Testimonios para la Iglesia, Tomo 7

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El saludo de Cristo para el mundo

El Sermón del Monte es la bendición del cielo para el mundo, una voz que proviene del trono de Dios. Se lo dio a la humanidad para que fuera la ley de su conducta y la luz del cielo, su esperanza y consuelo en las horas de abatimiento; aquí el Príncipe de los predicadores, el Maestro por excelencia, expresa las palabras que el Padre le indicó que pronunciara. 7TPI 255.2

Las bienaventuranzas constituyen el saludo de Cristo, no sólo para los creyentes, sino para toda la familia humana. Por un momento pareció olvidar que se hallaba en el mundo, no en el cielo; y utilizó el saludo familiar del mundo de la luz. Las bendiciones brotaron de sus labios como una rica corriente de vida que hubiera estado detenida por largo tiempo. 7TPI 255.3

Cristo no nos deja en duda con respecto a los rasgos de carácter que siempre está dispuesto a reconocer y bendecir. Ignorando a los ambiciosos favoritos del mundo se vuelve hacia quienes han sido despreciados por ellos, llamando bienaventurados a los que reciben su luz y su vida. Extiende sus brazos de refugio a los pobres en espíritu, mansos, humildes, sufrientes, despreciados y perseguidos, y les dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar”. Mateo 11:28. 7TPI 255.4

Cristo puede observar toda la miseria del mundo sin experimentar una sombra de tristeza por haber creado al hombre. Ve que en el corazón humano hay algo más que pecado y miseria. En su sabiduría y amor infinitos observa las posibilidades que hay en cada ser humano y la altura que pueden alcanzar. Sabe que, aunque los seres humanos han abusado de las bendiciones que han recibido y han destruido la dignidad que Dios les ha dado, el Creador todavía será glorificado con la redención de ellos. 7TPI 256.1

El Sermón del Monte es un ejemplo de la forma como debemos enseñar. ¡Cuántos esfuerzos no hizo Cristo para lograr que los misterios no fueran más misterios, sino verdades claras y sencillas! No hay nada impreciso en sus instrucciones, nada difícil de comprender. 7TPI 256.2

“Y abriendo su boca les enseñaba”. Mateo 5:2. No expresaba sus palabras en susurros, ni su voz era áspera o desagradable. Hablaba con énfasis y claridad, con poder solemne y convincente. 7TPI 256.3

“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. Mateo 7:28-29. 7TPI 256.4

Un estudio serio del Sermón del Monte, hecho con oración, nos preparará para proclamar la verdad y para llevar a otros a la luz que hemos recibido. Pero antes debemos preocuparnos por nosotros mismos y recibir los principios de la verdad con corazones humildes, poniéndolos en práctica en obediencia perfecta. Esto nos proporcionará gozo y paz. De este modo comemos la carne y bebemos la sangre del Hijo de Dios y crecemos vigorosos en su fortaleza. Nuestras vidas están integradas a su vida. Nuestro espíritu, nuestras inclinaciones y nuestros hábitos se conforman a la voluntad de aquel de quien Dios declaró: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17. 7TPI 256.5

Las palabras que Cristo pronunció sobre el monte de las bienaventuranzas retendrán su poder a través de todos los tiempos. Cada oración es una joya sacada del palacio del tesoro de la verdad. Los principios enunciados en este discurso son para todas las edades y para todas las clases de seres humanos. Cristo expresó su fe y esperanza con energía divina, mientras declaraba bienaventurada a una clase de personas tras otra porque habían formado caracteres justos. Al vivir la vida del Dador de la vida, mediante la fe en él, cada uno puede alcanzar la norma establecida en sus palabras. ¿No merece el logro de este objetivo el esfuerzo incansable de toda una vida? 7TPI 256.6