La obra misionera médica en las ciudades
San Francisco, California,
12 de diciembre de 1900.
En California hay que realizar una obra que hasta ahora ha sido extrañamente descuidada. No se la debe seguir demorando. A medida que se abran las puertas a la presentación de la verdad, estemos listos para entrar. En la gran ciudad de San Francisco se ha hecho algo de trabajo, pero al estudiar el territorio nos damos cuenta con toda claridad que se trata sólo de un comienzo. Se deberían realizar esfuerzos bien organizados, tan pronto como sea posible, en diferentes secciones de esta ciudad y también en Oakland. La gente no se da cuenta de la perversidad de San Francisco. Se debe extender y profundizar nuestra obra en esta ciudad. Dios ve en ella a muchas almas que deben ser salvadas.
7TPI 109.1
En San Francisco ya se han instalado un restaurante, una tienda de alimentos y varias salas de tratamientos. Estos establecimientos hacen un buen trabajo, pero se necesita difundir ampliamente su influencia. Tanto en San Francisco como en Oakland se deberían abrir otros restaurantes similares al de la calle Market. Acerca de los esfuerzos que actualmente se realizan para llevar adelante esos aspectos de la obra, sólo podemos decir: amén y amén. Pronto se establecerán otras líneas de trabajo que llegarán a ser una bendición para la gente. El evangelismo médico misionero se debería promover de la manera más inteligente y cabal que se pueda. La tarea sagrada y solemne de salvar a las almas debe avanzar modestamente, pero con dignidad.
7TPI 109.2
¿Dónde están las fuerzas trabajadoras? El trabajo de la dirección debe ser llevado a cabo por hombres y mujeres profundamente convertidos, que sean personas de discernimiento claro y de visión penetrante. Se debe ejercer un juicio cuidadoso al emplear a los individuos que han de realizar esta tarea espiritual, porque deben ser personas que amen a Dios y que caminen delante de él con la mayor humildad, hombres y mujeres que sean instrumentos efectivos en las manos de Dios para cumplir el propósito que se propone: la elevación de los seres humanos y su salvación.
7TPI 110.1
Los evangelistas que realizan obra médica misionera podrán llevar a cabo un excelente trabajo de pioneros. La obra del ministro y la del médico misionero evangelista debieran integrarse completamente. El médico cristiano debería considerar que su trabajo es tan elevado como el del ministro. Se trata de una obra grande, sagrada y muy necesaria. El médico y el ministro deberían comprender que se hallan empeñados en la misma tarea. Deberían trabajar en armonía perfecta. Deberían consultarse mutuamente. Su unidad dará testimonio de que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para salvar a todos los que creen en él como Salvador personal.
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Para realizar el servicio de Dios en las grandes ciudades se deberían emplear médicos cuyas habilidades profesionales estén por encima de las del médico común. Debieran hacer esfuerzos por alcanzar a las clases elevadas. En San Francisco se está haciendo algo de esto, pero se debe realizar mucho más aún. Que no haya equivocaciones con referencia a la importancia y a la naturaleza de estos esfuerzos. San Francisco es un territorio amplio y una parte importante de la viña del Señor.
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Los médicos misioneros que trabajan en las líneas del evangelismo realizan una obra de orden tan elevado como la de los obreros ministeriales. Los esfuerzos realizados por estos obreros no deben circunscribirse a las clases más pobres. Las clases más elevadas se han descuidado en forma inexplicable. Entre la gente más educada muchos responderán favorablemente a la verdad porque la hallarán consistente y verán que porta el sello del elevado carácter del Evangelio. Entre la gente ganada por este método hay no pocas personas de habilidad que entrarán enérgicamente a la obra del Señor.
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El Señor insta a los que ocupan posiciones de responsabilidad, a quienes ha confiado sus preciosos dones, a que utilicen sus talentos intelectuales y sus medios en su servicio. Nuestros obreros deberían presentar delante de estos hombres una declaración clara de nuestro plan de trabajo, mostrándoles lo que necesitamos con el fin de ayudar a los pobres y menesterosos, y para establecer esta obra sobre una base firme. El Espíritu Santo impresionará a algunos de ellos para que inviertan los medios del Señor de tal modo que su causa prospere. Cumplirán su propósito mediante la creación de centros de influencia en las grandes ciudades. El interés de los obreros los llevará a ofrecerse para trabajar en diversas líneas de esfuerzo misionero. Se establecerán restaurantes donde se preparen comidas saludables. ¡Pero con cuánto cuidado debería realizarse esta obra!
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Cada uno de estos restaurantes debería ser una escuela. Sus obreros deben mantenerse constantemente estudiando y experimentando con el fin de mejorar la preparación de los alimentos saludables. Esta obra de instrucción debe poderse llevar a cabo en las ciudades en una escala mucho mayor que en los lugares pequeños. Pero dondequiera que haya una iglesia, se debería dar instrucción relativa a la preparación de alimentos sencillos y saludables para beneficio de los que desean vivir de acuerdo con los principios de la reforma de la salud. Y los feligreses deben impartir la luz que reciben sobre estos asuntos a los habitantes de su vecindario.
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Se debe enseñar a cocinar a los alumnos de nuestras escuelas. En esta rama de la educación se debe ejercer conocimiento y prudencia. Satanás trabaja con toda clase de engaños de injusticia para descaminar los pies de nuestros jóvenes por los senderos de la tentación que conducen a la ruina. Debemos fortalecerlos y ayudarles a resistir las tentaciones referentes a la indulgencia del apetito que los asaltarán de todos lados. Se realiza obra misionera para el Maestro cuando se les enseña la ciencia del sano vivir.
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En muchas partes se deben establecer escuelas de cocina. Puede ser que esta obra comience en una forma humilde, pero a medida que cocineros inteligentes hagan lo mejor que puedan para iluminar a otros, el Señor les concederá habilidades y conocimientos. La instrucción del Señor es: “No los impidáis, porque yo me revelaré a ellos como su Instructor”. El trabajará con aquellos que pongan sus planes en práctica al enseñar a la gente cómo reformar sus hábitos de comer mediante la preparación de alimentos sanos y baratos. De este modo los pobres se sentirán animados a adoptar los principios de la reforma de la salud y se los ayudará a ser industriosos y a tener confianza propia.
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Se me ha mostrado que Dios está enseñando a preparar alimentos sanos y sabrosos a hombres y mujeres capaces, y a hacerlo de manera aceptable. Vi que muchos de ellos eran jóvenes y que también los había de edad madura. He recibido la instrucción de promover la conducción de escuelas de cocina dondequiera que se haya establecido el trabajo médico misionero. Se debe presentar delante de la gente cualquier medio que pueda inducirlas a aceptar la obra de reforma. Permítase brillar tanta luz como sea posible sobre ellas. Enséñeselas a compartir con los demás todo lo que aprendan.
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¿No hemos de hacer todo lo que podamos para adelantar la obra en nuestras grandes ciudades? Miles y miles de personas que viven a nuestro alrededor necesitan ayuda de diversas formas. Recuerden los ministros del Evangelio que el Señor Jesucristo dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?” Mateo 5:14, 13.
7TPI 112.3
El Señor Jesús realiza milagros en favor de su pueblo. En Marcos 16 leemos: “Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. vers. 19 y 20. Aquí se nos asegura que el Señor estaba capacitando a sus siervos escogidos para que emprendieran la obra misionera médica después de su ascensión.
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Podemos aprender una lección de la más alta importancia del registro de los milagros que el Señor realizó al proveer vino en la fiesta de bodas y al alimentar a la multitud. La obra de los alimentos saludables es una de las formas que el Señor utilizará para suplir una necesidad. El proveedor celestial de todos los alimentos no dejará ignorante a su pueblo con respecto a la preparación de los alimentos mejores para todo tiempo y ocasión.
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7TPI
Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
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