Elena De White: Mujer De Visión

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LA NOTICIA LLEGA A ELENA DE WHITE

Ese martes de noche Elena de White, en su hogar en Elmshaven, había dormido poco. En visión había agonizado por las condiciones en Battle Creek.. Cuando bajó al comedor para desayunar el miércoles de mañana, Sara McEnterfer le dijo que la planta publicadora Review and Herald se había quemado la noche anterior, C. H. Jones había telefoneado para dar la noticia. No fue una sorpresa para Elena de White. Sólo unos pocos días antes, con la pluma en la mano, perdió conciencia de lo que la rodeaba y nuevamente vio una espada de fuego sobre Battle Creek, “yendo primero en una dirección y luego en otra”, con un desastre que seguía a otro (Carta 37,1903). MV 437.7

El sanatorio se había quemado en febrero; ahora la Review había desaparecido. Tomando su pluma, le escribió a Edson: MV 438.1

Oh, me siento tan triste porque... el Señor ha permitido esto, porque su pueblo no quiso oír sus advertencias y no se arrepintió para ser convertido, para que él lo sanase. Muchos han despreciado las palabras de advertencia. Oh, cuán triste es esto. Cuán grande es la pérdida de libros y muebles y de las instalaciones... Mi oración es que el Señor tenga misericordia de nosotros (Carta 214, 1902). MV 438.2

Por diez años Elena de White había estado notando las tendencias que prevalecían en la administración de la Review and Herald, la casa publicadora, y la agonía que había sufrido en su alma alcanzó un nivel casi insoportable durante las semanas anteriores al incendio. Los administradores habían perdido su sentido de justicia y responsabilidad. Los empleados habían perdido mucho de su dedicación desinteresada y de su consagración. Las juntas directivas habían perdido su poder para controlar las cosas para que marchasen en el rumbo correcto. Era un proceso gradual que el Cielo desaprobaba, y la mensajera de Dios había pronunciado advertencia tras advertencia. Pero en su mayor parte éstas fueron ignoradas o menospreciadas. MV 438.3

Primariamente esto sucedió debido a dos situaciones: (1) injusticias contra autores por la instigación de reglamentos que les negaban su justa retribución por su trabajo literario, y(2) falta de equidad al tratar con el personal de la casa publicadora. Los administradores argüían que la obra prosperaba gracias a la habilidad y competencia de los que estaban en la administración, de modo que los hombres que estaban en cargos de responsabilidad debían recibir el doble de salario que los obreros expertos en la planta. MV 438.4

A esto se añadían las presiones que ejercían algunos hombres en la casa publicadora para colocar a la oficina de la Review en control de toda la obra de publicaciones en Norteamérica. La Pacific Press en Oakland, California, sería tan sólo una sucursal de la Review and Herald, y todas las decisiones se tomarían en Battle Creek. Tan temprano como en la sesión de la Asociación General de 1889 se dieron pasos que virtualmente acarrearían la consolidación de la obra de publicaciones, y este proceso se fortaleció en 1891. En realidad, se habían hecho propuestas en esta dirección antes de la muerte de Jaime White en 1881. MV 438.5

Elena de White escribió desde Australia en 1896: MV 438.6

El Señor me ha presentado asuntos que me han hecho temblar por las instituciones en Battle Creek... MV 439.1

El plan pura lograr la consolidación es perjudicial para la causa de la verdad presente. Battle Creek tiene todo el poder que debiera tener. Algunos en ese lugar han promovido planes egoístas, y si alguna rama de la obra prometía una medida de éxito, no han ejercido el espíritu que deja en paz lo que está marchando bien, sino que han hecho un esfuerzo para incorporar esos intereses al gran todo. Se han esforzado para abarcar demasiado, y sin embargo están ansiosos de conseguir más (Carta 81,1896). MV 439.2

Lo más angustioso de todo era el deterioro general de la experiencia espiritual de la administración y los obreros de la Review y la erosión de un sentido de lo correcto, lo que permitía que el trabajo comercial trajese publicaciones desmoralizadoras dentro de la fabrica. Asumiendo la posición de que eran impresores y no censores, la administración autorizaba la impresión de publicaciones que estaban muy por debajo de las normas morales adventistas. No se habían establecido límites que regulasen el tipo de literatura que se publicaría. Las prensas sacaban en abundancia libros de ficción, historias del Wild West, libros que promulgaban doctrinas católico-romanas, literatura sobre el sexo, y libros sobre hipnosis. Los administradores consideraban la casa publicadora como una empresa comercial cuya primera obligación era hacer dinero. MV 439.3