Elena De White: Mujer De Visión
EL PRIMER NÚMERO DE SIGNS OF THE TIMES (SEÑALES DE LOS TIEMPOS)
Jaime White tenía un doble interés al trasladarse a Oakland a fines de abril. Mientras estuvo en las Montañas Rocosas en el verano de 1873, él había concebido la idea de tener una revista mensual que se publicara en la costa del Pacífico. Él había hecho la propuesta en un artículo en la Review, y en la sesión de la Asociación General en noviembre. Estando ahora en Oakland, en conexión con las reuniones evangelizadoras, él marchó adelante con la iniciación de la revista. Lo hizo bajo su propia responsabilidad, sin esperar la autorización formal de un comité o la promesa de un apoyo financiero sólido. Trabajó durante el mes de mayo en conseguir que el primer número de Signs of the Times fuese editado, compuesto e impreso. Apareció el 4 de junio de 1874. MV 182.1
La revista debía ser de naturaleza evangelizadora pero también un medio de comunicación entre los adventistas en el Oeste. Ahora que la revista estaba en marcha, había preguntas en cuanto a cómo sería administrada y sostenida. Y Jaime White concebía algo adicional. Si el proyecto iba a triunfar, y si la iglesia en el Oeste iba a tener literatura poco costosa para su uso, debía tener a su disposición una casa publicadora. MV 182.2
¿Pero cómo podía Jaime conseguir tanto el apoyo moral como financiero de la feligresía que estaba al este de las llanuras? Sentía que no podía ir al Este y dejar desatendida la revista que acababa de iniciarse. Los White agonizaron en oración sobre este asunto. MV 182.3
Mientras estábamos inclinados ante Dios en oración en un aposento de arriba, la bendición del Señor vino sobre nosotros en una manera tal que se hizo claro cuál era el deber. Era como si una voz audible dijera: “Ve [al Este] a las iglesias y solicita dinero de aquellos a quienes yo he hecho mayordomos de recursos” (MS 62, 1895). MV 182.4
Jaime y Elena raramente se habían separado. ¡Ciertamente se presentaba una crisis aquí! Pero ahora estaban convencidos de que era la voluntad de Dios que Elena viajase al Este, buscando apoyo. Jaime lloró en voz alta y dijo: “Elena, tú debes ir. No me atrevo a resistir al Señor. Debes ir. ¿Pero qué haré yo sin ti?” (Ibíd.). MV 182.5
Los preparativos para el viaje a través del continente fueron apresurados y breves: MV 182.6
Todo lo que había cocinado eran unos pocos bizcochos. Los puse en una bolsa de papel, los caballos fueron enjaezados, y yo estaba en camino hacia los coches [de ferrocarril]. Mi esposo dijo: “Si yo no hubiese dado mi consentimiento, ahora diría que esto es ilógico. No puedo soportar que te vayas. No puedo quedarme con estas terribles responsabilidades” (Ibíd.). MV 183.1
Al salir con tan poca anticipación, Elena no pudo conseguir un camarote en el coche dormitorio, de modo que tuvo que viajar en el coche-salón. Esto le obligaba cambiar de trenes tanto en el día como en la noche. El manejo del equipaje, despachándolo aquí y allá, fue una nueva experiencia para ella. MV 183.2
Nunca había viajado sola, pero emprendí este largo viaje de ocho días sola, y asistí sola a los campestres en los estados hasta que Willie White me encontró en Wisconsin y me acompañó. MV 183.3
En ese viaje yo expuse nuestra situación, y se juntó dinero en cada campestre. Les dije que California devolvería su préstamo en algún momento en el futuro, porque se me había mostrado que nuestra obra allí prosperaría, que había muchas almas que se añadirían a la iglesia, y que veríamos la salvación de Dios (Ibíd.). MV 183.4
Elena White fue de un campestre a otro, contando su historia y haciendo apelaciones en busca de apoyo para la obra en California, la que enfrentaba dificultades pero era promisoria. Aquellos que asistían a los campestres se gozaban grandemente cuando ella llegaba al lugar, y, por supuesto, se le insistía que tomase el servicio completo en los períodos dispuestos para las predicaciones. A ella le iba bien en sus presentaciones. MV 183.5