Mente, Cáracter y Personalidad 1

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Capítulo 12—Diligencia1

Esfuérzate y alcanza—El duro estudio, el duro trabajo y la diligencia perseverante obtienen victorias. No pierdan horas ni momentos. Los resultados del trabajo—trabajo fiel y diligente—se verán y serán apreciados. Los que desean una mente más fuerte pueden lograrla por medio de la diligencia. La mente aumenta en poder y eficiencia por el uso. Llega a ser fuerte por medio del pensamiento concentrado. El que usa con mayor diligencia sus poderes mentales y físicos alcanzará los mayores resultados. Cada poder del ser se fortalece por la acción.—The Review and Herald, 10 de marzo de 1903. 1MCP89 102.1

Alcanzar la máxima capacidad posible—Debería considerarse cuidadosamente el verdadero objeto de la educación. Dios ha confiado a cada uno facultades y poderes para devolvérselos aumentados y mejorados. Todos sus dones nos son concedidos para ser usados al máximo. El requiere que cada uno de nosotros cultivemos nuestros poderes y alcancemos la máxima capacidad posible de utilidad, para que podamos hacer una obra noble para Dios y bendigamos a la humanidad. Cada talento que poseemos, ya sea de capacidad mental, dinero o influencia, es de Dios, de modo que podemos decir con David: “Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”. 1 Crónicas 29:14.—The Review and Herald, 19 de agosto de 1884; Fundamentals of Christian Education, 82. 1MCP89 102.2

Las bellas cualidades mentales no son resultado de un accidente—En cualquier ramo de trabajo, el verdadero éxito no es resultado de la casualidad ni del destino. Es el desarrollo de las providencias de Dios, la recompensa de la fe y de la discreción, de la virtud y de la perseverancia. Las bellas cualidades mentales y un tono moral elevado no son resultado de la casualidad. Dios da las oportunidades; el éxito depende del uso que se haga de ellas.—La Historia de Profetas y Reyes, 357 (1917). 1MCP89 103.1

La cultura mental es lo que necesitamos—La cultura mental es lo que necesitamos nosotros como pueblo, y es lo que hemos de tener para satisfacer las demandas de la época. La pobreza, la cuna humilde y las circunstancias desfavorables que nos rodean no necesitan impedir el cultivo de la mente. Las facultades mentales han de ser mantenidas bajo el control de la voluntad y no debe permitirse que la mente divague o se distraiga con una cantidad de temas a la vez sin concentrarse en ninguno. 1MCP89 103.2

Se encontrarán dificultades en todos los estudios; pero no cejéis nunca, desalentados. Escudriñad, estudiad, y orad; arrostrad toda dificultad varonil y vigorosamente; llamad en vuestro auxilio a la fuerza de voluntad y la gracia de la paciencia, y luego cavad más fervorosamente hasta que la gema de la verdad aparezca a vuestros ojos, clara y hermosa, tanto más preciosa por las dificultades que su hallazgo ha entrañado. 1MCP89 103.3

No os espaciéis, pues, de continuo en este único punto, para concentrar en él todas las energías de la mente o llamar constantemente a ello la atención de otros: sino tomad otro tema, y examinadlo con cuidado. Así se revelará a vuestra comprensión un misterio tras otro. Siguiendo esta conducta, se obtendrán dos valiosas victorias. No sólo obtendréis conocimiento útil, sino que el ejercicio de la mente aumentará vuestro poder mental. La clave encontrada para revelar un misterio, puede revelar también otras preciosas gemas de conocimiento no descubiertas antes.—Obreros Evangélicos, 297, 298 (1880). 1MCP89 103.4

La ley de la mente—Es una ley de la mente que ésta se estreche o amplíe según las dimensiones de las cosas con que llega a familiarizarse. Las facultades mentales se contraerán, ciertamente, y perderán su habilidad para abarcar los profundos significados de la Palabra de Dios, a menos que emprendan vigorosa y persistentemente la tarea de escudriñar la verdad. La mente se agrandará si fuere empleada en descubrir la relación de los temas de la Biblia, comparando escritura con escritura y las cosas espirituales con lo espiritual. Id más abajo de la superficie; los más ricos tesoros del pensamiento están a la espera del estudiante hábil y diligente.—The Review and Herald, 17 de julio de 1888; Mensajes para los Jóvenes, 260. 1MCP89 104.1

Poner los poderes latentes en acción—En las vocaciones comunes de la vida, hay muchos que trabajan pacientemente, cumpliendo la rutina de sus tareas diarias, sin tener conciencia de los poderes latentes que, puestos en acción, los pondrían entre los grandes dirigentes del mundo. Se necesita el toque de una mano hábil para despertar y desarrollar estas facultades dormidas. Fueron hombres tales los que Jesús relacionó consigo; y les dio la ventaja de prepararse tres años bajo su propio cuidado. Ningún curso de estudio seguido en las escuelas de los rabinos o en las galerías de los filósofos podría haber igualado a esto en valor.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 497; 393 (1913). 1MCP89 104.2

Muchos podrían ser gigantes intelectuales—Muchos de nuestros obreros podrían ser hoy gigantes intelectuales si no se hubieran conformado con alcanzar a un nivel bajo, y hubieran sido diligentes y hubieran permitido que sus pensamientos e investigaciones cavaran hondo. Muchos de nuestros jóvenes corren el peligro de ser superficiales, de no crecer hasta la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Consideran que tienen un grado suficiente de conocimiento y comprensión de los temas, y si no aman el estudio no cavarán hondo para obtener todos los tesoros que podrían adquirir.—Carta 33, 1886. 1MCP89 104.3

Es necesaria la autodisciplina—Dios demanda el adiestramiento de las facultades mentales. Necesitan ser cultivadas de tal manera que podamos si fuera necesario, presentar la verdad delante de los más altos poderes de la tierra para la gloria de Dios. Cada día se necesita también el poder convertidor de Dios sobre el corazón y el carácter. La autodisciplina debe ser practicada por todo el que pretende ser un hijo de Dios; porque de esta manera la mente y el corazón son puestos en sujeción a la mente y la voluntad de Dios. Una disciplina decidida en la causa del Señor realizará más que la elocuencia y los talentos más brillantes. Una mente ordinaria, bien adiestrada, realizará una obra mayor y más elevada que la mente más educada y los mayores talentos, sin el autocontrol.—The Review and Herald, 28 de julio de 1896. 1MCP89 105.1

Los ángeles toman posesión de las mentes razonadoras—Los ángeles celestiales están... trabajando para tomar posesión de las mentes razonadoras, y su poder es mucho mayor que el de las huestes de las tinieblas. Hay mentes que tratan con las cosas sagradas y no están en íntima conexión con Dios y no disciernen el Espíritu de Dios. A menos que la gracia de Dios los transforme a la imagen de la semejanza de Cristo, su Espíritu los dejará como el agua deja un recipiente agrietado. Su única esperanza es buscar a Dios con toda su mente, corazón y alma. Entonces ellos se esforzarán legítimamente por el dominio. Satanás robará la imaginación y los afectos si le damos una oportunidad.—Manuscrito 11, 1893. 1MCP89 105.2

Se exige la más alta y santificada ambición—“Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9), es la promesa del gran Maestro. Aprended de la inspiración de las palabras, y nunca habléis con duda e incredulidad. Sed enérgicos. No hay servicio a medias en la religión pura y sin mancha. “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas”. Marcos 12:30. De aquellos que creen en la Palabra de Dios, se exige la más alta y santificada ambición.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 345, 346, 274 (1896). 1MCP89 106.1

Obrad con la personalidad que Dios os ha dado—Dios nos ha dado capacidad para pensar y obrar, y actuando con cuidado, buscando en Dios nuestra sabiduría, llegaremos a estar en condición de llevar nuestras cargas. Obrad con la personalidad que Dios os ha dado. No seáis la sombra de otra persona. Contad con que el Señor obrará en vosotros, con vosotros y por medio de vosotros.—El Ministerio de Curación, 398 (1905). 1MCP89 106.2

El destructor mildiu del mundo (amonestación a un ministro que gustaba de la especulación)—Usted es un hombre que no debería ser maestro de la verdad. Usted debería estar mucho más adelante en su experiencia y conocimiento de Dios de lo que está. Usted debería ser un hombre en comprensión; porque Dios le ha dado facultades intelectuales susceptibles del más alto cultivo. Si se hubiera separado de sus tendencias especulativas, si hubiera trabajado en la dirección opuesta, ahora podría realizar un servicio aceptable para Dios. 1MCP89 106.3

Si hubiera cultivado su mente debidamente y usado sus poderes para la gloria de Dios, habría estado plenamente capacitado para llevar el mensaje de advertencia al mundo. Pero el mildiu del mundo ha afectado tanto su mente que no está santificada. Usted no ha estado cultivando las facultades que lo harían un obrero espiritual de éxito en la causa de Dios. Usted puede llevar adelante la obra de educar su mente en el sendero debido. Si usted ahora no llega a ser inteligente con respecto a la verdad, la falta será totalmente suya.—Carta 3, 1878. 1MCP89 106.4

Avance constantemente—Deseo que su ambición sea una ambición santificada de modo que los ángeles de Dios puedan inspirar su corazón con santo celo, llevándolo a avanzar constante y firmemente y hacer de usted una luz brillante y resplandeciente. Sus facultades de percepción aumentarán en poder y solidez si su ser entero—cuerpo, alma y espíritu—se consagran a la realización de una tarea santa. Haga todo esfuerzo, en la gracia de Cristo y por medio de ella, para alcanzar la alta norma puesta delante de usted. Usted puede ser perfecto en su esfera como Dios es perfecto en la de El. ¿No declaró Cristo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48?—Carta 123, 1904. 1MCP89 107.1

Desarrolle todas sus facultades—[El] desea que crezcamos continuamente en santidad, en felicidad y en utilidad. Todos tienen habilidades que deben aprender a considerar como sagradas dotes, a apreciarlas como dones del Señor y a emplearlas debidamente. Desea que la juventud desarrolle todas sus facultades, y que las ponga en ejercicio activo. Desea que los jóvenes gocen de todo lo útil y valioso en esta vida; que sean buenos y hagan el bien, acumulando un tesoro celestial para la vida futura.—El Ministerio de Curación, 309 (1905). 1MCP89 107.2

Oportunidades al alcance de todos—Hay oportunidades y ventajas que están al alcance de todos para fortalecer los poderes morales y espirituales. La mente puede ser expandida y ennoblecida, y debería espaciarse en cosas celestiales. Nuestras facultades deben ser cultivadas al máximo, o dejaremos de alcanzar la norma divina. 1MCP89 107.3

A menos que [la mente] fluya en dirección al cielo, llegará a ser fácil presa de la tentación de Satanás de ocuparse de proyectos y empresas mundanos que no tienen conexión particular con Dios. Y todo el celo, la devoción, la energía inquieta y el deseo afiebrado se concentran en este trabajo, y el diablo mira y se ríe al ver el esfuerzo humano luchando en forma tan perseverante por un objetivo que nunca alcanzará, que elude su alcance. Pero si puede mantenerlos apasionados con el engaño, que no tiene base, de que entreguen su fuerza mental y huesos y músculos a los objetivos que nunca alcanzarán, él se siente satisfecho, pues los poderes de la mente que pertenecen a Dios y que Dios demanda, son desviados del blanco correcto, de los objetos apropiados.—Carta 17, 1886. 1MCP89 107.4

El enemigo no necesita estorbar el progreso diario—Resuelva alcanzar una norma alta y santa; póngase un blanco alto; actúe con propósito ferviente como lo hizo Daniel, constantemente y con perseverancia; y nada que el enemigo pueda hacer los estorbará en su progreso diario. A pesar de los inconvenientes, los cambios y las perplejidades, usted puede avanzar constantemente en vigor mental y poder moral. 1MCP89 108.1

Ninguno necesita ser ignorante a menos que escoja serlo. El conocimiento debe ser adquirido constantemente; es el alimento para la mente. Los que esperamos la venida de Cristo deberíamos resolver que no viviremos esta vida siempre del lado de los perdedores, sino con comprensión en logros espirituales. Sean hombres de Dios, del lado ganador. 1MCP89 108.2

El conocimiento está al alcance de todos los que lo desean. Dios quiere que la mente llegue a ser fuerte, que piense en forma más profunda, plena y clara. Camine con Dios como lo hizo Enoc; haga de Dios su Consejero y no podrán hacer más que progresos.—Carta 26d, 1887. 1MCP89 108.3

Aférrense de Dios y avancen—Dios ha dado al hombre el intelecto, y lo dotó con capacidades para cultivar. Entonces, aférrense firmemente de Dios, pongan a un lado la frivolidad, los entretenimientos y toda impureza. Venzan todo los defectos de carácter. 1MCP89 108.4

Aunque hay una tendencia natural a seguir un camino descendente, hay un poder que se combinará con los diligentes esfuerzos del hombre. Su poder de voluntad tendrá una tendencia neutralizadora. Si se combina con esta ayuda divina, podrá resistir la voz del tentador. Pero las tentaciones de Satanás armonizan con sus tendencias defectuosas y pecaminosas, y lo impulsan a pecar. Todo lo que tiene que hacer es seguir al líder Jesucristo, quien le dirá precisamente lo que debe hacer. Dios lo llama desde su trono en el cielo, mostrándole una corona de gloria inmortal, y le ruega que pelee la buena batalla de la fe y corra la carrera con paciencia. Confíe en Dios a cada momento. Fiel es el que conduce hacia adelante.—Carta 26d, 1887. 1MCP89 108.5

El elevado ideal de Dios para sus hijos—El ideal que Dios tiene para sus hijos está por encima del alcance del más elevado pensamiento humano. La mente a alcanzar es la piedad, la semejanza a Dios. Ante el estudiante se abre un camino de progreso continuo. Tiene que alcanzar un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, lo puro y lo noble. Progresará tan rápidamente e irá tan lejos como fuere posible en todos los ramos del verdadero conocimiento. Pero sus esfuerzos se dirigirán a fines tanto más altos que el mero egoísmo y los intereses temporales, cuanto son más altos los cielos que la tierra.—La Educación, 18, 19 (1903). 1MCP89 109.1