Elena De White: Mujer De Visión
EN CASA EN SANTA ROSA
Jaime y Elena arribaron a San Francisco el domingo por la noche, 28 de diciembre. Al día siguiente se encontraron con J. N. Loughborough, presidente de la Asociación de California, que ahora vivía en Woodland. Él los acompañó a Santa Rosa, donde Lucinda Hall había dispuesto la casa para ellos en una cómoda residencia alquilada. MV 179.5
Loughborough había convocado a los oficiales de la Asociación de California para reunirse allí para un concilio de dos días. Isaac y Adelia Van Horn habían viajado al Oeste con los White, y se unieron a la reunión del grupo de obreros en Santa Rosa. Todos se regocijaron con los informes de las victorias ganadas en Battle Creek. Las audaces propuestas de Jaime concebidas durante el interludio en Colorado rendirían fruto. MV 179.6
Él escribió a la Review: “Hay buena evidencia de que la Mano Guiadora modificó nuestro curso en Cheyenne, desde la ruta más deseable rumbo a San Francisco, hacia la Asociación General en Battle Creek” (Ibíd.). MV 179.7
Toda la experiencia proporcionó gran alivio y tranquilidad a Jaime. MV 180.1
Durante la estadía previa en California —los seis meses en los cuales habían hecho del hogar de los Rowland su centro de actividades— ellos habían disfrutado siendo huéspedes y visitantes. Pero cuando llegaron a Santa Rosa en diciembre de 1873, se establecieron como residentes. MV 180.2
Elena informó en una carta a sus hijos: “Tenemos abundancia de espacio en la casa y todos los muebles que necesitamos. Estamos cómodamente situados” (Carta 8, 1874). MV 180.3
Su casa parecía ser un centro de atracción para muchos visitantes y un lugar donde se realizaban las conferencias del Estado. En cierta ocasión ella informó: “Tuvimos treinta personas para la cena, hospedamos a 18 y los alimentamos del comienzo al fin de la conferencia. La reunión transcurrió muy placenteramente” (Carta 10, 1874). MV 180.4
Pero cuando las lluvias de invierno se extendieron, se vieron impedidos de salir y hacer visitas en la manera en que lo deseaban. Sin embargo, se mantuvieron ocupados. Loughborough informó: MV 180.5
Consideramos un gran privilegio tener en nuestro medio al Hno. y la Hna. White, quienes durante la estación lluviosa prosiguen vigorosamente con su trabajo de escribir, y aun ahora nos están dando buen consejo y ayuda en el trabajo aquí; y cuando comience la primavera, y ellos tengan la oportunidad de hablar a nuestra gente en diferentes lugares, como pueda indicarlo la providencia de Dios, están preparados para ayudar grandemente a nuestro pueblo (Id., 24 de febrero, 1874). MV 180.6
Los White siguieron con gran interés la obra que Comell y Canright estaban haciendo. Estos hermanos consideraban planes para un esfuerzo evangelizador con la carpa de California, inclinándose a trabajar en poblaciones más pequeñas. MV 180.7
Años atrás, antes de que Elena hubiera venido a California, ella había sentido la impresión de que los métodos de evangelismo en California deberían ser diferentes de los del Este. Le había escrito al pastor Loughborough diciendo que había que acercarse a la gente de California con el espíritu liberal con el que ellos trabajan. MV 180.8
Durante la noche del 1o de abril se le dio un sueño a Elena de White. Ella escribió: MV 180.9
Soñé que varios de los hermanos en California estaban en un concilio, considerando el mejor plan para trabajar durante la estación venidera. Algunos pensaban que era sabio rehuir las ciudades grandes y trabajar en lugares más pequeños. Mi esposo estaba insistiendo fervientemente en que se trazasen planes más amplios, y que se hicieran esfuerzos más prolongados, lo que armonizaría mejor con el carácter de nuestro mensaje. MV 180.10
Entonces un joven a quien yo había visto frecuentemente en mis sueños vino al concilio. Escuchó con interés las palabras que se hablaron, y luego, hablando en forma ponderada y con una confianza llena de autoridad, dijo: MV 181.1
“Las ciudades y villas constituyen una parte de la viña del Señor. Ellas deben oír los mensajes de advertencia... Ustedes están acariciando ideas demasiado limitadas en cuanto al trabajo para este tiempo” (3LS, pp. 208-209). MV 181.2
En la reunión trimestral que comenzó en Bloomfield el 24 de abril, Elena instó a los obreros a “no armar sus carpas en los lugares más pequeños”. Al escribir a Edson y Emma acerca de la reunión, dijo: “Quisimos saber si ellos se aferrarían a la costa o se lanzarían a lo profundo y bajarían sus redes para recoger una redada de peces en las aguas profundas... San Francisco y Oakland, Santa Clara, San José... son ciudades grandes, influyentes... Tenemos una obra grande e importante ante nosotros” (Carta 23, 1874). MV 181.3
Las ideas de nuestros hermanos han sido demasiado estrechas y la obra demasiado limitada. Les dijimos que si no estaban planeando hacer más en la estación actual de carpas que en lo pasado, deseábamos regresar al Este y asistir a los campestres. No debieran armar sus carpas en los lugares más pequeños, sino imitar el ejemplo de Cristo. Él se colocó en las grandes vías públicas de viaje donde la gente estaba yendo y viniendo desde todas las naciones del mundo, y allí, en una manera sumamente impresionante, dio sus lecciones sobre la verdad (Ibíd.). MV 181.4
Elena de White había pedido que se hiciese algo “ahora”. Su apelación llenó a los obreros de ardor por la causa de Dios. Unos pocos días más tarde Jaime y Elena estaban yendo a Oakland, listos para establecer allí el centro de actividades. El jueves se levantó la carpa en pleno centro de la ciudad, y esa noche Cornell predicó sobre el espiritismo. Hubo un agudo interés en el tema debido a las manifestaciones de espíritus en la ciudad. Jaime White había alquilado la “Granja de la Fuente” a 6 kilómetros (4 millas) de la ciudad, y Elena de White y dos jóvenes estaban limpiando a fondo la casa de ocho habitaciones (Carta 19h, 1874). El viernes de tarde, 10 de mayo, se mudaron allí. Lucinda Hall y los hijos de Walling estaban con ellos (Carta 19f, 1874). MV 181.5
Unos pocos días más tarde Elena de White, en una carta a Willie, describió la casa que habían rentado: MV 181.6
Ahora nos estamos instalando en nuestra nueva casa, a 6 kilómetros (4 millas) de la ciudad. Éste es un ambiente rural. En un tiempo hubo en este lugar una muy buena “cura de agua”. La casa grande de tres pisos permanece desolada, destrozada y dilapidada. Vivimos en una linda casa rectangular a unos pocos metros de este edificio. No estamos establecidos todavía, pero pronto lo estaremos. Éste es un lugar muy agradable para vivir. Hay árboles y flores; no hay árboles frutales, pero nuestros vecinos tienen fruta en abundancia, de modo que podemos comprar de ellos (Carta 26, 1874). MV 181.7