Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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La ayuda para los que la necesitan

Como agentes de Dios, hemos de tener corazones de carne, llenos del amor que nos insta a ser de ayuda para los que tienen mayor necesidad que nosotros. Si vemos a nuestros hermanos y hermanas luchando bajo la pobreza y la deuda, si vemos iglesias que están en necesidad de ayuda financiera, debemos manifestar un interés abnegado en ellos y auxiliarlos en la medida que Dios nos ha prosperado a nosotros. Si los que están a cargo de alguna institución ven a otras instituciones luchando tenazmente por conseguir espacio para estar en pie con el fin de realizar una obra semejante a la de ellos, que no les dé envidia. 8TPI 148.2

No procuréis eliminar a un grupo que se esfuerza y jactaros por ello con un sentido de superioridad. Deberíais más bien limitar algunos de vuestros grandes proyectos y auxiliar a los que están en necesidad. Ayudadlos a llevar a cabo algunos de sus proyectos para ampliar sus instalaciones. No, empleéis cada dólar en la amplificación de vuestras instalaciones y en el aumento de vuestras responsabilidades. Reservad parte de vuestros recursos para establecer instituciones y escuelas en otros lugares. Necesitaréis mucha sabiduría para determinar dónde establecer estas instituciones para que el pueblo reciba el mayor beneficio. Todos estos asuntos deben recibir la más franca consideración. 8TPI 148.3

Los que ocupan puestos de responsabilidad necesitarán sabiduría de lo alto para manejar las cosas justamente, amar la misericordia y demostrarla no sólo a los pocos, sino a todos con quienes se relacionan. Cristo identifica sus intereses con los de su pueblo, no importa cuán pobre y necesitado sea. Se deben abrir misiones para la gente de color, y todos deben intentar hacer algo de inmediato. 8TPI 149.1

Hay necesidad de establecer instituciones en diferentes lugares para que hombres y mujeres se pongan a trabajar haciendo lo mejor que puedan en el temor de Dios. Ninguno debiera perder de vista su misión y trabajo. Que todos procuren cumplir con éxito el trabajo que tienen entre manos. Todas nuestras instituciones deben tener esto en mente y esforzarse por lograr el éxito; pero a la vez recordar que su éxito aumentará a medida que ejerzan una liberalidad desinteresada, compartiendo su abundancia con aquellas instituciones que están luchando por su existencia. Entre nosotros existe poco del amor verdadero y abnegado. El apóstol Juan dice: “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros”. 1 Juan 4:7, 8, 12. No es del agrado de Dios ver que un hombre cuide sólo de lo suyo e ignore los intereses de sus prójimos. 8TPI 149.2