Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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No se honra a Dios

Aquel que ve debajo de la superficie, que lee los corazones de todos los hombres, habla así de quienes han tenido grandes luces: “No se afligen ni se sorprenden de su estado moral y espiritual”. “Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones, también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada”. “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira...” “por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” “sino que se complacieron en la injusticia”. Isaías 66:3, 4; 2 Tesalonicenses 2:11, 10, 12. 8TPI 260.2

El Maestro celestial preguntó: “¿Qué engaño más grave puede seducir la mente que el que os hace creer que estáis construyendo sobre un buen fundamento y que Dios acepta vuestro trabajo, cuando en realidad estáis haciendo muchas cosas conforme a las ideas del mundo y pecando contra Jehová? Es grande el extravío y fascinante la alucinación que se apoderan de las mentes, cuando los hombres que han conocido la verdad adoptan la forma de la piedad en vez de su espíritu y potencia; cuando suponen que son ricos y que no necesitan nada, y en realidad lo necesitan todo”. 8TPI 260.3

Dios no ha cambiado para con sus siervos que guardan sus vestiduras sin manchas. Sin embargo, muchos dicen: “Paz y seguridad”, entretanto que una ruina repentina va a sobrecogerlos. Nunca entrarán los hombres al cielo, a menos que se arrepientan cabalmente, humillen su corazón por la confesión de sus pecados y reciban la verdad tal como es en Jesús. Cuando la purificación se efectúe en nuestras filas, no permaneceremos más tiempo ociosos, enorgullecidos de nuestras riquezas y de que nada nos falta. 8TPI 261.1

Quién puede decir con verdad: “Nuestro oro es probado en el fuego y nuestros vestidos no están manchados por el mundo”? He visto a nuestro Instructor señalar vestiduras que se daban por justicia. Al desgarrarlas, puso al descubierto la suciedad que cubrían. Luego me dijo: No puedes ver con qué falsedad cubrieron su inmundicia y la corrupción de su carácter? ‘¿Qué, pues, la ciudad fiel ha venido a ser una ramera?’ ¡La casa de mi Padre es hecha un lugar de comercio, de donde se han retirado la gloria y la presencia divinas! Por esta causa hay debilidad y falta la fuerza”. 8TPI 261.2