Obreros Evangélicos

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El fanatismo

A medida que se acerque el fin, el enemigo obrará con todo su poder para producir fanatismo entre nosotros. El se regocijaría de ver a los adventistas del séptimo día ir a extremos tales que diesen lugar a que el mundo los señalase como una sociedad de fanáticos. He sido invitada a poner a nuestros ministros y miembros laicos en guardia contra este peligro. Nuestra obra consiste en enseñar a hombres y mujeres a edificar sobre un fundamento verdadero, a asentar sus pies sobre un claro “así dice Jehová.” OE 331.1

En 1844 teníamos que hacer frente al fanatismo por todos lados, pero siempre recibí este mensaje: “Una gran ola de excitación causa daño a la obra. Conservad vuestros pies en las huellas de Cristo.” Bajo la gran excitación, se hace una obra extraña. Hay quienes aprovechan la oportunidad para introducir doctrinas extrañas y caprichosas. Así se cierra la puerta para la proclamación de la sana doctrina. OE 331.2

Los que hacen la obra del Señor en las ciudades deben cerrar y atrancar la puerta contra la excitación y el fanatismo. Los predicadores no deben publicar avisos de reuniones que originen alarma por la manera en que estén redactados. Cuando el Señor esté listo para la extrema denunciación de ciudades perversas, lo hará saber a su pueblo. Pero esto sucederá después que dichas ciudades hayan tenido oportunidad de oír y recibir la palabra que es para vida eterna. OE 331.3

Nos toca ahora la obra de iluminar las mentes acerca de las verdades de las Escrituras. Hay puertas abiertas para la entrada de la verdad, y debemos aprovechar toda oportunidad de alcanzar a las almas. Hemos de explicar la verdad, como lo hacía Cristo, de muchas maneras, por figuras y parábolas; pero debemos desaprobar todo lo que sea de índole fanática. OE 331.4

Debe enseñarse a la gente a escudriñar la Palabra de Dios por sí misma. Pastores y maestros deben señalarle la poderosa fortaleza, en la cual puede refugiarse el justo. Los que presentan las magnas, grandiosas y ennoblecedoras verdades de la Palabra, deben revelar siempre un espíritu profundo, ardoroso y ferviente, pero sereno y lleno de buen sentido, de modo que se cierre la boca de los contradictores. OE 332.1

Los que estudien detenidamente la Palabra, siguiendo a Cristo en humildad de alma, no irán a extremos. El Salvador no iba nunca a los extremos, nunca perdió el dominio propio, nunca violó las leyes del buen gusto. El sabía cuándo debía hablar y cuándo debía guardar silencio. Siempre era dueño de sí. Nunca erraba en su juicio de los hombres o de la verdad. Nunca lo engañaron las apariencias. Nunca formuló una pregunta que no fuese claramente apropiada, nunca dió una respuesta que no fuese directa. Acalló la voz de los maquinadores sacerdotes penetrando bajo la superficie y alcanzando el corazón, haciendo fulgurar la luz en la mente y despertando la conciencia. OE 332.2

Los que sigan el ejemplo de Cristo no serán extremistas. Cultivarán la calma y la serenidad. En su vida se verá la paz que se notaba en la vida de Cristo. OE 332.3