforma prosalud. Hemos de man-tenemos en un nivel elevado. No establecemos sanatorios para que los pacientes que acudan puedan satisfacer su apetito pervertido. Hemos de emplear en nuestros sanatorios como auxiliares a quienes estén firmemente convencidos de la reforma prosalud.— Ms 3a, 1903, pp. 1-4 («The St. Helena Sanitarium» [El Sanatorio de Santa Helena], 23 de enero de 1903). MI1 262.5

Llamamiento a un médico eminente . Hay algo de gran importancia que deseo escribirle. Tengo que decirle la verdad. Le he dicho la verdad, pero usted no ha hecho caso de lo que el Señor dice ni se lo ha creído [...]. MI1 263.1

Hermano mío, usted ha dado un mal consejo y ha prescrito según sus propios hábitos, apetitos y gustos, cuando debería haber estado siguiendo la luz que Dios ha dado, estando a la altura de los correctos principios de la reforma prosalud. Por precepto y ejemplo, podría haber corregido hábitos de comida y bebida que corrompen el cerebro, los huesos y los músculos; pero con sus prescripciones, hechas de acuerdo con su criterio, ha dado de alta a pacientes con apetitos erróneos confirmados, apetitos que se encuentran en los cimientos de la enfermedad que padecen. ¿Qué excusa presentará a Dios en el juicio por contrarrestar así su obra de temperancia? ¿No ha recibido usted luz en abundancia? ¿No ha brillado sobre usted y la ha ignorado? MI1 263.2

El Espíritu Santo guía a la verdad. Si los hombres están dispuestos a ser moldeados por ella serán guiados por nuestro gran Caudillo. Habrá una santificación de todo el ser: cuerpo, alma y espíritu. Ambos necesitan el espíritu de comprensión; entonces tendrán el Espíritu Santo y lo discernirán como es: su Consejero. [...] MI1 263.3

No hay nada que temer, a no ser que no nos esforcemos por entrar por la puerta estrecha y que no tengamos la aprobación de Dios. Vivir por Cristo con fidelidad abarca mucho más de lo que usted supone. Puede hacerse mucho más por la salvación de las almas de los que acuden al sanatorio. MI1 263.4

En la preparación de los alimentos, han de seguir brillando los nítidos rayos de la luz, enseñando a los que se sientan a la mesa cómo vivir. Así ha de instruirse igualmente a los que acudan el Health Retreat [Refugio de la Salud], para que puedan llevarse de él los principios reformadores. MI1 263.5

Ni carne ni té ni café. No se contrata a los médicos para que prescriban una dieta cárnica a los pacientes; porque precisamente ese tipo de dieta los ha puesto enfermos. MI1 263.6

Hermano y hermana , busquen al Señor. Cuando lo encuen tren, serán mansos y humildes de corazón. Individualmente, no subsistirán gracias a la carne de animales muertos, ni pondrán un bocado [de ella] en la boca de sus hijos. No prescribirán ni carne ni té ni café a los pacientes; sino que darán charlas en el salón de actos que muestren la conveniencia de una alimentación sencilla. Eliminarán del menú todo lo perjudicial. MI1 263.7

Que los médicos de nuestras instituciones, con su ejemplo y sus in-dicaciones, enseñen a las personas a las que atienden a alimentarse con carne, tras años de instrucción del Señor, los descalifica para dirigir nuestras instituciones de salud. [...] MI1 264.1

La gratificación propia y nuestra influencia . Usted puede estar enseñando algo desde un punto de vista religioso, pero puede estar neutralizando la influencia de la verdad con prácticas de gratificación propia, y con ello contrarrestar los principios de la reforma prosalud, de modo que tengan poco poder para el bien. La gratificación propia en el apetito, en una persona de su posición, es sumamente incoherente. Usted sabe que los principios de la reforma prosalud tienen la más alta autoridad y una esfera más amplia de lo que muchos que profesan la verdad presente les han dado. MI1 264.2

Queridos hermano y hermana , ¡siento tanto que no hayan recibido la luz que el Señor me ha dado estos últimos años como algo superior a sus propias ideas y opiniones! Si hubieran creído y actuado según la luz dada, ¡qué cambios se habrían dado en ustedes! Sin embargo, la fuerte idolatría que han manifestado por sus propias opiniones, y por sus propias costumbres y prácticas, de hecho, ha cerrado la puerta de su corazón a la entrada de la luz y a las amonestaciones y las advertencias de Dios. En gran medida, han seguido su propio camino, como si estuvieran decididos a convertir en falsos los mensajes del Señor [...]. El Señor no da luz sobre la reforma prosalud para que pueda ser ignorada por los que ocupan puestos de influencia y autoridad. El Señor quiere decir exactamente lo que dice, y hemos de aceptar lo que él nos dice. MI1 264.3

No debería haber transcurrido ni una semana en el Health Retreat [Refugio de la Salud] sin un gerente competente haber fijado las tarifas para los pacientes y los huéspedes y regulado los menús. Los que siempre han vivido a base de carne deberían ser restringidos en este frente. Pero si el jefe médico y su familia no son reformadores en este frente, no pueden enseñar a otros que renuncien a la práctica de consumo de carne. Ha de darse luz en este frente sobre todos estos temas. Precisamente la cuestión de la alimentación precisa investigaciones detalladas, y deberían hacerse las prescripciones según los principios de salud. MI1 264.4

Estos últimos veinticinco años vengo dando testimonios sobre este tema. Me duele el corazón que ustedes se aferren a sus hábitos y sus costumbres de siempre, rehusando reformarse. ¿Cuánto tiempo pueden tener percepciones claras y sólidas sobre los requisitos esenciales en la reforma prosalud? No analizan con suficiente profundidad este tema, ni piensan en él lo suficiente.— Carta 71, 1896, pp. 1, 7-11 (a un médico con grandes responsabilidades en el Sanatorio de Santa Helena, 12 de agosto de 1896). MI1 265.1

La carne no es imprescindible en caso de debilidad . He recibido sus cartas y ahora daré respuesta a algunos de los puntos contenidos en ellas. MI1 265.2

La Dra. A me preguntó si, en algún caso, yo aconsejaría que se tome caldo de gallina si alguien está enfermo y su estómago no tolera nada más. Dije: «Hay enfermos que se están muriendo por la tisis que, si piden caldo de gallina, deberían dárselo. Pero yo sería muy cauta». El ejemplo no debería perjudicar a un sanatorio ni convertirse en una excusa para que otros piensen que su caso requiere la misma dieta. Pregunté a la Dra. A si tenía algún caso así en el sanatorio. Dijo: «No; pero tengo una hermana en el sanatorio de Wahroonga que está muy débil. Tiene episodios de mareo y debilidad, pero puede comer gallina cocida». Dije: «Lo mejor sería sacarla del sanatorio». Contestó: «Su marido está en el sanatorio, trabajando como médico». [...] MI1 265.3

Descubrí que la esposa del Dr. B, en Washington, tiene la misma afección que la hermana de la Dra. A. Decían que era incapaz de comer cualquier cosa que no fuera carne, y que su sangre se estaba volviendo agua. Pero la luz que me ha sido dada es que su impresión de que debía vivir a base de carne no era correcta. Se me indicó que se situaba mentalmente en una posición en la que no debería estar. Si descartara el uso de carne durante un año, superaría la mala situación en la que ahora se encuentra, y habría una oportunidad para que tuviera lugar una acción saludable en su cuerpo. Si conseguía abandonar el consumo de carne, podría estar en un estado mucho mejor y vivir para glorificar a Dios. [...] MI1 265.4

La luz que me ha sido dada es que si la hermana que usted menciona se empeñase en educar su paladar para la comida sana, desaparecerían todos esos episodios de debilidad. MI1 265.5

Ella ha dado pábulo a su imaginación; el enemigo se ha aprovechado de su debilidad física, y no tiene la fuerza mental suficiente para sobrellevar las dificultades de la vida cotidiana. Precisa una cura mental buena y santificada, un aumento de fe y un servicio activo por Cristo. También necesita el ejercicio de sus músculos en el trabajo útil al aire libre. El ejercicio físico será para ella una de las mayores bendiciones de su vida. No tiene por qué ser una inválida, sino una mujer sana de cuerpo y mente, preparada para realizar su parte cabal y correctamente. MI1 265.6

Todo el tratamiento que pueda darse a esta hermana será de poco provecho, a no ser que ella haga su parte. Necesita fortalecer los músculos y los nervios con trabajo físico. No tiene por qué ser una inválida, sino que puede hacer mucho y bueno.— Carta 231, 1905, pp. 1-3 (al Dr. D. H. Kress y su esposa, 11 de julio de 1905). MI1 266.1

Ni café ni té ni carne . En cuanto a su declaración de que el Dr. acudiría a ayudarlo en el Sanatorio de Wahroonga con ciertas condiciones, incluyendo el privilegio de servir cualquier comida que pudiera desear servir en la mesa, yo le diría que mejor sería que no aceptase los servicios de aquellos que únicamente acuden con la condición de que se llegue a tales acuerdos; porque los términos con los que acudirían son evidencia de que usted no los quiere. Serían motivo de desconcierto para usted más que una ayuda. Me temo que cualquiera que haga propuestas de esta índole le causaría más preocupación y problemas de lo que podría permitirse. [...] MI1 266.2

Nunca permita que el Dr. se una a la institución creyendo él que se servirá a los pacientes té, café o carne. [...] MI1 266.3

En cuanto al asunto de la carne, sé que si hombres como el Dr. se unieran a la institución, usted no podría abordar este asunto sin gran preocupación y perplejidad. [...] MI1 266.4

Vivimos en una época trascendental y solemne. El esfuerzo de la construcción del sanatorio ha sido tremendo, y no podemos permitirnos el lujo que se unan a él quienes resultarían un estorbo para su obra y un perjuicio para su reputación. MI1 266.5

En cuanto a la carne, no la introduzca en el sanatorio [de Wahroonga]. No deberían servirse ni té ni café. En lugar de estas bebidas destructoras de la salud, deberían servirse [infusiones de] cereal tostado, preparadas de forma tan apetitosa como sea posible. En cuanto a la tercera comida, no haga obligatorio el consumo de solo dos comidas. La salud de algunos va mejor cuando toman tres comidas ligeras, y cuando se les restringe a dos, notan demasiado el cambio. MI1 266.6

Puede que al comienzo usted no tenga un número de pacientes en el sanatorio tan grande como lo tendrá más adelante, pero no se desanime.— Carta 200, 1902, pp. 1, 2, 9 (al Dr. D. H. Kress y su esposa, 15 de diciembre de 1902). MI1 266.7

Evitar provocar prejuicios. ¡Cuánto cuidado deberían tener los obreros para evitar nada que haga que la verdad resulte mal entendida, que se tergiverse o que se susciten prejuicios contra ella! MI1 267.1

Cuando sea posible, hagamos concesiones. Nunca hemos de desviarnos ni el grosor de un cabello de los principios que Dios ha establecido para nuestra dirección. Sin embargo, debemos de guardamos de imponer criterios personales. Cuando resulte evidente que ciertos métodos no son favorables a la obra del sanatorio, no hemos de persistir en seguir esos métodos, especialmente si la Palabra de Dios no los exige. Hemos de ser cuidadosos en el manejo de la verdad, no vaya a ser que tenga demasiado regusto a la vajilla [...]. MI1 267.2

Té, café o carne solo en las habitaciones. No hemos de fijar normas pensando que nunca han de ser cambiadas o modificadas. En nuestros sanatorios, el sábado, séptimo día de la semana, siempre ha de ser san-tificado. No ha de servirse nada de té, ni de café ni carne, fuera de algún caso especial, cuando el paciente lo desee de forma particular, y entonces estos alimentos deberían servírsele en su habitación. No han de introducirse criterios que la Biblia no requiera. Deberían realizarse todos los esfuerzos por ganar la confianza de los pacientes, para que su corazón pueda ser alcanzado por la verdad. Los obreros han de acercárseles cuanto puedan, llevándolos al sol del amor de Cristo. MI1 267.3

«La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos» (Sant. 3: 17).— Carta 213, 1902, pp. 6, 8, 9 («To Those in Positions of Responsibility in the St. Helena Sanitarium» [A los que ocupan puestos de responsabilidad en el Sanatorio de Santa Helena], 3 de noviembre de 1902). MI1 267.4

Satanás busca paralizar nuestra obra. Todos deben ser ahora precavidos en cuanto a adherirse a puntos de vista extremistas sobre la reforma prosalud. El Señor quiere conducirnos a todos con suavidad y prudencia. El enemigo busca llevarnos a extremos, y se siente igual de complacido al ver a concienzudos seguidores de la reforma prosalud requiriendo lo que Dios no requiere, como de verlos poniendo en su propia mesa y en las mesas del sanatorio comida que no es aceptable. Que los que acuden al sanatorio no vean que los adventistas del séptimo día carecen de sentido común. MI1 267.5

Nuestras instituciones han de desechar la carne. Este es un paso importante para los mundanos. Han de darse a nuestros pacientes y a nuestros huéspedes alimentos sencillos, apetitosos y saludables, que mantengan el cuerpo sano y eliminen toda excusa para el consumo de carne. Si se usan debidamente argumentos sensatos, se producirán muchos cambios. Pero si se descartan la leche y los huevos, ¿qué tipo de alimentación será representada? MI1 267.6

Que nadie considere que este asunto aminora la necesidad de la reforma prosalud. Se trata solo de meter los hilos y tejer el estampado de tal modo que la reforma prosalud quede debidamente representada. Como adventistas del séptimo día ahora no tenemos ningún derecho de imponer reglas estrictas a la gente. Cuando lo que pongamos en nuestra mesa llegue a ser dañino para la salud y la vida, Dios nos lo revelará. MI1 268.1

No eclipsar el mensaje del tercer ángel. Ha llegado el momento en que la reforma prosalud será debidamente valorada por muchos, tanto encumbrados como humildes. Pero no hemos de permitir que nada eclipse el mensaje que tenemos que dar: el mensaje del tercer ángel, relacionado con los mensajes del primer y del segundo ángel. No debemos permitir que lo secundario nos encierre en un círculo reducido, en el que no podamos obtener acceso al público en general. MI1 268.2

La iglesia y el mundo necesitan toda la influencia, todos los talentos que Dios nos ha dado. Todo lo que tenemos debería ser asignado para el uso del Señor. Al presentar el evangelio, hemos de dejar de lado nuestras opiniones personales. Tenemos un mensaje de alcance mundial, y el Señor quiere que sus siervos guarden de forma sagrada el legado que les ha dejado. A cada uno Dios le ha encomendado una labor. Entonces, que no se dé ningún mensaje falso. Que la grandiosa luz de la reforma prosalud no sea deformada en modo alguno convirtiéndose en algo incoherente. Las incoherencias de uno descansan sobre todo el cuerpo de creyentes; por lo tanto, cuando uno se va a los extremos, se hace mucho daño a la causa de Dios.— Carta 39, 1901, pp. 1-3 (al hermano Farnsworth y su esposa, 29 de mayo de 1901). MI1 268.3

La alimentación adecuada. Los que acuden a nuestros sanatorios en busca de tratamiento deberían recibir un suministro generoso de comida bien cocinada. Necesariamente, la comida puesta ante ellos debe ser más variada, en ingredientes, de lo que sería necesario en una familia en su hogar. Que la dieta sea de tal naturaleza que se dé una buena impresión a los huéspedes. Este es un asunto de gran importancia. Los que acudan al sanatorio será, muchos más si se les proporciona un suministro generoso de comida apetitosa. MI1 268.4

Una y otra vez, me he levantado de las mesas de nuestro sanatorio con hambre e insatisfecha. He hablado con los responsables, y les he dicho que era preciso que su menú fuera más generoso y la comida más apetitosa. Les dije que pusieran su ingenio en marcha para efectuar el cambio necesario de la mejor manera. Les dije que recordaran que lo que quizá satisficiera el gusto de los reformadores prosalud no lo haría en absoluto para los que siempre han comido lo que se considera exquisiteces. Puede aprenderse mucho de las comidas preparadas y servidas en un restaurante de comida sana dirigido con éxito. MI1 269.1

Hermano y hermana , a no ser que presten mucha atención a este asunto, el número de pacientes disminuirá en vez de aumentar. Existe el peligro de ir a los extremos en los cambios en la alimentación [...]. MI1 269.2

Los pacientes pagan un buen precio por su comida, y deberían recibir una cantidad generosa. Puede que algunos acudan al sanatorio en un estado que demande una rígida negación del apetito y la comida más sencilla, pero, a medida que mejore su salud, debería suministrárseles generosamente platos nutritivos. MI1 269.3

Puede que se sorprendan de que escriba esto, pero anoche se me indicó que una modificación en los menús cambiaría las cosas entre los pacientes. Es necesario un menú más abundante.— Carta 37, 1904, pp. 1, 2 (al Dr. D. H. Kress y su esposa, 18 de enero de 1904). MI1 269.4

Educación para la salud. El Señor espera que nuestros sanatorios eduquen a la gente para que aprenda a cocinar y comer de modo saludable. Es un error preparar un gran número de alimentos para una comida; algunos ingredientes, preparados cuidadosamente, y servidos de manera apetitosa, son todo lo que hace falta. Los productos cárnicos no hacen ninguna falta, porque no son lo mejor para el estómago humano. A menudo, los animales vendidos en el mercado están enfermos. [...] MI1 269.5

Le diré cómo abordamos este asunto del consumo de carne en Australia: Sara McEnterfer, que había sido mi asistente hasta el momento de mi viaje en barco desde Estados Unidos hasta Australia, no nos acompañó, pues estaba enferma. Una vez que se hubo recuperado algo, trabajó en el sanatorio, adquiriendo más experiencia de cómo atender a los enfermos. Más tarde, cuando se unió a nosotros en Australia, en Cooranbong, donde nos instalamos, tuvo amplia oportunidad de ejercitar sus aptitudes en el cuidado de enfermos y heridos.— Carta 363, 1907, pp. 2, 3 (al Dr. D. H. Kress, 5 de noviembre de 1907). MI1 269.6

La alimentación que más fuerza dé. Usted tiene demasiado poca preocupación y percibe con demasiada ligereza la responsabilidad de ofrecer una alimentación regular, variada y suficiente para sus empleados. Ellos precisamente necesitan una provisión abundante, fresca y sana. Son sometidos a esfuerzos constantemente; es necesario que conserven su vitalidad. Sus principios deberían recibir formación. Ellos, de todo el sanatorio, deberían ser dotados abundantemente de la comida más sana y que dé más vigor. MI1 270.1

La mesa de sus auxiliares debería estar provista no de carne, sino de un suministro abundante de buena fruta, cereales y verdura, preparados de forma apetitosa y saludable. Su descuido en hacer esto ha aumentado sus ingresos a un costo demasiado grande para la resistencia y el alma de sus obreros. Esto no ha complacido al Señor. La influencia de la dieta en su conjunto no recomienda sus principios a aquellos que se sientan a la mesa de un auxiliar. Si son dignos de constituir su familia, son dignos de la mejor alimentación, la que dé más resistencia, para que se planten en su pecho semillas que germinen y produzcan una cosecha para deshonra de Dios. Pero se ha hecho esto; y esto debe recibir atención. Además de hablar de ella, debe practicarse la igualdad.— Carta 54, 1896, p. 3 (a J. H. Kellogg, 10 de julio de 1896). MI1 270.2

Insistiendo en los principios básicos. Se me ha vuelto a indicar que todos los que cuidan de los enfermos en nuestros sanatorios deberían tener en cuenta que estas instituciones están establecidas para una obra especial y que han de ser dirigidas de una forma que lleve honra a Dios.— Ms 73, 1908, p. 1 («Counsels Repeated» [Consejos repetidos], 19 de junio de 1908). MI1 270.3

Patrimonio White, Washington, D. C., septiembre de 1954