Primeros Escritos

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Otra ilustración

Me fué mostrado el interés que todo el cielo se había tomado en la obra que se está realizando en la tierra. Jesús comisionó a un ángel poderoso para que descendiese y amonestase a los habitantes de la tierra a prepararse para su segunda aparición. Cuando el ángel dejó la presencia de Jesús en el cielo, iba delante de él una luz excesivamente brillante y gloriosa. Se me dijo que su misión era alumbrar la tierra con su gloria y avisar al hombre de la ira venidera de Dios. Multitudes recibieron la luz. Algunos parecían estar muy serios, mientras que otros se sentían arrobados de gozo. Todos los que recibían la luz volvían el rostro hacia el cielo y glorificaban a Dios. Aunque esa luz se derramaba sobre todos, algunos caían simplemente bajo su influencia, pero no la recibían cordialmente. Muchos estaban llenos de grande ira. Ministros y pueblo se unían con los viles y resistían tenazmente la luz derramada por el poderoso ángel. Pero todos los que la recibían se retiraban del mundo y estaban estrechamente unidos entre sí. PE 245.1

Satanás y sus ángeles se hallaban atareados tratando de apartar a tantos como pudiesen de la luz. La compañía que la rechazaba fué dejada en tinieblas. Vi que el ángel de Dios observaba con el más profundo interés a los que profesaban ser su pueblo, para tomar nota del carácter que desarrollaban conforme les era presentado el mensaje de origen celestial. Y a medida que muchísimos de los que profesaban amar a Jesús se apartaban del mensaje celestial con escarnio y odio, un ángel que llevaba un pergamino en la mano anotaba las vergonzosas acciones. Todo el cielo se llenaba de indignación de que Jesús fuese así despreciado por los que profesaban seguirle. PE 245.2

Vi el chasco sufrido por los que habían estado confiando cuando no vieron a su Señor en el tiempo en que le esperaban. Había sido el propósito de Dios ocultar el futuro y llevar a su pueblo a un punto de decisión. Si no se hubiese predicado un tiempo definido para la venida de Cristo, no se habría hecho la obra que Dios quería ver cumplida. Satanás estaba induciendo a muchísimos a mirar lejos hacia el futuro en espera de los grandes acontecimientos relacionados con el juicio y el fin del tiempo de gracia. Era necesario que el pueblo fuese inducido a procurar fervorosamente una preparación inmediata. PE 246.1

Cuando el tiempo pasó, los que no habían recibido plenamente la luz del ángel se unieron con aquellos que habían despreciado el mensaje, y abrumaron de ridículo a los que estaban chasqueados. Los ángeles tomaron nota de la situación de los que profesaban seguir a Cristo. El transcurso del tiempo definido los había probado, y muchos fueron pesados en la balanza y hallados faltos. En alta voz aseveraban ser cristianos, y sin embargo no había casi detalle alguno en que siguieran a Cristo. Satanás se regocijaba por la condición de los que profesaban seguir a Jesús. Los tenía sujetos en su trampa. Había inducido a la mayoría a dejar la senda recta, y estaban intentando ascender al cielo por otro camino. Los ángeles veían a los santos y puros mezclados con los pecadores de Sion y con los hipócritas que amaban el mundo. Habían velado sobre los verdaderos discípulos de Jesús; pero los corruptos estaban afectando a los santos. A aquellos cuyos corazones ardían de intenso deseo de ver a Jesús les prohibían sus profesos hermanos que hablasen de su venida. Los ángeles veían la escena y simpatizaban con el residuo que amaba la aparición de su Señor. PE 246.2

Otro poderoso ángel fué comisionado para que descendiese a la tierra. Jesús le puso en la mano algo escrito, y cuando llegó a la tierra, clamó: “¡Ha caído, ha caído Babilonia!” Entonces vi a los que habían sido chasqueados alzar nuevamente los ojos al cielo, mirando con fe y esperanza en busca de la aparición de su Señor. Pero muchos parecían permanecer en un estado de estupor, como si durmiesen; sin embargo podía yo ver rasgos de profunda tristeza en sus rostros. Los chasqueados veían por las Escrituras que estaban en el tiempo de demora, y que debían aguardar con paciencia el cumplimiento de la visión. La misma evidencia que los había inducido a esperar a su Señor en 1843, los inducía a esperarlo en 1844. Sin embargo, vi que la mayoría no poseía aquella energía que había distinguido su fe en 1843. El chasco que habían sufrido había debilitado su fe. PE 246.3

A medida que el pueblo de Dios se unía en el clamor del segundo ángel, la hueste celestial manifestaba el más profundo interés en el efecto del mensaje. Veían a muchos que llevaban el nombre de cristianos volverse con escarnio y ridículo hacia los que habían sido chasqueados. Al caer de labios burladores las palabras: “¡No ascendisteis todavía!” un ángel las escribía. Dijo el ángel: “Se burlan de Dios.” Me fué recordado un pecado similar que fué cometido en tiempos antiguos. Elías había sido trasladado al cielo, y su manto había caído sobre Eliseo. Unos jóvenes impíos, que habían aprendido de sus padres a despreciar al hombre de Dios, siguieron a Eliseo, gritando en son de burla: “¡Calvo, sube! ¡calvo, sube!” Al insultar así a su siervo, habían insultado a Dios y recibieron inmediatamente su castigo. Igualmente los que se habían burlado de la idea de que los santos ascendiesen, serán visitados por la ira de Dios, y se les hará sentir que no es cosa liviana burlarse de su Hacedor. PE 247.1

Jesús comisionó a otros ángeles para que volasen prestamente a revivir y fortalecer la fe en decadencia de su pueblo y a prepararlo para comprender el mensaje del segundo ángel y el paso importante que pronto se había de dar en el cielo. Vi a estos ángeles recibir gran poder y luz de Jesús y volar prestamente a la tierra para cumplir su mandato de ayudar al segundo ángel en su obra. Una gran luz resplandeció sobre el pueblo de Dios cuando los ángeles clamaron: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Entonces vi a aquellos que habían sido chasqueados levantarse y en armonía con el segundo ángel proclamar: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” La luz de los ángeles penetraba las tinieblas por doquiera. Satanás y sus ángeles procuraban impedir que esta luz se difundiese y tuviese el efecto que debía tener. Contendían con los ángeles del cielo, diciéndoles que Dios había engañado al pueblo, y que con toda su luz y poder no podían hacer creer al mundo que Cristo iba a venir. Pero a pesar de que Satanás se esforzó por estorbarles el paso y desviar de la luz la atención de la gente, los ángeles de Dios continuaron su obra. PE 247.2

Los que recibían la luz parecían muy felices. Miraban constantemente hacia el cielo y anhelaban la aparición de Jesús. Algunos lloraban y oraban con gran angustia. Parecían fijar sus ojos en sí mismos, y no se atrevían a mirar hacia arriba. Una luz del cielo apartó de ellos las tinieblas, y sus ojos, que habían estado fijos en sí mismos con desesperación, se dirigieron hacia arriba y en todos sus rasgos se expresaban la gratitud y el santo gozo. Jesús y toda la hueste angélica miraron con aprobación a los fieles que aguardaban. PE 248.1

Los que habían rechazado la luz del mensaje del primer ángel, y se habían opuesto a ella, perdieron la luz del segundo, y no pudieron ser beneficiados por el poder y la gloria que acompañó el mensaje: “¡Aquí viene el esposo!” Jesús se apartó de ellos con ceño, porque le habían despreciado y rechazado. Los que recibieron el mensaje fueron envueltos por una nube de gloria. Temían muchísimo ofender a Dios, y mientras aguardaban, velaban y oraban para conocer su voluntad. Vi que Satanás y sus ángeles procuraban separar al pueblo de Dios de esta luz divina; pero mientras los que aguardaban apreciaban la luz y mantenían los ojos levantados de la tierra a Jesús, Satanás no podía privarlos de sus preciosos rayos. El mensaje dado desde el cielo enfurecía a Satanás y sus ángeles, e inducía a aquellos que profesaban amar a Jesús, pero despreciaban su venida, a escarnecer a los fieles que manifestaban confianza. Pero un ángel anotaba todo insulto, todo desprecio, todo daño, que los hijos de Dios recibían de sus profesos hermanos. PE 248.2

Muchísimos alzaron la voz para clamar: “¡Aquí viene el esposo!” y abandonaron a sus hermanos que no amaban la aparición de Jesús ni querían permitirles espaciarse en su segunda venida. Vi a Jesús apartar el rostro de aquellos que rechazaban y despreciaban su venida, y luego ordenó a los ángeles que sacasen a su pueblo de entre los impuros, no fuese que quedasen contaminados. Los que eran obedientes al mensaje se destacaban, libres y unidos. Una luz santa resplandecía sobre ellos. Renunciaban al mundo, sacrificaban sus intereses y tesoros terrenales y, dirigían miradas ansiosas hacia el cielo, a la espera de ver a su amado Libertador. Una santa luz brillaba sobre sus rostros, denotando la paz y el gozo que reinaban en su interior. Jesús pidió a los ángeles que fuesen y los fortaleciesen, porque se acercaba la hora de su prueba. Vi que éstos que aguardaban no habían sido todavía probados como debían serlo. No estaban exentos de errores. Y vi la misericordia y bondad que Dios manifestaba al mandar a los habitantes de la tierra una amonestación y mensajes repetidos, para inducirlos a escudriñar diligentemente su corazón y a estudiar las Escrituras, a fin de que pudieran despojarse de los errores que les habían transmitido los paganos y los papistas. Mediante estos mensajes Dios ha estado sacando a su pueblo adonde pueda él obrar en su favor con mayor poder, y donde puedan ellos guardar todos sus mandamientos. PE 249.1