Obreros Evangélicos

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La mujer de Samaria

Cristo no aguardaba hasta que se formasen congregaciones. Algunas de las más imponentes verdades que pronunciara fueron dichas a una persona sola. Escuchemos sus admirables palabras a aquella mujer solitaria de Samaria. Estaba él sentado al lado del pozo de Jacob cuando la mujer llegó para sacar agua. Para gran sorpresa suya, él le pidió un favor. “Dame de beber,” le dijo. Quería un trago de agua fresca, y también deseaba preparar el camino para darle el agua de vida. OE 203.2

“¿Cómo tú, siendo judío—preguntó la mujer,—me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? porque los judíos no se tratan con los samaritanos.” OE 203.3

Jesús contestó: “Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva.... Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tender sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” OE 203.4

¡Cuánto interés manifestó Cristo en esta mujer sola! ¡Cuán fervientes y elocuentes fueron sus palabras! Conmovieron el corazón de la que escuchaba, y olvidándose de lo que había venido a hacer, volvió a la ciudad y dijo a sus amigos: “Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si quizás es éste el Cristo?”1 OE 204.1

Muchos dejaron su trabajo para ir a ver al Forastero que estaba junto al pozo de Jacob. Le acosaron a preguntas, y ávidamente recibieron explicación de muchas cosas que habían sido oscuras para su entendimiento. Eran como gente que siguiera un repentino rayo de luz hasta hallar el día. OE 204.2

El resultado de la obra de Jesús, mientras estaba sentado, cansado y hambriento, al lado del pozo, fué muy extenso en bendiciones. El alma a quien trató de ayudar vino a ser un medio de alcanzar a otros y traerlos al Salvador. Tal fué siempre la manera en que la obra de Dios progresó en la tierra. Dejad resplandecer vuestra luz y otras luces se encenderán. OE 204.3

Los siervos de Dios han de ser voluntarios militantes, listos para prestar servicio en seguida de ser avisados. Hermanos míos, de hora en hora se os presentarán oportunidades de servir a Dios. Estas oportunidades llegan y pasan constantemente. Estad siempre listos para sacar el mejor partido posible de ellas. Aquella oportunidad de decir a algún alma menesterosa la palabra de vida puede no volver a presentarse; por lo tanto, nadie se atreva a decir: “Ruégote que me des por excusado.” No perdáis oportunidad de dar a conocer a otros las inefables riquezas de Cristo; porque una oportunidad, una vez descuidada, puede pasar para siempre fuera de nuestro alcance. OE 204.4

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No comprendemos como debiéramos el gran conflicto que se riñe entre agentes invisibles, la controversia entre los ángeles leales y los desleales. Los ángeles buenos y malos contienden por cada hombre. No se trata de un simulacro de conflicto. No son batallas figuradas aquellas en las que estamos empeñados. Tenemos que hacer frente a los adversarios más poderosos, y a nosotros nos incumbe determinar quiénes ganarán. Hemos de encontrar nuestra fuerza donde los primeros discípulos hallaron la suya. “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego.” “Y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual hinchió toda donde estaban sentados;” “y fueron todos llenos del Espíritu Santo.”2Testimonies for the Church 7:213. OE 205.1