Testimonios para la Iglesia, Tomo 4

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La relación de los miembros de iglesia

Cada hombre que lucha para vencer, tendrá que contender con sus propias debilidades; pero como es mucho más fácil ver las faltas ajenas que las propias, debiera manifestar más diligencia y severidad consigo mismo que con los demás. 4TPI 477.1

Todos los miembros de la iglesia, si son hijos e hijas de Dios, pasarán por un proceso de disciplina antes de poder ser luces en el mundo. Dios no convertirá a los hombres y las mujeres en conductos de luz, mientras estén en las tinieblas y se conformen con permanecer en ellas, sin hacer esfuerzos especiales para relacionarse con la Fuente de la luz. Los que sientan su propia necesidad y se inciten a sí mismos a la reflexión más profunda y a la oración y acción más fervientes y perseverantes, recibirán ayuda divina. Cada uno tiene mucho que desaprender respecto de sí mismo, y también mucho que aprender. Debe deshacerse de antiguas costumbres, y la victoria se puede obtener únicamente mediante empeñosas luchas para corregir estos errores y la plena recepción de la verdad para poner en práctica sus principios, por la gracia de Dios. 4TPI 477.2

Desearía poder hablar palabras que nos convenciesen a todos de que nuestra única esperanza como individuos consiste en relacionarnos con Dios. Debe obtenerse pureza de alma; y debemos escudriñar mucho nuestros corazones y vencer mucha obstinación y amor propio, lo cual requerirá oración ferviente y constante. 4TPI 477.3

Los hombres duros y criticones con frecuencia se disculpan o tratan de justificar su falta de cortesía cristiana porque algunos de los reformadores obraron con un espíritu tal, y sostienen que la obra que debe hacerse en este tiempo requiere el mismo espíritu; pero tal no es el caso. Un espíritu sereno y perfectamente controlado es el que más conviene en cualquier lugar, aun en la compañía de los más toscos. Un celo furioso no hace bien a nadie. Dios no eligió a los reformadores porque eran hombres apasionados e intolerantes. Los aceptó como eran, a pesar de estos rasgos de carácter; pero les habría impuesto responsabilidades diez veces mayores si hubiesen sido de ánimo humilde, si hubiesen sometido su espíritu al dominio de la razón. Aunque los ministros de Cristo deben denunciar el pecado y la impiedad, la impureza y la mentira, aunque son llamados a veces a reprender la iniquidad, tanto entre los encumbrados como entre los humildes, y a mostrarles que la indignación de Dios caerá sobre los transgresores de su ley, no deben ser intolerantes ni tiránicos; deben manifestar bondad y amor, y un espíritu deseoso de salvar más bien que de destruir. 4TPI 477.4

La longanimidad de Jehová enseña inequívocas lecciones de tolerancia y amor a los ministros y a los miembros de la iglesia que aspiran a colaborar con Cristo. Cristo relacionó consigo a Judas y al impulsivo Pedro, no porque Judas fuese codicioso y Pedro apasionado, sino para que pudiesen aprender de él, su gran Maestro, y llegasen a ser como él, abnegados, mansos y humildes de corazón. El vio en ambos hombres buen material. Judas poseía capacidad financiera, que habría sido valiosa para la iglesia si hubiese recibido en su corazón las lecciones que Cristo daba al reprender todo egoísmo, fraude y avaricia, aun en los asuntos pequeños de la vida. Estas lecciones eran repetidas con frecuencia: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”. Lucas 16:10. 4TPI 478.1

Nuestro Salvador trataba de convencer a sus oyentes de que un hombre que se aprovechase de su vecino en el más pequeño detalle, lo haría en asuntos mayores si la oportunidad le fuese favorable. La menor desviación de la rectitud estricta quebranta las vallas y prepara el corazón para hacer mayor injusticia. Por precepto y ejemplo, Cristo enseñó que la más estricta integridad debe gobernar las acciones que ejecutamos al relacionarnos con nuestros semejantes. “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Mateo 7:12. Cristo estaba continuamente describiendo la vida defectuosa de los fariseos y reprendiéndolos. Ellos profesaban guardar la ley de Dios, mas en sus actos diarios practicaban la iniquidad. Robaban a muchas viudas y huérfanos lo poco que tenían, para satisfacer un avariento deseo de ganancia. 4TPI 478.2

Judas podría haber sacado beneficio de todas estas lecciones si hubiese albergado en su corazón el deseo de ser recto; pero su afán de adquirir riquezas y el amor al dinero llegaron a ser una fuerza que lo dominaba. Llevaba la bolsa que contenía los recursos destinados a llevar a cabo la obra de Cristo, y de vez en cuando se apropiaba de pequeñas sumas para su propio uso. Su corazón egoísta lamentó la ofrenda hecha por María cuando ofreció el vaso de alabastro lleno de ungüento, y la reprendió por su imprudencia. Así, en vez de aprender, quería enseñar e instruir a nuestro Señor acerca de cuál era el verdadero carácter de la acción de María. 4TPI 478.3

Esos dos hombres tuvieron iguales oportunidades de aprender las continuas lecciones del ejemplo de Cristo para corregir los rasgos pecaminosos de su carácter. Mientras oían sus eficaces reprensiones y denuncias contra la hipocresía y la corrupción, veían que los que eran tan terriblemente denunciados eran objeto de la labor solícita e incansable de Cristo para reformarlos. El Salvador lloraba por sus tinieblas y error. Manifestaba anhelos, ilimitada compasión y amor, y exclamó sobre Jerusalén: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 23:37. 4TPI 479.1

Pedro era celoso y estaba pronto para obrar, audaz e intransigente; y Cristo vio en él material que sería de gran valor para la iglesia. Por lo tanto, relacionó a Pedro consigo a fin de que todo lo que era bueno y valioso pudiera conservarse, y para que, mediante sus lecciones y ejemplos, pudiese suavizar lo que era duro en su temperamento y conducta. Si su corazón se transformaba verdaderamente por la gracia divina, el cambio se vería en la auténtica bondad, simpatía y cortesía que manifestaría. Jesús no era nunca frío e intratable. Con frecuencia los afligidos penetraban en su retiro cuando él necesitaba refrigerio y descanso; pero; tenía para todos una mirada bondadosa y una palabra alentadora. Era un modelo de verdadera cortesía. Pedro negó a su Señor, pero más tarde se arrepintió y se humilló profundamente por su gran pecado; y Cristo demostró que perdonaba a su discípulo errante al condescender en mencionarlo por nombre después de su resurrección. 4TPI 479.2

Judas cedió a las tentaciones de Satanás y traicionó a su mejor amigo. Pedro aprendió y aprovechó las lecciones de Cristo, y llevó a cabo la obra de reforma que se les encomendó a los discípulos cuando su Señor ascendió al cielo. Estos dos hombres representan las dos clases de personas que Cristo relaciona consigo, dándoles las ventajas de sus lecciones y el ejemplo de su vida abnegada y compasiva a fin de que aprendan de él. 4TPI 479.3

Cuanto más considere el hombre a su Salvador, y llegue a conocerle, tanto más se asemejará a su imagen y hará las obras de Cristo. La época en que vivimos requiere una acción reformadora. La luz de la verdad que resplandece sobre nosotros requiere hombres de acción resuelta y valor moral íntegro, para que trabajen diligente y perseverantemente en la salvación de todos aquellos que quieran oír la invitación del Espíritu de Dios. 4TPI 480.1

El amor que debe existir entre los miembros de la iglesia es con frecuencia reemplazado por críticas y censuras; y éstas se manifiestan hasta en los servicios religiosos, en reproches y severas alusiones personales. Los ministros, los ancianos o los hermanos no deben apoyar estas cosas. Los servicios de la iglesia deben llevarse a cabo con un sincero deseo de glorificar a Dios. Cuando los hombres, con sus peculiaridades, se reúnen en la iglesia, a menos que la verdad de Dios suavice y subyugue los rasgos duros del carácter, aquélla quedará afectada y su paz y armonía serán sacrificadas a causa de estos rasgos egoístas no santificados. Muchos, al tratar de descubrir las faltas de sus hermanos, descuidan la investigación de su propio corazón y la purificación de su propia vida. Esto desagrada a Dios. Cada miembro de la iglesia debe ser celoso de su propia alma y debe vigilar atentamente sus propias acciones, no sea que obre por motivos egoístas y sea una causa de tropiezo para sus hermanos débiles. 4TPI 480.2

Dios toma a los hombres tal como son, con el elemento humano de su carácter, y luego los educa para su servicio si quieren dejarse disciplinar y aprender de él. La raíz de amargura, de envidia, de desconfianza, de celos y aun de odio que existe en el corazón de algunos miembros de la iglesia, es obra de Satanás. Tales elementos tienen una influencia perniciosa sobre la iglesia. “Un poco de levadura leuda toda la masa”. Gálatas 5:9. El celo religioso que se manifiesta al acusar a los hermanos, es un celo que no es conforme al conocimiento. Cristo no tiene nada que ver con un testimonio tal. 4TPI 480.3