Obreros Evangélicos

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Peligros del exceso de trabajo

Cuando los apóstoles volvieron de su primer viaje misionero, la orden que les dió el Salvador fué: “Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco.”1 Ellos habían estado dedicando toda su alma al trabajo en pro de la gente, y esto agotaba su fuerza física y mental. Era deber suyo descansar. OE 258.1

Las palabras de compasión de Cristo se dirigen tan seguramente a sus obreros de hoy como a sus discípulos de entonces. “Venid vosotros aparte, ... y reposad un poco,” dice a aquellos que están cansados. No es prudente estar siempre bajo la tensión del trabajo y la excitación, aun cuando se ministre a las necesidades espirituales de los hombres; porque de esta manera se descuida la piedad personal, y las facultades de la mente, del alma y del cuerpo quedan recargadas. Se pide abnegación de los siervos de Cristo, y ellos deben hacer sacrificios; pero Dios quiere que todos estudien las leyes de la salud, y empleen la razón cuando trabajen para él, a fin de conservar la vida que él dió. OE 258.2

Jesús, aun cuando podía hacer milagros, y había dotado a sus discípulos con el poder de hacerlos también, indicó a sus cansados siervos que se retirasen al campo y descansasen. Cuando dijo que la mies era mucha y los obreros pocos, no impuso a sus discípulos la necesidad de trabajar sin cesar, sino que dijo: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”2 Dios ha señalado a cada uno su obra, según su capacidad; y no quiere que unos pocos estén abrumados de responsabilidades, mientras que otros no sientan carga ni trabajo de alma. OE 258.3

Los siervos de Cristo no han de tratar su salud con indiferencia. No trabaje nadie hasta el agotamiento, con lo cual se descalificará para esfuerzos futuros. No tratéis de hacer en un día el trabajo de dos días. Al fin se verá que los que trabajaron cuidadosa y prudentemente han hecho tanto como aquellos que gastaron de tal manera su fuerza física y mental que no les quedo reserva de la cual sacar en tiempo de necesidad. OE 259.1

La obra de Dios es mundial; exige toda jota y tilde de la capacidad y fuerza que tengamos. Hay peligro de que sus obreros abusen de sus fuerzas al ver que el campo está maduro para la siega; pero el Señor no pide esto. Después que sus siervos hayan hecho lo mejor que puedan, podrán decir: La mies a la verdad es mucha, y los obreros pocos; mas Dios “conoce nuestra condición; acuérdase que somos polvo.”3 OE 259.2

Intemperancia en el comer y beber, intemperancia en el trabajo, intemperancia en casi todas las cosas, es lo que se ve por todos lados. Los que hacen grandes esfuerzos para hacer cierta cantidad de trabajo en un tiempo dado, y siguen trabajando cuando su criterio les dice que debieran descansar, no salen nunca gananciosos. Están gastando fuerzas que necesitarán algún día. Cuando es requerida la energía que han empleado tan temerariamente, fracasan por falta de ella. La fuerza física desapareció y no pueden disponer de fuerza mental. Llegó su tiempo de necesidad, y sus recursos están agotados. OE 259.3

Cada día trae sus responsabilidades y deberes, pero la obra de mañana no debe abarcarse en las horas de hoy. Dios es misericordioso, lleno de compasión, razonable en lo que pide. No exige de nosotros que sigamos un curso de acción que resulte en pérdida de la salud física o debilitamiento de las facultades mentales. El no quiere que trabajemos bajo presión y tensión hasta que a ello siga el agotamiento, con postración de los nervios. OE 260.1

Es necesario que los obreros elegidos de Dios escuchen la orden de retirarse aparte y descansar un poco. Muchas vidas valiosas han sido sacrificadas por causa de la violación de esta orden. Hay quienes podrían estar con nosotros hoy día, para ayudar a promover la causa tanto en el país como en el extranjero, si tan sólo se hubiesen percatado antes que fuese demasiado tarde de que necesitaban descanso. Estos obreros veían que el campo es vasto y grande la necesidad de obreros, y les parecía que a cualquier costo debían seguir hacia adelante. Cuando la naturaleza dejaba oír una protesta, no hacían caso, sino que duplicaban el trabajo que debieran haber hecho; y Dios dejó que bajaran a descansar en la tumba hasta que suene la final trompeta para llamar a los justos a gozar la inmortalidad. OE 260.2

Cuando un obrero ha estado bajo fuerte presión de congoja y ansiedad, y está recargado tanto corporal como mentalmente, debe apartarse y descansar un poco, no para satisfacer su egoísmo, sino a fin de estar mejor preparado para deberes futuros. Tenemos un enemigo vigilante, que está siempre sobre nuestra pista, listo para aprovechar toda debilidad que pueda ayudarle a hacer eficaces sus tentaciones. Cuando la mente está sobrecargada y el cuerpo debilitado, él acosa al alma con sus más fieras tentaciones. Cultive el obrero con cuidado sus fuerzas, y cuando esté cansado para el trabajo, apártese y comulgue con Jesús. OE 260.3

No digo esto a los que están constitucionalmente cansados, aquellos que creen que llevan cargas más pesadas que cualquier otra persona. Los que no trabajan no necesitan descanso. Siempre hay quienes escatiman sus fuerzas, y que distan mucho de llevar su parte de responsabilidad. Pueden hablar de grandes cargas aplastadoras, pero no saben lo que significa llevarlas. Su obra produce tan sólo pequeños resultados. OE 261.1

No fué a los que siempre escatimaban sus fuerzas, sino a aquellos que estaban agobiados por su servicio, a quienes Cristo dirigió sus misericordiosas palabras. Y hoy día es a los que se olvidan de sí mismos a aquellos que trabajan hasta el mismo límite de su capacidad, que sienten angustia por no poder hacer más, y que, en su celo, van más allá de sus fuerzas, a quienes el Salvador dice: “Venid vosotros aparte ... y reposad un poco.” OE 261.2