Notas biográficas de Elena G. de White

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Los campos están blancos para la siega

A medida que los obreros de las colonias australasianas y los que trabajaban en las islas del Pacífico siguieron avanzando hacia nuevos territorios, iba aumentando su convicción de que debía realizarse todo esfuerzo posible para educar a muchos obreros para la cosecha. NBEW 405.1

“Por todo nuestro alrededor—declaró la Sra. White en una ocasión en 1898, mientras asistía a un congreso campestre maravillosamente inspirador celebrado en la Asociación recientemente formada de Queensland—existen campos blancos para la siega; y todos nosotros sentimos un intenso deseo de que estos campos sean trabajados, y de que el estandarte de la verdad sea levantado en toda ciudad y toda aldea. NBEW 405.2

“Al estudiar nosotros la vastedad de la obra y la urgencia de entrar en estos campos sin demora, vemos que se necesitan centenares de obreros donde ahora hoy sólo dos o tres, y que no debemos perder tiempo antes de edificar las instituciones donde deben prepararse y educarse obreros”.6 NBEW 405.3

Y cuando la junta directiva de la Unión Australasiana, a la luz de las providencias divinas que abrían puertas, estudió de nuevo su deber de ocupar nuevos territorios, “reconoció que la escuela, el sanatorio y la fábrica de productos alimenticios eran tres agentes que trabajaban armoniosamente en la educación y la preparación de misioneros destinados al campo propio y al extranjero, los cuales debían salir preparados para ministrar las necesidades físicas, mentales y morales de sus semejantes”. En su informe a los lectores de la Review con respecto a este paso de progreso dado por sus hermanos de Australia, la Sra. White escribió: “Todos nosotros sentimos que la obra es urgente. No hay ninguna parte de ella que pueda esperar. Todo debe progresar sin demora”. NBEW 405.4

En ocasiones, durante los años de ardua labor invertidos en formar un numeroso grupo de creyentes en Australasia, y en establecer centros donde los jóvenes pudieran ser preparados como obreros para Dios, la Sra. White y sus asociados captaron vislumbres de lo que el futuro tenía en reserva para esa porción del amplio campo de la siega. Los pioneros de ese campo—los pastores Haskell, Corliss, Israel, Daniells, y otros—habían reconocido muy pronto la posibilidad de levantar allí mismo obreros que pudieran entrar en las islas circunvecinas de la Polinesia, de la Melanesia y la Micronesia. Pero hacia fines de la década del noventa, cuando los diversos ramos de la causa de la verdad presente—el ramo de las publicaciones, el educacional y el médico—, se estaban estableciendo bien, y muchos jóvenes surgían como obreros, los hermanos que estaban a cargo de la Unión Australasiana vieron más y más claramente las oportunidades de servicio que los rodeaban. NBEW 406.1

Estas posibilidades del futuro fueron bosquejadas ampliamente por la Sra. White en comunicaciones dirigidas a los dirigentes de la causa de Dios reunidos en el congreso de la Asociación General en la primera parte de 1899. “Nuestros hermanos no han discernido el hecho de que al ayudarnos—les escribió ella concerniente al valor de mantener fuertes centros de preparación de obreros en Australasia—se están ayudando a sí mismos. Lo que se dé para comenzar la obra aquí, resultará en el fortalecimiento de la obra en otros lugares. A medida que vuestros donativos nos liberen de continuos problemas, permitirán que nuestras labores se extiendan; habrá una recolección de almas, se establecerán iglesias, y la obra seguirá creciendo en fortaleza financiera. Tendremos suficientes medios no solamente para llevar adelante la obra aquí, sino para ayudar a otros campos. No se gana nada con retener los medios que nos capacitarían para trabajar con ventaja, extendiendo el conocimiento de Dios y los triunfos de la verdad en regiones lejanas”.7 NBEW 406.2