Testimonios para la Iglesia, Tomo 7

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Evítense las deudas

Dios no desea que su obra se halle constantemente en apuros económicos por causa de las deudas. Cuando sea necesario agregar una nueva construcción a los edificios ya existentes en una institución, cuiden de no gastar más de lo que tienen. Es preferible aplazar las mejoras hasta que la Providencia abra un camino para realizarlas sin incurrir en deudas pesadas y tener que pagar intereses. 7TPI 197.1

Nuestro pueblo ha considerado a las casas editoras como instituciones de depósito capacitándolas así para suministrar medios con el fin de sostener diversas ramas de la obra en diferentes campos ayudando de este modo al establecimiento de otras empresas. Esto es bueno, aunque no se ha hecho lo suficiente en estos renglones. El Señor lo ve todo. Sin embargo, de acuerdo con la luz que se me ha dado, debería realizarse todo esfuerzo posible para mantenerse libre de deudas. 7TPI 197.2

La obra de publicaciones está fundamentada en la abnegación y se la debe conducir sobre la base de estrictos principios económicos. El problema de las finanzas puede ser controlado si, cuando los fondos son escasos, los obreros consienten en sufrir una reducción de salario. El Señor me reveló que este principio debería ser adoptado en nuestras instituciones. Cuando el dinero escasea, debiéramos restringir nuestras necesidades. 7TPI 197.3

Deben hacerse cálculos adecuados para el costo de las publicaciones, y entonces que todos los obreros de las casas editoras estudien la forma de economizar en cada aspecto del trabajo, aun cuando esto ocasione marcados inconvenientes. Vigílense los gastos pequeños. Deténgase cada fuga. Es la suma de las pérdidas pequeñas lo que se hace pesado al final. Recojan los pedazos; que nada se pierda. No desperdicien los minutos conversando; los minutos desaprovechados echan a perder las horas. La diligencia perseverante que obra por la fe siempre se verá coronada de éxito. 7TPI 197.4

Algunos piensan que la vigilancia en las cosas pequeñas está por debajo de su dignidad. Lo consideran como evidencia de una mente estrecha y de un espíritu tacaño. Pero no pocos barcos se han hundido a causa de un agujero pequeño. No se debe permitir que se desperdicie nada que podría servir a un propósito útil. Con toda certidumbre la falta de economía acarreará deudas sobre nuestras instituciones. Aunque se recibiera mucho dinero, se perdería en los pequeños despilfarros de cada rama de la obra. La economía no es mezquindad. 7TPI 198.1

Cada hombre y mujer empleados en la casa editora debería constituirse en un centinela fiel, que cuide de que nada se desperdicie. Todos debieran estar en guardia contra las supuestas necesidades que requieren un desembolso de medios. Algunas personas viven mejor con 400 dólares al año de lo que otros hacen con 800. Lo mismo sucede con nuestras instituciones; algunos pueden manejarlas con mucho menos capital de lo que pueden otros. Dios desea que todos los obreros practiquen la economía y especialmente que sean mayordomos fieles. 7TPI 198.2

Cada obrero de nuestras instituciones debe recibir una compensación adecuada. Si los trabajadores reciben sueldos satisfactorios, pueden experimentar el placer de hacer donaciones a la causa. No es justo que algunos reciban una gran cantidad de salario mientras que otros, que realizan un trabajo fiel y esencial, reciban muy poco. 7TPI 198.3

Sin embargo, hay casos en los cuales debe hacerse una diferencia. Hay personas conectadas con las casas editoras que llevan responsabilidades muy pesadas sobre sus hombros y cuyo trabajo es de gran valor para la institución. En muchos otros trabajos se habrían tenido que preocupar enormemente menos y, financieramente, habrían obtenido un provecho mucho mayor. Todos pueden ver que es injusto pagarles a esas personas sueldos no más elevados de los que se pagan a un mero trabajador manual. 7TPI 198.4

Si el Señor responsabiliza a una mujer para realizar cierta labor, su trabajo debiera ser estimado de acuerdo con lo que vale. Algunos podrían considerar que es recomendable la práctica de permitir a algunas personas que dediquen todo su tiempo y esfuerzo a la obra sin recibir ninguna recompensa monetaria. Pero Dios no aprueba estos arreglos. Cuando una escasez de fondos requiere abnegación, la carga no debe descansar sola y enteramente sobre unas pocas personas. Que todos se unan en el sacrificio. 7TPI 198.5

El Señor desea que las personas a quienes ha confiado sus bienes muestren bondad y liberalidad, no mezquindad. Que en sus transacciones no traten de obtener cada centavo posible de los demás. Dios observa tales métodos con desprecio. 7TPI 199.1

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Los obreros deben recibir una compensación adecuada al número de horas de trabajo honesto que han dado. El que le dedica tiempo completo al trabajo debe recibir de acuerdo con ese plan. Si alguno pone toda su mente, alma y fuerza para sobrellevar las cargas, debe ser remunerado de acuerdo con su actividad. 7TPI 199.2

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A nadie se le debe adjudicar un salario exorbitante, aunque esté dotado de capacidades y calificaciones especiales. El trabajo realizado para Dios y su causa no debe ser colocado sobre una base mercenaria. Los obreros de la casa editora no realizan una labor más pesada, ni tienen gastos mayores, ni responsabilidades más fuertes que las que tienen los obreros empleados en otras líneas. El trabajo de ellos no es más agotador que el de un fiel ministro. Al contrario, por regla general los ministros realizan mayores sacrificios que los que tienen que hacer los obreros de nuestras instituciones. Los ministros deben ir adonde se los envía; son soldados, listos a salir en cualquier momento a enfrentarse con cualquier emergencia. A menudo están obligados a separarse en gran medida de sus familiares. Por lo general, los obreros de las casas editoras poseen un hogar permanente y pueden vivir con sus familias. Este hecho les ahorra muchos gastos y debería tomarse en cuenta cuando se fijan los escalafones de compensación de los que laboran en el ministerio, en comparación con los que trabajan en las casas editoras. 7TPI 199.3

Los que se dedican de todo corazón a trabajar en la viña del Señor obteniendo el mayor provecho de sus capacidades, no deben ser quienes establezcan los mayores precios por sus propios servicios. En lugar de hincharse de orgullo y autoimportancia, y de medir con exactitud cada hora de servicio, deberían comparar sus esfuerzos con la obra del Salvador y considerarse a sí mismos como siervos inútiles. 7TPI 199.4

Hermanos, no traten de descubrir cuál es el mínimo que pueden hacer con el fin de alcanzar la norma más baja; sino levántense para asirse de la plenitud de Cristo, con el fin de hacer mucho para él. 7TPI 200.1

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El Señor busca a hombres que vean la obra en toda su grandeza y que entiendan los principios que han ido entrelazados con ella desde sus comienzos. El no aceptará que un orden mundano de cosas se introduzca para moldear la obra de acuerdo con lineamientos completamente diferentes de los que él ha marcado para su pueblo. La obra debe ostentar el carácter de su Originador. 7TPI 200.2

La misericordia y la verdad se encontraron en el sacrificio de Cristo por los hombres caídos, y la justicia y la paz se besaron. Cuando estos atributos se separan de la obra más grandiosa y aparentemente de mejor éxito, a ésta no le queda nada. 7TPI 200.3

Dios no ha singularizado a unos pocos hombres para concederles su favor mientras deja a los demás sin cuidar de ellos. El nunca encumbrará a uno en tanto que echa a otro por el suelo para oprimirlo. Todos los que se hayan convertido genuinamente manifestarán el mismo espíritu. Tratarán a su prójimo como tratarían a Cristo. Ninguno ignorará los derechos del otro. 7TPI 200.4

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Los siervos de Dios deberían tener un respeto tan grande por la obra sagrada que manejan, que no introducirán en ella ni siquiera un vestigio de egoísmo. 7TPI 200.5