Palabras de Vida del Gran Maestro

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El valor del tesoro

El Salvador vio que los hombres estaban absortos en conseguir ganancias y perdían de vista las realidades eternas. Intentó corregir este mal. Trató de romper el hechizo infatuador que paralizaba el alma. Elevando su voz clamó: “¿De qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?”4 Cristo presenta ante la humanidad caída el mundo más noble que ha perdido de vista, a fin de que contemplen las realidades eternas. Los transporta hasta los umbrales del Infinito, resplandeciente con la indescriptible gloria de Dios, y les muestra allí el tesoro. PVGM 78.3

El valor de este tesoro es superior al oro o la plata. Las riquezas de las minas de la tierra no pueden compararse con él. PVGM 78.4

“El abismo dice: No está en mí:
Y la mar dijo: Ni conmigo.
No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata.
No puede ser apreciada con oro de Ophir,
Ni con onique precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante;
Ni se trocará por vaso de oro fino.
De coral ni de perlas no se hará mención:
La sabiduría es mejor que piedras preciosas”.5
PVGM 78.5

Este es el tesoro que se encuentra en las Escrituras. La Biblia es el gran libro de texto de Dios, su gran educador. El fundamento de toda ciencia verdadera se halla en la Biblia. Cada rama del conocimiento puede ser hallada escudriñando la Palabra de Dios. Y sobre toda otra cosa contiene la ciencia de todas las ciencias, la ciencia de la salvación. La Biblia es la mina de las inescrutables riquezas de Cristo. PVGM 79.1

La verdadera educación superior se obtiene estudiando y obedeciendo la Palabra de Dios. Pero cuando la Biblia se deja de lado en beneficio de libros que no conducen a Dios y al reino de los cielos, la educación adquirida es una perversión de ese nombre. PVGM 79.2

Hay en la naturaleza verdades maravillosas. La tierra, el mar y el cielo están llenos de verdad. Son nuestros maestros. La naturaleza hace oír su voz en lecciones de sabiduría celestial y verdad eterna. Pero el hombre caído no entenderá. El pecado ha nublado su visión, y por sí mismo no puede interpretar la naturaleza sin colocarla por encima de Dios. Las lecciones correctas no pueden impresionar la mente de aquellos que rechazan la Palabra de Dios. La enseñanza de la naturaleza se halla tan pervertida por ellos que aparta la mente del Creador. PVGM 79.3

Muchos enseñan que la sabiduría del hombre es superior a la sabiduría del divino Maestro, y se considera al libro de texto de Dios como anticuado, pasado de moda y carente de interés. Pero no lo consideran así aquellos que han sido vivificados por el Espíritu Santo. Ellos ven el inapreciable tesoro, y lo venderían todo para comprar el campo que lo contiene. En vez de los libros que contienen las suposiciones de los autores reputados como grandes, eligen la Palabra de Aquel que es el mayor autor y el mayor maestro que el mundo jamás haya conocido; que dio su vida por nosotros, a fin de que por su medio tuviésemos vida eterna. PVGM 79.4