Testimonios para la Iglesia, Tomo 6

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Resultados de la obra en los congresos campestres

Los congresos campestres deben realizar una obra extraordinaria. El Señor ha honrado en forma especial estas concentraciones que él ha llamado “santas convocaciones”. Miles de personas asisten a estas concentraciones; muchas, motivadas por la curiosidad de oír y ver cosas nuevas. Pero cuando oyen el mensaje de verdad y se relacionan con quienes creen en él, no pocos son impresionados. Los prejuicios, la oposición y la indiferencia se esfuman y ellos escuchan con sincero interés la predicación de la Palabra. 6TPI 77.1

Dios tiene sus representantes en todas las iglesias. A estas personas no se les han presentado las verdades especiales para estos últimos días, que prueban la fe, bajo circunstancias que producen convicción en el corazón y la mente; por lo tanto, al rechazar la luz no interrumpieron su comunicación con Dios. Hay muchos que han caminado fielmente en la luz que ha iluminado su senda. Están hambrientos de saber más acerca de los caminos y las obras de Dios. En todo el mundo hay hombres y mujeres que miran fijamente al cielo. Oraciones, lágrimas e indagaciones ascienden de almas que anhelan recibir luz, gracia y el Espíritu Santo. Muchos están muy cerca del reino, esperando solamente ser invitados a entrar. 6TPI 77.2

Cuando las verdades de la Biblia en su sencillez se enseñen a la gente como lecciones de Cristo, reconocerán la luz y se regocijarán al recibirla. Sus dudas se desvanecerán ante la luz de la verdad como el rocío ante el sol matinal. Sus conceptos de las verdades bíblicas se amplían y la revelación de Dios en Cristo les muestra la profundidad, la anchura y la altura del ministerio espiritual divino, el cual no habían comprendido porque no puede ser explicado; sino únicamente ejemplificado en un carácter semejante al de Cristo. 6TPI 77.3

Muchos que no son miembros de ninguna iglesia y que causan la impresión de estar completamente desentendidos de los requerimientos de Dios, no son en realidad tan indiferentes como parecen. Aun los más irreligiosos tienen sus momentos de convicción, cuando sienten un anhelo por algo que no tienen. En cada pueblo y ciudad vive mucha gente que no asiste a ningún lugar de culto. Muchos de ellos son atraídos por los congresos campestres. Otros asisten porque se sienten esclavos del pecado, indefensas víctimas de malos hábitos. Muchos de ellos se convencen y se convierten. Cuando por fe se aferran a las promesas de Dios de perdón de sus pecados, se rompe la esclavitud del hábito. Olvidan sus complacencias pecaminosas y llegan a ser personas libres en Cristo Jesús, y se regocijan en la libertad de los hijos de Dios. Esta es la obra que debe hacerse en todos nuestros congresos campestres. Por este medio, miles serán rescatados para Cristo. 6TPI 78.1