Obreros Evangélicos

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Necesidad del estudio de la Biblia para la eficiencia

Aquellos jóvenes que deseen dedicarse al ministerio, o que ya lo hayan hecho, deben familiarizarse con toda línea de la historia profética y toda lección dada por Cristo. La mente gana en fuerza, anchura y agudeza por el ejercicio activo. Tiene que trabajar, o se debilitará. Debe ser acostumbrada a pensar, a pensar habitualmente, o en gran medida perderá la facultad de hacerlo. Confronte el joven predicador los problemas difíciles que se encuentran en la Palabra de Dios, y su intelecto se despertará cabalmente. A medida que dedique diligente estudio a las grandes verdades que se hallan en las Escrituras, se verá capacitado para predicar sermones que contendrán un mensaje directo y definido, y que ayudarán a sus oyentes a elegir el buen camino. OE 103.1

El predicador que se aventura a enseñar la verdad cuando tiene tan sólo un conocimiento superficial de la Palabra de Dios, entristece al Espíritu Santo. Pero aquel que empieza con poco conocimiento, y dice lo que sabe, al mismo tiempo que trata de obtener más conocimiento, llegará a ser idóneo para hacer una obra mayor. Cuanta más luz reúna para su propia alma, tanta mayor iluminación celestial podrá impartir a otros. OE 103.2

No debiera haber debilidad en el ministerio. El mensaje de verdad que proclamamos es todopoderoso. Pero muchos predicadores no dedican su mente a la tarea de estudiar las cosas profundas de Dios. Si los tales quieren tener poder en su servicio, y obtener una experiencia que los habilite para ayudar a otros, deben vencer sus indolentes hábitos de pensar. Pongan los predicadores todo su corazón en la tarea de escudriñar las Escrituras, y les llegará un nuevo poder. Un elemento divino se une al esfuerzo humano cuando el alma se eleva hacia Dios; y el anhelante corazón puede decir: “Alma mía, en Dios solamente reposa; porque de él es mi esperanza.”1 OE 103.3

Los predicadores que quieran trabajar eficazmente para la salvación de las almas deberán ser estudiosos de la Biblia y hombres de oración. Es un pecado ser negligentes en cuanto al estudio de la Palabra mientras se intenta enseñarla a otros. Aquellos que sienten el valor de las almas se dan cuenta de que hay demasiado en juego para que ellos se atrevan a ser descuidados en cuanto a su propio progreso en el conocimiento divino, y huyen a la fortaleza de la verdad, donde pueden obtener sabiduría, conocimiento y fuerza para hacer las obras de Dios. No se dan descanso antes de haber recibido una unción de lo alto. OE 104.1

Al hacer de la Palabra de Dios una constante compañera suya, el obrero obtiene más capacidad para trabajar. Al adelantar continuamente en conocimiento, viene a ser más capaz de representar a Cristo. Queda fortalecido en fe, y puede presentar a los incrédulos una prueba de la plenitud de la gracia y el amor que hay en Cristo. Su mente es un alfolí, del cual puede sacar para suplir las necesidades de los demás. Por la obra del Espíritu Santo la verdad se graba en su mente, y aquellos a quienes comunica él la verdad, y de los cuales deberá dar cuenta un día, quedan bendecidos en gran medida. Aquel que de esta manera obtiene una preparación para el ministerio. tiene derecho a la recompensa prometida a aquellos que atraen a muchos a la justicia. OE 104.2

La lectura de obras referentes a nuestra fe, la de los argumentos ajenos, es una ayuda excelente e importante, pero no es la que dará a la mente su mayor fuerza. La Biblia es el mejor libro del mundo para dar cultura intelectual. Su estudio ejercita la mente, fortalece la memoria y aguza el intelecto más que el estudio de todos los temas abarcados por la filosofía humana. Los grandes temas que presenta, la digna sencillez con que son tratados estos temas en ella, la luz que derrama sobre los grandes problemas de la vida, reportan fuerza y vigor al entendimiento. OE 105.1

En el gran conflicto que vamos a tener que afrontar, el que quiera mantenerse fiel a Cristo deberá penetrar más hondo que las opiniones y doctrinas de los hombres. Mi mensaje a los predicadores jóvenes y ancianos, es éste: Observad celosamente vuestras horas de oración, estudio de la Biblia y examen de conciencia. Poned aparte una porción de cada día para estudiar las Escrituras y comulgar con Dios. Así obtendréis fuerza espiritual, y creceréis en el favor de Dios. El solo puede darnos aspiraciones nobles; él solo puede moldear el carácter según la semejanza divina. Acercaos a él en oración ferviente, y él llenará vuestros corazones de propósitos elevados y santos y de profundos y fervientes anhelos de pureza y claridad de pensamiento. OE 105.2