Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Consagración en los ministros
Hace tres años el Señor me dio una visión de cosas pasadas, presentes y futuras. Vi hombres jóvenes predicando la verdad. En ese tiempo, algunos de ellos aún no la habían recibido. Desde entonces se han asido de ella e intentan llevar a otros hacia ella. Se me mostró su caso, hermano I. Su vida pasada no ha sido la de un carácter que lo aleje y lo eleve por encima del yo. Su naturaleza es soberbia y autosuficiente y confía totalmente en sus fuerzas. Esto le impedirá adquirir la experiencia necesaria para convertirlo en un humilde y eficiente ministro de Cristo. 4TPI 365.1
En el campo hay muchos que se encuentran en una situación similar. Son capaces de presentar la teoría de la verdad pero carecen de piedad. Si los ministros que ahora trabajan en el campo evangélico, incluyéndolo a usted, sintiesen la necesidad de examinarse diariamente y de la comunión diaria con Dios, se encontrarían en disposición de recibir las palabras de Dios para transmitirlas al pueblo. Sus palabras y su vida serán perfume de vida para vida o de muerte para muerte. 4TPI 365.2
Podrá creer la verdad de manera intelectual; pero aun así, tendrá ante usted la tarea de poner cada acto de su vida y cada emoción del corazón en armonía con su fe. La oración de Cristo por sus discípulos inmediatamente anterior a su crucifixión fue: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Juan 17:17. La influencia de la verdad debe afectar no sólo el entendimiento, sino el corazón y la vida. La religión genuina y práctica empujará a quien la posee para que controle sus pasiones. Su conducta externa se santificará con la verdad. Le aseguro ante Dios que usted es gravemente deficiente en lo que a piedad práctica se refiere. Los ministros no deberían asumir la responsabilidad de ser maestros para el pueblo, imitando a Cristo, el gran Ejemplo, a menos que se santifiquen para la gran tarea y, de esa manera, puedan ser ejemplos para la grey de Dios. Un ministro no santificado puede causar un daño incalculable. Puesto que profesa ser embajador de Cristo, otros copiarán su ejemplo. Si carece de las características de un cristiano, reproducirán sus errores y deficiencias. 4TPI 365.3
Hermano, corre el peligro de repetir con fluidez las grandes verdades expresadas con tanta exactitud y perfección en nuestras publicaciones, de hablar fervientemente y de manera racional del declive de la religión en las iglesias, de presentar el modelo evangélico al pueblo de manera muy hábil y, al mismo tiempo, considerar que los deberes diarios de la vida cristiana, que requieren acción y sentimiento, no se encuentran entre los asuntos de más importancia. La religión práctica tiene exigencias similares para el corazón, la mente y la vida diaria. Nuestra sagrada fe no consiste únicamente en sentimiento o en acción, sino que ambos deben combinarse en la vida cristiana. La religión práctica no tiene una existencia independiente de la acción del Espíritu Santo. Usted necesita su dirección, como también todos los que participan en la labor de convencer a los transgresores de su condición perdida. La acción del Espíritu Santo no elimina la necesidad de que ejercitemos nuestras facultades y talentos, sino que nos enseña cómo usar cada uno de los dones para gloria de Dios. Las facultades humanas, puestas bajo la dirección especial de la gracia de Dios, son susceptibles de ser usadas con el mejor objetivo en la tierra y se ejercitarán en la vida futura e inmortal. 4TPI 366.1
Hermano se me ha mostrado que usted podría ser un maestro de éxito si se santificara profundamente para la obra. Sin embargo, si no consagra, será un obrero de escasos resultados. A diferencia del Redentor del Mundo, usted no aceptará las obligaciones, la parte de esfuerzo laborioso de los deberes del predicador del evangelio. Como usted, hay muchos otros que aceptan el salario sin apenas pensar si sus servicios iban más destinados a sí mismos o a la causa, si han entregado todo su tiempo y todos sus talentos a la obra de Dios, o si sólo han hablado desde el púlpito y dedicado su tiempo a sus propios intereses, tendencia o placer. 4TPI 366.2
Cristo, la Majestad del cielo, dejó a un lado sus vestiduras de realeza y vino a este mundo, abrasado y malogrado por la maldición, para enseñar cómo vivir una vida de abnegación y sacrificio, y mostrarnos cómo se ejerce la religión práctica en la vida diaria. Vino para dar un correcto ejemplo de cómo es un ministro del evangelio. Constantemente trabajó con un único objetivo, empleó todas sus facultades para la salvación de los hombres y cada acto de su vida iba dirigido a ese fin. Viajó a pie, enseñando a sus seguidores. Sus vestiduras estaban polvorientas y sucias por el viaje. Su aspecto no prometía una experiencia agradable. Sin embargo, las sencillas y precisas verdades que salían de sus divinos labios hacían que sus oyentes olvidaran pronto su aspecto y quedasen hipnotizados, no por el hombre, sino por la doctrina que enseñaba. A menudo, después de haber enseñado durante todo el día, dedicaba la noche a la oración. Suplicaba a su Padre con llanto y lágrimas. Oraba, no por él mismo, sino por aquellos a los cuales vino a redimir. 4TPI 366.3
Pocos son los ministros que, como nuestro Salvador, oran toda la noche o dedican horas del día a la oración para poder ser ministros del evangelio capaces y efectivos a la hora de traer a los hombres para que vean las bellezas de la verdad y se salven por los méritos de Cristo. Daniel oraba tres veces al día. Y, sin embargo, muchos de los que ejercen la profesión más elevada no humillan sus almas en oración ante Dios ni siquiera una vez al día. Jesús, el amado Salvador, ha dado a todos notables lecciones de humildad, pero especialmente al ministro evangélico. En su humillación, cuando su obra en la tierra estaba casi terminada y estaba por volver al trono de su Padre, de donde había venido con toda la potestad en sus manos y con toda la gloria sobre su frente, entre las últimas lecciones que dio a sus discípulos una trataba de la importancia de la humildad. Mientras éstos contendían en cuanto a quién sería el mayor en el reino prometido, se ciñó como siervo y lavó los pies de aquellos que le llamaban Señor y Maestro. 4TPI 367.1
Casi había terminado su ministerio; le quedaban tan sólo unas pocas lecciones más por impartir. Y a fin de que nunca olvidasen la humildad del Cordero de Dios, puro y sin mancha, el que, en favor del hombre, iba a ofrecer el sacrificio más grande y eficaz se humilló y lavó los pies a los discípulos. Nos beneficiará a todos, pero especialmente a nuestros ministros en general, recordar frecuentemente las escenas finales de la vida de nuestro Redentor. Aquí, asediados por tentaciones como él, todos podemos aprender lecciones de la mayor importancia para nosotros. Sería bueno que dedicásemos una hora de meditación cada día para repasar la vida de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Debemos considerarla punto por punto, y dejar que la imaginación capte vívidamente cada escena, especialmente las finales de su vida terrenal. Al contemplar así sus enseñanzas y sus sufrimientos, y el sacrificio infinito que hizo para la salvación de la familia humana, podemos fortalecer nuestra fe, vivificar nuestro amor e imbuirnos más profundamente del espíritu que sostuvo a nuestro Salvador. Si queremos ser salvos, todos debemos aprender al pie de la cruz, la lección de penitencia y fe. Cristo sufrió la humillación para salvarnos de la desgracia eterna. Consintió en que sobre él recayesen el desprecio, las burlas y los ultrajes a fin de protegernos. Nuestra transgresión aglutinó alrededor de su alma divina el velo de las tinieblas y le arrancó un clamor como de quien fuese herido y abandonado de Dios. Llevó nuestros pesares; fue afligido por nuestros pecados. Se hizo ofrenda por el pecado, a fin de que pudiésemos ser justificados delante de Dios por medio de él. Todo lo noble y generoso que hay en el hombre responderá a la contemplación de Cristo en la cruz. 4TPI 367.2
Anhelo ver a nuestros ministros espaciándose más en la cruz de Cristo, mientras sus propios corazones se enternecen y subyugan ante el amor incomparable del Salvador, quien realizara el sacrificio infinito. Si en relación con la teoría de la verdad, nuestros ministros se detuviesen más en la piedad práctica, hablando con el corazón impregnado del espíritu de la misma, veríamos a muchas más almas agolpándose alrededor del estandarte de la verdad; sus corazones se conmoverían gracias a las súplicas de la cruz de Cristo, la generosidad infinita y la compasión de Jesús al sufrir por el hombre. Estos temas vitales, en relación con los puntos doctrinales de nuestra fe, harían mucho bien a la gente. El corazón del maestro debe rebosar de un conocimiento experimental del amor de Cristo. 4TPI 368.1
El poderoso argumento de la cruz convencerá de pecado. El amor divino de Dios hacia los pecadores, expresado en el don de su Hijo para que sufriese la vergüenza y la muerte, a fin de que ellos pudiesen ser ennoblecidos y dotados de la vida eterna, es digno de ser estudiado toda la vida. Le ruego, hermano, que estudie de nuevo la cruz de Cristo. Si todos los orgullosos y vanagloriosos, cuyo corazón anhela recibir el aplauso de los hombres y alcanzar distinción por encima de sus semejantes, pudiesen estimar correctamente el valor de la más alta gloria terrenal en contraste con el valor del Hijo de Dios, rechazado, despreciado y escupido por aquellos mismos a quienes había venido a redimir, ¡cuán insignificantes parecerían todos los honores que puede conceder el hombre finito! 4TPI 368.2
Apreciado hermano, aun a pesar de la imperfección de sus logros, usted piensa que está cualificado para desempeñar cualquier función. Sin embargo, todavía le falta el fundamento suficiente para controlarse. Se cree competente para dictar órdenes a hombres experimentados mientras usted mismo debería desear que lo guíen y lo instruyan. Cuanto menos medite en Cristo y su inigualable amor y cuanto menos se parezca a él, mejor concepto tendrá de usted mismo en sus propios ojos y su autoconfianza y autosuficiencia se acrecentarán. El correcto conocimiento de Cristo y el mirar constantemente al Autor y Fin de nuestra fe, le dará una visión del carácter del verdadero cristiano; sólo así conseguirá valorar en su justa medida su propia vida y su carácter en contraste con los del gran Ejemplo. Entonces verá sus propias flaquezas, su ignorancia, su amor por la comodidad y su rebeldía para negar el yo. 4TPI 369.1
Apenas ha empezado el estudio de la Sagrada Palabra de Dios. Ha recogido, aquí y allá, algunas gemas de verdad que otros han sacado a la luz tras muchos esfuerzos. Sin embargo, la Biblia está llena de ellas; haga que ese Libro sea su estudio más sincero y la norma de su vida. El peligro está siempre en que menosprecie el consejo y ponga en usted mayor valor que el que Dios le da. Muchos están siempre dispuestos a adular y a alabar a un ministro que sabe hablar. Un ministro joven siempre corre el peligro de ser víctima de los perjuicios de los aplausos y los favoritismos, al tiempo que carece de lo esencial que Dios exige de todos los que profesan ser su boca. Usted tan sólo ha entrado en la escuela de Cristo. La tarea de adecuación de su obra dura toda la vida. Es una lucha mano a mano, diaria y laboriosa, con hábitos establecidos, inclinaciones y tendencias hereditarias. Exige un esfuerzo constante, sincero y vigilante para observar y controlar al yo, manteniéndolo apartado de la vista y poniendo a Jesús en un lugar prominente. 4TPI 369.2
Hermano, es preciso que observe los puntos débiles de su carácter, poniendo freno a las malas tendencias y fortaleciendo y desarrollando las facultades nobles que no han sido correctamente ejercitadas. El mundo jamás conocerá el trabajo secreto que Dios y el alma llevan a cabo, ni la amargura de el espíritu interior, ni la aversión por el yo o los esfuerzos constantes por controlarlo. Aun así, muchos serán capaces de apreciar el resultado de esos esfuerzos. Verán a Cristo revelado en su vida diaria. Será una epístola viviente, conocida y leída por todos los hombres, y poseerá un carácter simétrico y noblemente desarrollado. “Aprended de mí”, dijo Cristo, “que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:29. Él instruirá a todos los que acudan a él en busca de conocimiento. En el mundo hay multitud de falsos maestros. El apóstol declara que en los últimos días los hombres, “teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros” (2 Timoteo 4:3), a causa de su deseo de oír palabras agradables. Contra ellos, Cristo nos advirtió: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” Mateo 7:15, 16. Los maestros religiosos de la clase que aquí se describe profesan ser cristianos. Tienen una piedad formal y aparentan trabajar por el bien de las almas y, sin embargo, son de corazón avaricioso, soberbio y amante de la comodidad; siguen los dictados de sus propias corazones sin consagrar. Están en conflicto con Cristo y sus enseñanzas y están destituidos de su espíritu manso y humilde. 4TPI 369.3
El predicador que lleva la sagrada verdad para estos últimos días debe ser todo lo contrario a esto y, mediante su vida de piedad práctica, debe manifestar claramente la distinción que existe entre el pastor falso y el verdadero. El Buen Pastor vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Sus obras manifiestan su amor por sus ovejas. Todos los pastores que trabajan a las órdenes del Pastor supremo poseerán sus características; serán mansos y humildes de corazón. La fe semejante a la de los niños trae reposo al alma, trabaja por amor y siempre se interesa por los otros. Si el Espíritu de Cristo mora en ellos, serán semejantes a Cristo y harán las obras de Cristo. Muchos que profesan ser ministros de Cristo se han equivocado de amo. Afirman que sirven a Cristo y no se dan cuenta de que se están reagrupando bajo la bandera de Satanás. Quizá tengan sabiduría mundana y ansíen la contienda y la vanagloria, por lo que harán que sus esfuerzos se conviertan en espectáculo; sin embargo, son inútiles para Dios. Los motivos que empujan a la acción imprimen carácter a la obra, aunque los hombres no disciernan la deficiencia, Dios se da cuenta de ella. 4TPI 370.1
La letra de la verdad puede convencer a algunas almas que, al fin, se aferrarán firmemente a la fe y se salvarán. Pero para el predicador soberbio que les presentó la verdad su conversión no será ningún crédito. Será juzgado por ser infiel mientras profesaba ser un vigía en los muros de Sión. Un corazón orgulloso es un temible rasgo de carácter. “Antes del quebrantamiento es la soberbia”. Proverbios 16:18. Esto es así en la familia, la iglesia y la nación. El Salvador, como cuando estuvo en la tierra, busca hombres sencillos y los enseña para que lleven al mundo su verdad, bella en su simplicidad, especialmente a los pobres. El Pastor Supremo reunirá junto a sí a los pastores de su rebaño. No desea que esos hombres sin formación permanezcan ignorantes mientras lleven a cabo su labor; recibirán sabiduría de él, la Fuente de toda sabiduría, luz y poder. 4TPI 371.1
La ausencia del Espíritu Santo y de la gracia de Dios priva al ministro del evangelio del poder para convencer y convertir. Después de la ascensión de Jesús, los doctores, los abogados, los sacerdotes, los gobernantes, los escribas y los teólogos escucharon con asombro palabras de sabiduría y poder que salían de la boca de hombres sin formación y humildes. Esos sabios se maravillaron ante el éxito de los sencillos discípulos y, finalmente, para su propia satisfacción, descubrieron que la causa era que habían estado con Jesús y habían aprendido de él. Su carácter y la sencillez de sus enseñanzas eran similares al carácter y las enseñanzas de Cristo. El apóstol lo describe con estas palabras: “Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”. 1 Corintios 1:27-29. 4TPI 371.2
Los que hoy enseñan la verdad impopular deben recibir poder de lo alto y combinarlo con su doctrina; de otro modo, sus esfuerzos serán de poca ayuda. El ministro y la iglesia carecen tristemente de la preciosa gracia de la humildad. Los hombres que predican la verdad tienen en demasiada estima sus propias capacidades. La verdadera humildad llevará al hombre a exaltar a Cristo y la verdad y a darse cuenta de su total dependencia del Dios de verdad. Aprender lecciones de humildad es doloroso, aunque del máximo provecho, al fin y al cabo. El dolor que causan las lecciones de humildad es la consecuencia de nuestro enorgullecimiento por causa de una falsa valoración de nosotros mismos, de manera que somos incapaces de ver nuestra enorme necesidad. La vanidad y el orgullo llenan el corazón de los hombres. Sólo la gracia de Dios puede llevar a cabo una obra de reforma. 4TPI 371.3
Hermano, su tarea es humillarse a sí mismo y no esperar que Dios lo humille. A veces, la mano de Dios puede ser dura cuando humilla a lo hombres y los pone en una posición correcta ante él. Mejor sería mantener el corazón humillado día a día ante Dios. Podemos rebajarnos o crecernos con orgullo y esperar que Dios nos rebaje. Hoy los ministros del evangelio sufren poco por causa de la verdad. Si como los apóstoles de Cristo y otros santos varones que los siguieron, fueran objeto de persecución, se acercarían más a Cristo y esa unión aún más estrecha con el Salvador haría que sus palabras fuesen potencia en la tierra. Cristo fue varón de dolores y experimentado en quebrantos. Soportó la persecución y la contradicción de los pecadores; era pobre y sufría hambre y fatiga; el diablo lo tentó, y sus obras y enseñanzas atrajeron sobre él las más furiosas iras. ¿Qué nos negamos por causa de Cristo? ¿Dónde está nuestra dedicación a la verdad? Huimos de aquello que no nos complace y evitamos las preocupaciones y la responsabilidad. ¿Acaso podemos esperar que el poder de Dios actúe junto con nuestros esfuerzos estando tan poco consagrados a la obra? 4TPI 372.1
Hermano, se me mostró que su modelo de piedad es bajo. Le es preciso tener un sentido de su responsabilidad ante Dios y la sociedad más profundo. Así no se sentirá satisfecho con usted mismo ni intentará excusarse indicando las deficiencias ajenas. Su conocimiento de la verdad no es tan profundo como para poder disminuir sus esfuerzos para cualificarse para la instrucción de otros. Necesita pasar por una nueva conversión. Sólo así será un ministro del evangelio capaz y entregado, un hombre piadoso y santo. Dedicar todas sus energías a la causa de Dios no sería un gesto demasiado generoso de su parte. Ésta, todavía es una ofrenda pobre que muchos de ustedes pueden hacer. Si continuamente sigue a Dios y busca consagrarse aún más a él, obtendrá nuevas ideas buscando en las Escrituras. 4TPI 372.2
Para comprender la verdad debe disciplinar y formar la mente y buscar constantemente las gracias de la genuina piedad. Ahora apenas sabe en qué cosiste. Cuando Cristo esté en usted tendrá algo más que una teoría de la verdad. No sólo repetirá las lecciones que Cristo dio cuando estuvo en la tierra, sino que, con su vida de abnegación y entrega a la causa de Dios, educará a otros. Su vida será un sermón viviente y será más poderosa que cualquier discurso pronunciado desde el púlpito. 4TPI 373.1
Cultive el espíritu humilde, la gracia abnegada y la entrega que desea ver en la vida de los demás. Para aumentar la inteligencia espiritual y ser cada vez más eficiente, debe cultivar hábitos útiles en los deberes menores que surjan en su camino. No espere la oportunidad de hacer una gran tarea, sino que aproveche la primera oportunidad de demostrar su fidelidad en lo menor y de ese modo avanzará de una posición segura hasta otra. Si se habitúa a pensar que su conocimiento no es deficiente y descuida la oración secreta, la vigilancia y el cuidadoso estudio de las Escrituras, en consecuencia, el enemigo lo vencerá. Probablemente sus carninos parezcan perfectos a sus ojos mientras que, en realidad, usted tenga muchos defectos. No tiene mucho tiempo para negociar con el enemigo de las almas. Ahora es tiempo de mantenerse firme y vencer al enemigo. Debe criticarse a sí mismo con celo y detenimiento. Estará tentado de establecer su propia opinión como modelo y no respetará las opiniones y el juicio de otros hombres más experimentados, a los cuales Dios ha usado para hacer que su causa avance. Los jóvenes que ejercen el ministerio ahora saben poco de pruebas y dificultades y muchos no conseguirán ser tan útiles como pudieran haber sido por la razón de que las cosas les han sido puestas muy fáciles. 4TPI 373.2
Usted tiene responsabilidades en la familia que no comprende, sino que apenas sabe una pequeña parte de lo que debería saber. Se ha vanagloriado de saber muchas cosas que, en realidad desconocía. Se me mostró que se ha formado ideas que usted piensa que son la verdad y que están en oposición directa a la Biblia. Pablo tuvo que enfrentarse y combatir esas mismas cosas en los jóvenes ministros de su tiempo. Con demasiada facilidad, usted ha aceptado como luz las afirmaciones y las posiciones de los hombres, pero tenga cuidado en cómo exprese sus ideas como verdad bíblica. Vigile sus pasos. Abrigaba la esperanza de que en su vida se hubiera producido una reforma tal que nunca se me pidiera que escribiera estas palabras. 4TPI 373.3
Si desea ser fiel a Dios y a la verdad que él le confió, tiene obligaciones en casa que no deben ser rehuidas. Ahora me refiero a algo que no se me ha mostrado únicamente en su caso, sino en centenares de casos parecidos. Por lo tanto, cuando lo veo caer en el mismo error en el que caen muchos padres del mundo que tienen su misma edad, no puedo excusar su negligencia del deber. Tiene una hija, una alma confiada a su cuidado. Pero cuando, formando a esa única hija, muestra una debilidad y una falta de sabiduría tan manifiestas siguiendo sus propias ideas en lugar de la norma bíblica, ¿cómo puede esperar que se confíe en usted para enseñar y dirigir asuntos en los que están involucrados los intereses eternos de muchos? 4TPI 374.1
Me dirijo a ambos, a usted y a su esposa. Mi responsabilidad en la causa y la obra de Dios me exige que hable en cuestiones de disciplina. Su ejemplo en los asuntos domésticos serán causa de un gran perjuicio para la causa de Dios. El campo del evangelio es el mundo. Desean sembrar el campo con la verdad del evangelio, esperando que Dios riegue la simiente para que la siembra dé fruto. Se han comprometido a ocuparse de una pequeña parcela de terreno, pero han permitido que en el jardín de su propia casa crezcan zarzas y espinas mientras estaban ocupados en desbrozar los jardines ajenos. No es tarea liviana, sino de mucha importancia. Hermano, usted predica el evangelio a los demás, practíquelo en casa. Está permitiendo las pasiones y los caprichos de una hija perversa y al hacerlo cultiva rasgos de carácter que Dios detesta y harán que su hija sea infeliz. Satanás se aprovecha de su negligencia y controla la mente. Le queda mucho por hacer para demostrar que entiende los deberes que recaen sobre un padre cristiano que desea moldear el carácter de sus hijos según el Modelo divino. Si hubiera empezado esa obra en su más tierna infancia ahora le sería fácil y la niña sería mucho más feliz. Pero sometida a su disciplina, la voluntad y la perversidad de su hija se han fortalecido. Ahora será precisa una gran severidad y un esfuerzo más constante y perseverante para deshacer lo que han hecho. Si es incapaz de gobernar a una niña pequeña, que es su deber especial, no dispondrá de la sabiduría necesaria para gobernar los intereses espirituales de la iglesia de Cristo. 4TPI 374.2
En los mismos cimientos de su experiencia hay errores que deben ser erradicados. Sea alumno de la escuela de Cristo. Abra los ojos para discernir dónde reside la dificultad y luego apresúrese a arrepentirse de esas cosas y empiece a trabajar desde un punto de partida correcto. No trabaje para usted, sino para Dios. Deje a un lado el orgullo, la exaltación del yo y la vanidad y aprenda de Cristo las dulces lecciones de la cruz. Entréguese sin reservas a la tarea. Sea un sacrificio viviente en el altar de Dios. 4TPI 375.1
Si los hijos de un ministro manifiestan apasionamiento y se les permiten casi todos sus deseos, esto es una influencia es contraria a los testimonios que Dios me ha dado para los padres al respecto de la manera adecuada de gobernar a sus hijos. Hermano, va en dirección totalmente opuesta a la luz que Dios se ha complacido en dar y escoge sus propias teorías de origen desconocido. Sin embargo, este experimento, tan directamente opuesto a las instrucciones de la palabra de Dios, no debe ser llevado a cabo y perjudicar a aquellos a quienes Dios quiso que instruyamos en referencia a la formación de sus hijos. 4TPI 375.2
No centre su interés en su propia familia, en detrimento de los demás. Si comparte la hospitalidad de sus hermanos, es razonable que ellos esperen lo mismo de usted. Identifique sus intereses con los de los padres y los hijos; instruya y bendiga. Santifíquese para la obra de Dios y sea una bendición para los que se relacionen con usted, conversando con los padres nunca se olvide de los niños. No piense que su pequeña es más preciosa a los ojos de Dios que los otros niños. Usted es culpable de haber descuidado a los demás mientras consentía y mimaba a su pequeña. Esa misma niña es la prueba de su deficiente gobierno. Su hija es culpable de actos de desobediencia y apasionamiento tan frecuentes como veces en el día se tuercen sus propósitos. Esta es una mala influencia para las familias que Dios desea instruir y reformar, apartándolas de las ideas poco exigentes sobre la disciplina. 4TPI 375.3
Su ciego e insensato afecto los ha rendido, a ambos, a la voluntad de su hija. Le han permitido que tome las riendas en sus pequeñas manos y los ha gobernado antes de ser capaz de andar. ¿Qué se puede esperar del futuro viendo un pasado así? No permitan que el ejemplo de esta niña consentida y mimada dé lecciones que testifiquen contra ustedes, cuyo juicio mostrará que habrán sido la causa de la pérdida de muchos otros niños. Si los hombres y las mujeres lo aceptan como maestro de Dios, ¿acaso no se sentirán inclinados a seguir su pernicioso ejemplo y serán indulgentes con sus hijos? ¿Cometerá usted el mismo pecado que Elí? ¿Recibirá su misma retribución? Su hija nunca verá el reino de Dios con sus actuales hábitos y disposición. Y ustedes, sus padres, serán los que habrán cerrado las puertas del cielo ante ella. ¿Cómo, pues, influirá esto en su propia salvación? Recuerden que segarán lo que sembraron. 4TPI 376.1