Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

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Manuscrito 174 - Material para el manuscrito de A. V. Olson (Thirteen Crisis Years)

(Trece años de crisis)

Nunca antes he visto entre nuestro pueblo tan firme autocomplacencia ni tanta desgana para aceptar y reconocer la luz manifestada en Minneapolis. Se me ha mostrado que ni uno del grupo que abrigó el espíritu manifestado en el congreso volvería a tener clara luz para discernir lo precioso de la verdad enviada a ellos desde el cielo hasta que humillaran su orgullo y confesaran que no fueron movidos por el Espíritu de Dios, sino que su mente y su corazón estaban llenos de prejuicio. El Señor deseaba acercarse a ellos, bendecirlos y sanarlos de sus recaídas, pero ellos no querían escuchar. Fueron movidos por el mismo espíritu que inspiró a Coré, Datan y Abiram [...]. 3MI 165.1

Cuando me proponía marcharme de Minneapolis, el ángel del Señor se puso junto a mí y dijo: «No será así; Dios tiene una obra para que la hagas en este lugar. La gente está repitiendo la rebelión de Coré, Datán y Abiram. Te he puesto en tu debido puesto, que los que no están en la luz no reconocerán; no harán caso de tu testimonio; pero yo estaré contigo; mi gracia y mi poder te sostendrán. No te desprecian a ti, sino a los mensajeros y al mensaje que envío a mi pueblo. Han demostrado desprecio por la palabra del Señor. Satanás ha cegado sus ojos y pervertido su juicio; y a menos que cada alma se arrepienta de este pecado suyo, de esta independencia no santificada que insulta al Espíritu de Dios, andarán en tinieblas. Quitaré el candelabro de su lugar, a no ser que se arrepientan y se conviertan para que yo los sane. Han oscurecido su visión espiritual. No querían que Dios manifestara su Espíritu y su poder; porque tienen un espíritu de burla y repugnancia ante mi palabra. Practican a diario el desenfado, la frivolidad, las bromas y los chistes. No han puesto su corazón en buscarme. Andan siguiendo las chispas que ellos mismos generan y, a no ser que se arrepientan, en dolor serán sepultados. Así dice el Señor: “Mantente en tu puesto del deber; porque yo estoy contigo, y no te desampararé ni te dejaré”». No he osado ignorar estas palabras de Dios.— Carta 2a, 1892, pp. 4, 5 (a «Queridos sobrinos Frank (F. E.) y Hattie”, 5 de noviembre de 1892). 3MI 166.1

He asistido a la reunión de clausura de la escuela bíblica ministerial, una escuela compuesta de delegados de Asociación y de los que han venido asistiendo al concilio ministerial. En este encuentro se pidió a varias personas que dijeran algo. Hicieron observaciones apropiadas para la ocasión los pastores Olsen, Waggoner, Prescott y Smith; también el pastor Haskell, cuya vida ha sido misericordiosamente preservada durante su viaje alrededor del mundo. 3MI 166.2

Hablé de asuntos que estaban profundamente grabados en mi mente. Me referí al temor que ha sido expresado por algunos que no formaron parte del concilio ministerial y que no habían estado presentes en absoluto en las clases de Biblia de la escuela: un temor de que se corría el peligro de llevar el tema de la justificación por la fe demasiado lejos, y de no centrarse lo suficiente en la ley. 3MI 166.3

A juzgar por los encuentros a los que tuve el privilegio de asistir, no pude ver causa alguna de alarma; y, por ello, me sentí llamada a decir que este temor era abrigado por los que no habían oído todas las preciosas lecciones dadas y que, por lo tanto, no tenían justificación para llegar a tal conclusión. Ninguno de los miembros de la clase que venían estudiando la Palabra para aprender «¿Qué dice la Escritura?» albergaba semejante temor. La Biblia, y la Biblia sola, ha sido el tema de investigación en esta escuela. Cada lección se ha basado no en las ideas y las opiniones de los hombres, sino en un claro «Así dice Jehová».— Manuscrito 21, 1891, pp. 1, 2 (Cristo nuestra justicia, 27 de febrero de 1891). 3MI 166.4

Nuestras reuniones han sido sumamente provechosas, y de esta reunión los pastores irán por todo el mundo a predicar el evangelio.— Carta 61, 1891, p. 2 (a «Querida hermana Lizzie [Bangs]», 21 de febrero de 1891). 3MI 167.1

Asistí al concilio ministerial e hice algunas observaciones importantes en cuanto a la necesidad de la escuela ministerial y sobre la importancia de que los pastores dedicaran cierto tiempo para obtener instrucción en el estudio de la Biblia que los capacite para hacer un mejor trabajo. Así se pondrían en la posición más favorable para obtener un conocimiento de cómo trabajar. Esto es necesario, porque ha habido en nuestro medio tanto trabajo reaccionario que las iglesias han recibido teorías muy confusas en cuanto a la verdad para este tiempo. Es esencial que nuestros pastores hablen las mismas cosas en nuestras iglesias y que den a la trompeta un sonido certero. Es preciso que nuestros pastores estén ellos mismos convertidos a la verdad. Entonces podrán ir por doquier, portando el mensaje de verdad para este tiempo. 3MI 167.2

No es preciso que los maestros de la verdad bíblica estén siempre aprendiendo sin llegar nunca al conocimiento de la verdad respecto a la justificación por la fe y la justicia imputada de Cristo. Tan pronto como se capta la verdad y el poder del Espíritu Santo graba la imagen de Cristo en el alma, no tarden, vayan a proclamar por dondequiera la palabra de vida, como hicieron los apóstoles. Enseñando, ustedes serán enseñados por el Espíritu Santo.— Manuscrito 19, 1891, p. 1 (Diario, Nuestras editoriales, 3 de marzo de 1891). 3MI 167.3

Hemos tenido un congreso muy interesante [...]. Asistí a todas las reuniones de la mañana, salvo a tres, y hablé con los pastores con gran facilidad de palabra. El Señor ha estado en medio de nosotros, y hemos visto su salvación. Nunca acudí a un congreso de la Asociación General en el que se manifestara tanto el Espíritu del Señor en el estudio de su Palabra como en esta ocasión. Durante tres semanas se celebró una reunión tras otra. Cada mañana había una reunión a las cinco y media para los pastores, y había momentos especiales de consuelo de la presencia del Señor. Estas reuniones de pastores tenían un carácter solemne. Había profundidad de sentimiento, acción de gracias y alabanza, ofrecidos a Dios por su maravillosa bendición otorgada en el escudriñamiento de su palabra. 3MI 167.4

El concilio ministerial fue ocasión de un atento escudriñamiento de las Escrituras. Las puertas de los corazones no estaban cerradas a cal y canto, para que los rayos de luz penetraran en las cámaras entenebrecidas de la mente y el poder santificador limpiara y perfeccionara el templo del alma. Precisamente en medio de su estudio, durante el pasado invierno, hubo momentos en que nadie dudaba en la clase de que el Consolador, el Santo Espíritu de Dios, estaba haciendo su labor. «Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras» [Luc. 24: 45]. Y los preciosos oráculos fueron para ellos, verdaderamente, la voz de Dios. Los corazones se vieron afectados, y alabaron a Dios con llanto y regocijo. Se dieron testimonios intensos y edificantes, y salieron a trabajar, confiando en que serían hechos eficientes gracias a la obra del Espíritu Santo.— Carta 3, 1891, pp. 1, 2 (a los hermanos Fulton y Burke, 20 de marzo de 1891). 3MI 168.1

Tuvimos un viaje favorable de Washington a este lugar. Sufrí de manera considerable con el calor y algo de alteración cardíaca, pero mucho menos de lo que había previsto [...]. Llegamos a Battle Creek hacia las tres, y encontramos a todos bien y contentos de vemos. 3MI 168.2

Supimos que el sábado había habido una maravillosa reunión, similar a las que tuvimos en Brooklyn, Danvers y en Washington. Casi todos los miembros de la congregación se habían presentado para que se elevaran oraciones por ellos y, entre ellos, los hermanos Pres- cott y Smith. Se había leído el número extra de la Review and Herald, y el testimonio de todos había sido que el poder de Dios acompañó a la lectura del artículo. Dijeron que esto causó una profunda impresión. El hermano Olsen había hecho algunas observaciones en las que se preguntaba por qué el poder de Dios que acompañó la presentación ante ellos del testimonio a la iglesia en aquel artículo cuando la persona que lo escribió no estaba presente. Les había pedido que consideraran ese asunto cuidadosamente. ¿No les hablaba el Espíritu de Dios con voz inconfundible en vindicación de los testimonios y de la obra que había encomendado a la hermana White? El profesor Pres- cott había hecho una confesión que se remontaba a Minneapolis, y esto causó una profunda impresión. El lloró mucho. El pastor Smith había dicho que el testimonio se refería a él; había dicho que creía que estaba dirigido a él, pero se detuvo ahí y no fue más allá. Pero ambos se habían presentado allí como penitentes, buscando al Señor. Bueno, dijeron que nunca habían tenido una reunión semejante en Battle Creek, y que, no obstante, la obra debe seguir, porque acaba de empezar [...]. Creo por completo que el Señor me envió aquí, y esa temida dificultad cardíaca no me inquietó en absoluto después de que llegáramos a Battle Creek.— (al hermano J. S. Washburn y su esposa, 8 de enero de 1891). 3MI 168.3

El martes de noche me sobrevino un gran agobio. No podía dormir. El pastor Smith estaba delante de mí y mis súplicas ascendían al cielo intercediendo por él toda la noche. Yo estaba en un espíritu de agonía luchando con Dios, y una gran esperanza por él tomó posesión de mi alma. Él es uno de nuestros veteranos, uno de nuestros hombres fiables, y el Señor le dará su poder protector.— Manuscrito 54, 1890, p. 2 (Diario, De nuevo en Battle Creek, 30 a 31 de diciembre de 1890). 3MI 169.1

Sábado 3 de enero de 1891. Hablé en el Tabernáculo ante un templo atestado. No tenía idea de decir cosas tan claras e incisivas como las que dije, pero el Señor habló a través del agente humano. Me sentía conminada, y no podía retener el mensaje dado. Oro al Señor para que las palabras habladas puedan encontrar acceso a los corazones. 3MI 169.2

El Tabernáculo estaba abarrotado hasta su capacidad máxima. ¡Ay, cuánto echaba yo de menos en espíritu a los hombres que, por resistencia a la luz que Dios había dado, los últimos dos años han llenado de obstáculos el camino para que el Espíritu de Dios no encuentre acceso a su corazón! Oí una voz que les decía: «Ustedes mantienen su incredulidad. Apártense o cierren filas entrando en la formación y acometiendo la obra de todo corazón”. 3MI 169.3

¿Debe este agobio estar siempre sobre mí aquí en Battle Creek? ¿Debo sobrellevar siempre esta pesada carga? ¿Debe mi testimonio ser de ese carácter para reprobar, reprender? ¡Tenga el Señor misericordia de mí y me ayude para ser hallada veraz y fiel para hacer la voluntad de Dios, para guardar el camino del Señor haciendo justicia y juicio! 3MI 169.4

Aquí se ha iniciado una buena obra, pero no está completa. Hay hombres que no saben ni entienden. ¿Quedará frustrada en algunos de los crueles escollos, y la iglesia, por no hacer un trabajo cabal, se verá obligada a vadear otro año de oscuridad? ¡No lo quiera Dios! ¡Ay, ojalá puedan hallarse justos que aboguen por el pueblo de Dios y cuyas oraciones prevalezcan! 3MI 169.5

Me alegraría muchísimo ver el espíritu de confesión consolidado en toda la iglesia. Muchos obtienen ahora una vislumbre de su auténtica situación y de sus necesidades reales. Si perseveran, realizan una obra cabal y siguen acercándose a Dios, él se acercará a ellos y levantará por ellos un estandarte contra el enemigo. Habrá, ciertamente, un derramamiento del Espíritu de Dios. La iglesia no puede sobrestimar su pecaminoso descuido del deber, su infidelidad y su descuido en recibir la luz y practicar la verdad. No mejorar su oportunidad ha traído una visión deficiente, y ha debilitado su fe y el correspondiente celo en el serio esfuerzo por andar en la luz. Por su incredulidad —por la actitud y la posición de la iglesia—, los pecadores en nuestras filas se han endurecido, y es terrible que se hayan establecido en la incredulidad. 3MI 170.1

Cuando Jesús está en el santuario de lo alto, cuando tenemos un Abogado en los atrios del cielo, ¡con cuánto fervor debería producirse la correspondiente obra de intercesión en la tierra! Aunque podemos ver y deberíamos sentir la culpa del pecado, hemos de apreciar la misericordia de Dios a través de la expiación. El Señor ha prometido que, por el sacrificio propiciatorio, ciertamente perdonará nuestras iniquidades si nos arrepentirnos. Ahora, mientras Cristo aboga por nosotros, mientras el Padre acepta los méritos del Sacrificio expiatorio, pidamos y recibiremos. Que todos confiesen sus pecados y que vayan de antemano a juicio para que puedan ser perdonados por amor a Cristo y que se pueda anotar el indulto al lado del nombre de cada cual [...]. 3MI 170.2

Tuve una conversación con el pastor Smith, más favorable que cualquier charla anterior. ¡Parece tan deseoso de venir a la luz! Ve que su proceder no ha sido recto en algunas cosas, y sé que esto debe verlo antes de poder estar estrechamente conectado con Dios. Desde el congreso de Minneapolis, él ha venido contrarrestando mi labor por su posición. La luz que Dios me ha dado para la iglesia no ha sido recibida plenamente a causa de su posición. Su actitud ha sido algo más que palabras. Pero, después de conversar con él con franqueza, y de mostrarle el daño que él hacía a los que no querían creen el mensaje ni recibir a la mensajera ni el consejo de Dios, parece que vio con más claridad la posición que había ocupado. Estaba decidido a hacer sendas derechas para sus pies, y a quitar las piedras de tropiezo, para que los cojos no se desvíen del camino, sino que sean sanados de su debilidad y su ineficiencia. 3MI 170.3

El Señor obra, y no quitaré el trabajo de sus manos para ponerlo en las mías. Esta es mi oración para el hermano Uriah Smith: que él triunfe con el mensaje del tercer ángel, que la trompeta dé un sonido certero, que un pueblo pueda estar preparado para el gran día de Dios. No tenemos tiempo que perder [...]. 3MI 171.1

El pastor Smith entró y solicitó contar con un número selecto de personas presentes a las que deseaba dirigirse y, en la medida de lo posible, confesar dónde se había equivocado [...]. 3MI 171.2

A las tres de la tarde el grupito se reunió en mi despacho. El pastor Smith dijo unas palabras, luego leyó la carta que yo le había escrito el martes de noche tras pensar en el asunto. Entonces el hermano Smith, entre lágrimas, hizo confesión plena y franca del mal proceder que había tenido. Se comprometió, mientras me agarraba la mano, a estar a mi lado y a no volver a causarme nunca tristeza en el alma. Este fue un momento agradable para la consideración del Señor y para la contemplación de todos nosotros. Esperábamos que Frank Belden siguiera al hermano Smith, pero no lo hizo. 3MI 171.3

Anhelamos ver a todos los que no han discernido la luz discernir la verdad y la justicia y seguir juntando y abrigando todo rayo divino de luz [...]. Tengo entendido que el sábado el pastor Smith hizo confesiones muy completas y que el hermano Rupert también confesó. En sus confesiones se remontaron al congreso de Minneapolis y confesaron los errores que habían cometido, en su ceguera, y que su espíritu y sus acciones en aquella ocasión habían estado en el error. El Señor tenía una preciosa verdad que desplegar ante su pueblo que ellos, llenos de incredulidad y prejuicio, no podían apreciar, y trabajaron para contrarrestar el Espíritu de Dios [...]. 3MI 171.4

Nos enteramos de la buena obra que se ha venido haciendo en la iglesia. El pasado sábado, de tarde, el pastor Smith asistió a la reunión de instituto ministerial en la capilla conectada con la oficina. Volvió a hablar de sus errores y se remontó a Minneapolis y confesó su error allí y desde aquel momento. Hubo un buen espíritu en la reunión y hubo avances. Me sentí agradecida a Dios por estas prendas de la obra del Espíritu de Dios. 3MI 171.5

Esta obra de confesión que se está desarrollando despejará el camino del Rey. Prosiga la buena obra y que nueva esperanza, nueva fuerza y valor vengan al pueblo de Dios. Estos hombres que han levantado la cruz tienen una naturaleza terca, y el poder de Dios de obrar milagros se había apoderado de ellos y nos regocijamos. Respetamos al hermano Smith. Nuestra confianza en él está restaurada. Nos sentimos más estrechamente unidos con él en Jesucristo [...]. 3MI 171.6

Asistí a la reunión en la capilla y hablé en reunión para los alumnos de ministerio. Tuvimos un encuentro excelente. Hubo un espíritu muy tierno. Muchos se están acercando a Dios y viniendo a la luz, y el Señor los ayuda a quitar la basura de la puerta del corazón para dejar que entre Jesús. Ahora hay un cambio en la expresión del semblante de ellos.— Manuscrito 40, 1891, pp. 3, 4, 7-9, 11, 20, 23 (Diario, enero de 1891. Comienza el 1 de enero de 1891). 3MI 172.1

El hermano Rupert ha de confesar también. Se lo dije hace dos años, en Potterville, y ha oído lo mismo de mis labios una vez tras otra, pero el hermano Smith ha sido su piedra de tropiezo y la piedra de tropiezo de muchos otros.— Carta 73, 1890, p. 2 (al hermano Uriah Smith, 5 de noviembre de 1890). 3MI 172.2

Recibí dos significativas cartas del pastor Olsen y de Leroy Ni- cola, con una confesión sumamente completa del papel que desempeñó en Minneapolis. Es completa, y alabo al Señor por la victoria que este hermano ha logrado sobre el enemigo que lleva cuatro años impidiéndole venir a la luz. ¡Ay, qué difícil es curar la rebelión! ¡Cuán fuerte es el poder engañador de Satanás! [...]. 3MI 172.3

He pasado muchas horas sin dormir durante la noche. Las buenas noticias de Estados Unidos me mantuvieron despierta. ¡Oh, cuánto se regocija mi corazón por el hecho de que el Señor esté obrando por su pueblo, con la información en la larga carta del pastor Olsen, de que el Señor, por medio de su Santo Espíritu, estaba obrando en el corazón de los que han sido convencidos en gran medida de su verdadera situación ante Dios, pero que, no obstante, no han humillado antes su corazón para confesar! El Espíritu del Señor los llevó al límite en este congreso. El pastor Morrison, que lleva mucho tiempo siendo presidente de la Asociación de Iowa, hizo una confesión completa. Madison Miller, que ha estado bajo el mismo poder engañador del enemigo, hizo su confesión, y así el Señor, ciertamente, se muestra misericordioso y de tierna compasión hacia sus hijos que no han recibido la luz que les ha dado, sino que han venido andando y trabajando en las tinieblas.— Manuscrito 80, 1893, pp. 3, 4 (Diario, 18 de abril a 31 de mayo de 1893). 3MI 172.4

Es muy posible que los pastores Jones y Waggoner puedan ser vencidos por las tentaciones del enemigo; pero, si lo son, ello no demostraría que no tuvieran ningún mensaje proveniente de Dios, ni que la obra que han hecho estuviera errada. Pero, si esto ocurriera, ¿cuántos adoptarían esta posición y entrarían en un fatal engaño porque no están bajo el control del Espíritu de Dios? Andan siguiendo las chispas que ellos mismos generan, y no pueden distinguir entre el fuego que han prendido y la luz que Dios ha dado, y andan con ceguera, como hicieron los judíos. Sé que esta es la posición misma que muchos adoptarían si cualquiera de estos dos hombres cayera, y oro que estos hombres sobre los que Dios ha puesto la responsabilidad de una obra solemne puedan dar a la trompeta un sonido certero y que honren a Dios a cada paso, y que su senda a cada paso pueda aumentar en brillo de manera creciente hasta el fin del tiempo.— Carta 24, 1892, p. 5 (al pastor Uriah Smith, 19 de septiembre de 1892). 3MI 172.5

Me entristecería verles separados de la causa y la obra de Dios. Pero no querría que ocupes tu actual posición de gran responsabilidad a no ser que llegues a entender mejor tu relación con Dios y sus reivindicaciones sobre ti, y tu relación con tus semejantes [...]. 3MI 173.1

En vez de aprender de Cristo mansedumbre y humildad de corazón, has crecido en autoestima y en prepotencia. El egoísmo se ha entrelazado en todos tus empeños. Ha contaminado tu trabajo y arruinará tu alma a no ser que cambies esta situación decidida y firmemente [...]. 3MI 173.2

¿No has sacrificado en gran medida los intereses espirituales y eternos por meras cosas mundanales temporales? ¿Cuán cercanas a tu alma han estado la obra y la causa de Dios? ¿No ha sido muy pequeña tu abnegación por Jesús? 3MI 173.3

Tienes otra vida que sustentar distinta de aquella que se nutre de pan temporal. Tienes un alma que considerar cuidadosamente, no vaya a ser que se pierda para siempre [...]. 3MI 173.4

Desde el otro lado de las aguas del amplio Pacífico clamo a ti: Mira y vive. Mira continua, constante, fervientemente, al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. La santificación del alma se logra contemplándolo resueltamente por fe como el Hijo unigénito de Dios, lleno de gracia y verdad [...]. 3MI 173.5

Frank, mi querido sobrino, el poder de los principios que profesas ha sido neutralizado demasiado a menudo por tu conducta [...]. El Señor puede bendecirte solo cuando acudas a él con corazón humil- de, confesando tus errores y tus pecados. 3MI 173.6

Cuando seas iluminado por el Espíritu Santo, verás aquella maldad de Minneapolis tal como es, como Dios la considera. Si jamás vuelvo a verte en este mundo, ten por seguro que te perdono el dolor, la angustia y el pesar que has traído sobre mi alma sin causa alguna. Pero, por amor de tu alma, por el amor de Aquel que murió por ti, quiero que veas y confieses tus errores. Te uniste, ciertamente, con los que resistieron al Espíritu de Dios. Tenías toda la evidencia que necesitabas de que el Señor obraba por medio de los hermanos Jones y Waggoner; pero no recibiste la luz; y, tras los sentimientos consentidos, las palabras pronunciadas contra la verdad, no te sentiste dispuesto a confesar que habías hecho mal, que estos hombres tenían un mensaje de Dios, y que habías despreciado tanto el mensaje como a los mensajeros [...]. 3MI 174.1

La influencia del capitán Eldridge sobre ti no ha sido buena en algunas cosas. Tu influencia con él podría haber sido mucha más para su bien y para la gloria de Dios de la que ha sido. Pero el pasado, con su carga de historia, ha entrado en la eternidad; ahora tu única esperanza de salvación está en el arrepentimiento, la confesión y la conversión a Dios, con sometimiento y obediencia infantiles a su voluntad. Hablo muy en serio; no podría eliminar una jota ni una tilde de la verdad por complacerte ni por hacerte mi mejor amigo. No; para ti es asunto de vida o muerte. No hay tiempo para que juguemos con las realidades eternas. Debemos ser salvos a la manera de Dios, tal como lo ha presentado en su palabra; si no, jamás podremos ser salvos en absoluto. Debemos ser puros, de corazón indiviso, firmes a los principios como una roca. Jesús dijo: «Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» [Mat. 16: 24]. Gracias a Dios, sí, gracias a él con el corazón y con la voz, porque sigue siendo nuestro Redentor compasivo, dispuesto a perdonar el pecado y a limpiamos mediante su propia sangre de toda mancha que el pecado ha hecho.— Carta 2a, 1892, pp. 1-5, 8 (a «Queridos sobrinos Frank [F. E.] y Hattie Belden», 5 de noviembre de 1892). 3MI 174.2

Por hábil que el capitán Eldridge pueda haber sido en el gobierno de navios en mar abierto, fue incapaz de gestionar las responsabilidades en el seno de la obra.— Carta 124, 1896, p. 2 (a J. Edson White, 9 de agosto de 1896). 3MI 174.3

Hermano mío, usted no ha sido lo que Dios quería que fuera: que creciera hasta la plena estatura de un hombre en Jesucristo [...]. Usted ha dejado de crecer en gracia y en el conocimiento de la verdad. ¿No se da cuenta de que ha perdido su conexión vital con Dios? A no ser que se abra el asunto ante usted, usted ahora no puede ver el gran bien que podría haber logrado si se hubiera mantenido en contacto vital con Dios. Hay personas a las que usted podría haber ayudado, bendecido y salvado si hubiera empleado de forma óptima los poderes que Dios le concedió. Hoy, el momento actual, es suyo. Puede que sea su última oportunidad, su último privilegio, hablar y actuar como alguien que debe rendir cuentas [...]. Su propio descuido en mejorar y aumentar la labranza de Dios ha perdido para usted su influencia y su poder. ¿Querrá usted recordar que Dios tiene en sus manos la vida de usted y la vida de cada miembro de su familia y de la familia con la que usted se ha unido? [...]. 3MI 174.4

Usted ha dejado de avanzar. Hay mucho que podría haber hecho en muchos frentes, pero usted está perdiendo su aptitud, y esta disminuirá cada vez más, a no ser que despierte y use sus talentos para la gloria de Dios. El Señor quiere lo que él llama hombres valientes, hombres con tacto y capacidad, que puedan afrontar las dificultades y superarlas [...]. 3MI 175.1

¿No se unirá usted estrechamente con Dios? No malgaste sus poderes físicos y mentales en la inacción. Que su ejemplo sea un recordatorio constante de lo que Dios requiere de todo administrador con medios y capacidad. La fe y la oración lo harán todo por usted. Que el Señor se mueva sobre usted mediante su Santo Espíritu. ¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!— Carta 79, 1898, pp. 4, 6, 8, 9 (a Harmon Lindsay, 3 de octubre de 1898). 3MI 175.2

Tu proceder habría sido el proceder que había que tener si no se hubieran producido cambios en la Asociación General. Pero ha habido cambios, y se realizarán muchos cambios más, y se verán grandes novedades [...]. 3MI 175.3

Me duele pensar que estés usando palabras que escribí antes del congreso. Desde el congreso se han producido grandes cambios [...]. 3MI 175.4

En el pasado se siguió una conducta terriblemente injusta. Se reveló una falta de principios. Pero, por compasión hacia su pueblo, Dios ha provocado cambios [...]. 3MI 175.5

El proceder que antes del congreso podría haber sido una necesidad ya no es necesario; porque el Señor mismo se interpuso para poner las cosas en orden. Él ha dado su Santo Espíritu. Estoy segura de que pondrá en orden los asuntos que parecen avanzar mal.— Carta 54, 1901, pp. 1, 3, 4 (a «Mi querido hijo Edson», J. E. White, junio de 1901). 3MI 175.6

El único conocimiento verdadero del mensaje de la justicia de Cristo, el único criterio verdadero de evaluación, es la aceptación personal de él.— Carta 31a, 1894, p. 16 (a A. R. Henry, 27 de octubre de 1894). 3MI 176.1

Mis queridos hermanos y hermanas de Iowa, decidan revelar la justicia de Cristo más plenamente de lo que la han revelado en el pasado; decidan mostrar que ustedes no son de este mundo, sino del reino de los cielos. Ustedes corren peligro de perderse una gran experiencia. ¿No cultivarán la gracia de Cristo en su corazón? Que el egoísmo, que brota del amor a uno mismo, los separe a unos de otros y de Dios. Atense mutuamente con cuerdas de benevolencia cristiana. Si son fieles, oirán de los labios del Salvador las palabras: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel [...]. Entra en el gozo de tu señor” [Mat. 25: 21].— Carta 134, 1902, p. 8 (a «Queridos hermanos y hermanas de la Asociación de Iowa». Copiado el 27 de agosto de 1902). 3MI 176.2

PATRIMONIO WHITE,

6 de abril de 1965