Testimonios para la Iglesia, Tomo 2

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Ejercicio y aire

En la creación del hombre el Señor designó que el hombre fuera activo y útil. No obstante, muchos viven en este mundo como máquinas inútiles, como si apenas existieran. No iluminan el camino de nadie, no son una bendición para nadie. Viven sólo para una carga para los demás. En cuanto a su influencia en favor del bien, son meras cifras; pero tienen peso en favor del mal. Observen de cerca la vida de esas personas, y apenas encontraréis algún acto de benevolencia desinteresada. Cuando mueren, su recuerdo muere con ellos. Su nombre pronto perece; por cuanto no pueden vivir, ni aun en el afecto de sus amigos, por medio de una sincera bondad y actos virtuosos. Para esas personas la vida ha sido un error. No han sido mayordomos fieles. Olvidaron que su Creador tiene derechos sobre ellos y que desea que sean activos en hacer el bien y en bendecir a otros con su influencia. Los intereses egoístas atraen la mente y llevan a olvidar a Dios y olvidar el propósito de su Creador. 2TPI 463.1

Todos los que profesan ser seguidores de Jesús debieran considerar que tienen el deber de preservar su cuerpo en el mejor estado de salud, para que su mente pueda estar clara para comprender las cosas celestiales. Es necesario controlar la mente porque tiene una influencia muy poderosa sobre la salud. La imaginación con frecuencia engaña, y cuando se la complace, acarrea serias enfermedades. Muchos mueren de enfermedades mayormente imaginarias. Conocí a varios que se han acarreado enfermedades reales por la influencia de la imaginación. 2TPI 463.2

Una hermana era llevada por el esposo de la silla a la cama, y de habitación en habitación, porque ella pensaba que era demasiado débil para caminar. Pero según me fue presentado el caso más adelante, podría haber caminado tan bien como yo, si lo hubiera pensado así. Si hubiera ocurrido un accidente, si la casa se hubiera prendido fuego, o uno de sus hijos hubiera estado en peligro inminente de caer y perder la vida, esta mujer se hubiera levantado por fuerza de las circunstancias, y hubiera caminado pronto y ágilmente. Con su vigor físico podía caminar; pero una imaginación enferma la llevaba a pensar que no podía, y no utilizaba su fuerza de voluntad para resistir ese engaño. La imaginación decía: No puedes caminar, es mejor que no trates de caminar. Quédate quieta; tus piernas son tan débiles que no puedes estar de pie. Si esta hermana hubiera ejercido su fuerza de voluntad y despertado sus entumecidas y dormidas energías, se hubiera visto ese engaño. Como consecuencia de someterse a la imaginación, ella probablemente piensa aún hoy, que cuando estaba tan desvalida, era por necesidad. Pero esto era puramente un capricho de la imaginación, la que a veces juega una mala pasada a los enfermizos mortales. 2TPI 463.3

Algunos temen tanto al aire que envuelven su cabeza y cuerpo de modo que llegan a parecer momias. Permanecen sentados en la casa, generalmente inactivos, temiendo agotarse y enfermarse si hacen ejercicio, ya sea en el interior o al aire libre. Podrían hacer ejercicio al aire libre en los días agradables, si sólo pensaran así. La continua inactividad es una de las mayores causas de debilidad del cuerpo y de la mente. Muchos de los que están enfermos, debieran gozar de buena salud, y poseer así una de las bendiciones más ricas que podrían disfrutar. 2TPI 464.1

Se me ha mostrado que muchos que aparentemente son débiles, y siempre quejosos, no están tan mal como ellos se imaginan. Algunos de estos tienen una voluntad fuerte, que ejercida correctamente, sería un potente medio para controlar la imaginación, y así resistir la enfermedad. Pero con demasiada frecuencia la voluntad se ejercita de un modo equivocado y obstinadamente se niega a entrar en razón. Esta voluntad ha decidido el asunto; son inválidos, y quieren recibir la atención que se presta a los inválidos, sin considerar la opinión de los demás. 2TPI 464.2

Se me ha mostrado a madres que son gobernadas por una imaginación enferma, cuya influencia sienten el esposo y los hijos. Deben mantener las ventanas cerradas porque a la madre le molesta el aire. Si ella siente frío, y se abriga, piensa que sus niños deben ser tratados de igual modo, y así roba el vigor físico a toda la familia. Todos quedan afectados por una mente, perjudicados física y mentalmente por la imaginación enferma de una mujer, que se considera a sí misma la norma para toda la familia. El cuerpo se viste de acuerdo con los caprichos de una imaginación enferma y se lo sofoca bajo una cantidad de abrigo que debilita el organismo. La piel no puede cumplir su función; el hábito de evitar el aire y el ejercicio, cierra los poros, los pequeños orificios por los cuales el cuerpo respira, e imposibilita la expulsión de las impurezas a través de ese canal. El peso de esta labor recae sobre el hígado, los pulmones, los riñones, etc., y esos órganos internos se ven obligados a hacer el trabajo de la piel. Así las personas se acarrean enfermedades por causa de sus hábitos equivocados; a pesar de la luz y el conocimiento, insisten en su proceder. Razonan del siguente modo: “¿No hemos probado? Y ¿no entendemos por experiencia el asunto?” Pero la experiencia de una persona cuya imaginación está errada, no debiera tener mucho valor para nadie. 2TPI 464.3

La estación que más debiera temer el que se allega a estos inválidos es el invierno. Es por cierto invierno, no sólo afuera, sino en el interior, para los que se ven obligados a vivir en la misma casa y dormir en la misma habitación. Estas víctimas de una imaginación enfermiza se encierran en el interior y cierran las ventanas, porque el aire afecta sus pulmones y su cabeza. Su imaginación es activa, esperan pasar frío y por eso pasan frío. No hay modo de hacerles comprender que no entienden el principio que rige estos casos. ¿No lo han comprobado ellos? -objetan. Es cierto que han comprobado un aspecto de la cuestión -al insistir en su proceder-, y es cierto que pasan frío si se exponen en lo más mínimo. Son tiernos como bebés, y no pueden soportar nada. Sin embargo, siguen viviendo, continúan cerrando las ventanas y las puertas, y manteniéndose cerca de la estufa, disfrutando de su desgracia. Por cierto han comprobado que su proceder no les ha hecho bien, sino que ha aumentado sus dificultades. ¿Por qué esas personas no permiten que la razón influya en su juicio y controle la imaginación? ¿Por qué no probar ahora un procedimiento opuesto, y de un modo razonable obtener ejercicio y aire afuera, en lugar de permanecer en la casa día tras día, más bien como un manojo de mercancías que como un ser activo? La principal razón, si no la única, por la que muchos se transforman en inválidos es que la sangre no circula libremente, y los cambios del líquido vital, necesarios para la vida y la salud, no se realizan. No han dado ejercicio a sus cuerpos ni alimento a sus pulmones, que es el aire puro y fresco; por lo tanto, es imposible vitalizar la sangre, la que sigue su curso perezosamente por el organismo. Cuanto más ejercicio hagamos, mejor será la circulación de la sangre. Más gente muere por falta de ejercicio que por exceso de fatiga; son más los que se echan a perder por el ocio que por el ejercicio. Los que se acostumbran a hacer ejercicio apropiado al aire libre, generalmente tienen una buena y vigorosa circulación. Dependemos más del aire que respiramos que de los alimentos que ingerimos. Los hombres y las mujeres, jóvenes y mayores, que desean tener buena salud, y que les gustaría tener una vida activa, debieran recordar que no pueden tenerlas sin una buena circulación. Cualquiera que sea su ocupación o inclinación, debieran decidirse a realizar tanto ejercicio al aire libre como puedan. Debieran considerar que es un deber religioso sobreponerse al estado de salud que los ha mantenido confinados en el interior de sus casas, privados del ejercicio al aire libre. 2TPI 465.1

Algunos inválidos llegan a obstinarse en este asunto y se niegan a aceptar la gran importancia del ejercicio diario al aire libre, por el cual pueden obtener una provisión de aire puro. Por temor de tomar frío, persisten, año tras año, en hacer su voluntad y vivir en un ambiente sin vitalidad. Es imposible para esta clase de personas tener una circulación saludable. El organismo completo sufre por falta de ejercicio y aire puro. La piel se debilita y se vuelve más sensible a cualquier cambio atmosférico. Se ponen ropa adicional y aumentan el calor de las habitaciones. El día siguiente requiere un poco más de calor y un poco más ropa para sentirse perfectamente abrigados, y así satisfacen cada sentimiento cambiante hasta que tienen muy poca vitalidad para soportar el frío. Algunos preguntan: “¿Qué haremos? ¿Quiere que pasemos frío?” Si agregáis ropa, que sea muy poca, y haced ejercicio, si es posible, para recuperar el calor que necesitáis. Si realmente no podéis hacer ningún ejercicio activo, calentáos junto al fuego; pero tan pronto como entréis en calor, quitaos la ropa extra y alejaos del fuego. Si los que pueden, se ocuparan de una labor activa para apartar los pensamientos de sí mismos, generalmente se olvidarían de que sentían frío y no se perjudicarían. Debierais bajar la temperatura de vuestra habitación tan pronto como hayáis recuperado vuestro calor habitual. Para los inválidos que tienen los pulmones débiles, nada es peor que una atmósfera muy caliente. 2TPI 466.1

Con demasiada frecuencia los inválidos se privan de la luz solar. Este es uno de los agentes más sanadores de la naturaleza. Es un remedio muy sencillo, y por eso no muy de moda, disfrutar de los divinos rayos del sol y hermosear nuestro hogar con su presencia. Está de moda cuidar de excluir la luz del sol de nuestras salas y dormitorios; se cuelgan cortinas y se cierran las celosías, como si sus rayos fueran perjudiciales para la vida y la salud. No es Dios el que nos ha enviado las muchas penas que sufren los mortales. Nuestra propia insensatez nos ha llevado a privarnos de cosas que son preciosas, de bendiciones que Dios ha provisto, y que, si se usan correctamente, son de inestimable valor para recuperar la salud. Si deseáis que vuestros hogares sean dulces y acogedores, iluminadlos con aire y sol. Quitad las pesadas cortinas, abrid las ventanas y las celosías, y disfrutad de la rica luz del sol, aun a costa del color de las alfombras. Los preciosos rayos del sol pueden descolorar vuestras alfombras, pero darán un color saludable a las mejillas de vuestros hijos. Si tenéis la presencia de Dios y poseéis corazones fervientes y amantes, un hogar humilde, brillante de aire y sol y alegre con una hospitalidad sin egoísmo, será para vuestra familia y para el cansado viajero, un cielo en la tierra. 2TPI 467.1

A muchos les han enseñado desde la niñez que el aire nocturno es muy perjudicial para la salud, y por eso debe excluirse de las habitaciones. Para su propio daño cierran las ventanas y puertas de los dormitorios para protegerse del aire nocturno, que dicen que es tan peligroso para la salud. En esto se engañan. En el fresco de la noche puede ser necesario protegerse del frío con ropa extra, pero debieran dar aire a sus pulmones. 2TPI 467.2

Una noche de otoño viajábamos en un coche lleno, donde el aire se había contaminado por la respiración de tanta gente. Las exhalaciones de los pulmones y los cuerpos me produjeron una tremenda sensación de náusea. Levanté mi ventanilla y estaba disfrutando del aire fresco, cuando una dama, en tono serio e implorante, exclamó: “Por favor, baje esa ventanilla. Se va a enfriar y a enfermar, porque el aire nocturno es tan malsano”. Le contesté: “Señora, no tenemos otro aire, en este coche o afuera, sino el aire nocturno. Si se niega a respirar el aire nocturno, entonces debe dejar de respirar. Dios ha provisto para sus criaturas aire para respirar durante el día, y el mismo aire, un poco más fresco, para la noche. En la noche no es posible respirar otra cosa que no sea el aire nocturno. La cuestión es: ¿Será el aire nocturno que respiramos puro, o es de mejor calidad después que ha sido respirado una y otra vez? ¿Es benéfico para la salud respirar el aire contaminado de este coche? Las exhalaciones de los pulmones y cuerpos de hombres impregnados de tabaco y alcohol, contaminan el aire y son un peligro para la salud; y sin embargo casi todos los pasajeros permanecen sentados tan indiferentes como si estuvieran respirando el aire más puro. Dios sabiamente ha provisto que en la noche respiremos aire nocturno, y en el día aire diurno. Si no cumplimos el plan de Dios, y la sangre se vuelve impura, es porque nuestros hábitos equivocados la han hecho así. Pero el aire de la noche, respirado en la noche, por sí mismo no envenena la corriente de vida humana”. Muchos sufren enfermedades porque se niegan a recibir en sus habitaciones en la noche el aire puro nocturno. El puro y gratuito aire del cielo es una de las más ricas bendiciones que podemos gozar. 2TPI 467.3

Otra preciosa bendición es el ejercicio apropiado. Hay muchos indolentes, inactivos que no sienten inclinación por el trabajo físico o por el ejercicio porque los cansa. ¿Qué importa si los cansa? La razón por la que se cansan es que no fortalecen sus músculos por medio del ejercicio, por lo tanto les afecta el más pequeño esfuerzo. Las mujeres y niñas enfermas se sienten más satisfechas al ocuparse en trabajos livianos, como crochet, bordado, o encaje al hilo, que al hacer trabajo físico. Si los enfermos desean recuperar la salud, no debieran descontinuar el ejercicio físico; porque así aumentarán la debilidad muscular y el decaimiento general. Vendad un brazo y dejad de usarlo por unas pocas semanas, después quitadle las vendas y descubriréis que es más débil que el brazo que habéis estado usando moderadamente durante el mismo tiempo. La inactividad produce el mismo efecto en todo el sistema muscular. No permite que la sangre despida las impurezas como sucedería si el ejercicio indujera una circulación activa. 2TPI 468.1

Cuando el tiempo lo permite, todos los que puedan hacerlo, debieran caminar al aire libre en verano e invierno. Pero la ropa debiera ser apropiada para el ejercicio, y los pies debieran estar bien protegidos. Una caminata, aun en invierno, sería más benéfica para la salud que todas las medicinas que los médicos puedan prescribir. Para los que pueden caminar, es preferible caminar en vez de cabalgar. Los músculos y las venas pueden realizar mejor su trabajo. Habrá un aumento de la vitalidad, tan necesaria para la salud. Los pulmones tendrían una actividad bien necesaria, puesto que es imposible salir al tonificante aire de una mañana invernal sin llenar bien los pulmones. 2TPI 469.1

Algunos piensan que las riquezas y el ocio son realmente bendiciones. Pero cuando algunas personas se enriquecen, o inesperadamente heredan una fortuna, interrumpen sus hábitos activos, están ociosos, viven cómodamente, su utilidad parece terminar; se vuelven intranquilos, ansiosos e infelices, y su vida pronto se acaba. Los que siempre están ocupados, y llevan a cabo alegremente sus tareas diarias, son los más felices y más sanos. El descanso y la calma de la noche brinda a sus cuerpos cansados un continuado sueño. El Señor sabía lo que traería felicidad al hombre, cuando le dio el trabajo. La sentencia de que el hombre debe trabajar para ganar su pan, y la promesa de futura felicidad y gloria, vinieron del mismo trono. Ambas son bendiciones. Las mujeres preocupadas por la moda son inútiles para la prosecución de los buenos propósitos de la vida. Poseen muy poca fuerza de carácter, tienen poca voluntad moral y energía física. Su más alta meta es ser admiradas. Mueren prematuramente y no se las extraña, pues no han sido una bendición para nadie. 2TPI 469.2

El ejercicio ayuda a la digestión. Salir a caminar después de comer, con la cabeza erguida, enderezando los hombros y haciendo un moderado ejercicio, será de gran beneficio. La mente se apartaría de uno mismo, y se concentraría en las bellezas de la naturaleza. Cuanto menos se presta atención al estómago después de una comida, mejor. Si constantemente teméis que la comida os haga mal, muy probablemente sucederá así. Olvidáos de vosotros mismos y pensad en algo alegre. 2TPI 469.3

Muchos son víctimas de la idea errónea de que si se han resfriado deben excluir el aire exterior y aumentar la temperatura de su habitación hasta que sea excesivamente alta. El organismo puede estar descompuesto, los poros pueden estar cerrados por el material de desecho, y los órganos internos más o menos inflamados, porque la sangre se ha retirado de la superficie y se ha ido hacia ellos. En estos casos, más que en otros, no se debiera privar a los pulmones de aire puro y fresco. Si hay un momento en que el aire puro es necesario, es cuando alguna parte del organismo, como los pulmones o el estómago, se enferma. Un ejercicio juicioso llevaría la sangre a la superficie, y aliviaría los órganos internos. Un ejercicio vigorizante, aunque no violento, al aire libre, con ánimo alegre, activará la circulación, dando un brillo saludable a la piel, y enviando la sangre, vitalizada por el aire puro, a las extremidades. El estómago enfermo se aliviará con el ejercicio. Con frecuencia los médicos aconsejan a los enfermos visitar países extranjeros, ir a las termas, o navegar, con el fin de recuperar la salud; cuando, en nueve casos de diez, si se alimentaran moderadamente e hicieran un ejercicio saludable con ánimo alegre, recuperarían la salud y ahorrarían tiempo y dinero. El ejercicio, y un aprovechamiento generoso y abundante del aire y de la luz solar, -bendiciones que el Cielo brinda liberalmente a todos-, darían vida y fuerza al extenuado enfermo. 2TPI 470.1

Muchas mujeres se contentan con trabajar cerca de la estufa de cocinar, respirando aire impuro la mitad o las tres cuartas partes del tiempo, hasta que el cerebro se calienta y medio se entumece. Debieran salir y hacer ejercicio todos los días, aunque tengan que descuidar algunas de las tareas de la casa. Necesitan el aire fresco para calmar su cerebro aturdido. No necesitan ir a ver a sus vecinas para chismear, pero debieran imponerse como meta hacer algo bueno, trabajar con el fin de beneficiar a otros. Entonces serán un ejemplo para los demás y recibirán un beneficio real ellas mismas. 2TPI 470.2

Una salud perfecta depende de una perfecta circulación. Debiera prestarse atención especial a las extremidades, con el fin de que estén tan completamente abrigadas como el pecho y la zona del corazón, donde se concentra la mayor cantidad de calor. Los padres que visten a sus hijos con las extremidades desnudas o casi desnudas, sacrifican la salud y la vida de sus hijos ante la moda. Si estas partes no están tan abrigadas como el cuerpo, la circulación no es pareja. Cuando las extremidades, las cuales están lejos de los órganos vitales, no están correctamente arropadas, la sangre se va a la cabeza, causando dolor de cabeza o hemorragia de la nariz; o se experimenta una sensación de plenitud en el pecho, que produce tos y palpitación del corazón, por causa de la acumulación excesiva de sangre en ese lugar; o el estómago tiene demasiada sangre, y causa indigestión. 2TPI 471.1

Para seguir la moda, las madres visten a sus hijos con las extremidades casi desnudas; y la sangre se retrae de su curso natural hacia los órganos internos, interrumpiendo la circulación y causando enfermedad. Nuestro Creador no formó las extremidades para que estuvieran expuestas, como la cara. El Señor proveyó a la cara una inmensa circulación, porque debía estar expuesta. Tambien proveyó grandes venas y nervios para las extremidades y los pies, para que contuvieran una gran cantidad de la corriente de la vida, para que los miembros pudieran estar tan uniformemente templados como el cuerpo. Estos debieran estar tan cabalmente vestidos como para inducir la circulación de la sangre a las extremidades. Satanás inventó la moda que deja los miembros expuestos, enfriando la corriente de vida y desviándola de su curso original. Y los padres se inclinan ante el altar de la moda y visten a sus hijos de tal modo que los nervios y venas se contraen y no cumplen el propósito que Dios les asignó. El resultado es que los pies y las manos están habitualmente fríos. Los padres que siguen la moda en lugar de la razón, tendrán que rendir cuenta ante Dios por robar salud a sus hijos. Aun la vida misma con frecuencia se sacrifica al dios de la moda. 2TPI 471.2

Los niños vestidos de acuerdo a la moda no pueden soportar la exposición al aire libre a menos que el tiempo sea benigno. Por lo tanto, padres e hijos permanecen en habitaciones mal ventiladas, por temor al aire libre; o bien lo hacen, con su modo de vestir a la moda. Si se vistieran juiciosamente, y tuvieran el valor moral de ponerse de parte de lo correcto, no pondrían en peligro su salud al salir en verano e invierno, y hacer ejercicio libremente al aire libre. Pero si se los dejara seguir su propio parecer sin perturbarlos, muchos sacrificarían completamente su propia vida y la de sus hijos. Y los que se ven obligados a cuidarlos se transforman en víctimas. La enferma que está dominada por la imaginación es de temer. Todos los que viven en la casa con ella se debilitan. El esposo pierde su vigor nervioso, y se enferma porque, durante una considerable parte del tiempo, su esposa le roba el aire vital del cielo. Pero los pobres niños, que piensan que la madre sabe mejor lo que es bueno, son los que más sufren. El proceder equivocado de la madre la ha debilitado, y si ella siente frío, se envuelve con más abrigo, y hace lo mismo con los niños, pensando que también deben estar con frío. Cierra las puertas y ventanas, y aumenta la temperatura de la habitación. Los niños con frecuencia son menudos y débiles, y no poseen un alto grado de valor moral. El esposo y los hijos están así encerrados en el invierno, esclavos de las ideas de una mujer controlada por la imaginación, y a veces obstinada. Los miembros de una familia así son mártires diarios. Están sacrificando la salud ante el capricho de una mujer fantasiosa, quejosa, murmuradora. Están privados, en gran medida, del aire que los fortalece y les da energía y vitalidad. 2TPI 471.3

Los que no usan sus extremidades todos los días notarán que se sienten débiles cuando traten de hacer ejercicio. Las venas y los músculos no están en condiciones de cumplir su función y mantener toda la maquinaria en saludable acción, cada órgano cumpliendo su parte. Los miembros se fortalecen con el uso. Un ejercicio moderado cada día impartirá fuerza a los músculos, que sin ejercicio se ponen fláccidos y endebles. Por medio del ejercicio activo y diario al aire libre, el hígado, los riñones, y los pulmones también se fortalecerán para hacer su trabajo. Traed en vuestra ayuda el poder de la voluntad, que resistirá el frío y dará energía al sistema nervioso. En poco tiempo os daréis cuenta del beneficio del ejercicio y del aire puro y no viviríais sin esas bendiciones. Vuestros pulmones, privados del aire, serán como una persona hambrienta privada de alimento. Por cierto, podemos vivir más tiempo sin alimento que sin aire, que es el alimento que Dios ha provisto para los pulmones. Por lo tanto, no lo consideréis un enemigo, sino una preciosa bendición de Dios. 2TPI 472.1

Si los enfermos se permiten fomentar una imaginación enfermiza no sólo derrocharán sus propias energías, sino también la vitalidad de quien los cuida. Aconsejo a las hermanas enfermas que se han acostrumbrado a llevar mucha ropa que la dejen gradualmente. Algunas de vosotras vivís sólo para comer y respirar, y no cumplís el propósito para el cual fuisteis creadas. Debierais tener un elevado objetivo en la vida, tratar de ser útiles y eficientes para con vuestras propias familias y llegar a ser miembros útiles de la sociedad. No debierais hacer que la atención de la familia se centre en vosotras, ni debierais depender mayormente de la compasión de los demás. Haced vuestra parte en la obra de dar amor y consuelo a los desafortunados, recordando que ellos tienen sus propias penas y pruebas. Intentad aligerar sus cargas por medio de palabras de simpatía y amor. Al ser una bendición para los demás, seréis una bendición para vosotras mismas. 2TPI 473.1

Los que, tanto como sea posible, se ocupan en hacer el bien de los demás, dándoles una demostración práctica de su interés por ellos están no sólo aliviando los males de la vida al ayudarlos a llevar sus cargas, sino que al mismo tiempo contribuyen en buen grado a la salud de su propia alma y su propio cuerpo. Hacer el bien beneficia tanto al dador como al receptor. Si olvidáis al yo en vuestro interés por los demás, ganáis una victoria sobre vuestras flaquezas. La satisfacción que sentiréis al hacer el bien os ayudará en gran manera a recuperar la salud de la imaginación. El placer de hacer el bien anima la mente y vibra a través de todo el cuerpo. Mientras que el rostro de los hombres benevolentes se ilumina de alegría, y su aspecto expresa el elevado nivel moral de la mente, el rostro de los hombres egoístas y avaros está abatido, decaído y melancólico. Sus defectos morales se dejan ver en su semblante. El egoísmo y el amor propio dejan su propio sello en el hombre exterior. La persona motivada por una verdadera y desinteresada benevolencia participa de la naturaleza divina, habiendo escapado a la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia; mientras que los egoístas y avaros han fomentado su egoísmo al punto de marchitar sus simpatías sociales, y su semblante refleja la imagen del enemigo caído, más bien que la pureza y la santidad. 2TPI 473.2

Enfermos, os aconsejo que arriesguéis algo. Despertad vuestra fuerza de voluntad, y al menos probad esto. Quitad vuestros pensamientos y afectos de vosotros mismos. Andad por fe. ¿Sentís inclinación por centrar vuestros pensamientos en vosotros mismos, temiendo hacer ejercicio, y temiendo que si os exponéis al aire perderéis vuestra vida? Resistid esos pensamientos y sentimientos. No os rindáis a vuestra imaginación enfermiza. Si fracasáis en la prueba, moriréis. Y ¿qué problema hay si morís? Es mejor que se pierda una vida antes que muchas sean sacrificadas. Los caprichos o ideas que albergáis, no sólo están destruyendo vuestra propia vida, sino también perjudicando a aquellos cuya vida es más valiosa que la vuestra. Pero la conducta que os recomendamos no os privará de la vida, ni os dañará. Os beneficiaréis con ella. No es necesario que seais precipitados o imprudentes. Empezad moderadamente a tomar más aire y hacer ejercicio, y seguid nuestra reforma hasta que lleguéis a ser útiles, a ser una bendición para vuestras familias y para todos los que os rodean. Que vuestro juicio os convenza de que el ejercicio, la luz solar, y el aire son las bendiciones que el cielo ha provisto para sanar a los enfermos y mantener sanos a los que no están enfermos. Dios no os priva de estas gratuitas bendiciones otorgadas por el cielo, pero vosotros os habéis castigado a vosotros mismos al cerrarles vuestras puertas. Correctamente usados, estos sencillos pero poderosos agentes ayudarán a la naturaleza a vencer las dificultades reales, si existieran, y darán un tono saludable a la mente y vigor al cuerpo. 2TPI 474.1

En el mundo actual, cuando el vicio y la moda controlan a hombres y mujeres, los cristianos debieran poseer caracteres virtuosos y una gran porción de buen sentido común. Si esto fuese una realidad, los semblantes que ahora se ven ensombrecidos, con señales de enfermedad y corrupción, estarían llenos de esperanza y alegría, iluminados por una verdadera bondad y una conciencia limpia. 2TPI 474.2

El ocio es la mayor maldición que sufre nuestra raza. Los desafortunados niños que han sido formados y educados por madres que no poseen verdadero valor moral, sino que tienen imaginaciones enfermizas y sufren dolencias imaginarias, necesitan la simpatía, la instrucción paciente, y el tierno cuidado de todos los que puedan ayudarlos. No se satisfacen las necesidades de estos niños, y reciben una educación tal que los incapacita para ser miembros útiles de la sociedad mientras vivan, y los lleva a la muerte prematuramente. Si su vida se alargara, nunca olvidarán las lecciones que les enseñara su madre. Por medio de sus palabras y acciones ella ha dejado en sus hijos la impronta de los erroL res de su vida, y en muchos casos ellos seguirán sus pasos. Su manto cae como una oscura mortaja sobre sus pobres hijos. Su proceder inconstante ha dejado el sello de su carácter en la vida de ellos, y ellos no pueden sobreponerse fácilmente a la educación recibida en la niñez. 2TPI 474.3

Los lazos terrenos más tiernos son los que unen a la madre y a su hijo. El niño queda más fácilmente impresionado por la vida y el ejemplo de la madre que por los del padre, porque los unen lazos más fuertes y más tiernos. Las madres tienen una gran responsabilidad. Si pudiera impresionarlas con la obra que pueden hacer para moldear la mente de sus hijos, me sentiría inmensamente contenta. 2TPI 475.1

Si los padres mismos se informaran, y sintieran la importancia de aplicar este conocimiento de un modo práctico a la educación de sus queridos hijos, verían una situación diferente entre los jóvenes y los niños. Los niños necesitan recibir instrucción acerca de su propio cuerpo. Hay muy pocos jóvenes que tienen un conocimiento definido de los misterios de la vida. Conocen muy poco acerca de su organismo. Dice David: “Te doy gracias por tan grandes maravillas: prodigio soy, prodigios son tus obras” (Salmos 139:14 (Biblia de Jerusalén)). Enseñad a vuestros hijos a reconocer las consecuencias de sus actos; mostradles que si violan las leyes de su ser, deben pagar su culpa sufriendo enfermedad. Si al esforzaros no veis ninguna mejoría notable, no os desaniméis; instruid pacientemente, renglón tras renglón, mandamiento tras mandamiento, un poquito aquí y un poquito allá. Si por este modo habéis logrado olvidaros de vosotros mismos, habéis dado un paso en la dirección correcta. Perseverad hasta que obtengáis la victoria. Continuad enseñando a vuestros hijos acerca de su propio cuerpo y cómo cuidarlo. El descuido acerca de la salud del cuerpo tiende al descuido del carácter moral. 2TPI 475.2

No dejéis de enseñar a vuestros hijos a cocinar. Al hacerlo les impartís principios que deben ser parte de su educación religiosa. Al dar a vuestros hijos lecciones de fisiología, y al enseñarles a cocinar con sencillez, pero con habilidad, estáis colocando los fundamentos de las ramas más útiles de la educación. Se requiere habilidad para hacer un pan bueno y liviano. Hay religión en la buena cocina, y cuestiono la religión de los que son demasiado ignorantes y demasiado descuidados para aprender a cocinar. 2TPI 476.1

Vemos semblantes cetrinos y dispépticos quejosos dondequiera que vamos. Cuando nos sentamos a las mesas y comemos los alimentos cocinados del mismo modo durante meses, y quizá durante años, me maravillo de que esas personas estén vivas. El pan y las galletas están amarillos por el bicarbonato de soda. Se recurre al bicarbonato de soda para solucionar un descuido. Debido a un olvido, a menudo el pan se vuelve agrio antes de hornearlo, y para remediar este mal se le agrega una gran cantidad de bicarbonato de soda, lo que sólo hace al pan totalmente impropio para el estómago humano. Ninguna forma de bicarbonato de soda se debiera introducir en el estómago, pues el efecto es terrible. Consume las membranas del estómago, causa inflamación, y con frecuencia envenena todo el organismo. Algunos aducen: “No puedo hacer buen pan o bizcochos sin usar soda o bicarbonato de soda”. Por cierto que podéis si queréis ser alumnas y deseáis aprender. ¿No es la salud de vuestra familia de valor suficiente para despertar vuestro interés por aprender a cocinar y a comer? 2TPI 476.2

Lo que ingerimos no puede convertirse en buena sangre a menos que sea de buena calidad, sencillo y nutritivo. El estómago nunca puede convertir el pan agrio en dulce. Los alimentos pobremente preparados no son nutritivos y no pueden producir buena sangre. Estas cosas que irritan y trastornan el estómago tendrán una influencia que entorpece los más delicados sentimientos del corazón. Muchos de los que adoptan la reforma pro salud se quejan de que no les sienta bien; pero, después de sentarme a sus mesas, llego a la conclusión de que la falla no está en la reforma pro salud, sino en los alimentos pobremente preparados. Los partidarios de la reforma pro salud, más que todos los demás, debieran ser cuidadosos en evitar los extremos. El cuerpo debe tener suficientes nutrimentos. No podemos subsistir sólo del aire. Tampoco podemos conservar la salud a menos que tengamos alimentos nutritivos. Los alimentos debieran prepararse bien de modo que sean sabrosos. Las madres debieran ser fisiólogas prácticas y enseñar a sus hijos a conocerse a sí mismos y a tener valor moral para practicar principios correctos en desafío a las modas destructoras de la vida y de la salud. La transgresión innecesaria de las leyes de nuestro ser es una violación de la Ley de Dios. 2TPI 476.3

Una cocina deficiente está lentamente desgastando las energías vitales de miles. Es peligroso para la salud y la vida comer en algunas mesas el pan pesado y agrio y el resto de los alimentos preparados de acuerdo con él. Madres, en vez de tratar de dar a vuestras hijas una educación musical, instruidlas en estas ramas útiles relacionadas de cerca con la vida y la salud. Enseñadles todos los misterios de la cocina. Mostradles que ésa es una parte de su educación, esencial para su formación cristiana. A menos que los alimentos sean preparados de un modo saludable y sabroso, no pueden convertirse en buena sangre para reconstituir los tejidos desgastados. Puede que a vuestras hijas les guste la música, y esto puede ser correcto, puede contrubuir a la felicidad de la familia; pero el conocimiento de la música sin el conocimiento de la cocina no tiene mucho valor. Cuando vuestras hijas tengan sus propias familias, los conocimientos acerca de la música y del bordado no proveerán la mesa con una comida bien preparada, arreglada con gusto, de modo que no se ruboricen al presentarla ante sus más apreciados amigos. Madres, vuestra obra es sagrada. Dios quiera ayudaros a emprenderla con su gloria en vista y a trabajar ferviente, paciente y amorosamente para bien presente y futuro de vuestros hijos, con la vista puesta sólo en la gloria de Dios. 2TPI 477.1