Obreros Evangélicos

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La siembra y la siega

“Uno es el que siembra y otro es el que siega.”1 El Salvador dijo estas palabras antes de la ordenación y envío de sus discípulos. Por toda Judea, Cristo había estado sembrando las semillas de verdad. Clara y distintamente, había bosquejado el plan de salvación; porque la verdad no languidecía nunca en sus labios. La obra terrena del gran Maestro iba a acabar pronto. Los discípulos habían de seguir después, segando donde él había sembrado, para que el Sembrador y los segadores se regocijasen juntos. OE 425.1

Hoy día, en el gran campo de la mies, Dios necesita sembradores y segadores. Recuerden los que salen a trabajar, algunos para sembrar y otros para segar, que nunca han de atribuirse la gloria y el éxito de su obra. Los agentes de Dios han estado antes que ellos preparando el camino para la siembra de la simiente y la siega de la mies. “Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis—dijo Cristo:—otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.”1 OE 425.2

El que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega.”1 Leed estas palabras con cuidado. Estudiad su significado; porque esbozan el plan de Dios. Los que siembran la semilla, presentando ante congregaciones grandes y pequeñas la verdad decisiva para este tiempo, a costa de mucho trabajo, no recogen tal vez siempre la mies. Muchas veces los obreros del Señor encuentran acerba oposición, y su obra es estorbada. Ellos hacen lo mejor que pueden; con esfuerzo ferviente y esmerado, siembran la buena simiente. Pero el elemento de oposición se vuelve más y más violento. Algunos de los oyentes pueden estar convencidos de la verdad, pero quedan intimidados por la oposición manifestada, y no tienen el valor de reconocer sus convicciones. OE 425.3

La vida de los obreros puede ser puesta en peligro por los que son dominados por Satanás. Entonces es privilegio suyo seguir el ejemplo de su Maestro, e irse a otro lugar. “No acabaréis de andar todas las ciudades de Israel—dijo Cristo,—que no venga el Hijo del hombre.”2 Pasen los mensajeros de la verdad de un campo a otro. Puede ser que en un lugar tengan más favorable oportunidad de trabajar, y puedan sembrar con éxito la semilla de la verdad y segar la mies. El informe de su éxito se difundirá hasta donde la obra quedó aparentemente sin éxito y el próximo mensajero de la verdad que vaya allí será recibido más favorablemente. OE 426.1

La semilla sembrada en medio de pruebas y desaliento demostrará tener vida en sí. La adversidad, el pesar, la pérdida de bienes, los cambios de la providencia de Dios, recordarán con vívida claridad las palabras dichas años atrás por el fiel siervo de Dios. La semilla sembrada nace y da fruto. OE 426.2

Dios necesita hombres y mujeres prudentes que quieran trabajar ardorosamente para hacer la obra a ellos confiada. Los empleará como instrumentos suyos en la conversión de las almas. Algunos sembrarán, y algunos segarán la mies de la semilla sembrada. Haga cada uno lo mejor que pueda para aprovechar sus talentos, a fin de ser sembrador o segador. OE 426.3