Testimonios para la Iglesia, Tomo 7

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A los maestros de nuestras escuelas

Mis queridos hermanos y hermanas: El Señor actuará en favor de todos los que estén dispuestos a andar con él en humildad. El los ha colocado en posiciones de responsabilidad. Caminen prudentemente delante de él. La mano de Dios está en el timón. El conducirá el barco al puerto más allá de las rocas. Utilizará las cosas débiles de este mundo para confundir las poderosas. 7TPI 254.1

Mi oración es que hagan a Dios su consejero. Ustedes no tienen que dar cuenta a ningún ser humano, sino que se hallan bajo la dirección de Dios. Manténganse cerca de él. No acepten las ideas mundanas como su criterio. No permitan ninguna separación de los métodos de trabajo del Señor. No empleen el fuego común, pero usen el fuego sagrado encendido por el Señor. 7TPI 254.2

Tengan buen ánimo en su trabajo. Por muchos años he presentado ante nuestro pueblo la necesidad de ejercitar igualmente las facultades físicas como las mentales, en la educación de nuestros jóvenes. Pero a los que nunca han experimentado el valor de la instrucción que se les ha dado, de combinar el entrenamiento manual con el estudio de los libros, se les hace difícil comprender y poner en práctica estas directivas. 7TPI 254.3

Esfuércense por impartir a sus alumnos las bendiciones que Dios les ha concedido. Guíenlos por los terrenos del conocimiento con el deseo profundo y serio de ayudarlos. Acérquense a ellos. A menos que el amor y la delicadeza de Cristo abunden en el corazón de los maestros, en ellos se manifestará demasiado el espíritu tosco y dominante del amo. 7TPI 254.4

El Señor desea que aprendan a utilizar la red del Evangelio. Sus redes deben ser de malla cerrada para que puedan tener éxito en su trabajo. Deben utilizar las Escrituras de tal manera que se comprenda fácilmente su significado. Entonces recojan la red diestramente. Vayan directamente al grano. Por más elevado que sea el conocimiento de una persona, no le sirve de nada a menos que lo pueda comunicar a los demás. Que la expresión de su voz, el profundo sentimiento que revele, impresione los corazones. Insten a sus alumnos a que se rindan completamente a Dios. “Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”. Judas 21-23. A medida que sigan el ejemplo de Cristo obtendrán la preciosa recompensa de ver a sus alumnos ganados para él. 7TPI 254.5