Obreros Evangélicos

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La humildad de los predicadores jóvenes

Mientras Dios no os haya impuesto pesadas responsabilidades, no salgáis de vuestro lugar para fiar en vuestro propio juicio independiente y asumir responsabilidades para las cuales no sois idóneos. Necesitáis cultivar la vigilancia y humildad, y ser diligentes en la oración. Cuanto más cerca de Dios viváis, tanto más claramente discerniréis vuestras debilidades y peligros. Una visión práctica de la ley de Dios, y un claro discernimiento de la expiación de Cristo, os darán un conocimiento de vosotros mismos, y os revelarán en qué puntos dejáis de perfeccionar el carácter cristiano.... OE 334.1

En cierto grado, pasáis por alto la necesidad de sentir constantemente la influencia divina. Esta es positivamente necesaria cuando se hace la obra de Dios. Si la descuidáis, y seguís adelante en vuestra confianza y suficiencia propias, seréis inducidos a cometer muy graves errores. Necesitáis albergar constantemente un ánimo humilde y un espíritu de dependencia de Dios. El que sienta su propia debilidad mirará más arriba que a sí mismo, y sentirá la necesidad de una constante fuerza de lo alto. La gracia de Dios le inducirá a albergar un espíritu de constante gratitud. El que mejor conozca su propia debilidad sabrá que es únicamente la gracia sin par de Dios la que triunfa sobre la rebelión del corazón. OE 334.2

Necesitáis conocer tanto los puntos débiles como los fuertes de vuestro carácter, para estar constantemente en guardia y no empeñaros en empresas y asumir responsabilidades que Dios no os destinó. No debéis comparar vuestras acciones ni medir vuestra vida con normas humanas, sino con la regla del deber que se revela en la Biblia.... OE 334.3

Dependéis demasiado de cuanto os rodea. Si tenéis una gran congregación os sentís lisonjeados, y deseáis hablarle. Pero a veces vuestras congregaciones disminuyen, vuestro ánimo se abate, y tenéis poco valor para trabajar. Seguramente que os falta algo. No es bastante firme vuestra confianza en Dios. OE 335.1

Cristo buscaba a los hombres dondequiera que los pudiese encontrar,—en las calles públicas, en las casas privadas, en las sinagogas, a orillas del mar. El trabajaba todo el día, predicando a la multitud y sanando a los enfermos que le traían; y con frecuencia, después de haber despedido a la gente para que regresase a sus hogares a descansar y dormir, él pasaba toda la noche en oración, para salir y reanudar su labor por la mañana.... OE 335.2

Necesitáis poner vuestra alma en íntima comunión con Dios por oración ferviente mezclada con fe viva. Cada oración ofrecida con fe eleva al suplicante por encima de las dudas desalentadoras y de las pasiones humanas. La oración da fuerza para reanudar el conflicto con las potestades de las tinieblas, para soportar con paciencia las pruebas y las penurias como buenos soldados de Cristo. OE 335.3

Mientras consultéis a vuestras dudas y temores, o tratéis de resolver todo lo que no podáis comprender claramente antes de tener fe, vuestras perplejidades no harán sino aumentar y profundizarse. Si os allegáis a Dios, sintiéndoos impotentes y dependientes de él, como lo sois en realidad, y en una oración humilde y confiada dais a conocer vuestras necesidades a Aquel cuyo saber es infinito, que lo ve todo en la creación, y que lo gobierna todo por su voluntad y palabra, él podrá y querrá escuchar vuestro clamor, y hará resplandecer la luz en vuestro corazón y en derredor vuestro; porque por medio de la oración sincera vuestra alma se pone en relación con la mente del Ser infinito. Tal vez no tengáis en el mismo momento notable evidencia de que el rostro de vuestro Redentor se inclina sobre vosotros con compasión y amor, pero así es. Tal vez no sintáis la presión de su toque, pero su mano reposa sobre vosotros con amor y ternura compasiva.... OE 335.4

Necesitáis velar constantemente, para que Satanás no os seduzca con sus sutilezas, corrompa vuestra mente, os induzca a inconsecuencias y os suma en densas tinieblas. Vuestra vigilancia debe ser caracterizada por un espíritu de humilde dependencia de Dios. No debe verificarse con un espíritu orgulloso, que fíe en sí mismo, sino con un profundo sentimiento de vuestra debilidad personal, y una confianza infantil en las promesas de Dios. OE 336.1