Los mensajeros
A menudo el Señor me ha dado una visión de la situación y de lo que necesitan las joyas dispersas que no han venido todavía a la luz de la verdad presente, y me ha mostrado que los mensajeros debieran dirigirse hacia ellas tan rápidamente como les sea posible, a fin de darles la luz. Muchos de los que nos rodean necesitan tan sólo que se les quiten sus prejuicios y se les presenten las evidencias de nuestra posición actual de acuerdo con la Palabra, y recibirán gozosamente la verdad presente. Los mensajeros deben velar por las almas como quienes han de dar cuenta. La suya debe ser una vida de trabajo y angustia de espíritu, mientras pesa sobre ellos la carga de la preciosa causa de Cristo tantas veces perjudicada. Tendrán que poner a un lado los intereses y las comodidades del mundo, y procurar en primer lugar hacer cuanto pueden para hacer progresar la causa de la verdad presente y salvar a las almas que perecen.
PE 61.1
Ellos obtendrán también una rica recompensa. En las coronas de su regocijo, aquellos a quienes hayan rescatado y salvado finalmente resplandecerán para siempre como estrellas. Y durante toda la eternidad tendrán la satisfacción de haber hecho lo que podían en la presentación de la verdad en su pureza y hermosura, de manera que hubo almas que se enamoraron de ella, fueron santificadas por ella y aprovecharon el inestimable privilegio de ser enriquecidas, lavadas en la sangre del Cordero y redimidas para Dios.
PE 61.2
Vi que los pastores del rebaño deben consultar a aquellos en quienes tienen motivos de confiar, a aquellos que han estado en todos los mensajes, y son firmes en toda la verdad presente, antes de abogar por nuevas ideas importantes que ellos creen sostenidas por la Biblia. Entonces los pastores estarán perfectamente unidos, y esta unión de ellos será sentida por la iglesia. Vi que una conducta tal evitaría divisiones inconvenientes, y que no habría peligro de que el precioso rebaño se dividiese, ni que las ovejas se dispersasen sin pastor. (Véase el Apéndice.)
PE 61.3
También vi que Dios tenía mensajeros que quisiera usar en su causa, pero no estaban listos. Manifestaban un espíritu demasiado liviano y trivial para ejercer una buena influencia sobre el rebaño, y no sentían el peso de la causa y el valor de las almas, como deben sentirlo los mensajeros dé Dios para obtener buenos efectos. Dijo el ángel: “Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová. Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.” Es muy poco el bien que pueden realizar a menos que estén completamente entregados a Dios y sientan la importancia y la solemnidad del último mensaje de misericordia que se está dando ahora al rebaño disperso. Algunos que no fueron llamados por Dios están dispuestos a ir llevando el mensaje. Pero si sintiesen el peso de la causa y las responsabilidades que entraña una posición tal, se verían impulsados a decir humildemente con el apóstol: “Para estas cosas, ¿quién es suficiente?” Un motivo por el cual están dispuestos a ir es que Dios no les ha impuesto el peso de la causa. No todos los que proclamaron el mensaje del primer ángel y el del segundo han de dar el tercero, aun cuando lo hayan abrazado del todo. Algunos han estado en tantos errores y engaños que pueden tan sólo salvar su propia alma, pero si procuran guiar a otros, contribuirán a hacerlos caer. Pero vi que algunos que anteriormente se sumieron en el fanatismo serían ahora los primeros en correr antes que Dios los mandase, antes que hayan sido purificados de sus errores pasados. Conservan el error mezclado con la verdad, y apacentarían con esa mezcla al rebaño de Dios. Si se les permitiese seguir adelante, el rebaño llegaría a ser enfermizo, y habría enajenamiento y muerte como consecuencia. Vi que tendrían que ser zarandeados y zarandeados, hasta que quedasen libres de todos sus errores, o nunca entrarían en el reino. Los mensajeros no podrían tener tal confianza en el juicio y discernimiento de los que hayan estado en errores y fanatismo como la tendrían en aquellos que han estado en la verdad y no en errores extravagantes. Además, muchos están demasiado inclinados a insistir en que salgan al campo algunos que comenzaron hace poco a profesar la verdad presente, que tienen mucho que aprender y mucho que hacer antes de estar en orden delante de Dios ellos mismos, y a quienes les falta aún más para poder señalar el camino a otros.
PE 62.1
Vi la necesidad especial que tienen los mensajeros de velar y detener todo fanatismo dondequiera que se levante. Satanás está apremiando por todos lados, y a menos que seamos vigilantes al respecto, y tengamos los ojos abiertos para ver sus lazos y trampas, y llevemos puesta toda la armadura de Dios, los dardos de fuego del maligno nos alcanzarán. Son muchas las preciosas verdades que contiene la Palabra de Dios, pero es “la verdad presente” lo que el rebaño necesita. He visto el peligro que existe de que los mensajeros se desvíen de los puntos importantes de la verdad presente para espaciarse en temas que no tienden a unir el rebaño ni santificar el alma. En esto, Satanás aprovechará toda ventaja posible para perjudicar la causa.
PE 63.1
Pero los temas como el santuario, en relación con los 2300 días, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, son perfectamente adecuados para explicar el movimiento adventista pasado y cuál es nuestra posición actual, establecer la fe de los que dudan, y dar certidumbre al glorioso futuro. He visto con frecuencia que éstos eran los temas principales en los cuales deben espaciarse los mensajeros.
PE 63.2
Si los mensajeros escogidos del Señor hubiesen de aguardar que todo obstáculo fuese quitado de su camino, muchos no irían en busca de las ovejas dispersas. Satanás presentará muchas objeciones para impedirles que cumplan su deber. Pero ellos han de salir por la fe, confiando en Aquel que los ha llamado a su obra, y él abrirá el camino delante de ellos, hasta donde sea para el bien de ellos y su propia gloria. Jesús, el gran Maestro y Modelo, no tenía dónde reclinar la cabeza. Su vida fué una existencia de trabajo, tristeza y sufrimiento; y luego se dió a sí mismo por nosotros. Los que, en lugar de Cristo, ruegan a las almas que se reconcilien con Dios, los que esperan reinar con Cristo en la gloria, deben contar con que participarán de sus sufrimientos aquí. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”. Salmos 126:5, 6.
PE 63.3
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215
PE
Primeros Escritos
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