Notas biográficas de Elena G. de White

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Ánimo para el pastor Morse

Mientras visitaba el hogar del pastor Washington Morse, me sentí muy enferma. Se ofreció oración en mi favor, y el Espíritu de Dios descansó sobre mí. Fui arrebatada en visión, y se me mostraron algunas cosas concernientes al caso del pastor Morse en relación con el chasco de 1844. NBEW 84.3

El pastor Morse había sido firme y consecuente en la creencia de que el Señor vendría en ese tiempo; pero cuando pasó el período sin que ocurriera el acontecimiento esperado, estaba perplejo y no podía explicar la demora. Aunque estaba amargamente decepcionado, a diferencia de lo que hicieron algunos, no renunció a su fe, para llamarla una ilusión fanática; pero se sentía anonadado, y no podía entender la posición del pueblo de Dios en el tiempo profético. Había sido tan ferviente en declarar que la venida del Señor estaba cerca, que cuando el tiempo pasó, se sintió abatido, y no hizo nada para animar a los del pueblo chasqueado, que eran como ovejas sin pastor, abandonados para ser devorados por los lobos. NBEW 84.4

Nos fue presentado el caso de Jonás. El pastor Morse estaba en una condición similar a la del chasqueado profeta. El había proclamado que el Señor vendría en 1844. El tiempo había transcurrido. El freno del temor, que parcialmente había dominado al pueblo, fue quitado, y la gente se complacía en mofarse de los que habían esperado en vano a Jesús. El pastor Morse sentía que era objeto de burla entre sus vecinos, que lo hacían víctima de las bromas, y no podía reconciliarse con su posición. No pensó en la misericordia de Dios, quien concedía al mundo un tiempo más largo a fin de que se preparase para su venida, ni pensó que la advertencia del juicio sería escuchada en forma más amplia, y que el pueblo recibiría como prueba una mayor luz. Únicamente pensó en la humillación de los siervos de Dios. NBEW 85.1

En lugar de sentirse desanimado por este chasco, como lo estaba Jonás, el pastor Morse debía haber hecho a un lado su dolor egoísta, y recogido los rayos de luz preciosa que Dios había dado a su pueblo. Debería haberse regocijado de que al mundo se le concediera más tiempo; y debería haber estado listo para ayudar a llevar adelante la gran obra que aún había de hacerse en la tierra, y traer a los pecadores al arrepentimiento y la salvación. NBEW 85.2