Palabras de Vida del Gran Maestro

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El talento quitado

Sobre el siervo negligente se pronunció esta sentencia: “Quitadle pues el talento, y dadlo al que tiene diez talentos”. Aquí así como en la recompensa del siervo fiel, se indica no sólo el galardón que se recibirá en el día del juicio final, sino el proceso gradual de retribución en esta vida. Como en el mundo natural, así en el espiritual, toda facultad que no se usa, se debilita y decae. La actividad es la ley de la vida: el ocio es muerte. “A cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho”.26 Empleados para bendecir a otros, sus dones aumentan. Encerrados para el servicio del yo, disminuyen y son finalmente quitados. Aquel que rehúsa impartir aquello que ha recibido, hallará al final que no tiene nada que dar. Está consintiendo en la realización de un proceso que con toda seguridad empequeñece y finalmente destruye las facultades del alma. PVGM 298.2

Nadie piense que podría vivir una vida de egoísmo, y entonces, habiendo servido a su propio interés, entrar en el gozo de su Señor. No podría participar en el gozo del amor desinteresado. No estaría preparado para los atrios celestiales. No podría apreciar la atmósfera pura del amor que compenetra el cielo. Las voces de los ángeles y la música de sus arpas no lo satisfarían. Para su mente la ciencia del cielo sería un enigma. PVGM 299.1

En el gran día del juicio, aquellos que no han trabajado por Cristo, los que se han dejado llevar al garete sin cargar responsabilidades, pensando en sí mismos y agradándose a sí mismos, serán colocados por el Juez de toda la tierra con aquellos que obraron el mal. Reciben la misma condenación. PVGM 299.2

Muchos que profesan ser cristianos desatienden las exigencias de Dios y no creen que en esto haya algo malo. Ellos saben que el blasfemo, el asesino, el adúltero merecer castigo; pero por su parte, gozan de los servicios religiosos. Les gusta oír la predicación del Evangelio, y por lo tanto se creen cristianos. Aunque han gastado su vida en el cuidado de sí mismos, serán tan sorprendidos como fue el siervo infiel de la parábola al oír la sentencia: “Quitadle pues el talento”. Como los judíos, confunden el gozo de las bendiciones con el uso que deben hacer de ellas. PVGM 299.3

Muchos de los que se excusan de hacer esfuerzo cristiano presentan como causa su incapacidad para la obra. ¿Pero los hizo Dios tan incapaces? No, nunca. La incapacidad fue producida por su propia inactividad y perpetuada por su elección deliberada. Ya, en su propio carácter, están percibiendo el resultado de la sentencia: “Quitadle el talento”. El continuo mal uso de sus talentos, apagará del todo para ellos el Espíritu Santo, que es la única luz. La sentencia: “Echadle en las tinieblas de afuera”, coloca el sello divino sobre la elección que ellos mismos han hecho para la eternidad. PVGM 299.4