Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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Auxilio divino

Hermano mío, como cirujano usted ha tenido que atender casos muy críticos, y a veces se ha llenado de pavor. Para realizar estas tareas difíciles, sabía que necesitaba trabajar acelerada mente y que no podía equivocarse. Repetidas veces ha tenido que moverse con prisa entre una tarea y otra. ¿Quién ha estado a su lado cuando ha tenido que hacer estas operaciones serias? Quién lo ha mantenido sereno y dueño de sí mismo durante la crisis, impartiéndole un agudo discernimiento, vista clara, nervios firmes y una precisión experta? El Señor Jesús ha enviado a su ángel para que esté a su lado y le indique lo que debe hacer. Una mano ha descansado sobre la suya. Jesús, y no usted, ha dirigido los movimientos de su instrumento. A veces se ha dado cuenta de esto, y una calma maravillosa lo ha embargado. No osaba usted apresurarse; sin embargo, trabajaba rápidamente, consciente de que no había tiempo que perder. 8TPI 200.1

El Señor lo ha bendecido grandemente. Ha estado usted bajo la dirección divina. Otros que no sabían de la Presencia guiadora que lo asistía le daban toda la honra a usted. Médicos eminentes han presenciado sus operaciones y han alabado su destreza. Esto le ha agradado. Dios lo ha honrado en gran manera para que su nombre, y no el suyo, sea exaltado; pero usted no siempre ha podido aguantar ver al Invisible. Ha tenido el deseo de distinguirse, y no en toda ocasión ha puesto su completa confianza en Dios. No ha estado dispuesto a prestar atención a los consejos de los siervos del Señor. En su sabiduría propia, ha planeado muchas cosas. Es la voluntad del Señor que usted respete el ministerio evangélico. En el mismo momento cuando necesitaba discernimiento para ver no sólo un aspecto de la obra, sino todos, usted escogió como consejeros a hombres que están bajo la reprensión de Dios. Estuvo dispuesto a unirse con ellos siempre y cuando apoyaran sus propuestas. 8TPI 200.2

Por medio de la oración y la consagración, buscando sabiduría del Señor y rindiéndose a él para que lo guíe, habría evitado acometer muchas empresas que han surgido, no de la voluntad de Dios, sino de la humana. Se entregó en sus manos el trabajo a que fue nombrado. Pero usted ha descuidado cosas de gran importancia, para hacer -con un espíritu impulsivo, falto del consejo de Dios y de sus hermanos- cosas de menor importancia. Sus hermanos pudieron haberle dado consejos, pero usted despreció toda palabra que interfería con sus propios planes. Esto lo ha puesto en una situación difícil. Si hubiera usted permanecido al frente del trabajo que se le asignó, Dios habría podido hacerlo un obrero de más éxito junto a él. 8TPI 200.3

El Señor anhela que sus pensamientos estén en armonía con los de otros. A veces, cuando los siervos del Señor disentían con usted, eso era precisamente lo que Dios requería de ellos. Pero usted trató sus consejos de tal manera que después ellos permanecían en silencio, cuando debían haber hablado. Dios quiere que aquellos que él ha colocado en puestos de confianza hagan justicia y juicio con toda sabiduría. 8TPI 201.1