Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
Apéndice
A manera de ayuda para comprender las circunstancias que condujeron a la entrega de ciertos testimonios, los Fideicomisarios de las Publicaciones de Elena G. de White han preparado las siguientes notas. 1TPI 616.1
Página 112, “La hora de comenzar el sábado”: Durante un período de unos diez años, los adventistas guardadores del sábado observaron el reposo desde las 6 p.m. del viernes hasta las 6 p.m. del sábado. En su primer tratado sobre la perpetuidad del sábado del cuarto mandamiento, publicado en 1846, el pastor José Bates había propuesto razones supuestamente bíblicas para observar el sábado de esta manera. Citó la parábola de los obreros de la viña, el último grupo de los cuales había sido llamado “a la hora undécima” del día, y habían trabajado sólo una hora. El patrón los llamó a cuentas “al atardecer”. Mateo 20:6, 8, 12. Comparando este pasaje con la pregunta que hizo Cristo: “¿No tiene el día doce horas?”, el pastor Bates razonó que el “atardecer” comenzaba con la hora n.º 12, es decir, las 6 de la tarde, medida con respecto al tiempo ecuatorial o al comienzo del año sagrado. La razón principal de que se hayan aceptado sus conclusiones sin mayor investigación puede haber sido el respeto por sus años y experiencia, así como por su vida consagrada. 1TPI 616.2
A medida que pasaba el tiempo y se esparcía el mensaje, una cantidad cada vez mayor de guardadores del sábado cuestionaban esta práctica y proponían que se usara la puesta del sol como guía para calcular el comienzo del sábado. El pastor J. N. Andrews realizó una concienzuda investigación del tema, y escribió un folleto que explicaba las razones bíblicas que favorecían la puesta del sol. Este trabajo fue presentado y analizado el sábado 17 de noviembre de 1855 en las conferencias de Battle Creek, Míchigan, con el resultado de que casi todos los asistentes se convencieron de que la conclusión a que había llegado el pastor Andrews era la correcta. 1TPI 616.3
El hecho de que le fuera presentado el tema a la Sra. de White en esta visión, dada dos días después, desvaneció las dudas que perduraban en algunas mentes, y produjo unidad entre los creyentes. Comentando cómo esta experiencia ilustraba que el oficio de las visiones consiste más en confirmar las conclusiones basadas en el estudio de la Biblia que en la introducción de nuevas enseñanzas, el pastor Jaime White escribió más tarde: 1TPI 616.4
“La siguiente pregunta surge en forma natural: Si las visiones son dadas para corregir a los errantes, ¿por qué ella no vio antes que el tiempo escogido, las 6 de la tarde, era un error? Siempre he agradecido que Dios haya corregido el error en el momento que él juzgó correcto y apropiado, y que no haya tolerado que existiera entre nosotros una triste división en torno a este punto. Pero, querido lector, la obra del Señor en este punto se halla en perfecta armonía con la posición correcta acerca de los dones espirituales. Según parece, no es el deseo del Señor enseñar a su pueblo por medio de los dones del Espíritu en lo referente a temas bíblicos, hasta que sus siervos no hayan investigado con diligencia la Palabra. Cuando se hizo esto respecto del tiempo en que se debe comenzar el reposo sabático, y la mayoría estuvieron establecidos, algunos se hallaron en peligro de estar fuera de armonía con el cuerpo en cuanto a este tema. Entonces, sí, entonces llegó el tiempo para que Dios mostrara su bondad al manifestar los dones de su Espíritu precisamente en el acto de cumplir la obra a ellos encomendada”. Review and Herald, 25 de febrero de 1868. 1TPI 617.1
Páginas 113-114, 117-118, “Opositores de la verdad” y “El Grupo del Mensajero”: En el verano de 1854 aparecieron entre los adventistas guardadores del sábado los primeros disidentes, es decir, la primera apostasía. Dos hombres que habían estado predicando el mensaje fueron reprendidos por el espíritu de profecía debido a su espíritu áspero y censurador, por su avaricia y por su extravagancia en el uso de los medios que se ponían en sus manos. En vez de arrepentirse, se llenaron de amargura y se unieron con algunos otros individuos para recriminar injustamente al pastor White, a su esposa y a otros dirigentes, lanzando contra ellos acusaciones falsas. Si bien seguían proclamando la verdad del sábado, comenzaron a publicar una hoja calumniosa que llamaron The Messenger of Truth (El mensajero de la verdad). 1TPI 617.2
A este grupo se unieron los pastores Stephenson y Hall de Wisconsin. Habían sido predicadores adventistas del primer día y profesaban haber aceptado las verdades del mensaje del tercer ángel, pero seguían creyendo ciertas doctrinas relativas a una Edad Futura. Según esta teoría, durante el milenio habría una “segunda oportunidad” de salvación. Consintieron, sin embargo, en predicar el mensaje sin propagar esta teoría, si la Review se abstenía de publicar artículos que la contradijeran. Sin embargo, como se indica en el texto, no cumplieron su promesa y pronto se hallaron oponiéndose a la Review y a quienes la apoyaban. 1TPI 618.1
Pronto el camino de estos “opositores de la verdad” llegó a su fin. Tanto Stephenson como Hall perdieron la razón. El periódico Messenger of Truth dejó de publicarse en 1857, y a principios de 1858 el pastor White informó tocante al grupo disidente: “Ni uno de los 18 mensajeros quienes una vez ellos se jactaban de tener consigo está hoy dando testimonio público, y hasta donde sepamos, no hay un solo lugar donde ellos celebren reuniones regulares”. Review and Herald, 14 de enero de 1858. 1TPI 618.2
Página 175, Dadivosidad sistemática: En los primeros días del mensaje, hombres impelidos por la urgencia de sus convicciones salieron a predicar las verdades recién descubiertas. Para su sustento dependían de su propio trabajo o de las ofrendas voluntarias de los creyentes. El método era incierto, espasmódico y fluctuante. Temprano en 1859 se hizo sentir la necesidad de desarrollar un plan más sólido, y el tema fue estudiado con mucha atención. De este análisis surgió el plan conocido como “dadivosidad sistemática”. En armonía con 1 Corintios 16:2, se recomendó que se hicieran donaciones regularmente cada primer día de la semana; y según sugiere 2 Corintios 8:12-14, se promovió la distribución equitativa de la responsabilidad financiera. El plan requería que los hermanos pusieran aparte semanalmente entre cinco y veinticinco centavos de dólar; las hermanas, entre dos y diez centavos; y en el caso de los dueños de propiedades, entre uno y cinco centavos semanales por cada cien dólares en activo (es decir, el valor de sus propiedades). 1TPI 618.3
En general, el plan recibió favorable acogida, y en estas páginas recibe también la aprobación del espíritu de profecía. Se señaló que el peor pecado de la iglesia era la codicia (pág. 179). La dadivosidad sistemática no se presentó como un plan perfeccionado, puesto que se declaró también que “Dios está guiando a su pueblo” y lo “está enseñando” (pág. 176). A medida que se ampliaban los planes para el apoyo de la obra y el ministerio, se avivaba en forma creciente el espíritu de liberalidad hasta que eventualmente la luz de las Escrituras reveló el sistema de diezmos y ofrendas que la iglesia conoce hoy. 1TPI 619.1
Página 193, Organización: Hasta el año 1860 no había existido una organización legal o eclesiástica entre los adventistas guardadores del sábado. Ni siquiera habían adoptado un nombre. Se referían a sí mismos como “el rebaño esparcido”, el “pequeño remanente”, o alguna variante de estas expresiones. Ahora el pastor White había anunciado que debía rehusar continuar asumiendo responsabilidad personal por el dinero que la oficina de la Review and Herald recibía en calidad de préstamo. Expresó además la esperanza de que pronto podría llegar el tiempo en que “este pueblo se halle en posición de adquirir seguros para las propiedades de la iglesia, mantener en forma apropiada sus casas de reunión, y que las personas que hacen su testamento y que quieran, puedan dedicar una porción al departamento de publicaciones”. Pidió a sus hermanos que hicieran sugerencias acerca de cómo se podría cumplir ese deseo, de modo que “nosotros, como pueblo” pudiéramos actuar de modo que obtuviéramos las ventajas mencionadas. 1TPI 619.2
Entre las primeras respuestas a este pedido se halló la de un creyente identificado como el “hermano B” en conexión con esto, en la cual expresaba su convicción de que sería erróneo establecerse como una corporación religiosa conforme a la ley. Consideraba que eso sería como “hacerse un nombre”, algo semejante al propósito que guiaba a los constructores de la torre de Babel, y “pasaría a ocupar un lugar en el fundamento de Babilonia”. En cuanto a obtener seguro para los edificios de las iglesias, ¿no eran éstas la propiedad del Señor, y no podría él cuidar lo suyo sin la ayuda de las compañías de seguros? Además, dijo él, los que prestan dinero a la oficina no debieran insistir en recibir un documento firmado por una corporación legal, porque “se lo están prestando al Señor, y a él es que deben confiárselo”. The Review and Herald, 23 de febrero, 22 de marzo de 1860. 1TPI 619.3
Después de mucha discusión, se vencieron casi totalmente las reservas en cuanto a si era correcto o no organizar la oficina de publicaciones, y en una conferencia celebrada en septiembre de 1860, se formó la Advent Review Publishing Association (Asociación Publicadora Revista Adventista). Unos meses más tarde el nombre fue cambiado a Seventhday Adventist Publishing Association (Asociación Publicadora Adventista del Séptimo Día). Aun después de haberse dado este paso quedaban muchos que se sentían reacios a entrar en el camino de la organización denominacional, y el tema siguió siendo objeto de discusión. Sin embargo, como la gran mayoría se mostraba favorable a la organización, el movimiento procedió, en primer lugar a la organización de iglesias, luego de asociaciones estatales y, finalmente, de la Asociación General. 1TPI 620.1
El testimonio sobre “Organización” (páginas 245, 246) habla de la oposición que surgió en el Estado de Nueva York contra esta acción, y de la visión dada con referencia a ella. 1TPI 620.2
Página 263: En realidad, los magos no hicieron que las varas se convirtieran en serpientes; pero por la magia, ayudados por el gran engañador, lograron producir esta apariencia. Transformar las varas en serpientes vivas es algo que se halla fuera del alcance de Satanás. El príncipe del mal, a pesar de que posee toda la sabiduría y el poder de un ángel caído, no posee la facultad de crear o de dar vida; esta es únicamente la prerrogativa de Dios. Pero el diablo hizo todo lo que estaba en su poder: produjo una falsificación. Según la visión humana, las varas se convirtieron en serpientes. Así lo creyeron el faraón y su corte. En su apariencia no había nada que las diferenciara de la serpiente que produjeron Moisés y Aarón. Así, el testimonio habla del caso con el lenguaje de las Escrituras; y el mismo Espíritu explica que las Escrituras describen el caso tal como éste aparecía. Véase el Testimonio número 33, tomo 5, pág. 652. 1TPI 620.3
Página 317, “La Rebelión”: Cuando se escribió este testimonio, a principios de 1863, los adventistas del séptimo día afrontaban un serio problema. La nación estaba en guerra. Si bien en el corazón eran no combatientes, las simpatías de los miembros de iglesia se hallaban casi sin excepciones del lado del gobierno en su oposición a la esclavitud. A medida que progresaba el conflicto, más y más hombres eran llamados al ejército. En cada llamado, cada distrito estaba bajo la obligación de proveer cierto número de reclutas, y cuando las conscripciones voluntarias bajaban de ese número, se escogían nombres por lotería para llenar la cuota. Por un tiempo se podía comprar un substituto pagando cierta cantidad de dinero. Por no haber provisión para asignar adventistas del séptimo día al servicio en calidad de no combatientes, y además no se les permitía guardar el sábado, cuando salían llamados por lo general podían comprar de este modo una exención. Si la persona no podía juntar por sí misma el dinero, se le ayudaba de un fondo establecido con dicho propósito. 1TPI 621.1
Ahora, por necesitarse más hombres, era inminente el paso de una ley de conscripción nacional sin privilegios de exención. Nuestros hermanos se sintieron perplejos en lo referente a su respuesta a esa conscripción, que podría obligarlos a tomar armas o a trabajar en sábado. 1TPI 621.2
Pocos meses antes que apareciera este testimonio, el pastor White había publicado un editorial en la Review and Herald, titulado “La Nación”, al cual se hace referencia en la página 317. Consideraba que el gobierno era el mejor del mundo, y que estaba luchando por una causa justa. Su mejor consejo en el momento fue que si venía la conscripción obligatoria “sería una locura resistir”, y añadió: 1TPI 621.3
“Pensamos que si alguien se propusiera resistir hasta que, en la administración de la ley militar, fuera fusilado, estaría yendo demasiado lejos al tomar sobre sí la responsabilidad de un suicidio”. The Review and Herald, 12 de agosto de 1862. 1TPI 621.4
La naturaleza de alguna de la correspondencia que siguió a este artículo, según lo señala la Sra. de White, había sido de tal naturaleza que había impulsado al pastor White a protestar contra una virtual acusación de “quebrantar el sábado, y asesinato”, que había sido levantada contra él. Tales extremistas fueron reprendidos por la Sra. de White por una parte, y por la otra se hizo resonar una nota de advertencia para los que se sentían inclinados a enrolarse. 1TPI 621.5
En julio de 1864, la ley de conscripción nacional fue enmendada para revocar la cláusula que permitía la exención a cambio de un pago de 300 dólares. Inmediatamente se dieron los pasos necesarios para obtener en favor de los jóvenes adventistas del séptimo día los privilegios concedidos a los miembros de denominaciones religiosas que por motivos de conciencia se oponían a portar armas, es decir, la posibilidad de ser asignados a servicios no combatientes en hospitales o en el cuidado de los esclavos libertados. Antes que se tuviera que afrontar una crisis seria, esos esfuerzos tuvieron éxito. En unos pocos casos, algunos jóvenes adventistas fueron enrolados en el ejército y se les asignó trabajo de hospital u otro servicio como no combatientes. Cualquiera que fuera su asignación, se esforzaron por hacer brillar su luz. Durante varios meses se publicó regularmente en la Review and Herald una lista de recibos para un fondo de tratados para soldados, cuyo propósito era proveer publicaciones para distribuir entre los hombres. 1TPI 622.1
La experiencia de los adventistas en conexión con la Guerra Civil de los Estados Unidos, los llevó a dar los pasos necesarios para obtener una situación reconocida como no combatientes, lo cual al mismo tiempo les permitía seguir las admoniciones bíblicas en cuanto a nuestra relación con las autoridades terrenales, las cuales son establecidas por Dios. 1TPI 622.2
Páginas 372, 402, Reforma en la Manera de Vestir: En general, los vestidos que usaban las mujeres en los Estados Unidos en la época cuando se escribió esto (1863, 1867), eran muy dañinos para la salud. Eran especialmente objetables por su largo exagerado, la constricción de la cintura por el corsé, y por el peso de las faldas que se suspendían de las caderas. Unos diez años antes, algunas mujeres prominentes en la escena nacional iniciaron un movimiento para adoptar un nuevo estilo de vestimenta que se hallara exento de estas serias objeciones. La nueva moda de vestir se parecía un tanto al traje turco que usaban tanto los varones como las damas. El movimiento se volvió tan popular que por un tiempo se llevaron a cabo convenciones anuales de “reforma en la vestimenta”. 1TPI 622.3
El “traje americano” al cual se refiere aquí la Sra. de White, era una modificación del estilo anterior, y su proponente era la Dra. Harriet Austin de Dansville, Nueva York. Combinaba una falda corta “que llegaba más o menos a la mitad de la distancia entre la cadera y la rodilla”, con pantalones, chaqueta (saco) y chaleco de aspecto masculino. Véase la descripción en las páginas 409-410. En 1864 se le mostró a Elena de White que este “así llamado vestido de reforma” no era apropiado para que lo adoptara el pueblo de Dios. 1TPI 623.1
En 1865, la Sra. de White, a través de How to Live no 6, (Cómo vivir), apeló a nuestras hermanas urgiéndolas a adoptar un estilo de vestir que fuera modesto y saludable. El año siguiente, el Instituto de Reforma de Salud, recientemente establecido en Battle Creek diseñó un patrón de vestido que corregía los extremos del traje americano corto y de los vestidos excesivamente largos que eran de uso común. 1TPI 623.2
En 1867 se publicó el Testimonio número 11, el primer artículo del cual se titulaba “La Reforma en la Manera de Vestir”. Véanse las páginas 402-410. En él, se analizaba cabalmente el asunto del vestido, y se daban consejos adicionales. Se recomendó un patrón general que incorporaba los principios revelados a la Sra. de White, el cual se declaró que “era digno de llevar el nombre de vestido corto de la reforma”. En la visión no se le reveló ningún modelo o patrón específico, y al referirse al tema en una fecha posterior, la Sra. de White declaró: 1TPI 623.3
“Algunos han supuesto que el patrón dado era el que todos debían adoptar. Esto no es así. Pero algo así tan sencillo como esto sería lo mejor que podríamos adoptar bajo las circunstancias. No se me ha dado ningún estilo preciso para que sea la regla exacta que guíe a todos en su vestimenta”. E. G. de White, Carta 19, 1897. Citado en The Story of Our Health Message, 442. 1TPI 623.4
Con el paso de los años, los estilos prevalecientes en los vestidos femeninos mejoraron, llegando a ser más sensibles y saludables. Ya no se siguió recomendando el antiguo vestido de la reforma en su patrón exacto, pero siguió presentándose constantemente el testimonio uniforme de la Sra. de White en cuanto a los principios fundamentales que debieran guiar al cristiano en este asunto. Así, ella escribió en 1897: 1TPI 624.1
“Que nuestras hermanas se vistan en forma sencilla, como muchas lo hacen, y que el vestido sea de buen material, durable, modesto, apropiado para esta época, y no permitamos que el tema del vestido nos llene la mente”. The Story of Our Health Message, 442. 1TPI 624.2
Página 459: Para una explicación adicional del tema de la vestimenta, referimos al lector al tomo 4 de “Testimonios para la Iglesia, n.º 30”, artículo “La sencillez en la vestimenta”. 1TPI 624.3
Página 596: Desde la organización de las Sociedades de Tratados en muchos estados, estas entidades se han hecho cargo de proveer libros y tratados a los pobres que son dignos de esta ayuda. Algunos de los libros aquí mencionados están ahora agotados y no se los ha vuelto a imprimir. 1TPI 624.4
Los Fideicomisarios del patrimonio White