Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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Una advertencia descuidada

Santa Helena, California,

noviembre de 1901.

“He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido”. Deuteronomio 11:26-28. 8TPI 88.1

“Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus ganados, y comerás y te saciarás. Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos; y se encienda el furor de Jehová sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Jehová”. vers. 13-17. 8TPI 88.2

“Por tanto, pondréis mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas; para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra”. vers. 18-21. 8TPI 88.3

Si los adventistas del séptimo día hubieran andado en los caminos del Señor, rehusando ser dominados por intereses egoístas, el Señor los habría bendecido abundantemente. Los que quedaron en Battle Creek, contrariamente a la voluntad del Señor, han perdido la preciosa lección y el conocimiento espiritual que habrían obtenido por su obediencia. Muchos de entre ellos han perdido el favor de Dios. El corazón mismo de la obra quedó congestionado. Por mucho tiempo fue dada la advertencia, pero no se hizo caso de ella. La razón de esta desobediencia es que el corazón y la mente de muchos en Battle Creek no están bajo la influencia del Espíritu Santo. Esas personas no comprenden cuánto trabajo queda por hacer. Están adormecidas. 8TPI 89.1

Cuando los adventistas del séptimo día se establecen en ciudades donde ya existe una iglesia grande, no están en su debido lugar y su espiritualidad se debilita más y más. Sus hijos están expuestos a numerosas tentaciones. Hermanos míos, a menos que seáis imprescindibles para el adelanto de la obra en un tal lugar, sería mucho más prudente que fuerais a un lugar donde la verdad no ha penetrado aún, y os esforzarais en dedicar vuestra capacidad a la obra del Maestro. Realizad grandes esfuerzos para crear un interés en la verdad presente. El trabajo hecho de casa en casa es de eficacia cuando es hecho con un espíritu cristiano. Celebrad reuniones y haced que sean interesantes. Recordad que esto exige algo más que una predicación. 8TPI 89.2

Muchos de los que han vivido por largo tiempo en un mismo lugar pasan su tiempo criticando a los que trabajan por convencer y convertir a los pecadores. Critican los motivos y las intenciones de los demás, como si fuera imposible que nadie trabaje desinteresadamente en la obra que ellos mismos rehúsan cumplir. Constituyen piedras de tropiezo. Si fueran a los lugares donde no hay creyentes, y si allí se dedicasen a ganar almas para Cristo pronto estarían tan ocupados proclamando la verdad y socorriendo a los que sufren, que no les quedaría tiempo para disecar los caracteres, para sospechar el mal en otros y luego divulgar los resultados de su pretendida habilidad de discernir lo que hay debajo de las apariencias. 8TPI 89.3

Vayan al campo de la mies para sembrar y segar para el Maestro los que hayan vivido mucho tiempo en lugares donde hay grandes iglesias. En su anhelo de salvar almas, se olvidarán de ellos mismos. Verán que hay tanta obra que hacer, tantos semejantes a quienes ayudar, que no tendrán tiempo para rebuscar las faltas ajenas ni para obrar negativamente. 8TPI 90.1

La reunión de un gran número de creyentes en un mismo lugar tiende a excitar la crítica y la calumnia. Muchos se enfrascan en la ocupación de mirar y escuchar el mal. No piensan en el gran pecado que cometen así; olvidan que las palabras pronunciadas no pueden ya ser retiradas, y que por sus sospechas están sembrando semillas que traerán malos frutos. Nadie conocerá la abundancia de esa cosecha hasta el día postrero, cuando los pensamientos, todas las palabras y todas las acciones se traerán a juicio. 8TPI 90.2

Las palabras atolondradas o poco amables se exageran al repetirse. Cada cual añade algo, de tal manera que el falso relato adquiere pronto considerable extensión. De este modo, se comete una gran injusticia. Por las sospechas y los juicios injustos, los calumniadores se perjudican ellos mismos y siembran en la iglesia las semillas de la discordia. Si pudieran ver las cosas como Dios las ve, cambiarían de actitud; comprenderían entonces cómo descuidaron la obra que se les confiara, mientras censuraban a sus hermanos y hermanas. 8TPI 90.3

El tiempo gastado en criticar las intenciones y las acciones de los siervos del Señor sería mejor empleado en la oración. Si los que buscan faltas en los demás conocieran la verdad referente a los mismos a quienes critican, a menudo tendrían otra opinión acerca de ellos. En vez de criticar y condenar a los otros, sería mejor que cada cual dijese: “Debo trabajar para mi propia salvación. Si coopero con Cristo, quien desea salvar mi alma, debo velar diligentemente sobre mí mismo; debo arrancar de mi vida todo lo malo; debo ser una nueva criatura en Cristo; debo vencer todos mis defectos. Así que, en vez de debilitar a aquellos que luchan contra el mal, debo fortalecerlos con palabras de aliento”. 8TPI 90.4

Aquellos que han usado el talento del habla para desanimar a los siervos de Dios ocupados en el adelanto de la causa de Dios y en hacer planes para dominar la oposición, deben pedir perdón a Dios por el daño que han hecho a su obra por medio de sus prejuicios malvados y sus palabras poco amables. Mediten en el daño que han hecho divulgando falsos informes y juzgando a aquellos cuyos casos no les toca juzgar. 8TPI 91.1

La Palabra de Dios nos da indicaciones precisas con referencia a lo que debemos hacer cuando pensamos que un hermano está en el error. Cristo dice: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”. “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Mateo 18:15-17; 5:23, 24. 8TPI 91.2

“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho”. Salmos 15. 8TPI 91.3

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Mateo 7:1-5. 8TPI 91.4

Juzgar no es una cosa baladí. Recordad que muy pronto el relato de vuestra vida pasará bajo la mirada de Dios. Recordad que él dijo también: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios!”. Romanos 2:1-3. 8TPI 92.1

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Los que vinieron a Battle Creek cuando tenían una obra que hacer en la iglesia que abandonaron, perdieron su espíritu misionero y su discernimiento espiritual al venir a Battle Creek. Allí conocieron un fariseísmo, una justicia propia que es siempre engañosa. Constituye una apariencia de piedad, pero sin eficacia. 8TPI 92.2

Cuando el poder de la verdad se sienta en el corazón, cuando los principios de la verdad sean incorporados en la vida diaria, habrá un gran movimiento de reforma en la iglesia de Battle Creek. Pronto se han de cumplir las palabras: “A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más...”. Ezequiel 21:27. Por ahora no sabemos exactamente cuándo se llevará a cabo la dispersión en Battle Creek. Aquellos que se mudaron a Battle Creek sin haber tenido ningún llamamiento del Señor, se marcharán. 8TPI 92.3

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Los obreros fervientes no tienen tiempo para espaciarse en los defectos ajenos. Contemplan al Salvador, y contemplándolo son transformados de acuerdo a su semejanza. Él es Aquel cuyo ejemplo hemos de seguir en la formación de nuestro carácter. En su vida terrenal reveló claramente la naturaleza divina. Debemos esforzarnos por ser perfectos en nuestra esfera como él es perfecto en la suya. No deben los miembros de su iglesia seguir siendo indiferentes con respecto a la formación de un carácter correcto. Colocándose bajo la influencia modeladora del Espíritu Santo, han de adquirir un carácter que refleje el divino. 8TPI 93.1