Notas biográficas de Elena G. de White

187/288

Capítulo 43—Restauración de la salud

En Abril de 1882, la Asociación de California abrió una escuela en Healdsburg, que pronto fue incorporada con el nombre de Colegio de Healdsburg. Anhelando estar cerca de esta institución, la Sra. White compró una casa en las afueras de la ciudad, y allí estableció su residencia por varios años. Un año después de la muerte de su esposo, estaba ya en este nuevo hogar, y los amigos hablaban de cuán bien se la veía entonces, y se refirieron a sus actividades constantes. NBEW 289.1

El 22 de agosto viajó a Oakland para dar la bienvenida al pastor Urías Smith, que venía del este, al pastor William Ings y esposa y al profesor C. C. Ramsey y su familia. Tres días más tarde, en el hogar de su hijo W. C. White, sintió un severo escalofrío seguido de fiebre, y a pesar de los buenos tratamientos que le diera la Sra. C. F. Young, y de los fieles cuidados que le prodigaran la Sra. Ings y María Chinnock, los escalofríos de paludismo continuaron hasta el 10 de septiembre. Aunque estaba muy débil, deseaba que la llevaran al Sanatorio de Santa Elena. Creía que el clima mejor de la montaña sería favorable para su recuperación. NBEW 289.2

El 15 de septiembre realizó el viaje en una silla de ruedas, que fue levantada y colocada en el carruaje de carrera que pasaba por la estación. Después de unos pocos días de tratamiento en el sanatorio sin ningún aparente beneficio, rogó que la llevaran a su hogar de Healdsburg. Se arregló una cama sobre un colchón en el carruaje, y acompañada por su hijo y por la Sra. Ings, realizó el cansador viaje, de unos 50 kilómetros. NBEW 289.3

El congreso anual de la Asociación de California se realizaría del 6 al 16 de octubre. En esta reunión se tomarían importantes decisiones con respecto a la obra del Colegio de Healdsburg. ¿Responderían nuestros hermanos al llamado a sostener el proyecto, y harían donativos liberales para la edificación de un hogar para los estudiantes? ¿O la obra de la escuela quedaría truncada por falta de facilidades adecuadas? NBEW 290.1

La Sra. White anhelaba grandemente tener salud y vigor para poder asistir a la reunión y presentar su testimonio, pero la perspectiva era desanimadora. Tenía un resfrío muy malo, y su pulmón izquierdo estaba muy dolorido. Se hallaba débil, y sin energía ni valor. Sin embargo, dijo: “Prepárenme un lugar en la reunión, pues yo asistiré, si es posible”, y expresó la esperanza de que cuando llegara al campo donde se realizaba el congreso sentiría una influencia vivificante. NBEW 290.2

El sábado por la mañana estaba muy débil, y apenas podía dejar su lecho de enferma. Pero a mediodía dijo: “Prepárenme un lugar en la carpa grande donde yo pueda escuchar al predicador. Posiblemente el sonido de la voz del predicador resulte una bendición para mí. Espero que algo me traiga nueva vida”. NBEW 290.3

Se arregló un sofá para ella cerca de la plataforma, de espaldas a la congregación. El pastor Waggoner habló acerca del surgimiento y de la obra del mensaje de los primeros tiempos, y relató sus progresos hasta 1882. Había una gran congregación, y muchos de los hombres de negocio de Healdsburg estaban presentes. Cuando el pastor Waggoner terminó de hablar, la Sra. White dijo: “Ayúdenme a ponerme de pie”. La Hna. Ings y su hijo la levantaron, y fue conducida hasta el púlpito. Se asió del púlpito con ambas manos, comenzó, en forma débil, a decir a la gente que ésta podría ser la última vez que ellos escucharan su voz en un congreso. Después de pronunciar unas pocas frases, hubo un cambio en su voz y en su actitud. Sintió la conmoción de un poder sanador. Su voz se fortaleció, y sus frases salieron claras y completas. Al proseguir con su discurso, su fortaleza era manifiesta. Estaba firmemente en pie, y no necesitaba usar el púlpito como soporte. NBEW 290.4

La gran congregación presenció la manifestación sanadora. Todos notaron el cambio en su voz, y muchos lo observaron en su semblante. Vieron la transición rápida de una palidez de muerte al color rosado de la vida, al notar el tinte natural de su piel primeramente en la nuca y luego en la parte baja de la cara, y más tarde en la frente. Uno de los hombres de negocios de Healdsburg exclamó: “¡Se está realizando un milagro a la vista de toda esta congregación!” Después de la reunión ella testificó ante los amigos que la interrogaban en cuanto a su curación. Con el sanamiento vino la fuerza y el valor para trabajar, y durante el resto del congreso habló cinco veces. NBEW 291.1

En The Signs of the Times, de octubre 26 de 1882, el director, pastor J. H. Waggoner, escribió: NBEW 291.2

“Al final del discurso del sábado por la tarde, ... ella se puso en pie y comenzó a hablar a la gente. Su voz y su apariencia cambió, y habló durante algún tiempo con claridad y energía. Entonces invitó a los que deseaban comenzar una experiencia en servir a Dios, y a los que se habían apartado, a venir al frente, y un buen número respondió a la invitación... NBEW 291.3

“Como se nota más arriba, después de la primera tentativa que hizo la Hna. White para hablar, su restauración fue completa”. NBEW 291.4

Con respecto a su milagrosa curación, la Sra. White misma testificó en The Signs of the Times, de 2 de noviembre de 1882: NBEW 292.1

“Durante dos meses mi pluma ha estado descansando; pero estoy profundamente agradecida de que ahora puedo reasumir mi tarea de escribir. El Señor me ha dado una evidencia adicional de su misericordia y de su amante bondad restaurándome de nuevo la salud. Debido a mi reciente enfermedad llegué muy cerca de la tumba; pero las oraciones del pueblo de Dios en mi favor fueron fructíferas. NBEW 292.2

“Cerca de dos semanas antes de nuestro campamento la enfermedad de la cual había estado sufriendo fue detenida, y sin embargo recuperé muy poco mis fuerzas. Al acercarse el tiempo de las reuniones, parecía imposible que yo pudiera participar en las mismas... Oré mucho acerca del asunto, pero continuaba todavía muy débil... En mi condición de sufrimiento lo único que podía hacer era caer inerme en los brazos de mi Redentor, y allí descansar. NBEW 292.3

“Cuando llegó el primer sábado de la reunión, sentí que debía estar en el campamento, pues allí podría encontrar al Sanador divino. Por la tarde me recosté en un sofá debajo de la gran tienda, mientras el pastor Waggoner se dirigía a los hermanos, presentando las señales que testificaban de que el día de Dios estaba muy cerca. Al final de ese discurso, decidí levantarme y ponerme en pie, esperando que si así me aventuraba por fe, haciendo todo lo que estaba en mi poder, Dios me ayudaría a decir unas pocas palabras al pueblo. Al comenzar a hablar el poder de Dios vino sobre mí, y mi fuerza fue instantáneamente restaurada. NBEW 292.4

“Había esperado que mi debilidad iría pasando gradualmente, pero no esperaba un cambio inmediato. La obra instantánea que se hizo en mi favor era inesperada. No puede ser atribuida a la imaginación. La gente me vio en mi debilidad, y muchos señalaron que, según todas las apariencias, yo era un candidato para la tumba. Casi todos los presentes observaron el cambio que se verificó en mí mientras me dirigía a ellos. Declararon que mi rostro cambió, y que la palidez de la muerte dio lugar a un color saludable. NBEW 292.5

“Testifico delante de todos los que leen estas palabras, que el Señor me ha sanado. El poder divino ha hecho una gran obra en mí, por lo cual estoy gozosa. Pude trabajar todos los días durante el congreso campestre y varias veces hablé más de una hora y media. Todo mi sistema resultó imbuido de nuevo vigor y fortaleza. Una nueva ola de emociones, una fe nueva y elevada, tomó posesión de mi alma. NBEW 293.1

“Durante mi enfermedad aprendí algunas lecciones preciosas: Aprendí a confiar donde no puedo ver. Aunque incapaz de hacer nada, aprendí a descansar tranquilamente, con calma, en los brazos de Jesús. No ejercemos fe como debemos. Tenemos miedo de aventurarnos respaldados en la Palabra de Dios. En la hora de la prueba, debemos fortalecer nuestras almas en la seguridad de que las promesas de Dios nunca pueden fallar. Lo que él ha hablado, se cumplirá... NBEW 293.2

“Antes de mi enfermedad, yo pensaba que tenía fe en las promesas de Dios; sin embargo me sorprendí del gran cambio obrado en mí, que excedió a mi expectativa. No merezco esta manifestación del amor de Dios. Tengo razones para alabar a Dios en forma más ferviente, para andar con mayor humildad delante de él y para amarlo con más fervor que nunca antes. He contraído la renovada obligación de dar al Señor todo lo que hay en mí. Debo irradiar a otros el brillo bendito que el Señor ha permitido que brille sobre mí. NBEW 293.3

“No espero ser librada de toda enfermedad y tribulación, y tener un mar sereno en mi viaje hacia el cielo. Espero pruebas, pérdidas, chascos y dolores; pero tengo la promesa del Salvador: ‘Bástate mi gracia’. No debemos considerarlo como algo extraño si somos asaltados por el enemigo de toda justicia. Cristo ha prometido ser una ayuda presente en todo tiempo de necesidad; pero él no nos ha dicho que estaremos exentos de las pruebas. Por el contrario, nos ha informado claramente que tendremos tribulación. El ser probados y tener dificultades es una parte de nuestra disciplina moral. Aquí podemos aprender las lecciones más valiosas y tener la gracia más preciosa, si nos acercamos al Señor, y lo soportamos todo con su fortaleza. NBEW 293.4

“Mi enfermedad me ha mostrado mi propia debilidad, y la paciencia y amor de mi Salvador y su poder para salvar. Cuando he pasado noches de insomnio, he encontrado esperanza y consuelo en considerar la tolerancia y la ternura de Jesús hacia sus discípulos débiles y errantes, y en recordar que él todavía es el mismo, inalterable en su misericordia, en su compasión y en su amor. El conoce nuestra debilidad, sabe que nos falta fe y ánimo y sin embargo no nos desecha. Es piadoso y manifiesta tierna compasión hacia nosotros. NBEW 294.1

“Yo puedo caer en mi puesto antes que el Señor venga; pero cuando todos los que están en la tumba se levanten, yo veré a Jesús si soy fiel, y seré como él. ¡Oh, qué gozo insuperable ver a Aquel a quien amamos, ver en su gloria a Aquel que nos amó tanto que se dio a sí mismo por nosotros; contemplar aquellas manos que fueron horadadas por nuestra redención, extendidas hacia nosotros para bendecirnos y darnos la bienvenida! ¡Qué importa que tengamos que trabajar duramente y sufrir aquí, si tan sólo logramos la resurrección! Esperaremos pacientemente hasta que termine nuestro tiempo de prueba, y entonces elevaremos el cántico alegre de triunfo”. NBEW 294.2