Obreros Evangélicos

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Cómo conquistar los sentimientos de la juventud

Debemos tratar de conquistar los sentimientos de los jóvenes, simpatizando con ellos en sus goces y tristezas, en sus conflictos y victorias. Jesús no quedó en el cielo, lejos de los apesadumbrados y pecaminosos; bajó a este mundo, a fin de conocer la debilidad, los sufrimientos y las tentaciones de la especie caída. Se acercó hasta donde estábamos, a fin de poder levantarnos. En nuestra obra en pro de los jóvenes, debemos buscarlos donde estén, si queremos ayudarlos. No traten con dureza los de más edad y experiencia a los discípulos jóvenes vencidos por la tentación, ni consideren con indiferencia sus esfuerzos. Recordad que vosotros mismos demostrasteis muchas veces tener poca fuerza para resistir el poder del tentador. Sed tan pacientes con estos corderos del rebaño como deseais que otros lo sean con vosotros. Dios nos ha hecho de tal manera que aun los más fuertes desean simpatía. ¡Cuánto más, pues, la han de necesitar los niños! Aun una mirada de compasión calmará y fortalecerá a menudo al niño probado y tentado. OE 221.2

Jesús dice a todo extraviado: “Dame, hijo mío, tu corazón.”3 “Convertíos, hijos rebeldes, sanaré vuestras rebeliones.”4 La juventud no puede ser verdaderamente feliz sin el amor de Jesús. El está aguardando con compasiva ternura para oír las confesiones del díscolo, y para aceptar su arrepentimiento. El aguarda su gratitud como la madre aguarda la sonrisa de reconocimiento de su hijo amado. El gran Dios nos enseña a llamarle Padre. El quisiera que comprendiésemos cuán fervorosa y tiernamente nos ama su corazón en todas nuestras pruebas y tentaciones. “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.”5 Antes podrá la madre olvidarse de su hijo que Dios del alma que confía en él. OE 222.1