Elena De White: Mujer De Visión

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CAPITULO 6—Los ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA EN TIEMPO DE GUERRA

Alalborear el año 1861, los Estados Unidos se hallaban en cierta medida en un estado de agitación. La reciente elección presidencial había polarizado a los estados del Norte y a los del Sur, donde se tenían esclavos. Antes de la inauguración de Lincoln como presidente, Carolina del Sur aprobó una ordenanza por la que se separaba de los Estados Unidos. MV 89.1

Los adventistas observadores del sábado no simpatizaban con la esclavitud y eran conscientes, por supuesto, de las tensiones y de la conmoción, pero se habían mantenido al margen de los asuntos relativos a la situación política. Precisamente en ese tiempo, mediante una visión se le dio luz a Elena de White concerniente a lo que se avecinaba: MV 89.2

Se me mostró que muchos no comprenden la extensión del mal que ha venido sobre nosotros. Se han hecho ilusiones de que las dificultades nacionales pronto se arreglarían, y que la confusión y la guerra terminarían; pero todos se convencerán de que este es un asunto más real de lo que se anticipaba... MV 89.3

Se me presentaron el Norte y el Sur. El Norte ha sido engañado respecto al Sur. Ellos están mejor preparados para la guerra que lo que se ha explicado. La mayoría de sus hombres son bien hábiles en el uso de las armas, algunos de ellos por su experiencia en el frente de batalla, otros por la práctica habitual del deporte [de la caza]. En este respecto están en ventaja sobre el Norte, pero en términos generales, no tienen el valor y el poder de resistencia que poseen los hombres del Norte (IT, pp. 264-266). MV 89.4

Los Adventistas del Séptimo Día, que acababan de organizarse como iglesia, se vieron forzados, al iniciarse la guerra entre los estados norteamericanos, a introducirse en un área muy difícil y delicada. No había pautas a seguir. Si bien los Diez Mandamientos prohibían quitar la vida y profanar el séptimo día o día de reposo, la historia del pueblo de Dios de la antigüedad bajo la teocracia no era un paradigma. Pero Dios no dejó a su pueblo remanente para que anduviese a los tumbos. Oraron y estudiaron, y cuando Dios les aconsejó a través de su mensajera, Elena de White, ellos prestaron atención. MV 89.5

Aun antes de que se disparasen los primeros tiros de la Guerra Civil, Elena había recibido una perspectiva del conflicto inminente y de su ferocidad. Las visiones dadas en Parkville, Michigan; Roosevelt, Nueva York; y Battle Creek, Michigan, colocaron a los adventistas en la posición única de saber, primero, sobre la guerra venidera y su larga duración, y luego, en cuanto a su filosofía, con la seguridad de que Dios controlaba con su mano los asuntos de la nación. MV 90.1

Elena dijo: “Vi que tanto el Sur como el Norte estaban siendo castigados”. MV 90.2

Dios está castigando al Norte, porque ellos por tanto tiempo han permitido que exista el pecado maldito de la esclavitud; porque a la vista del cielo es un pecado de lo más infame. Dios no está con el Sur, y finalmente los castigará terriblemente (Id., p. 359). MV 90.3

Ella contrastó la dirección que Dios daría con la del gran adversario, Satanás mismo: MV 90.4

El jefe general de los rebeldes, Satanás, está familiarizado con las alternativas de esta guerra, y él dirige a sus ángeles para que asuman la forma de generales muertos, para que imiten sus modales y exhiban sus rasgos de carácter peculiares. Los dirigentes del ejército realmente creen que los espíritus de sus amigos y de los guerreros muertos, los padres de la Guerra Revolucionaria, los están guiando (Id., p. 364). MV 90.5