Testimonios para la Iglesia, Tomo 7

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Los principios correctos son esenciales

Los que trabajan en tareas administrativas deberían tomar toda precaución posible para no cometer errores causados por la aplicación de principios o métodos equivocados. Que sus registros sean como los de Daniel en las cortes de Babilonia. Cuando todas sus transacciones administrativas fueron sometidas al escrutinio más escrupuloso, no se encontraron faltas en ningún renglón. A pesar de estar incompleto, el registro de su vida administrativa contiene lecciones dignas de ser estudiadas. Pone de relieve el hecho de que un hombre de negocios no necesita ser una persona intrigante y política. Debe ser un hombre instruido por Dios a cada paso. Daniel, mientras era el primer ministro del reino de Babilonia, era también un profeta de Dios que recibía la luz de la inspiración celestial. Su vida es una ilustración de lo que debería ser cada administrador cristiano. 7TPI 236.1

Dios no acepta el servicio más espléndido a menos que el yo esté colocado sobre el altar, como un sacrificio vivo que se consume sobre él. La raíz debe ser santa, de lo contrario no se puede producir un fruto firme y saludable, que es lo único aceptable delante de Dios. El corazón se debe convertir y consagrar. La motivación debe ser correcta. La lámpara interior debe ser alimentada por el aceite que fluye de los mensajeros celestiales a través de los tubos dorados hacia el cántaro de oro. La comunicación del Señor nunca llega al hombre en vano. 7TPI 236.2

La verdad, la verdad preciosa y vital, está unida al bienestar eterno del hombre, tanto en esta vida como en la eternidad que se abre delante de nosotros. “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Juan 17:17. Se debe practicar la Palabra de Dios. Ella vivirá y permanecerá para siempre. Mientras que las ambiciones mundanas, los proyectos mundanos y los planes y propósitos más exaltados del hombre perecerán como la hierba, “los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud como las estrellas a perpetua eternidad”. Daniel 12:3. 7TPI 237.1

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Actualmente la causa de Dios necesita a hombres y mujeres dotados de cualidades extraordinarias y de facultades administrativas superiores; hombres y mujeres que examinen las necesidades de la obra paciente y cabalmente en los diversos campos; personas que posean una gran capacidad de trabajo; dotadas de corazones bondadosos y acogedoras, de cabeza serena, cabales, y de juicio imparcial; que se hallen santificadas por el Espíritu de Dios y puedan decir intrépidamente “No”, o “Sí” y “Amén”, a las propuestas que escuchen; que sean de condiciones firmes, discernimiento claro, y corazones puros y llenos de simpatía; personas que pongan en práctica las palabras: “Todos ustedes son hermanos”; que luchen por elevar y restaurar a la humanidad caída. 7TPI 237.2