Obreros Evangélicos

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El tacto

En la obra de ganar almas, se necesita mucho tacto y sabiduría. El Salvador no suprimió nunca la verdad, sino que la declaró siempre con amor. En su trato con los demás, él manifestaba el mayor tacto, y era siempre bondadoso y reflexivo. Nunca fué rudo, nunca dijo sin necesidad una palabra severa, nunca causó pena innecesaria a un alma sensible. No censuró la debilidad humana. Denunció sin reparos la hipocresía, incredulidad e iniquidad, pero había lágrimas en su voz cuando pronunciaba sus penetrantes reprensiones. Nunca hizo cruel la verdad, sino que manifestó siempre profunda ternura hacia la humanidad. Cada alma era preciosa a su vista. Se portaba con divina dignidad y se inclinaba con la más tierna compasión y consideración sobre cada miembro de la familia de Dios. En todos veía almas que era su misión salvar. OE 123.1