Elena De White: Mujer De Visión
HENRY: MUERTE POR NEUMONÍA IO PULMONÍA]
Seis meses después de la visión sobre la reforma pro salud en Otsego, Henry, de 16 años y el hijo mayor de los White, se enfermó de neumonía. Jaime y Elena estaban en Brookfield, Nueva York, visitando a los Abbey. Estaban con buen ánimo planeando pasar dos o tres meses más en Maine, donde Elena tendría la oportunidad de completar el tercer tomo de Spiritual Gifts (Dones espirituales). MV 117.3
Mientras estaban en Brookfield, Nueva York, el pastor White recibió impresiones mediante un sueño que lo indujeron a sentir que no todo estaba bien con los hijos, y que debían regresar a Maine sin demora. Cada día esperaban ansiosamente la llegada de la correspondencia, pero las noticias desde Topsham informaban que “todo estaba bien”. Esto no les satisfacía, y en armonía con sus convicciones del deber, cuando hubieron cumplido con sus compromisos, inmediatamente regresaron a donde estaban sus hijos (AY, p. 23). MV 117.4
Cuando los padres llegaron a Topsham el viernes 27 de noviembre, encontraron a sus tres hijos y Adelia esperándolos en la estación. Aparentemente todos estaban con buena salud, excepto Henry, quien tenía un resfrío. Pero ya para el próximo martes, l°de diciembre, Henry estaba muy enfermo con neumonía. Años más tarde Willie, el menor de sus hermanos, reconstruyó la historia: MV 117.5
Durante la ausencia de sus padres, Henry y Edson, bajo la supervisión del Hno. Howland, estuvieron activamente ocupados en montar los diagramas sobre tela, listos para la venta. Trabajaron en un edificio de una tienda alquilada, a una cuadra del hogar de los Howland. Al fin tuvieron una tregua por unos pocos días mientras esperaban que se enviasen diagramas desde Boston... Al regresar de una larga caminata junto al río, él [Henry] se acostó descuidadamente y durmió sobre unas pocas telas húmedas que se usaban en el reverso de los diagramas. Estaba soplando un viento frío por una ventana abierta. Esta indiscreción trajo como resultado un severo resfrío (WCW, “Sketches and Memories of James and Ellen G. White”, RH, 10 de diciembre, 1936). MV 117.6
Cuando el resfrío se convirtió en neumonía, se llamó a un médico amable y de experiencia, y Henry fue tratado en la manera convencional, que requería el empleo de drogas venenosas. El médico que lo atendía ignoraba el uso de la hidroterapia, que entonces estaba justamente siendo introducida por unos pocos profesionales. Aunque antes en el transcurso del año, siguiendo la dirección del Dr. James Jackson, la salud de los dos hijos enfermos de difteria había sido restau-rada mediante el uso apropiado de agua, aire fresco y descanso, Elena y Jaime todavía no estaban listos para usar la hidroterapia como un medio para tratar otras dolencias, y la enfermedad que ahora enfrentaban era neumonía. MV 118.1
Henry decayó rápidamente. Aunque los White y los Howland oraron fervientemente pidiendo su curación, el joven empeoró. Sus padres no vacilaron en hablar con él sobre la muerte, y aun en cuanto a prepararse para ella. La fe de Henry en Jesús permaneció firme. Tuvo una oportunidad para meditar en su vida, y lamentó profundamente que en Battle Creek había dado un ejemplo que no fue como lo que tendría que haber sido. Él confesó esto a Dios, a sus padres y a sus hermanos. Al confesar su desobediencia y sus pecados, se sintió atraído más y más a Dios y disfrutó de paz en su corazón y de la bendición del Señor. Su fe creció aún más firme. MV 118.2
Una mañana mientras su madre lo estaba atendiendo, él dijo: MV 118.3
“Prométeme, mamá, que si yo muero, pueda ser llevado a Battle Creek y colocado junto a mi hermanito, John Herbert, para que podamos levantamos juntos en la mañana de la resurrección” (AY, p. 26). MV 118.4
Se le dio la seguridad de que se haría eso. Día a día se debilitaba más. La ciencia médica tenía poco para ofrecer en el tratamiento de la neumonía, y ahora parecía seguro que no se recuperaría. He aquí el registro de lo que ocurrió: MV 118.5
En el quinto [día], agobiado por la tristeza, su padre se retiró a un lugar de oración, y después regresó al cuarto del enfermo, sintiendo la seguridad de que Dios haría que todo estuviera bien, y así se lo expresó a su hijo sufriente. Al oír eso, el rostro de Henry pareció iluminarse con una sonrisa celestial, y movió la cabeza en señal de asentimiento y murmuró: “Sí, él lo hará” (Id., p. 27). MV 118.6
En una conversación él dijo: MV 118.7
“Padre, estás perdiendo a tu hijo. Me vas a extrañar, pero no llores. Es mejor para mí. Me libraré de ser reclutado para el ejército y no presenciaré las siete últimas plagas. Morir tan feliz es un privilegio” (Id., p. 29). MV 118.8
En varias ocasiones Henry dictó breves mensajes de admonición y certeza a jóvenes amigos en Battle Creek. La escena junto al lecho de muerte fue registrada por Adelia Patten: MV 119.1
Le dijo a su madre: “Madre, te encontraré en el cielo en la mañana de la resurrección, porque yo sé que tú estarás allí”. Luego los llamó haciendo señas a sus hermanos, padres y amigos, y les dio a todos un beso de despedida, después de lo cual señaló hacia arriba y murmuró: “El cielo es dulce”. Esas fueron sus últimas palabras (Id., p. 31). MV 119.2