Testimonios para la Iglesia, Tomo 5

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La unidad de la obra

El Señor espera que haya unión entre los que dirigen su obra en las diferentes partes del campo. Los que dirigen su obra en la costa del Pacífico, y los que lo hacen al este de las Montañas Rocosas, deben estar unidos en pensamiento y criterio, en sentimientos, planes y acción. El no quiere que nadie en ninguna de las dos oficinas piense que es una virtud estar en desacuerdo con los hermanos de la otra casa publicadora. Debiera haber intercambio de opiniones, de planes e ideas; y si se sugieren cambios en cualquiera de las dos oficinas, que los gerentes consideren las propuestas y adopten los mejores planes y métodos. En ambas casas publicadoras hay que hacer grandes mejoras, y los gerentes tienen mucho que aprender. Y la lección que dejará una impresión más resuelta y feliz para el progreso de la obra, es que dependan menos de su propio entendimiento y aprendan más de la mansedumbre y humildad de Cristo. Que los que están en las dos oficinas no sean tan egoístas, tan desemejantes a Cristo, que se aferran a sus planes sólo por darse el gusto de hacer su propia voluntad, sin importarles las consecuencias. 5TPI 393.3

Los administradores que están vinculados con nuestra oficina de publicaciones de Battle Creek no son ni la sombra de lo que debieran ser. Piensan que sus preferencias, hábitos y opiniones son correctos. Están constantemente en peligro de estrechar sus mentes y envidiar a la Pacific Press; de mantener una actitud de crítica y de albergar sentimientos de superioridad. Se permite que este sentimiento crezca y dañe y estorbe sus propios intereses y también la obra en la costa del Pacífico, todo porque los sentimientos egoístas ejercen el control e impiden que haya un claro discernimiento de lo que les conviene, lo cual es para su propio bien y para el adelanto de la causa de Dios. Este sentimiento regionalista es contrario al Espíritu de Cristo. A Dios no le agrada, él quiere que sea vencido completamente. La causa es una; la viña es un gran campo, con los siervos de Dios empleados en diversas secciones de su obra. No debiera haber otro propósito que el de trabajar desinteresadamente para amonestar a los incautos y salvar a los perdidos. 5TPI 394.1

Los que están vinculados con la obra de Dios en la oficina, el sanatorio y el colegio, han de considerarse dignos de confianza hasta donde hayan asimilado el carácter de Cristo. Pero muchos han heredado rasgos de carácter que de ninguna manera representan al divino Modelo. Hay muchos que tienen un defecto de carácter que recibieron de nacimiento y que nunca han vencido; sin embargo, lo han acariciado como si fuera el más fino oro y lo han incorporado dentro de su experiencia cristiana. En muchos casos estos rasgos son retenidos durante toda la vida. Por algún tiempo pareciera que no ocasionan ningún mal; sin embargo, la levadura está obrando y cuando se presenta una oportunidad favorable, el mal se manifiesta. 5TPI 394.2

Algunos de estos hombres que tienen marcadas deformidades de carácter, poseen opiniones fuertes y determinadas y son intransigentes, cuando serían como Cristo si cedieran ante los demás, cuyo amor por la causa de la verdad es tan profundo como el de ellos mismos. Cuando se vinculan a una empresa importante, cuando grandes planes se han de trazar, deben tener cuidado de que sus propias ideas peculiares y rasgos de carácter particulares no ejerzan influencia desfavorable en el desarrollo de los mismos. El Señor vio el peligro que resulta cuando la mente y el criterio de un solo hombre controlan las decisiones y trazan los planes, y en su Palabra inspirada se nos ordena que nos sometamos los unos a los otros y que estimemos a otros más que a nosotros mismos. Cuando se vayan a trazar planes que afecten la causa de Dios, deberán presentarse ante un concilio compuesto de hombres de experiencia escogidos, porque el esfuerzo hecho en armonía es esencial para la buena marcha de todas estas empresas. 5TPI 394.3

Hombres de diversos temperamentos y caracteres defectuosos pueden ver las faltas de los demás, pero parecen no tener conocimiento de sus propios errores; y si se les permite llevar a cabo sus planes personales, sin consultar con los demás, cometerán graves errores. Sus ideas tienen que ensancharse. En la naturaleza humana común y corriente hay egoísmo y ambición que dañan la obra de Dios. El interés personal debe perderse de vista. No debiera procurarse ocupar el primer lugar, ni mantenerse apartado de los obreros de Dios, hablando y escribiendo de manera arrogante acerca de asuntos que no se han investigado juiciosamente y con oración, ni presentado con humildad ante el concilio. 5TPI 395.1

El mundo del futuro, con sus acontecimientos solemnes inalterables, está muy cercano, y hay una obra muy grande que realizar, muchas decisiones importantes que hacer; sin embargo, en vuestros concilios, las ideas y planes egoístas, los rasgos viles de carácter heredados, son introducidos y se les permite ejercer su influencia. Deberíais siempre sentir que es pecado actuar en base a impulsos. No debierais abusar de vuestro poder, empleándolo para llevar a cabo vuestros propósitos personales, sin importaros las consecuencias que acarrearían sobre los demás, sólo porque ocupáis un puesto que os permite hacerlo así; pero debierais tomar la autoridad que os ha sido dada como un cometido sagrado y solemne, recordando que sois siervos del Altísimo y que en el día del juicio tendréis que dar cuenta de cada decisión que hagáis. Si vuestros hechos son desinteresados y para la gloria de Dios, soportarán aguda prueba. La ambición es la muerte para el progreso espiritual, el ingenio yerra, la indolencia insensible es criminal, pero una vida que respeta todo justo principio será de mucho éxito. 5TPI 395.2

Muchos de vuestros concilios no llevan el sello celestial. No venís a ellos como hombres que han estado en comunión con Dios y que tenéis el mismo pensamiento y misericordiosa compasión que él, sino como hombres que tienen el firme propósito de llevar a cabo sus propios planes y solucionar los asuntos conforme a sus propias ideas. Es preciso que en cada departamento de la obra se tenga el mismo pensar y el mismo espíritu de Cristo. Sois obreros de Dios; y debéis poseer cortesía y gentileza, de lo contrario no podéis representar a Jesús. 5TPI 396.1

Todos los que están empleados en nuestras instituciones deben darse cuenta de que serán una bendición o una maldición. Si desean ser una bendición, tendrán que renovar su fuerza espiritual cada día; tendrán que ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. 5TPI 396.2

En medio de los cuidados de una vida activa, es a veces difícil discernir nuestras propias motivaciones, pero a diario se hace progreso hacia el bien o el mal. Los gustos (las preferencias) y las aversiones, los sentimientos personales sublevados, se abrirán paso para controlar nuestras acciones; las cosas sensuales nos cegarán. Se me ha mostrado que Jesús nos ama; pero se apena al ver la falta tan grande que hay de discernimiento y adaptabilidad en el trabajo, de sabiduría para llegar a los corazones y de identificación con los sentimientos de las demás personas. Aunque debemos cuidarnos del peligro constante de formar alianza con los enemigos de Cristo y dejarnos corromper por ellos, debemos guardarnos de apartamos del todo de los que el Señor reclama como suyos. “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Mateo 25:40. Si con un propósito serio y amante aprovechamos cada oportunidad para ayudar a levantar a los que han caído, nuestra vida no habrá sido en vano. Nuestros modales no serán ásperos, imponentes ni dictatoriales, sino que nuestras vidas tendrán la fragancia de la gracia de Cristo. 5TPI 396.3

Nuestro Padre celestial requiere que sus siervos le correspondan conforme a la medida que les ha encargado, y sus requerimientos son razonables y justos. No aceptará menos de nosotros de lo que exige; todas sus justas demandas tienen que cumplirse plenamente, o darán testimonio contra nosotros de que hemos sido pesados en la balanza y hallados faltos. Pero Jesús observa nuestros esfuerzos con el mayor interés. El sabe que los que hacen su obra son hombres que llevan todas las enfermedades de la humanidad y toma nota de sus fracasos y desilusiones con la mayor compasión. Pero los fracasos y defectos pudieran ser menores de lo que son ahora. Si marchamos en armonía con el cielo, los ángeles ministradores trabajarán con nosotros y coronarán nuestros esfuerzos con éxito. 5TPI 397.1

Este es el gran día de la preparación, y la obra solemne que se está llevando a cabo arriba en el santuario debe mantenerse siempre ante la mente de los empleados de nuestras diversas instituciones. No debe permitirse que los afanes de los negocios absorban el pensamiento de tal manera que la obra que se está llevando a cabo en el cielo, que concierne a cada individuo, sea considerada con liviandad. Las escenas solemnes del juicio, del gran día de la expiación, han de mantenerse ante la atención del pueblo y grabarse en sus conciencias con ahínco y poder. El tema del santuario nos dará una visión correcta de la importancia de la obra para este tiempo. La apreciación correcta del mismo hará que los obreros de nuestras casas publicadoras muestren mayor energía y celo en sus esfuerzos por dar éxito a la obra. Que ninguno se vuelva descuidado y ciego a las necesidades de la causa y los peligros a que está expuesta cada alma. Que procure cada uno ser un canal de luz. 5TPI 397.2

En nuestras instituciones hay demasiado del yo, y muy poco de Cristo. Los ojos de todos deben estar fijos en el Redentor; el carácter de todos debiera ser como el suyo. El es el Modelo que debe imitarse, si queremos tener mentes y caracteres bien equilibrados. Su vida era como huerto del Señor, en el que crecía todo árbol agradable a la vista y bueno para comer. A la vez que albergaba en su alma todo precioso rasgo de carácter, su sensibilidad, su cortesía y amor, lo hacían allegarse con simpatía a la humanidad. El era el Creador de todas las cosas, el que sustenta a los mundos por su poder infinito. Los ángeles estaban dispuestos a rendirle homenaje y obedecer su voluntad. Sin embargo, era capaz de escuchar el balbuceo de un bebé y aceptar una alabanza infantil. Tomaba en sus brazos a los niños y los reclinaba en su pecho amoroso. Ellos se sentían perfectamente cómodos en su presencia, no queriendo salirse de sus brazos. El no veía las desilusiones y aflicciones de la humanidad como cosas de poca importancia, sino que su corazón siempre se conmovía por los sufrimientos de los que había venido a salvar. 5TPI 397.3

El mundo había perdido su dechado de bondad y se había hundido en una apostasía y corrupción moral universal; y la vida de Jesús fue de esfuerzo dedicado y abnegado para retornar al hombre a su primer estado, infundiéndole el espíritu de divina benevolencia y amor desinteresado. Aunque estaba en el mundo, él no era del mundo. Le ocasionaba continuo dolor tener que entrar en contacto con la enemistad, la depravación e impureza que Satanás había introducido; pero su obra consistía en poner al hombre en armonía con el plan divino y volver a unir la tierra con el cielo; para él no había sacrificio demasiado grande para lograr su objetivo. Fue “tentado en todo como nosotros”. Satanás estaba listo para atacarlo a cada paso, lanzándole sus más fieras tentaciones; pero él “no pecó ni fue hallado engaño en su boca”. “Fue probado mediante el sufrimiento” (Hebreos 2:18), sufrió conforme a la medida de su perfección y santidad. Pero el príncipe de las tinieblas no halló nada en él; ni un solo pensamiento o emoción respondió a la tentación. 5TPI 398.1

Su doctrina caía como la lluvia; sus palabras destilaban como el rocío. En el carácter de Cristo se mezclaba una majestad nunca antes manifestada en el hombre caído y una humildad que el hombre nunca ha desarrollado. Nunca antes había caminado entre los hombres alguien tan noble, tan puro, tan benévolo, tan consciente de su naturaleza divina; y sin embargo, tan sencillo, tan lleno de planes y buenos propósitos para la humanidad. Aborrecía el pecado, pero lloraba compadecido del pecador. No se agradaba a sí mismo. La Majestad del cielo se revistió de la humildad de un niño. Este es el carácter de Cristo. ¿Estamos nosotros siguiendo sus pisadas? Oh, mi querido Salvador, ¡cuán pobremente te representan tus profesos seguidores! 5TPI 398.2

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