Notas biográficas de Elena G. de White

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Visita a Míchigan y Wisconsin, 1854

En la primavera de 1854 volvimos a visitar Míchigan, y aunque tuvimos que recorrer caminos escabrosos y atravesar pantanos cenagosos, no desfalleció mi fortaleza. Sentíamos que era el deseo del Señor que visitáramos Wisconsin, y en Jackson nos dispusimos a emprender el viaje y tomar el tren a última hora de la noche. NBEW 167.3

Mientras nos estábamos preparando para ir a tomar el tren, sentimos una honda y solemne emoción, y convinimos en orar un rato; y al entregarnos de nuevo a Dios, no pudimos reprimir las lágrimas. Fuimos a la estación con un sentimiento de profunda solemnidad. Al subir al tren, procuramos acomodarnos en un coche delantero que tenía asientos con altos respaldos, esperando así poder dormir algo aquella noche; pero el coche ya estaba lleno, y pasamos al siguiente; allí encontramos asiento. No me quité el sombrero como solía hacer cuando viajaba de noche, sino que conservé el maletín en la mano como si esperase algo. Mi esposo y yo nos comunicamos nuestros singulares sentimientos. NBEW 167.4

Se habría alejado el tren unos cinco kilómetros de Jackson cuando empezó a dar violentas sacudidas de avance y retroceso, hasta que al fin se detuvo. Abrí la ventanilla y vi que uno de los coches tenía levantado un extremo hasta el punto de estar casi completamente vertical, y de él salían agonizantes gemidos en medio de una gran confusión. La máquina se había descarrilado, pero el coche en que íbamos nosotros se había quedado en los rieles, separado unos treinta metros de los demás. El enganche no estaba roto, sino que nuestro coche se había desprendido del precedente como por la mano de un ángel. El furgón de equipajes no sufrió mucho daño y nuestro voluminoso baúl lleno de libros quedó indemne. El coche de segunda clase resultó destrozado por completo, y sus astillas, con los viajeros, se esparcieron por ambos lados de la vía. El coche en que nosotros habíamos tratado de conseguir asiento quedó muy maltrecho, y uno de sus extremos se elevaba sobre el montón de ruinas. De la catástrofe resultaron cuatro pasajeros muertos o mortalmente heridos, y muchos otros heridos de gravedad. Tuvimos la seguridad de que Dios había enviado a un ángel para salvarnos la vida. NBEW 168.1

Regresamos a casa del Hno. Cireneo Smith, cerca de Jackson, y al día siguiente tomamos el tren para Wisconsin. Dios bendijo nuestra visita a ese Estado. A consecuencia de nuestros esfuerzos se convirtieron muchas almas. El Señor me fortaleció para soportar el fatigoso viaje. NBEW 169.1