Obreros Evangélicos

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Trabajad por las clases pudientes

Los siervos de Cristo deben trabajar fielmente por los ricos de nuestras ciudades tanto como por los pobres y humildes. Hay muchos hombres pudientes que son sensibles a las influencias e impresiones del mensaje evangélico, y que, cuando se les presente la Biblia y la Biblia sola, como exponente de la fe y práctica cristianas, serán movidos por el Espíritu de Dios a abrir puertas para el progreso del Evangelio. Revelarán una fe viva en la Palabra de Dios, y emplearán los recursos a ellos confiados para preparar el camino del Señor, y enderezar en el desierto calzada a nuestro Dios. OE 361.3

Durante años, se nos ha presentado la perturbadora cuestión de cómo podemos obtener fondos adecuados para el sostén de las misiones que el Señor ha ido a abrir delante de nosotros. Leemos las claras órdenes del Evangelio, y las misiones, tanto en nuestros campos como en los extranjeros, presentan sus necesidades. Las indicaciones, sí, las revelaciones positivas de la Providencia se unen para instarnos a realizar rápidamente la obra que aguarda para ser hecha. OE 362.1

El Señor desea que se conviertan hombres de dinero, y cooperen con él para ayudar a alcanzar a otros. El desea que aquellos que puedan ayudar en la obra de reforma y restauración vean la preciosa luz de la verdad, sean transformados en carácter e inducidos a emplear en su servicio el capital a ellos confiado. El quiere que inviertan los recursos que les prestó en hacer bien, en abrir el camino para que el Evangelio sea predicado a todas las clases, próximas y lejanas. OE 362.2

¿No apreciarán el cielo los hombres sabios del mundo? ¡Oh, sí; encontrarán descanso y paz, y reposo de toda frivolidad, ambición y servicio propio! Instadlos a buscar la paz, la felicidad y el gozo que Cristo anhela otorgarles. Instadlos a prestar su atención a conseguir el más rico don que pueda ser dado al hombre mortal, a saber el manto de la justicia de Cristo. Cristo les ofrece una vida semejante a la vida de Dios, y un inmenso y eterno peso de gloria. Si aceptan a Cristo, obtendrán el honor más elevado, un honor que el mundo no puede ni dar ni quitar. Encontrarán que en guardar los mandamientos de Dios hay gran recompensa. OE 362.3

El compasivo Redentor ordena a sus siervos que den tanto a ricos como a pobres la invitación a la cena. Salid a los caminos y vallados, y por vuestros esfuerzos perseverantes y resueltos, forzadlos a entrar. Echen mano los ministros del Evangelio a estos hombres pudientes del mundo, y tráiganlos al banquete de la verdad que Cristo ha preparado para ellos. El que dió su vida preciosa para ellos, dice: “Hacedlos entrar, y sentar a mi mesa, y les serviré.” OE 363.1

Ministros de Cristo, unios con esta clase. No la paséis por alto como si no hubiese esperanza para ella. Trabajad con toda la persuasión posible, y como fruto de vuestros esfuerzos fieles, veréis en el reino de los cielos a hombres y mujeres que serán coronados como vencedores y cantarán el himno triunfante del vencedor. “Andarán conmigo en vestiduras blancas—dice el Primero y el Postrero;—porque son dignos.”3 OE 363.2

Se ha realizado demasiado poco esfuerzo en favor de los hombres que ocupan posiciones de responsabilidad en el mundo. Muchos de ellos poseen calificaciones superiores; tienen recursos e influencia. Estos son dones preciosos que el Señor les confió para que los desarrollen y empleen para bien de otros. OE 363.3

Tratad de salvar a hombres pudientes. Rogadles que devuelvan al Señor los tesoros que les confió en depósito, para que en Nueva York y otras grandes ciudades puedan establecerse centros de influencia desde los cuales la verdad bíblica, en su sencillez, pueda fluir a la gente. Persuadid a los hombres a que se alleguen tesoros al lado del trono de Dios devolviendo al Señor sus bienes y habilitando a sus obreros para hacer bien y promover su gloria. OE 363.4