Notas biográficas de Elena G. de White

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Misioneros de sostén propio

“Me he preguntado por qué nuestro pueblo, los que no están ordenados como ministros pero que tienen una relación con Dios, que entienden las Escrituras, no abren la Palabra a otras personas. Si ellos se ocuparan en esta tarea, sus almas recibirían una gran bendición... NBEW 420.3

“Nadie suponga que la obra en Londres puede ser realizada por una o dos personas. Este no es el plan correcto. Aunque debe haber personas que puedan supervisar el trabajo, ha de haber un ejército de obreros que luchen para alcanzar las diferentes clases de gente... NBEW 420.4

“Dios pide que su pueblo despierte. Hay mucha obra que realizar, y nadie ha de decir: ‘No queremos a éste. El nos obstruirá el camino. El nos será un estorbo’. ¿No puede Dios encargarse de esto? ¿No hay en esta congregación hermanos que se establezcan en Londres para trabajar por el Maestro? ¿No hay personas que vayan a esa gran ciudad como misioneros de sostén propio? Pero aunque los misioneros han de hacer todo lo que puedan para hacer obra de sostén propio, los que permanecen aquí, los que sábado tras sábado asisten al Tabernáculo para escuchar la Palabra de Dios, los que tienen facilidades y ventajas, cuiden cómo les dicen a quienes son enviados a los campos extranjeros, carentes de toda facilidad y ventaja: ‘Debéis sosteneros a vosotros mismos’... NBEW 421.1

“El campo europeo debe recibir la atención que debe tener y no hemos de olvidarnos de los campos cercanos. ¡Considerad a Nueva York! ¿Qué representación de la verdad hay en esa ciudad? ¿Cuánta ayuda se ha enviado hacia allí? Debe establecerse allí nuestra obra educacional y médica, y hay que dar ayuda financiera para esta obra... NBEW 421.2

“Dios desea que la obra avance en Nueva York. Debe haber millares de observadores del sábado en ese lugar, y los habría si la obra se hiciera avanzar como debiera. Pero surgen prejuicios. Los hombres quieren que la obra marche de acuerdo con los planes [trazados], y rehúsan aceptar otros planes mayores de parte de otros. Así se pierden oportunidades. En Nueva York debería haber varios pequeños grupos establecidos, y deben enviarse obreros allí. El hecho de que un hombre no esté ordenado como predicador no significa que él no puede trabajar para Dios. Enséñese a los tales cómo trabajar, y entonces permítase que vaya a hacer la obra. Al regresar, cuenten ellos lo que han hecho. Alaben al Señor por sus bendiciones, y vayan de nuevo otra vez. Anímeselos. Unas pocas palabras de estímulo serán una inspiración para ellos”.7 NBEW 421.3