Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

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Manuscrito 172 - El estudio de la historia

Génesis contiene la historia del mundo desde el comienzo. Ahí se revela que todas las naciones que se olviden de Dios y descarten su camino y su señal de obediencia, que distingue entre los justos y los injustos, los rectos y los malvados, los salvos y los perdidos, serán destruidas. Los primeros libros de la Biblia, que trazan la historia de las naciones, incluyendo la destrucción del mundo antiguo, muestran el predominio de la providencia de Dios que, de generación en generación, ha hecho provisión para la educación de un pueblo elegido. La palabra claramente escrita en relación con los justos y los injustos es un testimonio viviente con respecto a aquellos a los que el Señor santificará. Nadie que viva en desobediencia puede recibir su bendición. Solo los que son obedientes pueden recibir esta. 3MI 157.1

El Señor llama a todos a estudiar la filosofía divina de la historia sagrada, escrita por Moisés bajo la inspiración del Espíritu Santo. La primera familia puesta sobre la tierra es un ejemplo de todas las familias que existirán hasta el fin del tiempo. Hay mucho que estudiar en esta historia para que podamos entender el plan divino para la raza humana. Este plan está claramente definido, y el alma consagrada que ora llegará a ser un aprendiz del pensamiento y el propósito de Dios desde el principio hasta el fin de la historia de la tierra. Se dará cuenta de que Jesucristo, uno con el Padre, fue el gran motor de todo progreso, Aquel que es la fuente de toda la purificación y la elevación de la raza humana.— Manuscrito 85, 1899, p. 6 (The Sanitarium—Where Shall It Be Located? [El sanatorio: ¿Dónde ponerlo?], 5 de junio de 1899). 3MI 157.2

Caifás era el que había de estar en funciones cuando los tipos y la sombra hubieran de encontrarse con la realidad, cuando el verdadero Sumo Sacerdote hubiera de entrar en funciones. Cada actor de la historia ocupa su puesto y su lugar, pues la gran obra de Dios, según su propio plan, será realizada por hombres que se han preparado para ocupar puestos para el bien o para el mal. Pero su proceder no les es impuesto. No era preciso que se convirtieran en instrumentos de injusticia, como tampoco lo fue para Caín. Dios le dijo: «Si hicieras lo bueno, ¿no serías enaltecido?; pero si no lo haces, el pecado está a la puerta» [Gén. 4: 7]. Caín no quiso oír la voz de Dios y, en consecuencia, mató a su hermano. 3MI 158.1

Hombres de todos los caracteres, justos e injustos, ocuparán en sus posiciones. Con los caracteres que han formado, desempeñarán su papel en el cumplimiento de la historia. En una crisis, exactamente en el momento preciso, los hombres estarán de pie en los lugares para cuya ocupación se han preparado. Creyentes e incrédulos coincidirán como testigos para confirmar la verdad que ellos mismos no comprenden. Todos cooperarán en el logro de los propósitos de Dios, como hicieron Anás, Caifás, Pilato y Herodes. 3MI 158.2

El cielo y la tierra pasarán, pero no se malograrán ni una jota ni una tilde de la palabra de Dios. Ella durará por siempre. Todos los hombres, con independencia de su posición, con independencia de su religión, leales o desleales a Dios, malvados o justos, se preparan para hacer su obra en las escenas finales del día del Señor. Se pisotearán unos a otros al representar sus atributos naturales y cumplir sus propósitos; pero llevarán a cabo el propósito de Dios. Los sacerdotes pensaron que llevaban a cabo sus propios propósitos, pero de forma inconsciente e involuntaria, estaban cumpliendo el propósito de Dios. «Él revela lo profundo y lo escondido, conoce lo que está en tinieblas y con él mora la luz” [Dan. 2: 22]. 3MI 158.3

Si el estudioso de la Biblia aprende del gran Maestro que inspiró la historia bíblica, conocerá la verdad. La palabra es luz, y para los que escudriñan sus páginas con diligencia, ella se ilumina con los brillantes rayos del Sol de Justicia.— Manuscrito 101, 1897, pp. 3, 4 (The True High Priest [El auténtico Sumo Sacerdote], septiembre de 1897). 3MI 159.1

La historia y la profecía testifican que el Dios de toda la tierra revela secretos al mundo a través de sus portaantorchas escogidos. Un mundo escéptico, hablando y escribiendo sobre la educación superior, parlotea de cosas que no entiende. No ve que la verdadera educación superior abarca un conocimiento más perfecto de Dios y de Jesucristo, al que él envió. Hay algunos que entienden que toda la auténtica ciencia humana procede del Dios de la ciencia, y que Dios demuestra al mundo que él es rey sobre todos. 3MI 159.2

Nabucodonosor, mediante su terrible humillación en la pérdida de su razón, fue llevado a ver su propia debilidad y a reconocer la supremacía del Dios vivo. Declaró: «Al fin del tiempo, yo, Nabuco- donosor, alcé mis ojos al cielo y mi razón me fue devuelta; bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es sempiterno; su reino, por todas las edades. Considerados como nada son los habitantes todos de la tierra; él hace según su voluntad en el ejército del cielo y en los habitantes de la tierra; no hay quien detenga su mano y le diga: “¿Qué haces?”. [...] Ahora yo, Nabuco- donosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia» [Dan. 4: 34-37]. 3MI 159.3

Dios le ha asignado un lugar a cada hombre en su gran plan. Ya sea mediante la verdad o la mentira, mediante la insensatez o la sabiduría, cada cual está cumpliendo un propósito, cada cual está produciendo ciertos resultados. Y cada cual, según si elige la obediencia o la desobediencia, está decidiendo su propio destino eterno. A cada uno se le da libertad de acción, y en cada cual descansa la responsabilidad de sus propias acciones. Pero las palabras y las acciones deben pasar la prueba de la elevada norma de Dios, o seremos atados con los impíos para recibir una retribución eterna.— Manuscrito 36, 1896, pp. 2-4 (Obedience the Condition of Success [La obediencia, la condición del éxito], 9 de diciembre de 1896). 3MI 159.4

PATRIMONIO WHITE,

12 de febrero de 1965