El sentimentalismo y la formación de parejas
Querida Hna. K,
En la visión que se me dio en junio pasado, se me mostró que usted posee una firmeza de carácter, una determinación de propósitos bastante parecida a la testarudez. No está dispuesta a que se la conduzca, no obstante lo cual tiene ansias de conocer la voluntad de Dios y hacerla. Se ha engañado con respecto a sí misma; no ha comprendido su propio corazón. Creyó que su voluntad estaba sometida a la de Dios, pero en esto su juicio no fue correcto. Ha enfrentado pruebas y ha permitido que su mente se espacie en algunas esperanzas frustradas. Desde hace algunos años su vida ha tomado un giro peculiar. Al parecer se ha manifestado en usted una actitud de intranquilidad. No ha sido feliz, aunque no ha habido nada a su alrededor que pudiera haber proyectado esas negras sombras. No ha disciplinado su mente para que se explaye en temas alegres. Es capaz de ejercer una poderosa influencia en favor de la verdad, si entrena a su mente para que discurra por los canales correctos. Todas sus palabras y actos deberían ser de tal carácter que honren a su Redentor, exalten su amor y magnifiquen sus atractivos.
2TPI 223.3
Usted ha caído en el triste error que prevalece tanto en esta época degenerada, especialmente entre las mujeres. Es demasiado aficionada al otro sexo. Le gusta su compañía; la forma como los atiende es halagadora para ellos, y usted los anima, o les permite ciertas familiaridades que no siempre están de acuerdo con la exhortación del apóstol que dice: “Absteneos de toda especie (apariencia) de mal”. 1 Tesalonicenses 5:22.
2TPI 224.1
Realmente, usted no se comprende a sí misma. Está avanzando en medio de las tinieblas. Ha tenido algo que hacer en eso de formar parejas. Este es un asunto sumamente incierto; porque usted no conoce el corazón, y puede hacer una obra lamentable, ayudándole de ese modo al gran rebelde en su obra de formar parejas. El está sumamente ocupado en ejercer influencia sobre los que no se ajustan el uno al otro para que unan sus intereses. Se regocija en su tarea, porque de esta manera puede producir más desgracia y desesperanza en la familia humana que si ejerciera sus habilidades en cualquier otra dirección.
2TPI 224.2
Usted ha escrito muchas cartas que la han abrumado bastante. Esas cartas en cierto modo se han referido al tema de nuestra fe y esperanza; pero junto con eso ha habido muchas preguntas y suposiciones acerca de si éste o aquél se está por casar, y sugerencias relativas al matrimonio. Parece que usted está muy bien informada acerca de los casamientos que están en perspectiva, y escribe y habla acerca de esas cosas, con lo que solamente consigue esterilizar su alma. “De la abundancia del corazón habla la boca”. Mateo 12:34. Ha cometido una gran injusticia contra sí misma al permitir que su mente y su conversación giren en torno del amor y el matrimonio. No ha sido feliz, porque se ha dedicado a buscar la felicidad. Este no es un buen negocio. Cuando trate sinceramente de cumplir sus deberes, y se sienta impulsada a servir a los demás, entonces va a encontrar tranquilidad de espíritu. Su mente gira en torno de usted misma. Necesita apartarse de sí misma para tratar de aliviar las preocupaciones de los demás; y al hacerlos felices va a encontrar la felicidad y la alegría de espíritu.
2TPI 224.3
Usted tiene una imaginación enfermiza. Ha creído que estaba enferma, pero eso ha sido más imaginación que real. Ha sido desleal consigo misma. Ha conversado con algunos jóvenes y se ha permitido libertades en su presencia que sólo serían convenientes delante de un hermano. Se me mostró que su influencia en _____ no fue lo que pudo haber sido. Permitió que su mente descendiera a un nivel muy bajo. Se permitió charlar, reír y dedicarse a una conversación barata indigna de una cristiana. Su comportamiento no fue lo que pudo haber sido. Daba la impresión de ser una persona sin columna vertebral. Medio como que se reclinaba sobre los demás, lo que constituye una actitud errónea para una dama en presencia de otras personas. Si lo hubiera pensado, también podría haber caminado y haberse sentado en posición erecta, como muchos de los demás. La condición de su mente la induce a la indolencia y a huir del ejercicio cuando éste podría ser uno de los mejores medios de lograr su recuperación. Nunca se va a recuperar a menos que deponga esa actitud indiferente y soñadora de su mente y se levante a hacer algo, a trabajar mientras el día dura. Trabaje, al mismo tiempo que imagina y planifica. Aparte su mente de los proyectos románticos. Usted mezcla con su religión un sentimentalismo romántico y enfermizo, que no eleva, sino que rebaja. No sólo usted resulta afectada; otras personas también son perjudicadas por su ejemplo y su influencia.
2TPI 225.1
Usted es devota por naturaleza. Si pudiera educar su mente para que se dedicara a temas elevados, que nada tuvieran que ver con usted misma, sino que fueran de naturaleza celestial, podría ser de utilidad. Pero una gran parte de su vida ha sido malgastada en soñar con hacer alguna obra grande en lo futuro, mientras el deber de hoy, que era su deber por insignificante que le haya parecido, quedó a un lado. Ha sido infiel. El Señor no le va a encargar ninguna obra más importante hasta que la que tiene delante haya sido vista y llevada a cabo con voluntad pronta y alegre. A menos que el corazón esté en el trabajo, resultará pesado, no importa de qué clase sea. El Señor prueba nuestras habilidades dándonos primero pequeños deberes para que los hagamos. Si nos apartamos de ellos con disgusto y murmuramos, nada más se nos confiará hasta que enfrentemos con alegría esos deberes pequeños, para hacerlos bien; entonces se nos confiarán responsabilidades mayores.
2TPI 225.2
Se le han confiado talentos, no para que los malgaste, sino para ponerlos en manos de los cambiadores, de manera que cuando venga el Maestro pueda recibir lo suyo con usura. Dios no ha distribuido estos talentos indiscriminadamente. Ha otorgado estos sagrados cometidos de acuerdo con la capacidad reconocida de sus siervos. “A cada uno su obra”. Marcos 13:34. Da a todos imparcialmente, y espera la ganancia correspondiente. Si todos cumplen su deber de acuerdo con la medida de su propia responsabilidad, la cantidad que se les ha confiado, sea grande o pequeña, será duplicada. Su fidelidad es sometida a prueba, y ella misma es positiva evidencia de su sabia mayordomía, y del hecho de que era digno de que se le confiaran las verdaderas riquezas, inclusive el don de la vida eterna.
2TPI 226.1
En el congreso celebrado en Nueva York en octubre de 1868, se me mostró que hay muchos que no están haciendo nada y que podrían estar haciendo el bien. Se me presentó cierta clase de gente que posee impulsos generosos, inclinación a la devoción, y que le gusta hacer el bien; pero, al mismo tiempo, no están haciendo nada. Manifiestan un sentimiento de complacencia propia, y se arrullan con la idea de que si hubieran tenido la oportunidad, o si las circunstancias hubieran sido más favorables, podrían haber hecho una obra grande y buena; pero están esperando esa oportunidad. Desprecian la estrechez de mente del miserable que mezquina la limosna que le da al necesitado. Se dan cuenta de que esa persona vive para sí misma, que no se va a olvidar de ella para beneficiar a los demás, para bendecirlos con los talentos de la influencia y los medios económicos que le han sido confiados para que los use, no para que abuse de ellos, ni para que se oxiden, ni para sepultarlos en tierra. Los que se entregan a su mezquindad y su egoísmo, son responsables de sus actos miserables, y de los talentos de los cuales abusaron. Pero más responsables son los que tienen impulsos generosos y son naturalmente rápidos para discernir las cosas espirituales, si permanecen inactivos, a la espera de una oportunidad que suponen no ha llegado, y que al contrastar su disposición con la indisposición del miserable, creen que su condición es más favorable que la de sus vecinos de alma mezquina. Los tales se engañan a sí mismos. La mera posesión de cualidades que no usan sólo aumenta su responsabilidad; y si conservan sin acrecentar los talentos de su Maestro, o los guardan, su condición no es mejor que la de esos vecinos por los cuales su alma siente tanto desprecio. Se les dirá: “Sabíais cuál era la voluntad de vuestro Maestro, y no la hicisteis”.
2TPI 226.2
Si usted hubiera educado su mente para que se concentre en temas elevados, para meditar en asuntos celestiales, podría haber hecho mucho bien. Podría haber ejercido una influencia sobre la mente de los demás, para apartarlos de sus pensamientos egoístas y de su tendencia a amar el mundo, para dirigirlos por los canales de la espiritualidad. Si sometiera sus afectos y sus pensamientos a la voluntad de Cristo, sería capaz de hacer mucho bien. Su imaginación es enfermiza porque le ha permitido recorrer senderos prohibidos y volverse soñadora. El soñar despierta y el levantar románticos castillos imaginarios la ha descalificado para ser útil. Ha vivido en un mundo imaginario; ha sido una mártir imaginaria y también una cristiana imaginaria.
2TPI 227.1
Hay mucho de este sentimentalismo subalterno mezclado con la experiencia cristiana de los jóvenes en esta etapa de la historia del mundo. Hermana mía: Dios quiere que usted sea transformada. Eleve sus afectos; se lo ruego. Dedique sus facultades mentales y físicas al servicio de su Redentor, que la ha comprado. Santifique sus pensamientos y sentimientos para que todas sus obras sean hechas en Dios.
2TPI 227.2
Usted ha estado sumida en un triste engaño. Dios habría querido que escudriñara íntimamente cada pensamiento y propósito de su corazón. Sea leal con su propia alma. Si sus afectos hubieran estado concentrados en Dios, como él lo pide, no habría pasado por las pruebas que le sobrevinieron. Hay una inquietud de espíritu en usted que no se va a aliviar hasta que sus pensamientos cambien; hasta que termine eso de soñar despierta y edificar castillos imaginarios, y se ponga a hacer el trabajo que hay que hacer ahora mismo.
2TPI 227.3
Cuando escriba cartas, deje a un lado eso de formar parejas y tejer conjeturas acerca de los matrimonios de sus amigos. La relación matrimonial es santa, pero en esta época degenerada sirve de manto a toda clase de vilezas. Se ha abusado de esta institución, y se la ha convertido en un crimen que forma parte de las señales de los últimos días, tal como los casamientos realizados antes del diluvio llegaron a ser un crimen también. Satanás está constantemente ocupado en apurar a los jóvenes inexpertos para que formen alianzas matrimoniales. Pero mientras menos nos gloriamos en los matrimonios que se están celebrando últimamente, mejor será. Cuando se comprende la naturaleza sagrada de los requerimientos del matrimonio, aun ahora recibe la aprobación del Cielo, y brinda felicidad a ambos miembros de la pareja, y Dios es glorificado. Quiera Dios darle capacidad para hacer la obra que está delante de usted.
2TPI 227.4
Estoy por escribir acerca de esta obra errónea y engañosa que se está llevando a cabo bajo el manto de la religión. La concupiscencia de la carne ejerce dominio sobre hombres y mujeres. La mente ha sido depravada como resultado de la perversión de los pensamientos y sentimientos, pero el poder engañoso de Satanás ha enceguecido de tal manera los ojos, que estas pobres almas seducidas se adulan a sí mismas con la idea de que poseen mentes espirituales, que son especialmente consagradas, en circunstancias que su experiencia religiosa está compuesta de un sentimentalismo enfermizo más que de pureza, verdadera bondad y humildad de alma; la mente no se aparta del yo, no se ejercita ni se eleva al bendecir a los demás, al realizar buenas obras. “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo”. Santiago 1:27. La religión verdadera ennoblece la mente, refina el gusto, santifica el juicio, y hace que su poseedor sea participante de la pureza y las influencias del Cielo; acerca a los ángeles, y aparta cada vez más del espíritu y la influencia del mundo.
2TPI 228.1
Battle Creek, Míchigan.
228
2TPI
Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
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