Elena De White: Mujer De Visión
ELENA TODAVIA SOSTIENE LAS RIENDAS
Durante los restantes meses de 1881 y en la primera parte de 1882, Elena White, residiendo primero en Oakland y luego en Healdsburg, pasó mucho de su tiempo visitando las iglesias. Al principio fue a las que estaban cerca, en Oakland y San Francisco. Luego ella añadió Petaluma, Healdsburg, St. Helena, Napa, Williams, Arbuckle y Santa Rosa. No estaba lista para aplicarse a un programa pesado de escribir. Ocasionalmente se la invitaba a hablar en otras iglesias que no eran las adventistas. Luego, usando el tema de sus mensajes aquí y allá, preparó una serie de artículos semanales para Signs bajo el título general de, “Entre las Iglesias”. Gran parte de los viajes eran mediante un carruaje, y Elena manejaba. Un informe concerniente al viaje de 56 kilómetros (35 millas) desde Healdsburg a St. Helena es altamente descriptivo: MV 223.1
El Hno. y la Hna. Harmon [en cuya cómoda casa ella había pasado unos pocos días] pensaron que no era seguro para la Hna. Rogers y para mí hacer el viaje solas en esta época del año. De ahí que ellos nos acompañaron; su carruaje iba al frente, mientras que el nuestro le seguía. Cuando dejamos Healdsburg, la neblina era tan densa que sólo podíamos ver a una corta distancia delante de nosotros, pero en unas pocas horas la neblina se despejó y disfrutamos de un hermoso sol. MV 223.2
El camino por el cañón de Knight, siempre peligroso para el viajero inexperto, es a menudo impasable en la estación lluviosa. Estábamos muy agradecidos por tener un piloto en esta parte de nuestro viaje. No me atrevía a mirar ni a la derecha ni a la izquierda para contemplar el panorama, sino que, sosteniendo firmemente las riendas y guiando a mi caballo por el estrecho pasaje, seguí a nuestro líder. Un descuido aquí habría sido fatal. Si nuestro caballo se hubiera desviado del camino correcto, nos habríamos caído por la cuesta empinada hacia el barranco que estaba debajo. MV 223.3
Mientras viajábamos en silencio, casi sin respirar, no pude sino pensar cuán convincentemente este viaje peligroso ilustra la experiencia del cristiano. Estamos recorriendo el viaje de la vida en medio de los peligros de los últimos días. Necesitamos vigilar cuidadosamente cada paso, y estar seguros de que estamos siguiendo a nuestro gran Líder (Id., 26 de enero, 1882). MV 223.4